El
economista Adam Smith explica mediante la famosa paradoja del agua y el diamante su
percepción de valor. El agua es un bien necesario para la supervivencia del
hombre por lo que su valor
de uso es muy alto. Pero, la capacidad de trabajo necesaria
para conseguir agua es escasa ya que es la propia naturaleza la que facilita
este bien. El agua, por tanto, no tiene la capacidad de comprar nada ni de ser
intercambiada por nada.
Sin
embargo un diamante en cambio tiene un
valor de uso escaso, pero requiere de un proceso de trabajo
complejo hasta que se convierte en una piedra preciosa y una gran cantidad de
bienes pueden ser intercambiados por éste. La paradoja del valor sigue siendo
un hecho relevante en la actualidad sobre todo en países donde existen
problemas de abastecimiento de agua. Es en este punto cuando tenemos que hablar
también de otro concepto de utilidad relacionado con los bienes y servicios,
denominado utilidad marginal
de los bienes. La utilidad
marginal de un bien indica el grado de utilidad o satisfacción que una
persona experimenta al consumir una unidad adicional de un determinado
bien. Esto quiere decir que la utilidad marginal va descendiendo paulatinamente
a medida que se consumen esos bienes. El concepto de utilidad marginal
incorpora otro elemento al estudio del valor como es la escasez. A modo
de ejemplo, el valor que los habitantes de un país con problemas de
abastecimiento de agua otorgan a ésta puede llegar a ser mucho mayor que el de
los habitantes residentes en países con un clima húmedo y no haya problemas de
abastecimiento de agua. Cuanto mayor es la cantidad de un producto más bajo
será el lugar que ocupe en nuestra escala de valores. Volviendo al ejemplo de
países con problemas de abastecimiento de agua, el último vaso de agua en ese
país es tan valioso porque su uso corresponde con una necesidad vital. Pero si
en ese mismo contexto tuviéramos acceso a cuatro vasos de agua el valor del
agua dependería del uso que le diéramos al cuarto vaso. Es decir, que el valor
del agua no viene determinado por ese vaso que nos salva la vida sino por el
agua que usamos para bañarnos, regar las flores o tirar globos de agua.
Toda
compañía se mueve en unos límites finitos de recursos, principalmente su
energía viene determinada por los recursos económicos que dispone
para conseguir los fines que tiene establecidos (Misión), por lo que dichos
recursos tienen que ser priorizados en función de aquellas metas que son más
importantes. En las grandes compañías todos los días se mueven cientos de miles
de euros, en transacciones y operaciones que son automáticas a través de
procesos informáticos u otras herramientas, pero que no son visualizados por
las personas que realizan los mismos. Estas operaciones se realizan a todos los
niveles dentro de la estructura formal de las compañías, siendo muchas veces asumidos por
el cerebro de las personas como algo natural sin visualizar el valor de dichos
procesos económicos y el impacto que tiene sobre las compañías, ya que el
manejo que realizan las personas se hace dentro de un contexto en el cual no se
visualiza la capacidad de recursos que existe dentro de la misma.
Frente
a este problema los directivos de las compañías adoptan una estrategia clásica
de limitar el manejo de dichos recursos a través de la cadena de mando o
jerarquía, impulsando acciones de recorte y control de dichos recursos hacia
los colaboradores cuando existen ciclos económicos bajos o existen dificultades
dentro de las compañías. Hasta aquí la realidad, pero me surge la siguiente
pregunta, ¿es suficiente para hacer un manejo más efectivo y eficiente de los
recursos, limitar los mismos a las personas que tienen que trabajar con ellos,
o existe otras estrategias complementarias a esta?
Existe la conocida teoría de
la Reactancia
Psicológica, desarrollada por el psicólogo Jack Brehm, según la
cual, siempre que una elección libre es limitada o amenazada, la necesidad de
mantener nuestras libertades nos hace desearlas (así como los bienes y
servicios asociados a ellas) mucho más que antes. Por lo tanto, cuando aumentar
la escasez, o cualquier otra cosa, interfiere con nuestro anterior acceso a un
objeto, "reaccionaremos en contra" de la interferencia deseando y tratando de
poseer el objeto más que antes. Aunque es una teoría muy simple, podría ser
aplicable a una gran parte de nuestra conducta y sería también interesante
saber cuándo empieza la gente a mostrar ese deseo de luchar contra las
restricciones de sus libertades.
La
respuesta entonces tiene que venir por otro lado, por ejemplo por las acciones que deben impulsar los
directivos de una compañía para que sus colaboradores se conciencien,
visualicen el valor y la disponibilidad de dichos recursos que existen dentro
de la compañía en todas las acciones que realizan cuando trabajan sin aplicar
solo las restricciones. Este es un proceso real de alineamiento con los
objetivos que tiene establecidos cualquier compañía, es la mejor forma de empoderar a una persona
haciéndola participe de las decisiones y futuro de la misma.
Obviamente para
llegar a este grado de madurez en el compromiso con la compañía, los
trabajadores tienen que vivir una situación real entre lo que se comunica por
parte de la alta dirección y lo que se vive realmente por ellos. Son
factores muy negativos; entornos donde el
Clima Laboral no es óptimo, los liderazgos al servicio de los superiores jerárquicos
y o de las personas de los equipos, la ausencia de transparencia en las
acciones fomentando el desconocimiento y desconcierto en la visualización del
valor del trabajo que realiza cada trabajador en sus quehaceres diarios, la
comunicación deficiente es una palanca que se utiliza mucho a nivel de alta
dirección pero que a medida que desciende en la estructura de las compañías
pierde capacidad de enganche con las personas que tienen que alinearse con los
objetivos ya que la misma llega muy distorsionada en el valor y sentido de lo
que se quiere decir, haciendo que las personas huyan de dichos mensajes de
forma pasiva, los mensajes ni entusiasman ni ilusionan...se ignoran, etc.
Toda compañía que buscan
estimular el compromiso sólo con incentivos de tipo económico como; subida
de sueldo, opciones sobre acciones, u otro tipo de remuneración económica y
se olvida de lo escrito en el párrafo anterior de este post, tiene muy poco
margen para triunfar, las acciones que buscan el compromiso con premios
económicos carecen de recorrido constante en las compañías, son estímulos
temporales que se agotan tan rápido como el tiempo que tarda la persona que lo
recibe en gastarlo, generando una adicción de recorrido muy corto, debido a que
cada persona tiene una jerarquía de necesidades y al aumentar dicha capacidad
también se aumenta dicha necesidad. Así pues, las acciones que
conciencian a los trabajadores sobre el valor de los recursos de una compañía y
comprometen en la búsqueda de la eficiencia, son todas aquellas que hacen la
vida más fácil y sencilla a las personas que trabajan en la misma, así
de fácil y de difícil de conseguir.
Ya lo dijo Arne Garborg: "Con dinero se puede comprar
la cáscara de todo, pero no el grano".
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