martes, 11 de noviembre de 2014

COMPORTAMIENTOS CORRUPTOS, SOCIEDAD MALTRATADA


Oda Nobunaga (織田 信長 1534–1582) fue un destacado daimyo (señor feudal) del periodo Sengoku período Sengoku al periodo Azuchi-Momoyama en la historia de Japón. Hijo de un daimyo menor de la provincia de Owari, luchó contra otros miembros de su familia por el control del clan a la muerte de su padre, matando a uno de sus hermanos en el proceso. En el año de 1560 se enfrentó contra un numeroso ejército (estimado en 40.000 soldados samurái )comandado por Imagawa Yoshimoto, con tan sólo 3.000 soldados durante la batalla de Okehazama,  Gracias a un ataque sorpresa salió victorioso, lo que puso a Nobunaga en la cima del poder militar del país. Cerca del lugar donde se debía dirimir la batalla se erigía un templo sintoísta. Era un templo muy parecido al de Delfos en la antigua Grecia, que tenía la capacidad de vaticinar los favores divinos: las personas acudían allí para orar a los dioses y pedirles su gracia. Cuando se salía del santuario era costumbre lanzar una moneda al aire; si salía cara, se cumplían los favores que se habían pedido. Oda Nabunaga fue al templo y rogó ayuda de los dioses para que fuesen favorables a su ejército a pesar de ser menos numeroso. Al salir del templo, lanzó la moneda y salió cara. Sus guerreros envalentonados se dirigieron presurosos a la batalla y la ganaron.

Cuando la lucha se acabó, un lugarteniente se dirigió a Oda Nabunaga y le dijo: «Estamos en manos del destino, nada podemos hacer contra aquello que deciden los dioses», y Oda Nabunaga le contestó: «Cuanta razón tienes, amigo mío», y le enseñó la moneda: tenía dos caras. La resiliencia es andar por la vida con una moneda de dos caras. La moraleja de la historia de Nabunaga nos dice que, a menudo, el destino está en nuestras manos. El futuro se debe construir y nosotros tenemos mucho que decir al respecto. Para hacer realidad aquello que queremos, es necesario creer que nuestro futuro no es un regalo. No estamos delante de una situación totalmente ajena a nosotros, más bien, nuestro futuro es algo que podemos conquistar. El ser humano tiene la capacidad de ser guionista y protagonista de sus propias historias.



Estamos actualmente asistiendo a un espectáculo pavoroso de casos de corrupción cometidos por personas que tienen una representación delegada, bien sea por accionistas, votantes, militantes, etc. Estos hechos reprobables están sustentados principalmente por un abuso de poder con fines de lucro personal, son actos hechos por personas con cierta proyección pública que tienen una representación delegada, ya sea en el ámbito empresarial, político, sindical, etc.  Este tipo de comportamiento encierra una maldad y corrupción moral que tiene su principio cuando alguien rehúsa a aceptar la responsabilidad que tiene encomendada por el bienestar de los demás, especialmente (aunque no exclusivamente) por el bienestar de aquéllos naturalmente bajo su cargo directo, sino también por aquellos a los que lidera o representa en las organizaciones que hacen avanzar la sociedad hacia cotas de mayor bienestar y progreso. Este uso ilegitimo de poder, es aquella situación que existe cada vez que alguien que tiene PODER sobre otros, (esto es, la capacidad de imponer su voluntad sobre los demás) por ejemplo, debido a su superior destreza mental, posición social, fuerza, conocimiento, tecnología, armas, riqueza, o la confianza que tienen en él o élla, utiliza ese poder injustificadamente para EXPLOTAR o DAÑAR a ésos otros, o mediante su falta de acción PERMITE que ésos otros sean explotados o dañados. 

En primer lugar, fundamentaré que existen dos tipos de relaciones: relaciones espesas y relaciones ligeras. Las relaciones espesas son las relaciones entre familiares, amigos, clanes o tribus. Las relaciones ligeras son las relaciones con desconocidos, con esa gente con la que no tenemos nada en común, más allá de nuestro mundo compartido. Las relaciones espesas no se limitan a las relaciones cara a cara. Son relaciones profundas, basadas en recuerdos compartidos. Son las relaciones que a la mayoría de nosotros nos preocupan la mayor parte de nuestro tiempo. La segunda distinción es que, la ética regula nuestras relaciones espesas y la moralidad las ligeras. La ética incluye ideas como lealtad y traición; la moralidad, conceptos como justicia y desigualdad.

A partir de estas diferencias entre relaciones espesas y ligeras, y entre ética y moralidad, surge el siguiente razonamiento: el problema de las manos sucias en la vida política, sindical o empresarial, tiene que ver principalmente con la tensión inherente a la que detectaba Maquiavelo entre la ética y la política. Es producto de la tensión entre ética y moralidad: entre preocuparse únicamente por nuestra gente y preocuparse también por los extraños. La política y el liderazgo empresarial es el dominio de la actividad humana donde la tensión entre ética y moralidad se manifiesta de forma más profunda, puesto que muchos consideran que la política es el terreno de la ética pero no de la moralidad. 

Una sociedad puede ser éticamente correcta y profundamente inmoral al mismo tiempo. Sus miembros pueden preocuparse mucho unos por otros y ser sin embargo totalmente indiferentes e incluso hostiles hacia el resto. No sienten los límites de las relaciones ligeras sobre las relaciones espesas. El grupo, como colectivo, puede ser extremadamente egoísta a la hora de enfrentarse a extraños individuales y de alinear a otros grupos, y permitir sin embargo una vida ejemplar entre sus miembros. En grupos egoístas, puede haber individuos dispuestos a sacrificar su vida por el bien del grupo. El único imperativo que respetan es que, cuando se encuentran con otros, deben defender el interés común como el único objetivo digno. La generosidad de esas personas comprometidas éticamente pero moralmente indiferentes les da la impresión de que llevan una vida totalmente moral, porque identifican la moral con la falta de egoísmo de los individuos. No sienten un reparo moral si los líderes utilizan cualquier medio para promover el interés del colectivo, siempre y cuando los líderes no sean personalmente corruptos. Un político o empresario se ensucia las manos al promover su interés personal, pero no al trabajar por un colectivo cimentado por relaciones espesas. Esta es una imagen aterradora y abreviada de lo que mucha gente piensa y siente con lo que estamos viviendo en la actualidad


Ya lo dijo Ghandi: "Primero te ignoran, después se burlan de ti, luego te combaten, y al final, tú ganas.


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