En el libro sobre Creatividad, “Creativity: Flow and the psychology of discovery and invention“, se relata la siguiente anécdota curiosa y certera. Se trata de una carta de respuesta de un profesor universitario rechazando la solicitud de una entrevista para un libro.
El profesor responde algo así:
“Es un honor haber recibido su carta, pero me temo que lo voy a decepcionar pues no voy a poder responder a sus preguntas. Considero (esperando que no me considere presuntuoso o rudo) que el secreto de mi productividad reside en una canasta de basura llena de hojas arrugadas con invitaciones como la suya”. Esto es, no hacer nada que ayude a los demás a desarrollar su trabajo y emplear todo el tiempo en el propio y, desde luego, hacerlo bien.
El profesor en cuestión era, Peter Drucker.
Se
acaba de publicar un estudio sobre la productividad en el cual España vuelve a
salir malparada con respecto a los países mejor posicionados en dicho indicador.
Elevar la productividad siempre ha sido una de las materias que nuestra
economía ha tenido pendiente, tal y como recoge un análisis del Foro
Económico Mundial. La productividad no está relacionada con el
número de horas extra que hace un trabajador ni con una mayor presión e
intensidad de trabajo. El estudio incluye un ranking en el que se
recoge el PIB por hora trabajada en una selección de países de la OCDE,
siendo
Irlanda el que registra una mayor productividad, con 95,5 dólares por hora
trabajada. Le siguen Noruega (77,9 dólares), EEUU (69,6 dólares) y Alemania (68
dólares). A la cola se encuentran México (20,5 dólares), Rusia (25,4 dólares),
Grecia (34,8 dólares), Japón (46,9 dólares), Canadá (51,6 dólares) y España
(52,2 dólares).
El
PIB por hora trabajada es una medida de la productividad laboral, esta medida de
eficiencia combina los input
de trabajo con otros factores de producción. La entrada/input de trabajo se
define como el total de horas trabajadas de todas
las personas dedicadas a la producción. La productividad laboral solo refleja
parcialmente la productividad del trabajo en términos de las capacidades personales de los trabajadores o de la
intensidad de su esfuerzo.
La
relación
entre la medida del producto (output) y el insumo de mano de
obra depende también de otros insumos como por ejemplo; capital, insumos intermedios, cambios
técnicos e innovaciones, organizativo y de eficiencia, economías de escala, etc.
HORAS TRABAJADAS POR EMPLEADO
Algunos estudios sobre
productividad constatan por ejemplo que la
diferencia entre España y Alemania en el periodo
1997-2007, a pesar del gran paralelismo entre incremento de PIB per capita y el
número de horas de trabajo, radica en diferentes variables.
Si
en
Alemania un incremento del 1% del PIB requiere incrementar el número de horas
de trabajo de los empleados un 0,53%, en España requiere un incremento del 1,17%.
De
lo que se deduce que los incrementos de productividad alemanes están más condicionados
por los incrementos de productividad por hora de trabajo, una
medida en la que influye enormemente la innovación y eficiencia, sin embargo en
España está más condicionado por él sudor de sus trabajadores”.
https://bit.ly/2N4vIc1
En
cuanto a las horas que trabajan los trabajadores, los mexicanos son los
trabajadores que más horas trabajan dentro de la OCDE con 2.255 horas. En
Europa son los trabajadores griegos los que trabajan más horas, a un promedio
de 2.035 horas por año. En el extremo opuesto se encuentran los trabajadores
alemanes, los cuales trabajan un total de 1.363 horas por año, 892 horas menos
que los trabajadores mexicanos. Alemania, a pesar de ser un país miembro de la
OCDE, es donde se pasan menos horas en el puesto de trabajo, Alemania logra
mantener altos niveles de productividad. De hecho, un trabajador alemán
promedia un 27% más productividad que su homólogo británico. Los holandeses,
los franceses y los daneses también trabajan menos de 1.500 horas por año en
promedio. Solo el 2% de los empleados daneses, que disfrutan del mejor
equilibrio entre la vida laboral y personal en el mundo, realizan unas 1.400
horas al año.
Cuando
se trata de competitividad para ser productivo, ya sea un país, una ciudad o
una organización empresarial, hay un ingrediente esencial: las personas. Durante
los últimos seis años, el Índice Global de Competitividad de Talento
(GTCI) ha clasificado a los países y las principales ciudades según su
capacidad para atraer, desarrollar y retener talento con el fin de aumentar la
productividad. El índice GTCI es un informe anual de
evaluación comparativa que clasifica 119 países y 90 ciudades en función de su
capacidad para crecer, atraer y retener talento. No es casual que dicho índice
coincida con aquellos países que han llegado a lo más alto ranking del 2018
sobre competitividad.
Para
terminar este post, decir que en España se pierde mucho tiempo en cuestiones
que como definió Peter Drucker hacen perder el tiempo al resto de personas en
las organizaciones empresariales, entre ellas está la propaganda y el autobombo,
mal endémico entre los directivos de las compañías españolas. Ha
llegado ya quizás el momento de que hagan examen de conciencia y se centren de
verdad en las personas… Que son los verdaderos motores de la
productividad.
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