En
mayo de 2002, Hiroshi Yamauchi, el tercer presidente de Nintendo, llamó
secretamente a uno de los programadores de juegos a su oficina. Durante varias
reuniones le explicó acerca del espíritu de la compañía y cómo se transformó de
una empresa de cartas a una de los referentes en la industria de los
videojuegos. El programador, llegado hacía dos años, había realizado trabajos
de forma externa para la compañía, y sospechó que las juntas eran sólo un
intento por despedirlo. Sin embargo la realidad era otra: Yamauchi buscaba a su
sucesor, y tenía un nombre: Satoru Iwata.
Iwata
conocía perfectamente la filosofía de Nintendo. Con 43 años, se había
involucrado desde joven en el desarrollo de videojuegos, plasmando su talento
en títulos como “Balloon Fight” y “NES Open Golf“, aunque su gran salto lo dio
en el concepto de "Kirby", un personaje con la capacidad de absorber
a los enemigos y copiar sus ataques. Así, se convirtió en el primer presidente
sin vínculo alguno al clan de la familia fundadora, comenzando una nueva era en
la compañía no sólo para él y la empresa, sino para los jugadores. Sus
inicios no fueron sencillos. Tuvo que hacer frente al fracaso de Nintendo
GameCube planteando el desafío de lanzar al mercado consolas que tengan como
objetivo renovar la experiencia sin aumentar el costo, considerar la fuerte
competencia de PlayStation y la recién lanzada Xbox de Microsoft, además del
hecho de representar a una empresa lejana y hermética para los jugadores
occidentales. Y lo hizo de la forma más abierta y directa: abrió las
comunicaciones con los usuarios y se convirtió en la cara principal de la
empresa, participando activamente en los eventos de la feria E3, y los
"Nintendo Direct", transmisiones donde se dan a conocer los anuncios
y próximas novedades. Gracias a su carisma, se unió a la figura del creador de
Mario, Shigeru Miyamoto, en divertidos videos donde se parodiaba a sí mismo,
alejando el fantasma del ejecutivo frío y distante. "Tenía un perfil
completamente distinto al ejecutivo típico de una compañía de videojuegos. La mayoría
vela por los inversores y su estabilidad financiera. Iwata era distinto porque
era programador, tenía una escuela que lo marcó de forma distinta al resto y
compartió la filosofía de diseñar productos pensando primero en el usuario
final antes que hacer dinero. El mérito de Iwata fue ir más allá de ser el
líder de una compañía, estableciendo una exposición pública distinta a la
competencia para posicionar figuras cercanas a los jugadores, logrando
familiaridad independiente de su gestión. La frase más conocida de Iwata y
que refleja claramente su pensamiento dice: "En mi tarjeta de trabajo
dice que soy un presidente corporativo. En mi mente soy desarrollador de
videojuegos, pero en mi corazón soy un jugador". Bajo este
principio llegaron Nintendo Wii y la portátil DS, grandes éxitos comerciales
que volvieron a situar a la compañía en lo más alto de la industria. La
primera consola es la más vendida de la historia, y sólo fue superada por la
segunda. Si bien las capacidades
técnicas de la consola estaban por debajo de la competencia, la idea era
entretener. “Los videojuegos existen para una sola cosa. Ser divertidos. Divertidos
para todos”, fue una de sus citas más célebres. Su vida fue corta ya que falleció a los 55
años, pero su impronta y visión perdurará mucho tiempo en dicho sector.
Se dice que todo cambio viene motivado por
una necesidad no satisfecha, la virtud del directivo es anticipar dicha
necesidad y posicionarse de tal forma que se consiga y sea una ventaja
competitiva. Una virtud de los directivos más brillantes es la ver u oir lo que
le manifiestan sus colaboradores. El ser humano según investigaciones
recientes, del tiempo total que dedica a la comunicación, el 22% se emplea en
leer y escribir, el 23% en hablar, y el 55% en escuchar. Esto no quiere decir,
que estemos más dispuestos a escuchar que hablar, sino que estamos más expuestos
a estar recibiendo información que a transmitirla. Para sacar
el máximo potencial a dicha comunicación es fundamental el compromiso del
trabajador. El compromiso de los Recursos Humanos se logra cuando son tenidas en cuenta tanto las metas de la
organización como las de las personas que la integran, creándose una verdadera
energía que facilita dicho proceso. Sin embargo este compromiso no aparecerá si el Clima Laboral es malo, por
lo cual, su cuidado y atención debe ser una prioridad por parte de los
mandos y directivos de cualquier organización.
El Clima Laboral es
una variable difícil de cuantificar, pero es fundamental para el éxito de las compañías.
La forma de descubrir que Clima Laboral existe es mediante las famosas encuestas,
esto permite tener un diagnóstico preciso en base a una participación de los
miembros de la compañía. Los primeros interesados en que dichas encuestas salgan
bien son el CEO o directivos de la compañía, ya que un buen Clima es
garantía de tranquilidad y genera un ambiente de trabajo donde se pueden crear
las relaciones adecuadas entre el personal para aflorar los intangibles claves como
por ejemplo; compromiso, pasión por el trabajo, iniciativa, creatividad, etc.,
tan necesarios para triunfar en la actualidad y garantizar la supervivencia de
las compañías. No se debe confundir el respeto y la empatía con él compañerismo,
pues es claro que una empresa no es frecuentemente un lugar con ambiente de
fiesta. Sin embargo, es importante que el personal se sienta tranquilo y cómodo
al realizar sus actividades dentro de la misma.
Una de las mayores irresponsabilidades que se pueden
cometer o cometen a veces dentro de las compañías es lanzar programas de Clima sin
el objetivo claro de mejorar lo que los trabajadores reclaman y dicen en dichas
encuestas. A veces, se lanzan para tener un pretexto o justificar resultados
muy negativos cuando se avecinan dichas encuestas o para tapar posibles
preguntas incomodas en comparecencias públicas a altos ejecutivos. Esto es un
terrible error, ya que si había un pequeño resquicio para creer en dichos
programas por parte de la plantilla para cambiar el Clima Laboral, este se
acaba definitivamente al hacer de dicho programa un engaño más de la larga
lista de desatinos a la que se ha visto sometida la misma.
En el
proceso de cambio:
“la vida es oscuridad cuando no hay impulso y todo impulso es ciego cuando
no hay conocimiento y todo saber es inútil cuando no hay trabajo y
todo trabajo es rutinario si no existe el cambio“.
En
la actualidad los escenarios mutan y cambian a una velocidad de vértigo
impulsados por la tecnología y globalización, esto dibuja un escenario cada vez
más complejo para competir a las compañías. Es por ello que cualquier proyecto
que se aborde con los Recursos Humanos es fundamental apreciar el punto de
vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto de vista así
como del propio (así lo definía Henry Ford). Sólo que en muchas de las
ocasiones, lo anterior nunca sucede; la falta de disposición, apertura y
madurez de una organización la hace cegarse ante lo nuevo y deja pasar de
largo la oportunidad del cambio en beneficio de todos sus miembros.
Satoru Iwata supo anticipar
y ver dicho cambio, lo cual beneficio a su compañía y dejo una impronta difícil
de borrar al resto de los trabajadores. Cualquier directivo o mando que tenga
opción de cambio en el Clima no debe dejar pasar la oportunidad, sirva dicho
ejemplo de guía para él mismo.
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