Una organización que realiza cambios en sus altos cargos directivos, manteniendolos en puestos similares sin justificar estos cambios, siembra el desconcierto y escepticismo.
El título de este post viene del libro "El Gatopardo" de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que narra la madurez del aristócrata siciliano príncipe de Salina, en pleno proceso
de la unificación italiana. Ante la posibilidad de ser senador del nuevo reino
de Italia, el príncipe dice esta famosa frase: "Algo debe cambiar
para que todo siga igual". Aunque el antiguo régimen ha
acabado, la aristocracia (con ligeros cambios) consigue adaptarse a las
nuevas circunstancias aliándose con la burguesía triunfante para seguir en lo
alto de la pirámide social.
Es necesario que los cambios en los altos niveles de la jerarquía de las compañías sean comprendidos por todos los trabajadores, para ser compartidos y hacer de los mismos una
ventaja competitiva. La alta dirección desempeña una función esencial
dentro de las compañías ya que son los que fijan las políticas y estrategias
(Mintzberg 1984); un cambio en la alta dirección es por tanto un acontecimiento de
la máxima relevancia. Existen dos tipos de cambios en la alta dirección: los normales y los forzados. Los normales pueden ser por fallecimiento, enfermedad, jubilación o cambio voluntario; los
forzados son generalmente por despido.
Muchos estudios especializados y artículos publicados en prestigiosos libros y revistas nos enseñan que más del 75% de todas las iniciativas de cambio organizacional fracasan, o en el mejor de los casos, generan resultados muy por debajo de las expectativas. La mayoría de los esfuerzos para el cambio fracasan porque no hay una razón que convenza a las personas que componen las organizaciones, y por una carencia de líderes necesarios para aprender e innovar constantemente. Sin formas de desarrollar el liderazgo y personas dispuestas a arriesgar y aprender continuamente de sus esfuerzos en todos los niveles, no es posible que las organizaciones logren cambios significativos.
Una forma de evitar esta situación
es explicando los motivos y razones al conjunto de la organización, dejando que las personas puedan
manifestar sus inquietudes, dando explicaciones claras y concisas
del porque se hacen estos cambios. Pero lo más importante es que los discursos anteriores vayan
acompañados por el ejemplo de aquellos que impulsan ese cambio, si no estos cambios serán
poco creíbles, condenando la intención del cambio al fracaso.
Ya lo dijo Peter Senge, “Las
personas intrínsecamente buscan aprender. Es una de las características más
profundamente definitorias de la especie humana. Pero cuando se pone a las
personas en entornos de cambio que no están basados en confianza, apertura y en
la construcción de relaciones que generen un auténtico bienestar social, esas
capacidades innatas se atrofian."
Cuanta verdad hay en el artículo.
ResponderEliminarHola. El algo debe cambiar para que todo siga igual, es así porque no hay una transformación profunda en las bases y en los altos cargos.
ResponderEliminarDe arriba a abajo y de abajo a arriba, sin excusas, la cosas no cambian porque yo no quiero, y yo no quiero porque las cosas no cambian, son demasiado grandes para cambiarlas, pero....si puedo empezar a cambiarlas. Aunque ese cambio afecte a cinco generaciones adelante merecerá la pena el esfuerzo.