Martin Seligman desarrolló sus estudios de la “indefensión aprendida” analizando el comportamiento de los animales, a través de un método un tanto cuestionable. Trabajó con perros encerrados en cajas metálicas a los cuales se les aplicaba corriente eléctrica. A algunos de ellos se les permitía escapar presionando una palanca metálica con sus patas, mientras que, a otros, si bien disponían de la misma palanca, se les impedía la salida. Tras cierto tiempo de experimentación, los perros que no habían podido escapar en los primeros intentos se quedaban resignados en sus cajas recibiendo la dolorosa corriente eléctrica, sin volver a intentar escapar. Continuando las experimentaciones, se llegó a la conclusión de que los perros que no habían podido escapar las primeras veces adquirían tal desmotivación que, aunque las cajas fueran modificadas y presentaran nuevas vías de escape, dejaban de intentarlo. Se encontraban paralizados.
El locus de control interno se puede traducir como "autocontrol", es decir, como el pensamiento de que nuestros actos definen nuestros resultados y que, por tanto, podemos interferir en nuestro destino. Cuanto más ajeno nos resulte el locus, menos control sentiremos que poseemos sobre una situación determinada y, por tanto, menos nos implicaremos con las soluciones. Ante una crisis tan larga y profunda como la que vivimos actualmente, el locus general (refiriéndonos al de una mayoría de los españoles) podría ser cada vez más externo: "dependemos de Europa", "es por la crisis", "a ver si lo arregla el gobierno", "necesitamos subvenciones", "nadie nos representa", "es culpa del gobierno", "los mercados nos tienen contra las cuerdas", etc... Más allá de que algunas razones puedan ser verdad, el peligro de este hecho es evidente, pues si los problemas no tienen relación directa con nosotros, tampoco lo tendrán las soluciones, de modo que nos abandonamos a la suerte y a los designios ajenos, convirtiéndonos en figuras pasivas... en parte del problema. Siguiendo con el planteamiento psicológico, estaríamos cayendo en la indefensión aprendida (cuando la situación nos supera y no podemos salir de un gran problema empresarial algunas personas intentan buscar soluciones creativas y tirar de optimismo para aguantar, no obstante cuando nada da el resultado deseado podemos decaer y sentir que hagamos lo que hagamos todo seguirá igual). La crisis nos ha enseñado a encajar los golpes y a asumirlos con normalidad. No podemos pararlos, no podemos huir, solo podemos tragar ¿solo podemos tragar?
Esta semana Telefónica ha vivido un calvario bursátil que la ha situado a 3 céntimos del mínimo bursátil alcanzado. Arrancó el año a 3,85 euros y llegó a alcanzar los 5,06 euros el 31 de mayo, desde entonces su único recorrido ha sido el retroceso bursátil hasta alcanzar el mínimo descrito anteriormente. Varios son las razones y motivos que influyeron en dicho descalabro bursátil, la primera tiene que ver con un endurecimiento de la política monetaria de los bancos centrales. La Reserva Federal que lleva el timón de las subidas del precio del dinero, está siendo secundada por el resto de bancos centrales entre los que se encuentra el BCE. La segunda de las razones se publicó en un diario, Telefónica lideró la pérdida de clientes durante los primeros seis meses del año 2022. En concreto, en el primer semestre del presente año perdió un total de 395.900 usuarios menos en su base de datos, sumando las líneas móviles más las fijas, que vienen asociadas a los paquetes convergentes, con servicios de televisión o alarmas https://cutt.ly/4VRZdnv El cambio de tarifas realizado para reemplazar a los paquetes Fusión, no está dando resultado con respecto a la perdida de clientes como nos reflejan los datos. La guerra de precios en el mercado con el fin de captar nuevos clientes está conduciendo al sector a espiral deflacionaria que afecta a los ingresos y por ende a la merma de recursos para acometer nuevas inversiones debidos a menores márgenes que tienen por cliente. El sector de las telecos es de los pocos sectores que es deflacionista, es decir, que mientras los precios de otros servicios se encarecen a consecuencia de la crisis económica y energética, éste es, incluso, más barato. La facturación del sector se ha reducido alrededor de un 30% en la última década. La división española representa alrededor del 31% de los ingresos del grupo, por lo que su caída de ingresos condiciona gravemente al grupo Telefónica. Si bien la división española de Telefónica se mantuvo como líder en el año 2021 en los mercados de telefonía fija y móvil con una cuota de mercado del 42,7 % y el 28,1 %, respectivamente, dichas métricas son menores que un año antes cuando obtuvo el 43,6 % y 29,4 %, según la lista anual que publica la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) https://cutt.ly/RVR84Uv Una de las cuestiones que impacta negativamente en la compañía es el pago del dividendo, el cual se contrapone con una deuda financiera neta incluyendo arrendamientos al final del periodo que al cierre del primer semestre del año 2022 fue de 37.500 millones de euros. Si pensamos que el número de acciones cotizando al cierre del semestre era de 5.764 millones de títulos, si contamos que cada una recibe una retribución de 0,30 euros, hace una salida de caja si se paga en metálico de 1.729,2 millones de euros. Si a todo ello sumamos, que la cotización bursátil de la compañía es de 21.130 millones de euros, está pagando un dividendo con una rentabilidad del 9,32%. La pregunta es, ¿es sostenible el pago de esta rentabilidad con la situación de la compañía? Otras compañías europeas y norteamericanas tienen la siguiente rentabilidad por dividendo; Deutsche Telekom (5,77%), British Telecom (3,49%), Verizon (6,6%), Orange (7,21%) y AT&T (6,93%). Algunas de ellas con menor deuda y mayor capitalización pagan un dividendo menor que Telefónica.
La venta de activos dentro de la operadora ha sido constante en estos últimos años, el último ha sido el 45% de la división de fibra rural Bluevia, la cual fue adquirida por Vauban Infrastructure Partners y Crédit Agricole Assurance, que pagaron 1.021 M€. Parece que esta no será la última venta que se realizará, según un diario digital publicaba lo siguiente; “el siguiente paso está aún por determinar. La compañía presidida por José María Álvarez-Pallete no ha dejado constancia clara de cuáles son los planes concretos de futuro. Es decir, existen múltiples posibilidades, como una venta total de la compañía, o la entrada de más socios. En todo caso, cualquiera de los movimientos dejará más dinero en caja cuanto mayor sea el volumen de esta sociedad” https://cutt.ly/gVTeg16 Esta venta de un activo de fibra óptica, puede seguir los mismos pasos que siguió la división de torres de Telxius, terminando finalmente siendo vendida el 50,01% a la compañía americana ATC, para posteriormente pagar un arrendamiento por la utilización de dichas infraestructuras al comprador. Estas operaciones de leasing-back, proporcionan liquidez inmediata a las compañías que realizan dicha venta de activos, sin embargo, lastran a futuro la rentabilidad de esta al estar la explotación condicionada por el pago del arrendamiento. A esta situación, hay que añadir el hecho de que dichos arrendamientos están referenciados la subida al IPC, en este año, por ejemplo, sufrirán una subida de alquiler considerable a la vez que los ingresos pueden ser los mismos en el mejor casos o menores por la dinámica propia del mercado deflacionario en el que está inmerso el sector de las telecomunicaciones.
Con un escenario para los próximos trimestres de deterioro constante en los indicadores macro dentro de la eurozona, en España de momento no, ya se están preparando para que la economía española también sufra una contracción del PIB. El crédito bancario, que concentra el grueso de la financiación a empresas y familias en España, es uno de los indicadores clave para evaluar la fortaleza del crecimiento a corto y medio plazo. En este caso, el frenazo coincidiría con un ‘shock’ inflacionario que, además de disparar la incertidumbre de hogares y empresas, está reduciendo la capacidad de compra de las familias, dado que los salarios no están aumentando en sintonía y el ahorro pierde valor real al descontar el aumento de los precios. Los convenios se están firmando con revalorizaciones medias de entre el 2% y el 3%, lejos del 10% de IPC en los últimos meses, mientras que el casi billón de euros que hay en depósitos por parte de los hogares perderá en torno a 100.000 millones de poder adquisitivo este año. En esta situación si se cumplen estos pronósticos, el crédito dejaría de contribuir al crecimiento (es deuda que sirve para consumo o inversión), algo que es consistente con el empeoramiento generalizado de las previsiones macroeconómicas. No en vano, ya se espera que España pueda entrar en recesión en alguno de los próximos trimestres.
Resultados del primer semestre del 2022 de Telefónica. Fuente: Telefónica
Ante dichas perspectivas económicas, el sector telco no es de esperar buenos resultados económicos en los próximos trimestres. A ello además hay que decir, que contribuirá también la guerra soterrada que sufre el sector con los OMVs (operadores móviles virtuales) que actúan de aceleradores en la bajada de precios del mercado. Por lo tanto, no existe ningún elemento nuevo que permita atisbar una mejora en la cotización de Telefónica en los próximos trimestres a tenor de las métricas y escenario que se abre actualmente. Quizás como al principio del post, también existe algo de “indefensión aprendida” dentro de Telefónica, con un planteamiento pasivo frente a la situación actual… Tragar hasta que esta situación escampe.
Ya lo dijo Seneca: “La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy”.
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