John
Sculley fue el tercer CEO de Apple
que dirigió la compañía entre 1983 y 1993. Fue el primer CEO profesional de la
compañía de la manzana, después de los breves mandatos de Michael Scott y Mike
Markkula. Era 1982 y John
Sculley estaba en la cima del mundo. Unos meses atrás había logrado lo
impensable: poner en boca de todo el mundo la marca Pepsi en un mercado controlado por Coca-Cola. Posicionó como tema de conversación global a una
incipiente marca regional, con un concepto sencillo: el Pepsi Challenge, algo que él llama “marketing de experiencia”. Sculley había pasado 15 años en Pepsi, cinco de ellos como CEO, cuando Steve Jobs lo buscó para pedirle que
dirigiera la marca de la manzanita. Sculley,
quien no tenía experiencia tecnológica alguna, consideró largamente la oferta
hasta que Jobs pronunció una de sus
icónicas frases: “¿Quieres vender agua con azúcar toda tu vida o quieres venir conmigo y
cambiar el mundo?” Jobs
estaba convencido de que era la
elección perfecta para
desempeñar un papel para el que él mismo aún no estaba capacitado. Los dos
entablaron una amistad muy cercana que durante los primeros meses fue
prometedora. Sin embargo, ambas personalidades empezaron a colisionar, Jobs había sido relegado a dirigir un
pequeño grupo de "piratas" que finalmente acabaron lanzando el Macintosh original. Pero la junta
directiva estaba preocupada por contener los gastos de su grupo y que no
despilfarrara el dinero. Este órgano encargó a Sculley controlar a Jobs.
Jobs se negó en absoluto y acabó organizando un "golpe de estado" contra
el CEO de Apple mientras estuviera
fuera del país por un viaje programado. Sculley
se dio cuenta de sus planes y canceló el viaje, convocando una sesión de la
junta directiva en la que consiguió un apoyo total. Incluso el de Mike Markkula, cosa que Jobs siempre interpretó como una
traición personal. Despojado de sus funciones, Jobs dimitió y vendió todas menos una de sus acciones de Apple. Lo cual le garantizaba asistir a
las juntas de accionistas de la compañía que había co-fundado. De modo que Steve Jobs no fue despedido de su
propia empresa, sino que la abandonó él mismo.
Tras
la salida de Steve Jobs, Sculley tuvo en sus manos todo el poder
para convertir Apple en una gran
corporación. El Apple II y sus
sucesivos modelos fueron los que se encargaron de aumentar los ingresos de la
compañía mientras las ventas del Macintosh
caían en picado. Durante su mandato, Apple
pasó de ingresar 800 millones de dólares a facturar 8.000. Sin
embargo empezaron a surgir los problemas, en 1986 las ventas cayeron
estrepitosamente y Sculley ordenó
una reestructuración que afectó a más de 1.200 empleados. Como resultado, Apple
se consolidó internamente, además el
Macintosh comenzó a ganar terreno y crecer en el mercado corporativo. Bajo
su presidencia Apple presentó el Macintosh Portable en 1989. Dos años
después, cancelaba el proyecto pero lo sustituía con los Macintosh PowerBook. En 1993, Sculley
presentó su proyecto más ambicioso: el Apple
Newton. Una PDA o asistente personal digital con el que Apple inauguraba
sus computadoras de bolsillo. Pero la crisis volvió a hacer acto de
presencia, Microsoft y sus aliados
de hardware estaban ganando la guerra con sus ordenadores y Apple comenzaba a estar arrinconada
debido a la falta de desarrolladores. Fue en ese momento en el que la junta
directiva ordenó a John Sculley que iniciara el programa de clones de Mac. Sculley se negó en rotundo, sabiendo
que de hacerlo se iniciaría un proceso de destrucción de Apple del que no se
podría salir. La junta acabó despidiendo al hasta entonces
CEO de Apple a
finales de 1993 y en su lugar colocó a Michael
Spindler, el presidente de Apple
Europa. John Sculley finalizaba
así su mandato de la empresa de la manzana mordida.
Para el filósofo Max
Weber existen tres tipos de dominación:
Los vínculos de poder en las organizaciones
empresariales son la relación de fuerzas que existen en su interior, las mismas
muchas veces pueden ser antagónicas, sin embargo no se excluyen sino que dentro
de la compañía comparten relaciones de oposición y de complementariedad. Las organizaciones empresariales que se sustentan
en el modelo de administración científica, modelo de Henri Fayol o Frederick Winlow
Taylor,
las relaciones de poder en este tipo de organización pueden
ser; de orden vertical (de arriba
hacia abajo y de abajo hacia arriba) o de forma
horizontal (personas de las misma área, por ejemplo). Estas fuerzas que
conviven en el seno mantienen relaciones de fuerza, y lucha buscando tomar una posición
de ventaja en el seno de la estructura interna de la organización y se
legitiman en la medida en que, voluntariamente las personas que conviven y
trabajan dentro de las mismas acepten su liderazgo. Fue Michel Foucault una de
las personas que teorizó sobre las relaciones de dominación y control dentro de
las organizaciones, las mismas según él son una estrategia de poder que busca
un objetivo común, el silencio y la obediencia. Una vez conseguido dicho
poder, el objetivo final de ese silencio y obediencia conseguidos pasa a un
segundo lugar, lo que se busca a continuación es una legitimación y aceptación
por parte de los diferentes stakeholders (accionistas, inversores, empleados,
etc.) que componen dicha compañía.
En el seno de una compañía siempre se suscitan pugnas
o peleas que responden a intereses y expectativas particulares de las personas
o stakeholders que integran la misma. Estos generalmente están asociados a
deseos de poder sobre las diferentes áreas que conforman la compañía, así como
a la imposición de decisiones. Quienes ejercen el poder son generalmente las
personas que tienen una mejor posición dentro la compañía. Fue Foucault
el que en su texto “El Sujeto y el Poder” afirmó que el ejercicio
del poder “[...] no es simplemente una relación entre parejas, individual
o colectiva, es una forma en la que ciertas acciones de unos modifican
las de otros”. Así pues, el poder cuando se pone en acción
modifica acciones presentes o futuras de otras personas que están inmersas en
dicha pugna, existen vencedores y vencidos. Las organizaciones son
espacios en donde el intangible del poder está claramente localizado e
identificado, sin embargo quienes lo ejercen generalmente aplican estrategias para
ejercer el mismo, como por ejemplo los directivos, jefes o empleados. Cuando el
poder se consolida después de ponerse en acción, fija unos principios normativos
que hacen que los individuos actúen de determinada forma; es decir, el
poder como acción produce obediencia, no dominación, porque el acto
de obedecer es libre, esté enmarcada en la legalidad o en su apariencia.
1.De índole racional: se basa en la
creencia de legalidad del orden establecido y del derecho a dar órdenes por
parte de quienes tengan la competencia para ejercer la dominación según ese
ordenamiento (dominación legal).
2.De índole
tradicional: se basa en la creencia del carácter divino de las tradiciones y
en la legitimidad de los componentes para ejercer la autoridad en virtud de
esas tradiciones (dominación tradicional).
3.De índole
carismática: se basa en la entrega extraordinaria a la ejemplaridad o
heroísmo de una persona y del ordenamiento creado o revelado por el mismo
(dominación carismática).
Tales tipos de dominación se pueden definir de acuerdo
con: el tipo de legitimación; la forma de organización; los medios
administrativos; la relación con la economía; el carácter personal y objetivo
de la administración; la permanencia de la dominación y carácter de las norma.a
Para el sociólogo Pierre Bourdieu, "el poder está
incrustado en una red de relaciones que se establece en cualquier estructura de
una organización, el mismo se concibe como una lucha interna constante de las
personas que interaccionan y es una alteración permanente que sufren
las organizaciones". Esta lucha constante permite
determinar la posición que ostenta cada individuo en dicho campo. Las
empresas son campos en los cuales los sujetos, como sujetos libres, ejercen acciones
y reacciones frente a las acciones y las reacciones de otros individuos.
Las compañías como campo de constituyen un espacio social donde las acciones
estratégicas del poder se relacionan con el saber y la verdad.
El
ejercicio del poder en las empresas se pone patente a través de actos
administrativos que llevan a todos los sujetos que integran dicho campo a
cumplir con los objetivos estratégicos que fija la dirección y cuyo fin no es
solo el bien común de todos sus stakeholders, sino la posición que puede
conseguir la empresa en el mercado en el que compite de cara a satisfacer las
necesidades de sus clientes actuales y potenciales.
Con la prolongación
de la incertidumbre y la falta de un desenlace en procesos de cambio, el miedo
al cambio deriva en otros tipos de
miedos como son; el miedo a la no supervivencia, al rechazo, al fracaso y a la pérdida del
poder, los cuales pueden variar de un individuo a otro de acuerdo con sus funciones
cognitivas. En este escenario incierto de futuro sobre lo que deparará
dicho cambio como por ejemplo; tener un nuevo jefe, ser trasladados a otro departamento,
perder el poder, etc., lo que aparece es una ansiedad o angustia con un
carácter preventivo. Es por ello que cuando se nombra entre los empleados la
palabra “cambio”, se evocan
diferentes pensamientos como la creencia de que la forma en que se realizaron
las actividades en el pasado garantiza el éxito en el futuro y lo nuevos
cambios generan actitudes de resistencia y defensa que en su mayoría son de
carácter negativo, al no considerar los cambios como elementos de mejora.
Este tipo de
luchas organizativas es de tiempos muy antiguos ha sido así desde “La
República” de Platón hasta “El Mundo Feliz” de Huxley.
Lo único que va cambiando a través del tiempo es que dicho poder se hace menos
visible al público en general, esto es debido a que las organizaciones
se han convertido en laberintos más complejos debido a una mayor dependencia
tanto interna como externa de otros actores que interaccionan con ellas, así
como a unos entornos más volátiles en el que se desenvuelven en la actualidad. Uno
de los problemas más complejos a los que se enfrentan en la actualidad dichas
organizaciones empresariales se produce cuando hay que abordar un relevo en su
dirección y establecer un nuevo rumbo dentro de la misma. El problema surge
cuando, “lo que se va no acaba de marchar y lo que entra no acaba de tomar
posesión”, en ese estado se producen efectos cuanto menos
llamativos por el impacto que tienen sobre dicha organización. Uno de los
efectos que surge es el “miedo” en la estructura gerencial, este
fenómeno impacta en dicha organización ralentizando la toma de decisiones que la
compañía tiene que realizar en su día a día. Por supuesto esto tiene
consecuencias en el desarrollo de las actividades en las que está inmersa la
misma y por ende en sus resultados económicos ya que el potencial posible que
atesora la compañía no se pone en valor. Pero quizás ese “miedo” donde mayor
impacto y daño hace es en el tangible más importante de una compañía, en
las personas.
El “miedo”
es una emoción que sufre el individuo a través de la cual busca protección y los
empleados de una u otra forma se mueven en base a él, ya que aunque parezca chocante,
mientras
más miedo existe, más medios de protección crea el individuo para contrarrestar
dicha amenaza y, por lo tanto, se sienten más seguros. Cuando esto sucede los empleados buscan
la protección a través de acciones innecesarias que a veces no dejan de ser
solamente una pérdida de recursos y dinero de las compañías, como por ejemplo; copiar
el correo a todo el mundo o dejar de hacer algo importante (no se toman decisiones
por uno mismo) siempre por el famoso "por si acaso"... Esto muchas veces sucede por la
observación de comportamientos y actos que realizan los superiores en la
estructura corporativa y perciben los empleados, recogiendo una imagen de interinidad
que no acaba de poner punto final y que se desconoce el final de la misma en
que terminará. En este tipo de ambientes laboral falta quizás uno de los
principales intangibles que puede atesorar una compañía, LA CONFIANZA. Con la prolongación
de la incertidumbre y la falta de un desenlace en procesos de cambio, el miedo
al cambio deriva en otros tipos de
miedos como son; el miedo a la no supervivencia, al rechazo, al fracaso y a la pérdida del
poder, los cuales pueden variar de un individuo a otro de acuerdo con sus funciones
cognitivas. En este escenario incierto de futuro sobre lo que deparará
dicho cambio como por ejemplo; tener un nuevo jefe, ser trasladados a otro departamento,
perder el poder, etc., lo que aparece es una ansiedad o angustia con un
carácter preventivo. Es por ello que cuando se nombra entre los empleados la
palabra “cambio”, se evocan
diferentes pensamientos como la creencia de que la forma en que se realizaron
las actividades en el pasado garantiza el éxito en el futuro y lo nuevos
cambios generan actitudes de resistencia y defensa que en su mayoría son de
carácter negativo, al no considerar los cambios como elementos de mejora.
Ante este escenario son
multitud de intangibles los que resultan dañados, como por ejemplo la
innovación, creatividad, la iniciativa o pasión por lo que se hace. Según el
profesor Edward Deming, “el miedo inhibe el crecimiento profesional
y aniquila la creatividad y la innovación, lo que genera como costo la
incapacidad de la mente y el espíritu. En este sentido, se pierde la
motivación, la capacidad de reflexión y el talento de los individuos, lo cual
afecta negativamente a las organizaciones”. La aparición de ese miedo desvía la atención del
individuo prestando especial atención al objeto generador de miedo y a la preparación
del cuerpo humano para responder a él, de esta forma solo se generan ideas en
función de la amenaza (Goleman, 2009). Ante esto, factores como la productividad o Clima Laboral son elementos que pasan a ser grandes damnificados
de dicha situación. Se puede
afirmar sin lugar a dudas que dicho miedo instala una "cultura del silencio" (miedo a hablar), que inciden en
las conductas o en el estilo del mando y en las relaciones de la estructura
organizativa. En el clima de silencio también tienen incidencia otras variables
como los procedimientos internos de justicia que rigen la compañía, así como la
inseguridad sobre el trabajo o la rotación laboral.
Para terminar este post, quiero manifestar que si bien
el ser humano siempre ha permanecido en lucha contra todo y todos, no es menos cierto también reconocer que son
muchas veces los actos de generosidad los que definen a las personas en cuanto
a su paso por la vida, ya que como dice el dicho: “Las personas pasan pero las
obras continúan…”.
Ya lo dijo Johann Wolfgang Von Goethe:
"Beneficiadme con vuestras convicciones, si es que las tenéis; pero
guardaos vuestras dudas, pues me bastan con las mías."