En 1714, Bernard Mandeville escribía esto: "Había una
colmena que se parecía a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban en ella
ni los bribones, ni los malos médicos, ni los malos sacerdotes, ni los malos
soldados, ni los malos ministros. Por descontado tenía una mala reina. Todos
los días se cometían fraudes en esta colmena; y la justicia, llamada a reprimir
la corrupción, era ella misma corruptible. En suma, cada profesión y cada
estamento, estaban llenos de vicios. Pero la nación no era por ello menos
próspera y fuerte. En efecto, los vicios de los particulares contribuían a la
felicidad pública; y, de rechazo, la felicidad pública causaba el bienestar de
los particulares. Pero se produjo un cambio en el espíritu de las abejas, que
tuvieron la singular idea de no querer ya nada más que honradez y virtud. El
amor exclusivo al bien se apoderó de los corazones, de donde se siguió muy
pronto la ruina de toda la colmena. Como se eliminaron los excesos,
desaparecieron las enfermedades y no se necesitaron más médicos. Como se
acabaron las disputas, no hubo más procesos y, de esta forma, no se necesitaron
ya abogados ni jueces. Las abejas, que se volvieron económicas y moderadas, no
gastaron ya nada: no más lujos, no más arte, no más comercio. La desolación, en
definitiva, fue general. La conclusión parece inequívoca: Dejad,
pues, de quejaros: sólo los tontos se esfuerzan por hacer de un gran panal un
panal honrado. Fraude, lujo y orgullo deben vivir, si queremos gozar de sus
dulces beneficios".
http://bit.ly/1qy07Qa
La
respuesta que apliquemos en base a la contestación de las siguientes preguntas
nos fijará un precedente para futuras situaciones en las que podamos
encontrarnos. Aunque
el individuo es dueño de su propia integridad, se ve influenciado y rodeado por otros que mienten. Sin medidas
de protección contra el engaño las corporaciones podrían caer gradualmente en la
corrupción. De acuerdo con el Banco Mundial, la corrupción es “el obstáculo más
grande para el desarrollo económico y social en todo el mundo. Distorsiona los
mercados, reprime el crecimiento económico, corrompe la democracia y debilita
el estado de derecho” (Cámara de Comercio Internacional). La corrupción es
responsable del 10% de los costos comerciales globales, 25% de los costos de
contratos de abastecimiento para países en desarrollo y 5% del PIB global, incluyendo
más de 1 trillón de dólares americanos en sobornos anualmente (Cámara de
Comercio Internacional). Además cuando se realizan negocios entre una nación
con bajos niveles de corrupción y una nación con niveles medianos o altos,
cuesta un 20% en impuestos comerciales extranjeros.
Algunas medidas que ayudarían a paliar dicho fraude podrían ser:
Ya lo dijo Miroslav Volf: “En cierto modo, el fraude en los negocios no es diferente de la infidelidad en el matrimonio o plagio en trabajos académicos. Incluso las personas comprometidas con alta moralidad sucumben a las normas morales”.
http://bit.ly/1qy07Qa
En la búsqueda por detectar y atacar
el fraude, los expertos han determinado que para que se materialice, deben
existir tres elementos: poder (motivo o presión), oportunidad de cometerlo y de
alguna manera racionalizar que el fraude es aceptable (Cressey, 1961). Estos tres puntos importantes se conocen como el triángulo del fraude. Los componentes del triángulo del fraude, de acuerdo
al criminólogo Donald R. Cressey (1961), “surgen cuando una persona tiene altos
estándares de moralidad, probablemente tiene dificultad de cuestionamiento
moral cuando esta cometiendo un fraude. Aquellos que no tienen principios,
simplemente encuentran una excusa y se justifican a sí mismos diciendo que no
hay nada malo en lo que están haciendo”.
De hecho, según el último
informe anual de la ACFE (Asociación de Examinadores de Fraude Certificados,
por sus siglas en inglés), el impacto del fraude en la economía representa un
5% del PIB, lo que aplicado a España, con datos de 2.013, equivaldría a más de
51.000 millones de Euros. Hay sectores de actividad, como por ejemplo el del
desarrollo de software, donde los comportamientos fraudulentos pueden afectar
hasta a un 20% de la cuenta de resultados. En otros sectores, el impacto puede
ser menor porcentualmente, si bien muy significativo en términos absolutos.
Citando entre otros casos ya
emblemáticos como los de las multinacionales Enron o WorldCom, en
los que él fraude tuvo como protagonistas a la alta dirección con la
desaparición de las compañías o los fraudes europeos del Banco Barings o
Societé Generale, donde mandos intermedios de la compañía consiguieron
evitar los mecanismos de control y ocasionaron pérdidas multimillonarias, una
de las cuestiones que más debate suscita es el valor sobre las independencia de
las auditorias y de los organismos de control (Consejos de administración,
Comité de Retribuciones, etc.). En España es sonado el fraude en la formación continua, subvenciones proporcionadas por la administración a las empresas, según investigaciones preliminares estaríamos hablando de un fraude superior a los 3000 millones de euros, http://bit.ly/143zaxE . Sin esta formación, difícilmente las compañías adquiririan las actitudes y aptitudes tan necesarias para ser competitivas.
La vulnerabilidad de las compañías también está
relacionada con el debilitamiento de las capacidades de control. Por ejemplo;
reducir el personal que realiza labores de seguimiento y verificación
de procesos, disminuir o anular las auditorías de control, descuidar el
mantenimiento de equipo de vigilancia, relajar los controles de entradas y
salidas de mercancía, concentrar en pocas personas funciones vitales de control
como autorizaciones de pagos y emisión de cheques o transferencias bancarias,
cancelación de programas de capacitación y formación en materia de ética en los
negocios, entre otras, son medidas que al final pueden resultar
perjudiciales.
En la última década estamos asistiendo a una
creciente regulación, dirigida a paliar la comisión de fraudes, pues la pérdida
de confianza hace menos eficiente la asignación de recursos y genera una grave
alarma social. La mentira es un cáncer que daña la eficiencia y cultura de las
organizaciones, especialmente en lo concerniente a su activo más valioso, LOS
EMPLEADOS.
Los
seis motivos que llevan a una persona a mentir o engañar son:
·
para
proteger al mentiroso del peligro
·
para
proteger a otros del peligro
·
para
adornar una historia
·
para
evitar la vergüenza
·
para
beneficiar a un mentiroso
·
para
hacer daño a otros.
Está
claro que no todos estos motivos relacionados son malos, pero ¿hay algún momento en
que mentir sería aceptable?. Quienes justifican la mentira “tan sólo una vez” se
ponen en peligro de convertirse poco a poco en mentirosos habituales.
Para
evitar dicha situación deberíamos formularnos las siguientes preguntas para
evitar la mentira, esto quizás nos evitaría la tentación y de
paso a fijar una postura que nos haga ser personas más coherentes y razonables
y menos oportunistas en busca del propio beneficio. Las preguntas son:
1)
¿Perjudicaré a alguien si no digo la verdad?
2)
¿Cómo me sentiría si alguien no me dice en la misma circunstancia?
3) ¿Evitar decir la verdad en esta situación es un acto cobarde o de altruismo?
Algunas medidas que ayudarían a paliar dicho fraude podrían ser:
- La capacitación de los empleados
- La delación de los empleados de la misma compañía o la información anónima
- El intercambio de información entre compañías, ya sea por sector o por ubicación geográfica.
- El diseño e implementación de políticas claras de prevención, detección e información de casos dentro de la misma compañía.
- Establecimiento de leyes sencillas contra el fraude.
Para terminar podemos decir que la
integridad no es un concepto ético o moral, sino un hecho: un objeto es íntegro
cuando cuenta con todos sus componentes y estos están dispuestos de manera que
cumplan el fin para el que fue diseñado. Jensen en el
año 2009 nos ilustra con el ejemplo de la rueda: “En la medida en que nos
quiten los radios de la rueda de la bicicleta, la rueda ya no será entera y
completa, y eso afectará su funcionalidad (capacidad de trabajo) y, en
consecuencia, su rendimiento”.
Ya lo dijo Miroslav Volf: “En cierto modo, el fraude en los negocios no es diferente de la infidelidad en el matrimonio o plagio en trabajos académicos. Incluso las personas comprometidas con alta moralidad sucumben a las normas morales”.
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