jueves, 13 de febrero de 2014

SABER ESCUCHAR SIEMPRE TIENE RECOMPENSA


Una de las mayores virtudes que tiene un líder es el saber escuchar a las personas que lidera.
Con frecuencia creo que en las empresas a los mandos les pasa lo mismo que a los documentales de la 2 de Televisión Española. Cuando es preguntado uno sobre los mismos, casi todo el mundo se declara fiel seguidor de esos programas, del mismo modo que casi todos los mandos afirman escuchar a sus colaboradores. Y la realidad es que muy poca gente los ve, y aún menos, los mandos saben escuchar.
Sólo la escucha, que es oír más interpretar correctamente lo que el otro nos dice, nos permite comprender otros puntos de vista. Como dice Edward de Bono, (un estratega en técnicas de pensamiento lateral): “nunca llegarás a comprender a una persona hasta que no veas las cosas desde su punto de vista, hasta que no logres meterte en su piel y sentirte cómodamente”, o “nunca se conoce realmente a un hombre hasta que uno se ha calzado sus zapatos y ha caminado con ellos…”.

A continuación relato una anécdota de lo que se suele hacer comúnmente con el arte de la escucha.
 Un portaaviones había estado de maniobras en el mar con tempestad durante varios días. Poco después de que oscureciera, el vigía que estaba en el extremo del puente informó:
- «Luz a estribor».
- «¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?», gritó el capitán.
- El vigía respondió «Directo, capitán», lo que significaba que nuestro propio curso nos estaba conduciendo a una colisión con aquel buque.
- El capitán llamó al encargado de emitir señales. «Envía este men­saje: Estamos a punto de chocar; aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo
- Llegó otra señal de respuesta: «Aconsejamos que ustedes cambien 20 grados su rumbo».
- El capitán dijo: «Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 gra­dos».
- «Soy marinero de segunda clase —nos respondieron—. Mejor cambie su rumbo 20 grados.»
- El capitán ya estaba hecho una furia. Espetó: «Conteste: Soy un portaaviones. Cambie su rumbo 20 grados».
- La linterna del interlocutor envió su último mensaje: «Yo soy un faro».

Con el cambio de paradigma llego a la conclusión de que:
- el faro no va a cambiar el rumbo.
- mi barco no tiene las de ganar.
El cambio de paradigma experimentado por el capitán ilumina la situación de un modo totalmente distinto. Podemos ver una realidad que aparecía reem­plazada por una percepción limitada. 
La competencia en los negocios donde uno opera se libra fundamentalmente en el ámbito del conocimiento. La información es poder, la frase es bastante antigua, la cual sigue vigente porque es incontestable. Así que para poder competir hay que tener conocimiento y para tener conocimiento hay que aprender. Para aprender hay que prestar atención. Y para prestar atención hay que querer escuchar u observar. 
Este hábito de escucha nos cuesta mucho realizarlo ya que quien pregunta manifiesta una cierta ignorancia y por tanto, incompetencia, asociándose erróneamente dicha situación a la siguiente pregunta ¿Cómo puede ser respetado como jefe o líder alguien que pregunta?
En el complejo contexto en que se desenvuelve él mando en la compañía  hoy, el saber escuchar se convierte en una herramienta poderosa, de ahí que no se debe subestimar esta capacidad y más bien hay que cultivarla, desarrollarla y potenciarla al máximo.

Existen tres recomendaciones que fortalecen la capacidad del ejecutivo de optimizar el obtener información al interactuar con sus colaboradores.
La primera recomendación es mostrar respeto. El proyectar el mensaje de que cada colaborador tiene algo importante y singular que aportar a la organización es fundamental. Así se muestra respeto y el respeto es retribuido con opiniones y recomendaciones valiosas. Este aporte toma una mayor dimensión cuando se trata de fomentar la innovación en el centro de trabajo.
Un estudio de la unidad de inteligencia de la revista “The Economist” da cuenta de que el 46% de las ideas innovadoras provienen de clientes y colaboradores de la empresa.
De ahí que a través del respeto, también se logra fomentar el clima necesario para que más colegas se animen a aportar ideas innovadoras, con la confianza de que estas serán escuchadas por la alta dirección de la organización.
La segunda recomendación es controlar el silencio. Es importante disciplinarse estableciendo reglas que limiten el interrumpir en el proceso de obtener información.
Como ejemplo se sugiere respetar un ratio 80/20 entre el tiempo en que uno escucha y habla, tratando de dedicar el tiempo de hablar a hacer preguntas más que a expresar opiniones.
La tercera recomendación es cuestionar las hipótesis. En toda conversación que aborda una problemática empresarial se esgrimen premisas sobre las cuales se construyen los escenarios y soluciones posibles al problema que la organización debe afrontar.
El buen mando escucha, pero a la vez cuestiona las hipótesis para enriquecer la comunicación y obtener las mejores soluciones.
En última instancia el saber escuchar determinará el buen mando del mediocre.
 

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