Un cargador de agua de la India tenía dos grandes
vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los
hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era
perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el
arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota sólo
tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la
vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para
los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy
avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer
la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al
aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis
grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del
valor que deberías recibir”. El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente:
“Cuando regresemos a la casa quiero que notes las
bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores
hermosas a lo largo del camino, pero de todos modos se sintió apenada porque al
final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces:
“¿Te diste cuenta de que las flores sólo
crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el
lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por
donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger
estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente cómo
eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”
Cada uno de nosotros
tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber
que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos
resultados.
En el último siglo y medio la teoría económica ha
estado dominada por posiciones enfrentadas con respecto a la organización y gestión
de las organizaciones administrativas, son: el Sector Público y el Sector
Privado. Esto ha dado lugar a muchas teorías políticas y económicas con
respecto a los beneficios y perjuicios de dichos sectores, Público y Privado.
Recientemente, hace aproximadamente unos 20 años, ha empezado a aflorar una tercera vía, la
cual está dominada por organizaciones que sin ser públicas y sin perseguir el
beneficio que caracteriza al libre mercado están conformando lo que se denomina
el Tercer Sector o ESAL (Entidad sin ánimo de lucro). Este nuevo actor que surge en
el escenario económico tiene su fundamento en el siguiente pensamiento: “Su
razón de ser y existir es la lógica de quienes apoyan con recursos la
actividad de las organizaciones sin ánimo de lucro que tienen como fin la inversión social. Estas personas y organizaciones se han dado cuenta de
que los recursos económicos son finitos y es necesario emplearlos donde
mejor rentabilidad se logre”.
Las ESAL
suelen recibir múltipes acepciones como:
- Sin ánimo de lucro (“non profit”)
- No Gubernamentales (“non-governmental”)
- De Sociedad Civil (“civil society”)
- De Economía Social (“social economy”)
- Tercer Sector (“third sector”)
Las organizaciones pertenecientes al Tercer Sector
tienen fijados unos criterios que fueron asumidos por la ONU en
la publicación The Handbook on Non-Profit Institutions in the System of National
Accounts, y son los siguientes:
- Estar organizada formalmente como institución, lo que incluye una estructura interna, con estabilidad relativa de objetivos formales y distinción neta entre socios y no socios. Se excluyen las manifestaciones informales de solidaridad, colaboración y ayuda mutua.
- Ser privada, lo que conlleva estar separada institucionalmente del cualquier nivel gubernamental. Este criterio implica que la organización no ha de formar parte del sector público (estatal, autonómico y local), ni ha de estar controlada por éste. No significa, sin embargo, que la organización no pueda recibir apoyo público, ni excluye que pueda haber funcionarios públicos en sus órganos de gobierno.
- Ausencia de ánimo de lucro. Las organizaciones del Tercer Sector no deben repartir beneficios entre los propietarios, accionistas, administradores o directivos. Ello implica que su fin principal no es generar beneficios, ni están guiadas primariamente por criterios mercantiles. Las organizaciones del sector no lucrativo pueden obtener beneficios, pero éstos deben ser reinvertidos en función de la misión corporativa de la organización. Asimismo, cabe destacar que la obligación de no distribuir beneficios no impide que una ESAL pueda pagar sueldos y salarios competitivos a sus trabajadores y trabajadoras.
- Disfrutar de la capacidad de autocontrol institucional de sus propias actividades. Este criterio implica que las organizaciones han de tener sus propios mecanismos de autogobierno y han de gozar de un grado significativo de autonomía.
- Con un marcado grado de participación voluntaria, lo que quiere decir, por una parte, que la participación o no de sus miembros ha de depender de la libre voluntad de los mismos y no de imposiciones externas, y, por otra, que hay un grado significativo de participación de voluntarios (esto es, de personas que aportan tiempo no remunerado) en sus actividades. Adicionalmente, se incluyen en la definición aquellas instituciones sin ánimo de lucro que son el fruto de la decisión voluntaria de adscribir un determinado patrimonio al cumplimiento de fines de interés general.
Flujos económicos del Tercer Sector
La rentabilidad a la que se referencia este
Tercer Sector es única y exclusivamente a la rentabilidad social o lo que es lo mismo, de resultados
socialmente sostenibles y eficaces. Compañías grandes, medianas y pequeñas que
aportan fondos a este tipo de sector exigen que los recursos a esta actividad
social vayan acompañados de resultados concretos, visibles, evaluados
objetivamente y comunicados con transparencia. Surgen en nuestro entorno
numerosas iniciativas que no serían posibles sin este planteamiento, un ejemplo
de dicho control es el que se práctica con el crowdfounding, es la
aportación de particulares a proyectos definidos los cuales tienen que presentar unos
resultados concretos a sus socios capitalistas para poder seguir desarrollándose. Existen organizaciones dedicadas a seguir el volumen
del impacto de las inversiones a nivel mundial sobre el Tercer Sector. Este es
el caso del informe que publica anualmente la organización The Global Impact Investing Network (GIIN), en el que se destaca
que el mercado mundial es cada vez mayor, con inversiones de impacto social
realizadas en una amplia gama de sectores y geografías. Estos inversores
reportan haber realizado inversiones de impacto por valor de 10.600
millones de dólares en el 2014, esto es un 7% más que el año anterior y prevén
que esta cifra haya crecido un 16% en 2015.
En las grandes compañías la situación de las
actividades con relación al Tercer Sector tiene un trasfondo mayor ya que las
mismas tienen dos campos de actuación, uno es la RSC (Responsabilidad
Social Corporativa) y otro es la Filantropía Estratégica (Strategic
Philanthropy). La principal diferencia entre ambas es que: la RSC se da cuando estas actividades son parte
esencial de la estrategia, generan ventajas competitivas y contribuyen a
asegurar la diferenciación de la compañía frente a sus competidores. Mientras
la Filantropía Estratégica son actividades que involucran el mejoramiento de
las condiciones de vida de la comunidad donde opera la compañía e incrementan
la reputación de la empresa, pero no forman parte central de su estrategia. La RSE comprende tanto su entorno interno como
el externo, no se queda en el externo como es Filantropía Estratégica, lo que
la pone un paso adelante pues la empresa “debe empezar por arreglar la casa por
dentro”, es decir, no basta con pensar en el entorno interno de la
compañía si no que este debe ser prioridad. La RSE se ve motivada por el beneficio tanto de
la comunidad, como de la sociedad y sus trabajadores, y no sólo ve este
beneficio como la forma de obtener utilidades, pues son estas mismas, más el
recurso humano las fuentes de recursos para la gestión responsable, mientras
que la Filantropía Estratégica tan solo se ve motivada por el beneficio de la
comunidad y de la sociedad.
Así pues el Tercer Sector
en las compañías privadas se ve más enfocado hacia lo que es la Filantropía
Estratégica, con ello las compañías se posicionan y mejoran su imagen en el exterior
pero sin tener impacto comercial y estratégico como es la RSC. Con la RSC la
compañía interioriza el valor de dicho compromiso con la sociedad al formar
parte de su estrategia al hacerla tangible en valor económico a través de un
aumento de su valor en los intangibles como son por ejemplo; reputación,
conocimiento de marca, compromiso con las sociedades donde opera, fiabilidad,
confianza, fidelidad, imagen, etc. Hablar de RSE es hablar de
beneficios como la reducción en la rotación de los empleados, mejores
relaciones con los clientes, e inversores, disminución del ausentismo laboral por mejor Clima Laboral,
buena relación con la comunidad, satisfacción de los clientes y empleados,
mejor reputación, y obviamente esto se ve reflejado en un incremento en la
competitividad y por ende en la rentabilidad de la empresa. La
realidad, es que los empresarios no toman decisiones que no impliquen
beneficios de una u otra forma, y la RSE cuenta con una justificación en la
competitividad que la hace un buen negocio. Otra cuestión que conviene resaltar es que las
compañías privadas incumplen el criterio 3 del Tercer Sector que fue asumido
por la ONU en la publicación The Handbook on Non-Profit Institutions in
the System of National Accounts, según la cual: “Las organizaciones del Tercer
Sector no deben repartir beneficios entre los propietarios, accionistas,
administradores o directivos.” Las grandes compañías que
realizan esta labor parecida a la del Tercer Sector si reparten dividendos
económicos a accionistas, directivos, etc., el beneficio económico es un fin
entre los principales por los que se guían, es por esto que no se les puede
considerar como ESAL.
Los retos del Tercer Sector
Para terminar este post
recordar al aguador del comienzo del mismo, haciendo un símil se podría decir
que de justicia es sembrar parte de lo que se recoge por parte de las compañías
en las sociedades donde operan, otra cosa es si se siembra lo suficiente con
respecto a lo que se recoge….esto
debería de evaluarlo cada cliente de dichas compañías.
Ya lo dijo James Allen: “La ley de la cosecha es cosechar
más de lo que se siembra. Siembra un acto, y cosecharás un hábito. Siembra un
hábito y cosechas un carácter. Sembrar un carácter y cosechas un destino”.