Lo más sofisticado no siempre es lo mejor;
hay que tener los pies en el suelo y adaptarse a las circunstancias.
Hace unos días asistí la conferencia que
pronunció un brillante gestor de empresas ante un nutrido grupo de estudiantes
universitarios de la facultad de empresariales. Me sorprendió oírle decir que él valoraba mucho
más la actitud de los candidatos a entrar en una empresa que un curriculum repleto
de licenciaturas, diplomas y másteres.
Luego recordé algo que sucedió en un pueblo de una rica zona vinícola del
norte de España y comprendí lo que aquel hombre nos quería explicar.
Lo que sucedió fue esto: Un gran banco tenía
al frente de su sucursal en este pueblo de unos 5.000 habitantes en la más
importante zona vinícola de España a un veterano director que, por los muchos
años que llevaba al frente del la oficina local, conocía y era muy conocido por
aquellos labriegos, que en las últimas
décadas ayudados por el considerable alza en el precio del vino, se habían
enriquecido (más de lo que muchos piensan) cultivando sus viñedos.
El banco decidió prejubilar al veterano
director y poner en su lugar a quien supiese sacar más rendimiento de
aquella sucursal. Nombraron director a
un empleado relativamente joven, con un impresionante curriculum: licenciatura,
máster en el extranjero, caros cursos de dirección y administración de
empresas, inglés fluido, etc, etc.
Al cabo de no mucho tiempo, los responsables
del banco se vieron sorprendidos con unos resultados que no solo no mejoraban,
si no que habían empeorado considerablemente.
El joven director había seguido escrupulosamente las directrices
marcadas por la entidad y no se había encontrado ningún tipo de irregularidad. Aquello era inexplicable……..! Sin embargo sí que había explicación. Y era muy simple. El antiguo director era considerado por
aquellos labriegos como uno más entre ellos, aunque dirigía la sucursal del
banco, hablaba su mismo idioma (fluidamente, como el inglés del otro), tenía las mismas costumbres que ellos e
incluso cultivaba una pequeña huerta. Y
además todas las tardes jugaba al mus en las tabernas del pueblo. Y allí era donde hacía los clientes, en las
partidas de mus. Cabe reprocharle al
joven director que no se hubiese sabido adaptar al nuevo entorno, pero sobre
todo hay que censurar a los directivos de la entidad financiera, por la poca inteligencia que demostraron escogiendo al
candidato a sustituir al veterano
empleado.
Las organizaciones deben tener en cuenta las
circunstancias del entorno en el que trabajan y adaptarse a ellas y para eso es
imprescindible valorar la actitud de las persona antes que un curriculum que en
muchas ocasiones dice muy poco.
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