Edward St. John fundador y presidente de la empresa de bienes raíces St. John Properties en Baltimore, Maryland. Como tradicionalmente hace, organizó una fiesta para sus 198 empleados, y en la que suelen compartir la buena marcha de la empresa fundada en 1971. Pero este año el jefe traía una carta en la manga, un sobre rojo nominal entregado a cada trabajador. Sólo cinco de ellos conocían su contenido. En su discurso navideño del pasado 7 de diciembre, el presidente destacó que su filosofía «siempre ha sido rodearme de lo mejor y lo más brillante, y eso es lo que hemos hecho. Todos los profesionales de St. John Properties están comprometidos con la excelencia todos los días”. Por eso quiso compartir con sus empleados los datos de los beneficios obtenidos por la empresa durante el año. Además, añadió que habían conseguido desarrollar un objetivo propuesto desde 2005 de lograr 20 millones de pies cuadrados de oficinas, tiendas y almacenes en todo Estados Unidos. Durante 14 años, la empresa ha conseguido resistir a la recesión y ha llegado a tener negocios en ocho estados.
“Para celebrar el logro de nuestro objetivo, queríamos recompensar a nuestros empleados de una manera importante que tuviera un impacto significativo en sus vidas”, dijo Edward St. John. “Estoy agradecido por cada uno de nuestros empleados, por su arduo trabajo y dedicación. No podría pensar en una mejor manera de mostrarlo”. E instó a todos los empleados a abrir los sobres rojos a su nombre que les habían entregado a su llegada a la fiesta, mientras anunciaba que repartía 10 millones de euros entre todos ellos, lo que supone un mínimo de casi 50.000 euros por persona. Pero la cantidad recibida fue proporcional al tiempo trabajado en la empresa, con lo que algunos se encontraron con cheques por valor de 270.000 dólares (244.000 euros). El bono se pagó aparte del bono anual de fin de año, así como otros beneficios, como vacaciones pagadas y participación en las ganancias.
El 15 de enero del año 2021 un diario económico titulaba la siguiente noticia, “Telefónica agiliza la venta del cable submarino de Telxius para evitar su depreciación” https://bit.ly/3ASfrkQ En la misma se decía que, “una vez acordada la venta del negocio de torres móviles de Telxius, que adquirirá American Towers a cambio de 7.700 millones de euros https://bit.ly/3um6Wgz , ahora toca completar la jugada con el resto de los negocios de la sociedad participada por Telefónica, KKR y Pontegadea. Es el caso del catálogo de cables submarinos, compuesto por una decena de colosales infraestructuras: Marea, Brusa, Sam-1, PCCS, Unisur, Sat-3, EST-TET, Alpal-2, Junior y New Pacific”. Pues bien, hoy nos levantábamos con la grata sorpresa de que dicha noticia no se va a llevar a efecto, pero la pregunta que a uno le surge es, ¿Es convencimiento del actual equipo directivo (nada probable cuando leemos la noticia anterior y de los hechos acaecidos posteriormente con las desinversiones anunciadas) o es una maniobra de mayor calado ante lo que se avecina en la operadora? Hoy la noticia reflejaba el importante papel de la sociedad Pontel Participaciones de la que Amancio Ortega con su sociedad Pontegadea Inversiones tiene un 16,65%. Tras dicha compra la participación del señor Ortega en Pontel subirá al 30% mientras la participación de Telefónica será del 70%.
Telxius https://bit.ly/3KXwvum
El 23 de agosto del año pasado publique un post en el blog cuyo título era, “GOOGLE Y FACEBOOK LIDERAN EL BOOM DE DESPLIEGUE DE CABLES SUBMARINOS, OTROS (TELEFÓNICA) VENDEN... O LO INTENTAN” https://bit.ly/3Hpr8lF En el mismo reflejaba la cruda realidad que supone la venta de dichos activos, donde Alphabet (Google) y Facebook avanzan con paso firme en la conexión de sus centros de datos que atesoran por todo el mundo y el desarrollo de infraestructuras bulle al calor de un mayor crecimiento de servicios como son los Cloud, el video, las redes sociales y la necesidad de una mejor conectividad, algunos operadores van en la dirección contraria con respecto a la infraestructura que atesoran como es el caso de Telefónica. El 29 de junio se anunciaba la siguiente noticia, “Telefónica ultima la venta de sus cables submarinos a I Squared por 1.600 millones” https://bit.ly/3kiEIg2 Actualmente los cables submarinos de fibra óptica son la base de la red mundial del servicio de telecomunicaciones, concretamente el 99% de las telecomunicaciones digitales entre continentes y países separados por el mar viajan de esta forma. Se calcula que a comienzos del año 2021 había 426 cables submarinos en servicio en todo el mundo, según datos de TeleGeography, empresa de investigación especializada en el mercado de telecomunicaciones. Desde dicha consultora se pronostica una inversión de 8.000 millones de dólares en nuevos cables para los próximos tres años. “Tras representar menos del 10% antes de 2021, la cuota de proveedores de contenidos en la capacidad total de ancho de banda aumentó hasta el 66% en 2020”, apuntan desde TeleGeography. En el poste decía algo que es incuestionable y que ahora quien haya tomado la decisión de no vender ha acertado, es lo siguiente, “Los activos de Telefónica en Telxius son fundamentales para su funcionamiento puesto que unen su negocio de Latinoamérica a través del Ocena Atlántico y Pacifico con Centroamérica y Europa. Por lo tanto, no parece que la posible venta de la división de cables submarinos de Telefónica sea un buen negocio, ya que supone poner en manos de terceros el control de los servicios que presta a sus clientes en mercados donde está presente como es Latinoamérica. Sea como fuere, lo que parece evidente es que dichas infraestructuras tienen una gran demanda en unas sociedades que han hecho de la conectividad una palanca fundamental para salir de la crisis actual del Covid-19”.
El reducido importe de la operación que se anuncia hoy viene determinado en parte por la desinversión anunciada y no aprobada por consejo de ministros, de la división de torres de telecomunicaciones en Europa (España y Alemania) y en Latinoamérica (Brasil, Perú, Chile y Argentina) por 7.700 millones de euros en efectivo anunciada el 13 de enero del 2021, según el hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por Telefónica. Algunas consecuencias de dicho anuncio de venta de dichas infraestructuras fueron; la reducción de perímetro de la compañía de forma notable, el hipotecar el negocio de la telefonía móvil al tener que pagar un arrendamiento por dichos emplazamientos en la prestación del servicio o la descapitalización de Telefónica Infra. El acuerdo estableció la venta de 30.722 emplazamientos de torres de telecomunicaciones y comprendió dos transacciones separadas e independientes (de una parte, el negocio de Europa y, de otra parte, el negocio de Latinoamérica), fijándose los respectivos cierres una vez se hubiesen obtenido las correspondientes autorizaciones regulatorias. Dichas torres, son activos fundamentales para el desarrollo del 5G en el programa de digitalización que se pretende llevar a cabo el gobierno español con los fondos europeos del Next Generation EU, con el fin de facilitar la digitalización de la sociedad española.
El movimiento que ha sucedido en Telefónica con los activos (cables submarinos) es un primer paso para corregir la dirección errática en la que estaba embarcada la compañía con unos activos estratégicos como son los cables submarinos, máxime si nos atenemos a lo que hacen sus competidoras europeas como Deutsche Telekom o Orange con los mismos. La casualidad en el mundo de los negocios no existe, las decisiones normalmente tienen causa, unas ocultas otras públicas. Creer que lo sucedido en Telefónica con Telxius ha sido por suerte o coincidencia, es pensar que el cambio de 180º que se ha dado, ha sido movido por la casualidad, cuestión nada probable. Lo que anticipa dicha acción puede ser la llegada de un cambio profundo, donde determinadas personas que ya tienen relación con la operadora en sociedades conjuntas tomaran si cabe un mayor protagonismo. Lo sucedido tiene un propósito, por más que muchas veces no sepamos descifrarlo o intuirlo antes de que suceda, sin embargo, este tiene a su favor que va en la dirección correcta, todo lo contrario de lo sucedido con él anuncio de venta de los 30.722 emplazamientos (estaciones base) que se anunció el 13 de enero del 2021.
Para terminar, quiero decir, que esta es una acción esperanzadora para los diferentes stakeholders de Telefónica (accionistas, empleados, inversores, etc.) que integran la misma, tras años de ver a la operadora en retirada con el anuncio de ventas de activos, reducción de plantilla y recorte de su perímetro. Es como al comienzo del post con Edward St. John, acciones como la de Telxius son estímulos para arrimar el hombro y salir a jugar un partido en vez de ir a un lugar al que nadie quiere ir… La irrelevancia.
Ya lo dijo Aristóteles: “La esperanza es el sueño del hombre despierto”.
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