Las focas pueden hacer muchas cosas que los humanos no, por supuesto, pero un ingenioso experimento realizado en Escocia acaba de descubrir una nueva capacidad. Un estudio publicado esta semana en Science sugiere que estos mamíferos marinos pueden percibir la cantidad de oxígeno en su sangre y cambiar su comportamiento de buceo en respuesta.
Todos los animales extraen oxígeno del aire que respiran y liberan dióxido de carbono (CO2) de su sangre en el aire que exhalan. La mayoría de los mamíferos no pueden detectar directamente los niveles de oxígeno en la sangre que suministra a sus tejidos. Se basan en el aumento del nivel de CO2 en la sangre para saber si necesitan respirar. La mayoría de los investigadores habrían supuesto que incluso los buceadores excelentes como las focas dependían de esas señales.
Pero los nuevos experimentos con focas grises demuestran que los animales "responden con flexibilidad a los cambios en los niveles de oxígeno, lo que puede ser lo que les impide ahogarse", afirma el autor principal Chris McKnight, fisiólogo de la Universidad de St. Andrews (Escocia). Si McKnight y sus colegas están en lo cierto, esto podría explicar por qué los buceadores humanos pierden el conocimiento tan a menudo antes de llegar a la superficie, y abre la posibilidad de que otros animales buceadores puedan percibir también sus niveles de oxígeno en sangre.
Hasta el año 1973, los pagos de país a país eran procesos muy complejos y con errores. Ese año, 239 bancos de 15 países crearon la red SWIFT (siglas de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), con el objetivo de hacerlos más rápidos, fáciles y seguros. Casi medio siglo después, SWIFT conecta a más de 11.000 entidades financieras y más de 200 países y territorios entre sí, que han logrado estandarizar el proceso para que se complete en plazos de entre 24 y 48 horas. En el año 2019, Facebook anunció Libra, una criptomoneda diseñada para facilitar transacciones rápidas y económicas a través de sus plataformas como WhatsApp e Instagram. Libra se asoció con una billetera virtual llamada Calibra, que estaría disponible tanto en Messenger como en otras aplicaciones. Sin embargo, Libra enfrentó desafíos regulatorios y finalmente fue renombrada como Diem, antes de ser vendida. Hoy en día, el panorama europeo de pagos está dominado por empresas estadounidenses como Visa y Mastercard. . En aquel entonces, la sociedad civil se opuso y los reguladores intervinieron, bloqueando su lanzamiento y reforzando la idea de que el control monetario debía permanecer en manos públicas. Pero hoy tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca la situación ha cambiado de forma radical, las monedas tradicionales sufren un serio desafío con la bendición del gobierno norteamericano. Esta vez, son las monedas estables las que amenazan con perturbar el sistema monetario. Más de dos tercios de las transacciones con tarjeta en la eurozona se liquidaron a través de sistemas de pago internacionales en el segundo semestre de 2023, desfalcando millones a los consumidores y pequeñas empresas europeas. Estos proveedores de servicios de pago no solo cobran elevadas comisiones por transacción, sino que la propiedad extranjera deja la infraestructura de pagos de la UE peligrosamente expuesta a presiones políticas externas.
Las stablecoins son monedas digitales vinculadas a activos tradicionales, generalmente el dólar estadounidense, que ofrecen una alternativa más fiable a las criptomonedas volátiles. Sin embargo, no son tan seguras como parecen. A diferencia del efectivo, que está respaldado directamente por un banco central, las stablecoins dependen de la salud financiera de las empresas emisoras. Las reservas que sustentan estas monedas suelen invertirse en activos que generan intereses, lo que genera beneficios para los emisores, pero también expone a sus tenedores a riesgos si dichas reservas se gestionan mal o se vuelven ilíquidas. El colapso de la stablecoin TerraUSD en 2022 demostró los riesgos de una fuerte devaluación cuando se pierde la confianza en la empresa emisora. En esencia, las stablecoins son simplemente pagarés de empresas que, como cualquier negocio, pueden quebrar y dejar a sus tenedores con las manos vacías. Poseer una stablecoin respaldada por dólares no garantiza un dólar. A principios de junio del año 2024, el mercado global de stablecoins suponía unos 140.000 millones de euros; un año después supera los 250.000 millones, un 78% más. El mercado vive una fiebre por las criptodivisas estables, un sustituto del efectivo en el mundo cripto que funciona como refugio para huir del riesgo o como medio de pago. Esta situación ha hecho aflorar actores de todo tipo, todos quieren entrar en el negocio: desde los bancos hasta las grandes tecnológicas, pasando por las firmas especializadas. Para este mercado la volatilidad ha dejado de ser un problema, ya que estos activos están vinculados a las monedas tradicionales y su valor se mantiene estable. No obstante, surgen otros temores, como la vulneración de la privacidad de los usuarios, especialmente ante la entrada de empresas tecnológicas, que podrían llegar a ofrecer estos activos a la par que la banca tradicional.
Ha sido recientemente la administración de los Estados Unidos la que ha adoptado estos activos digitales y recientemente ha sobrealimentado el mercado de monedas estables. A finales de enero de este año, Trump firmó una orden ejecutiva que desregula las criptomonedas y elimina las barreras para las monedas estables emitidas de forma privada y respaldadas por dólares. Poco después, el gobierno norteamericano fue un paso más allá y firmó una orden ejecutiva para establecer una reserva estratégica de criptomonedas. En lugar de desarrollar una moneda digital de la Reserva Federal) (CBDC) respaldada públicamente con una clara supervisión regulatoria, Trump en consonancia con su ideario político de la “ley de la selva” está apoyando el crecimiento descontrolado de las monedas estables privadas. Su mensaje es claro y nítido: es hora de que la industria financiera se tome en serio los activos digitales privados. Los bancos y las fintechs respondieron, apresurándose a emitir sus propias monedas estables respaldadas por el dólar estadounidense. Se trata de importantes instituciones financieras como Bank of America, Standard Chartered, PayPal y Stripe, todas preparándose para emitir monedas estables y beneficiarse de un mercado en rápida expansión.
En el momento actual en el que se encuentra Europa, con una Comisión Europea que está desarrollando un programa político donde se busca afianzar su soberanía económica, el Congreso estadounidense ya trabaja para legitimar estos dólares digitales bajo las leyes GENIUS y STABLE. Estos proyectos de ley no introducen las salvaguardias adecuadas , priorizando los intereses del sector sobre la estabilidad financiera. Sin embargo, al contribuir a la normalización de las monedas estables, aumentan el riesgo de que las monedas digitales respaldadas por dólares se integren en el sistema financiero europeo. Esto amenaza con expandir el control extranjero sobre el mercado de pagos europeo y aumenta la dependencia de los gigantes financieros estadounidenses para las transacciones digitales. Las transferencias en monedas estables están en auge. Alcanzaron los 27,6 billones de dólares en el año 2024, superando a Visa y Mastercard, en gran medida gracias a los pagos transfronterizos y al comercio de criptomonedas. El apoyo de la administración Trump a las criptomonedas ha reavivado las ambiciones de las grandes tecnológicas de entrar en esta carrera. Con sus vastos recursos y alcance global, empresas como X, Meta, Alphabet (Google) y Apple podrían lanzar con éxito monedas estables respaldadas por dólares en Europa. Permitir que estas grandes tecnológicas, ricas en datos, controlen una parte significativa de las transacciones y los depósitos plantea las mismas preocupaciones que suscito Facebook con la Libra en 2019. En un entorno internacional menos estable como el actual, las preocupaciones sobre la privacidad de los datos y el control monetario cobran mayor relevancia. De hecho, el uso generalizado de monedas estables en las transacciones europeas socavaría el control del BCE sobre la política monetaria. Las monedas digitales respaldadas por dólares circularían dentro de la eurozona, pero quedarían fuera de la influencia directa del BCE sobre la oferta monetaria. En efecto, una moneda paralela, gestionada por la Reserva Federal, sería cada vez más importante para las transacciones de la UE.
Con el auge de las monedas estables de emisión privada respaldadas por dólares y el dominio extranjero sobre el panorama de pagos europeo, la urgencia de una alternativa pública europea nunca ha sido más necesaria. El euro digital es la respuesta de Bruselas, diseñada para ofrecer una alternativa segura y controlada por Europa a los proveedores extranjeros de monedas digitales y servicios de pago. El Banco Central Europeo (BCE) considera, al euro digital como una necesidad estratégica para proteger la infraestructura de pagos crítica de Europa de empresas extranjeras y monedas digitales de riesgo. Si se diseña adecuadamente evitando la “ley de la selva” de Donald Trump, el euro digital sería ampliamente accesible y seguro. A diferencia de las monedas estables, sería una responsabilidad directa del BCE. A la vez ofrecería una alternativa más económica y pública a los proveedores de pagos privados extranjeros y fortalecería la soberanía monetaria de Europa.
El euro digital se centra en la soberanía, la seguridad y la resiliencia económica de la Unión Europea. No solo otorgaría a los ciudadanos un mayor control sobre sus depósitos y pagos, sino que también fortalecería la posición de Europa en un panorama internacional en rápida evolución. Las amenazas que llegan de fuera de la Unión Europea, no pueden significar que se arriesgue el ecosistema de pagos vigente, la soberanía financiera de la UE está en juego. En Europa, “el BIS y el propio BCE en el proceso legislativo de MiCA dejaron claro su miedo a que una BigTech con millones de usuarios lanzara una stablecoin ampliamente adoptada, que puede desplazar parcialmente la moneda nacional en el comercio electrónico, las remesas y los pagos peer-to-peer (persona a persona)“.
Las grandes compañías tecnológicas como Alphabet (Google), Apple, Facebook, etc., han hecho de los datos que atesoran una forma de explotación porque utilizan los datos para crear valor sin ofrecer a las personas una compensación comparable. Los métodos y propósitos con los que se recopilan los datos se expanden constantemente, sin que parezca haber un fin ni un límite a la vista por parte de los gigantes tecnológicos. Estas van desde infracciones irritantes, como que WhatsApp comparta tu nombre y número de teléfono con Facebook para que las empresas puedan anunciarte, o una startup que usa el estado de la batería de tu teléfono como "huella digital" para rastrearte en línea, hasta intrusiones importantes como el uso secreto de sistemas de vigilancia aérea por parte de la policía de Baltimore para vigilar y grabar la ciudad continuamente. O como los corredores de datos que crean perfiles personalizados masivos sobre cada uno de nosotros, que luego se venden y se utilizan para eludir las protecciones al consumidor destinadas a limitar las prácticas predatorias y discriminatorias.
Estos casos de recolección de datos están conectados por una compulsión común —un imperativo de datos— que impulsa a estas compañías. Este imperativo exige la extracción de todos los datos, de todas las fuentes, de cualquier manera posible. Ha generado una carrera armamentista por los datos, alimentando el impulso de crear tecnologías de vigilancia que se infiltran en todos los aspectos de la vida y la sociedad. Y la razón para crear estas enormes reservas de datos es el valor que pueden o podrían generar y a la vez que podrían utilizar como podemos ver ahora con los stablecoins. Este imperativo señala un cambio en la forma en que las instituciones poderosas ven los datos. Un informe reciente del fabricante líder de software Oracle y MIT Technology Review, titulado "El auge del capital de datos", argumenta que una de las principales razones del éxito de empresas como Google, Uber y Amazon es que han adoptado la mentalidad de "los datos como un activo". El informe materializa una influyente tendencia tecnológica. Tratar los datos como una forma de capital significa que las empresas acumulan , mercantilizan y monetizan la mayor cantidad posible de datos. Y estos bancos de datos, afirman, nunca pueden ser demasiado grandes.
La empresa tecnológica alemana Siemens se hace eco de este sentimiento capitalista : “Necesitamos comprender que los datos están en todas partes y se generan cada segundo del día. Necesitamos entender los datos como un activo y convertirlos en valor”. Es una victoria asombrosa para los apropiadores de datos que la aquiescencia se haya convertido en el modelo estándar para obtener el "consentimiento" de los ciudadanos. Los datos no existen de forma independiente en el mundo ni se generan espontáneamente, sino que son construidos por personas, a partir de personas. Extraer el valor de los datos requiere más que simplemente ser recopilados. Recopilarlos requiere experiencia en su creación, extracción, refinamiento y uso. Esto a menudo va de la mano con sistemas cada vez más invasivos para sondear, monitorear y rastrear a las personas. Si bien algunos podrían argumentar que Google y Facebook nos pagan por nuestros datos con servicios gratuitos, esto no tiene en cuenta a la multitud de apropiadores de datos que no tienen intención de proporcionar ningún tipo de beneficio mutuo a quienes poseen sus datos. El paradigma de los datos como activo ha ayudado a crear un mercado lucrativo para los datos (solo la industria de los corredores de datos genera alrededor de 200.000 millones de dólares en ingresos anuales), lo que excluye al principal generador de los mismos, las personas.
En resumen podemos decir que las prácticas desenfrenadas con la apropiación de datos permiten a las tecnológicas construir su riqueza y poder, sin el dolor de cabeza de obtener consentimiento y dar una compensación por el recurso que desean. Necesitamos nuevos modelos de propiedad y protección de datos que reflejen el papel que desempeña en la sociedad de la información. En la Edad Dorada 2.0 donde las compañías tecnológicas imponen su ley, impera una errónea práctica de laissez-faire hacia los datos, esto ha propiciado el surgimiento de una nueva aristocracia empresarial, que puede coartar la libertad económica de los ciudadanos al utilizar un intangible económico (datos), que puede socavar la independencia de los europeos con los pagos digitales. En lugar de permitir a las tecnológicas que se apropien, comercien y acaparen nuestros datos para sacar provecho económico con los nuevos negocios que surgen… Los gobiernos, reguladores y demás actores en el contexto europeo tienen que poner puertas a dicha práctica depredadora.
Para terminar el post vuelvo al ejemplo de las focas, estas saben cuándo la amenaza de la falta de oxígeno en sangre puede ocasionar un grave hándicap para su supervivencia. Europa tiene ante sí una seria amenaza que tiene que diluir con las compañías tecnológicas con los medios de pago digitales. Su posición de dominio tiene que tener neutralizada… En un momento en el que el BCE tiene que mover ficha con el euro digital.
Ya lo dijo Sir Francis Bacon: “La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos”.
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