La Revolución Francesa representó el fin del Antiguo Régimen y el inicio de la modernidad, que en cierto modo sigue siendo la época que disfrutan los franceses en la actualidad. Luis XVI encarnó la contradicción entre dos épocas contrapuestas. Convencido, como cualquier monarca de su tiempo, de que reinaba sobre todos los franceses por derecho divino y de que, por tanto, no tenía la obligación de rendir cuentas a nadie, el rey se enfrentó a una situación completamente nueva para él y que nunca llegaría a comprender.
De hecho, Luis XVI aceptó, aunque contra su voluntad, la convocatoria en 1788 de una Asamblea Nacional para debatir la crisis financiera en que se hallaba sumido el país y en la que el pueblo llano reclamaba que cada voto fuera individual y no por estamentos, como hasta aquel momento. El monarca no creyó que aquella iniciativa fuera a prosperar, pero acabaría dándose cuenta de la gravedad de la situación cuando se produjo el asalto popular contra la Bastilla, verdadero detonante de la Revolución Francesa.
Para las compañías de telecomunicaciones, la reinvención en este momento requiere de un requilibrio de sus áreas y prioridades. Para reimaginar su negocio más allá de los servicios de conectividad, las compañías deben realizar inversiones sustanciales en su futuro digital, a la vez que se deshacen de activos no esenciales que acaban con los recursos. También deben de tomar medidas para adaptarse a un entorno en constante cambio, gestionando cuestiones complejas como: las tensiones geopolíticas, la evolución regulatoria y los imperativos de sostenibilidad. La simplificación y la digitalización son las dos caras de la misma moneda para salir de la situación de catarsis en la que están actualmente las compañías de telecomunicaciones. Estas tienen que abordar cambios en los productos, procesos, plataformas, personas y socios de forma coherente, eliminando la complejidad, allanando el camino hacia una mayor eficiencia e innovación. La simplificación ofrece una oportunidad única de acceder a todo el potencial que ofrece la transformación digital, incluyendo la nube y las soluciones digitales emergentes, para mejorar el rendimiento, reducir los costes y acelerar la transformación.
La industria de las telecomunicaciones ha capeado la tormenta perfecta durante la última década: inversión incesante, ingresos estancados y niveles crecientes de deuda. El segmento B2C ha sido el más afectado, ya que los consumidores, a pesar de solicitar servicios con mayor consumo de ancho de banda, se han mostrado reacios, y posiblemente más recientemente, incapaces de pagarlos, debido a la crisis del coste de la vida. Y si bien el B2B tiene potencial, aún no se ha materializado en los balances de las telcos, los que se están llevando la parte del león son los OTTs. Europa se encuentra en un momento donde se está desarrollando la tormenta perfecta, si bien este año puede ser el de la inflexión crucial para la industria. Hay tres factores en juego que pueden cambiar dicho panorama, el primero es que la política de la UE está considerando más el papel que deben desempeñar las compañías de telecomunicaciones para que Europa sea más competitiva. El segundo es el gasto de capital (CAPEX). Muchos países han realizado las inversiones necesarias para modernizar sus redes y han alcanzado su máximo gasto de capital (CAPEX) en sus industrias de telecomunicaciones. Por lo tanto, los niveles serán ahora más bajos que en cualquier otro momento del pasado. Y el gasto operativo (OPEX) de la red también debería ser menor, con solo una fracción de la complejidad heredada que se acumuló con las generaciones anteriores de redes. Finalmente, las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA) de última generación, permitirán a las compañías de telecomunicaciones reducir la deuda tecnológica, mejorar la agilidad y crear la oportunidad de adoptar nuevos servicios y ofrecer mejores experiencias al cliente. Junto con la (IA) de última generación, también se observa que unos servicios más fiables están aumentando los niveles de satisfacción del cliente.
La transformación digital en esencia es un enfoque holístico para el desarrollo de productos que aprovecha sistemas interconectados para crear productos más inteligentes. Ya no es necesario revisar bases de datos separadas ni cruzar varias versiones de un diseño. En su lugar, toda la información relevante se almacena en una única ubicación virtual, fácilmente accesible, pero gestionada con cuidado por razones como el cumplimiento normativo y la seguridad. La importancia de la transformación digital reside en su capacidad para optimizar todo el ciclo de desarrollo de productos. Imaginemos que las órdenes de cambio de ingeniería se llenen automáticamente en el flujo de trabajo de todos, visibles para todas las partes interesadas. O bien, imaginemos que podemos alcanzar un hito de diseño e iniciar un proceso de prototipado automatizado. Este enfoque digital centralizado elimina el trabajo pesado, permitiéndole concentrarse a los recursos de una compañía en lo que realmente importa: crear productos excepcionales. Este nuevo flujo de trabajo elimina los inconvenientes que suelen asociarse con los procesos manuales. Un ejemplo de todo ello sucede con la simplificación de la programación, ya que el flujo de trabajo digital gestiona el tiempo de forma inherente, eliminando cualquier brecha que suele surgir por errores o descuidos humanos.
Los operadores en este momento deberán implantar una nueva estrategia, basada en un nuevo modelo operativo. Este modelo implica la reestructuración de la empresa en capas diferenciadas (laminar), como servicio, red, infraestructura y soporte. Cada una de estas capas tiene modelos de negocio, lógica de inversión, necesidades de talento y métricas de rendimiento fundamentalmente diferentes. Si bien en el pasado la estricta regulación y los cambios constantes en la tecnología subyacente obligaban a los operadores a construir silos integrados verticalmente para lanzarse al mercado y ofrecer un servicio de la siguiente generación tecnológica cada pocos años, esto está cambiando radicalmente en el futuro. No se observa un crecimiento significativo en el negocio tradicional de la conectividad de una compañía de telecomunicaciones, por lo tanto, se trata de reducir la complejidad, lo que establecerá un propósito claro para todas las partes del negocio y así mejorar radicalmente el rendimiento.
El
nuevo modelo operativo deslaminado que se tiene que implantar en las compañías telco difiere de
la separación estructural del pasado.
Ofrece un espectro de opciones, que incluye unidades de negocio
individuales, filiales, empresas conjuntas (joint venture) y desinversiones
completas. La decisión sobre qué opción adoptar dependerá de
diversos factores, como el nivel de propiedad y control de gestión que desee la
matriz, la necesidad de generar efectivo mediante desinversiones, así como la
propia postura estratégica de consolidar en lugar de consolidarse en ciertas
capas. Otras industrias, como la de servicios públicos, ya han pasado por
este ciclo. Han desagregado con éxito su cadena de valor, separando la
generación, la transmisión, la distribución y la venta minorista en unidades de
negocio distintas. Este enfoque ha impulsado la eficiencia y les ha
permitido ajustar sus modelos a la naturaleza económica de cada segmento.
Los detalles de la implementación variarán según cada operador, si bien
para casi todos ellos, adoptar el paradigma de deslaminar los negocios será
clave para liberar el valor acumulado en la forma actual de operar.
A través de esta relación simbiótica entre la digitalización y simplificación, la digitalización colabora con los clientes a desbloquear un ciclo de transformación continua: identificando, financiando y escalando iniciativas digitales que aportan valor duradero para la compañía y sus clientes. El mundo empresarial se está moviendo rápidamente para captar los beneficios de la digitalización. Sin embargo, el sector de las telecomunicaciones, aunque permite a sus clientes empresariales digitalizar sus actividades, se ha quedado rezagado en sus esfuerzos por avanzar en la misma dirección. Luchando con sistemas informáticos anticuados, estructuras organizativas compartimentadas y culturas corporativas pre-digitales. Las compañías de telecomunicaciones han permitido que competidores más rápidos, en particular los denominados OTTs (over-the-top) conocidos como “hiperescaladores”, ganen ventaja ofreciendo mejores servicios y de mayor alcance y experiencias de cliente más atractivas.
Si
las compañías de telecomunicaciones quieren ponerse al día en primer lugar deben
reducir radicalmente sus bases de costes totales, simplificar su oferta de
productos en idear mejores experiencias para el cliente. A continuación,
deben asentar su estrategia digital y desarrollar una gama mucho más amplia
de servicios digitales para sus clientes, tanto para empresas como para los consumidores.
Para ello tendrán que
replantearse su forma de innovar, primero invirtiendo mayor volumen de recursos
y segundo buscando ser más agiles y abiertos a trabajar con terceros, es lo que
se conoce como ”comakership” (modelo de colaboración estratégica
entre proveedores y clientes que va más allá de las relaciones transaccionales
tradicionales). Por último tienen que participar más activamente en la
consolidación en curso de su sector para generar escala, combinar redes
e infraestructuras y ofrecer una verdadera convergencia fija-móvil, la base de
cualquier esfuerzo por la mejora de la experiencia del cliente y crear los productos
y servicios que sus clientes demandan.
A
medida que los operadores de telecomunicaciones avanzan en sus esfuerzos de
modernización, también deben gestionar activamente la complejidad que acompaña
a estas iniciativas tecnológicas. Un buen ejemplo lo tenemos con la integración
de la inteligencia artificial (IA) Agentic (es la (AI) que
actúa de forma autónoma, tomando decisiones y ejecutando acciones para alcanzar
objetivos específicos, sin necesidad de intervención humana constante) en
los sistemas de soporte empresarial (BSS) de telecomunicaciones
representa un avance significativo para la industria. Al incorporar agentes de (IA)
al ecosistema digital, las compañías de telecomunicaciones pueden mejorar
simultáneamente la eficiencia y la experiencia mediante una colaboración
fluida, la toma de decisiones autónoma y la innovación inteligente. Un
buen ejemplo de esto último lo encontramos con la plataforma la BSS
Magic de Totogi que utiliza una ontología específica para
telecomunicaciones para generar entornos BSS personalizados bajo demanda. A
través de una interfaz conversacional, los usuarios pueden solicitar nuevos
servicios o productos, y la plataforma generará dinámicamente un gemelo digital
de los procesos necesarios, identificará a los agentes adecuados y lanzará
operaciones de pronóstico, contratación y cumplimiento, todo ello sin
codificación manual.
Mientras tanto, los hiperescaladores (componente que proporcionan la potencia de computación y la capacidad de almacenamiento necesarias para soportar las cantidades masivas de datos que se generan y consumen en todo el mundo) como Google Cloud y Amazon Web Services (AWS) están redoblando sus esfuerzos para simplificar las operaciones de red mediante la automatización y las soluciones EDGE. Un ejemplo, la teleco Bell Canada se asoció con Google Cloud para lanzar una solución de operaciones de red impulsada por (IA) que utiliza Inteligencia Artificial y Machine Learning (IA/ML) avanzado para detectar y resolver problemas con mayor rapidez y optimizar el rendimiento de la red. AWS, por su parte, presentó una nueva versión de su hardware Outposts, diseñado para cargas de trabajo intensivas de (IA), y una versión de servidor para ejecutar funciones centrales 5G locales, como las cargas de trabajo RAN CU y RAN DU. El lanzamiento de nuevos racks AWS Outposts diseñados específicamente para cargas de trabajo de red intensivas de alto rendimiento en las instalaciones. Con estos nuevos bastidores Outposts, los proveedores de servicios de telecomunicaciones pueden ampliar la infraestructura y los servicios de AWS a las ubicaciones de telcos, lo que les permite implementar funciones de red locales que requieren baja latencia, alto rendimiento y desempeño en tiempo real. Los nuevos bastidores Outposts cuentan con nuevas instancias bare metal basadas en Intel Xeon Scalable de 4ª generación (Sapphire Rapids) de Amazon Elastic Compute Cloud (Amazon EC2) junto con un tejido de red bare metal de alto rendimiento. Esta arquitectura ofrece la baja latencia y el alto rendimiento necesarios para las exigentes cargas de trabajo de 5G, como las funciones de red de la unidad central (CU) de la función de plano de usuario (UPF) y la red de acceso de radio (RAN).
Y mientras todo este terremoto en el sector sucede, ¿Qué está pasando en Telefónica? Esta última semana hemos podido leer en la prensa nuevos cambios en el organigrama directivo https://tinyurl.com/jmwmxjwr Muchos de ellos vienen con el pedigrí del ala socialista, cuestión esta que no es nada nuevo con el cambio de presidente, esta situación viene desarrollándose tanto desde la derecha como de la izquierda en Telefónica desde que estamos en democracia. Como ciudadano no me preocupa tanto los nombres que se pongan al frente del equipo directivo como podemos leer todos los días en la prensa, me preocupa la estrategia que implante el capitán que lleva el timón de la operadora. Y que esta estrategia no se impida su ejecución por presiones políticas para salir adelante en el entorno actual. Esta cuestión todavía no la sabemos al estar pendiente de presentación del nuevo plan estratégico, en cuanto la sepamos podremos sacar las conclusiones oportunas.
Para terminar el post, se puede decir que Telefónica está en medio de una revolución como lo fue la Revolución Francesa. En el caso de la operadora la misma está caracterizada por varios fenómenos que convergen actualmente: geoestratégicos, competitivos, nuevo marco europeo o una nueva política industrial. Todos ellos conforman un escenario que necesita una estrategia empresarial alejada de sesgos políticos… Esperemos que la política de cambios que comenzó con la llegada de Marc Murtra el 18 de enero no se detenga, sino que se aceleren con el fin de que Telefónica se encuentre en una posición ideal ante el cambio que se avecina.
Ya lo dijo Víctor Hugo: “Imputar la revolución a los hombres es imputar la marea a las olas”.
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