Una mañana, Taiichi Ohno el
vicepresidente mundial de Toyota estaba paseando por la planta de motores.
Cuando llevaba unos minutos se dió la vuelta y se dirigió al responsable de
aquella actividad, el Sr. Takayama, y le dijo:
- Por favor, tome una
caja y sígame.
El hombre, algo asustado
(recordemos que cuando Ohno se dirigía a alguien con este tipo de frases, no
barruntaba nada bueno) cogió una caja de cartón que había en el suelo y fue
detrás del Sr. Ohno durante algo más de 15 minutos. En todo ese tiempo Ohno no
le dirigió ni una sola palabra Takayama. Al cabo de ese tiempo, se paró, se dió
la vuelta y se enfrentó de nuevo a él; le espetó:
- ¿No se ha dado usted
cuenta que había muchas piezas y componentes tirados por el suelo? Y si se ha
dado cuenta ¿por qué no los ha cogido?
El Sr. Takayama dijo que sí
se había dado cuenta pero que no los cogió simplemente porque no le había dicho
que lo hiciera. Volvieron a hacer el mismo camino pero esta vez el Sr. Takayama
fue recogiendo lo que veía por el suelo. Al terminar Ohno le preguntó:
- ¿Tiene alguna idea
del precio de cada una de estas piezas que tiene en la caja?
– La verdad es que no -dijo Takayama.
– La verdad es que no -dijo Takayama.
Ohno le fue diciendo el
coste de todas con precisión total y de memoria. El Sr. Takayama las sumó y se
sorprendió de que fuera una cantidad tan alta. Ohno dijo:
- Todos ignoran estos
pequeños componentes porque son insignificantes, pero ¿qué harías si fuera
dinero? Estoy seguro que los recogería.
Es bien
sabido que la comunicación juega un papel esencial a la hora de liderar y
pilotar una compañía por parte de sus directivos, pero no es menos cierto que
en muchas compañías dicha comunicación adolece de mensajes huecos y
genéricos que están completamente alejados de lo que sucede en la vida diaria
de la compañía.
Un directivo debe lograr disminuir la distancia entre
lo que dice y lo que hace, además ha de ser íntegro, coherente,
transparente y creíble para generar confianza. Para la comunicación
"persona a persona" estas cualidades son imprescindibles. ¿Cómo
merecer confianza si no se es íntegro? ¿Cómo despertar credibilidad si no se es
coherente entre lo que se dice y lo que se hace? Parecen cuestiones
sencillas. Lo son cuando se formulan, pero complicadas en el momento de
ponerlas en práctica. De ahí, la sorpresa de algunos trabajadores cuando
realmente, se llevan a cabo. La fórmula no es sencilla, sin embargo, sus
ingredientes son: ser persona, saber pensar, ser íntegro, y poseer
inteligencias múltiples, son esenciales para un directivo que
quiere integrar ética y comunicación en la gestión de personas.
Algunos directivos tienen la creencia de que el
comportarse como personas en su trabajo es perder facultades como directivo,
como si ser persona estuviese reñido con sus funciones. En el fondo es una
posición de inseguridad o miedo a perder "el
control", "el poder" sobre los demás", o, quizás, son
ciertos rasgos de inseguridad personal. Existen directivos que lo visten de
otra forma: "hay que ser duro con
la gente, si no te toman el pelo", o, "no me voy a convertir en un blandengue" o "estos no
levantan la vista a lo que yo les diga...".
A día de hoy ser persona y ser directivo son dos
facetas que parecen estar reñidas por cómo actúan algunos, esto tiene unas
consecuencias catastróficas en el ámbito de la dirección de una compañía, ya
que dicho directivo pierde toda tipo de credibilidad cuando intenta comunicar a
sus trabajadores y los mismos conocen y saben de primera mano que lo que se
dice no guarda ningún parecido con la realidad. Cuando uno lanza un mensaje y
se dirige a alguien debe de saber que el mensaje va envuelto en su seña
personal de: credibilidad, integridad, realismo, etc., así pues
comportarse mal comunicando ilusiones en lugar de realidades no hace más que
fomentar un alejamiento de las personas que trabajan en dicha compañía. Es lo
que generará que el directivo tenga que ejercer más veces "el poder" en lugar de la
"autoridad". Cuando un directivo tiene que ejercer "el poder" es que ha
perdido "la autoridad" sobre sus trabajadores, "la autoridad" es lo que dará consistencia y empuje para triunfar a cualquier directivo, cuesta mucho ganarla pero se pierde en muy poco tiempo.
Poder: “Lo
haré porque tú me obligas ya que si no, seré castigado, sancionado, ….etc.”
Autoridad: “Lo
haré porque tú me lo pides, existe un compromiso y una creencia en tú liderazgo
debido a la influencia que ejerces sobre mí.”
Ya lo dijo la Madre Teresa de Calcuta: "Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas".
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