Toda organización empresarial ha de favorecer la perseverancia
de las personas que han de contribuir a alcanzar los objetivos de la organización.
Lo peor que puede hacer la dirección de una compañía
es no perseverar en los procesos de cambio en los que está
inmersa, sea del tipo que sea, por ejemplo, clima laboral, calidad, etc. Si
estos proyectos salen mal, la compañía debe explicar sin maquillar la realidad
en la que se encuentra, ya que si no se hace, las personas
que trabajan harán una interpretación de dicho fracaso que en muchos casos no
se ajustará a la realidad que motivo el mismo. Es lo que se conoce como la
comunicación informal, es decir los rumores
e interpretaciones particulares, este es el peor escenario que podemos
construir.
Algunas veces las personas responsables de dichos
programas escapan o huyen de buscar soluciones con sus equipos a dichos problemas, o bien abandonan los programas por
frustración aun a sabiendas de lo beneficioso que pueden resultar para la compañía.
Para combatir lo anterior, sirva de ejemplo el
siguiente relato: En cierta ocasión, el Departamento de
estado de Nueva York preguntó a Albert Einstein en que cuestiones debían poner
más énfasis las escuelas. La respuesta del científico, que ya tenía una edad muy avanzada : " En enseñar la
Historia" respondió. "Hay que generar una profunda discusión acerca
de aquellas personalidades que más han beneficiado a la humanidad, a través de
su independencia y carácter" dijo.
Los llamados "genios" de la humanidad
pueden ayudar a las compañías a alcanzar resultados extraordinarios si asimilamos su capacidad de observación, capacidad de aprender de los fracasos,
de como motivaban a sus equipos, de como estimulaban la creatividad, etc. Estas son algunas de las
virtudes de por ejemplo Leonardo Da Vinci, Nicolas Tesla, etc. Muchas de
estas características son totalmente aplicables a la dirección de las compañías hoy en
día.
Da Vinci resalta por su capacidad de observación
e inventiva. Esta suma de capacidades dio lugar, por ejemplo, a la obra maestra
de "El hombre de Vitrubio", sus rasgos son tan detallados y precisos
que pasarían muchos años hasta que se desarrollasen técnicas más avanzadas de
estudio que permitiesen alcanzar los mismos resultados. Se dice que Da Vinci
salía a la calle a buscar rostros, (caras, ojos, narices...) que le ayudasen a
recrear su obra "La última cena".
No se puede construtir el futuro de una compañía sin contar con las personas que impulsan y forman parte de la misma; aquel que ignora esta situación destruye los puentes que nos llevan a alcanzar el éxito en los objetivos que nos hemos propuesto.
Ya lo decía Aristóteles, "Somos el resultado de lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces, no es un acto, sino un hábito".
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