El día 7 de
Marzo de este año publique un post en este blog cuyo título es “Líderes
empresariales en la cuerda floja”, el cual hacía balance de la gestión
empresarial del mito Jack Welch al frente de General Electric durante 20 años,
el mismo está disponible en el enlace bit.ly/1QBbvJt
. Dentro de dicho post había una serie de parámetros y Kpis que daban cuenta de
los hitos alcanzados por Welch en dicho periodo, “Jack Welch fue reconocido como
el mejor ejecutivo del siglo XX según la revista Fortune, entre sus logros tras
sus 20 años al frente de GE, Welch multiplicó los beneficios por 40 y convirtió
a la compañía en un monstruo cuyo valor bursátil rondo los 530.000 millones de
dólares, más de 100 billones de pesetas, y con 340.000 empleados (más los
120.000 de Honeywell) firma que adquirió antes de irse, convirtiéndose en la
mayor compañía por capitalización bursátil del mundo.” Sin embargo esta
historia tiene un triste final para dicho ejecutivo después de que dicha salida
se viera empañada por la siguiente historia.
Jack Welch era
el ejecutivo más admirado del mundo, era visto entre académicos como el modelo
perfecto de un presidente de compañía por su estilo de administración. Su
reputación se estableció por haber convertido a General Electric de una modesta
empresa que ganaba apenas 25 millones a prácticamente una máquina de hacer
dinero, con 130.000 millones de dólares en ganancias al año. La acción de la
compañía subió 2.876 por ciento durante su presidencia. Con un catálogo de
productos que van desde bombillos caseros hasta turbinas de avión, bajo su
mando General Electric se convirtió en un emporio global que hizo millonarias a
muchas personas. Cuando se retiró Welch se convirtió en todo aquello que detesta
cualquier directivo que pasa a un segundo plano, era la comidilla del mundo
empresarial por su desmesura e hipocresía en uno de sus lemas principales que
le acompañó a lo largo de su trayectoria empresarial, la eficiencia y
austeridad para retribuir y satisfacer a
sus diferentes stakeholders. Su imagen
se desplomó a tal punto que se le asoció a personajes de la calaña de Kenneth
Lay, de Enron, y Bernard Ebbers, de WorldCom. El escándalo se originó a raíz
del proceso de divorcio de su esposa, Jane Welch, con quien estuvo casado
durante más de 10 años. Un juez de Connecticut dio a conocer los privilegios
del contrato de jubilación que Welch firmó en 1996 para su retiro de la
compañía pues, sobre estos documentos se basaría la separación de bienes de la
pareja. Aunque se sabía que Welch era un hombre que tenía una gran fortuna, los
medios se sorprendieron con los exagerados beneficios que el ex directivo
recibía de la empresa. Además de una pensión de nueve millones de dólares
anuales, una oficina con gastos de administración incluidos y un contrato como
asesor de medio tiempo por 86.000 dólares al año, General Electric se
comprometió a pagar por el resto de su vida y de manera incondicional una serie
de gastos personales, como una póliza de vida, viajes en aviones privados de la
empresa, un lujoso apartamento con vista al Central Park en Nueva York,
valorado en 15 millones de dólares, y acciones a clubes sociales. La compañía
tendría que seguir cancelando además sus frecuentes comidas en los mejores restaurantes
de Manhattan, equipos informáticos, muebles, vinos, carros y, como si fuera
poco, tiques para la ópera, una silla privilegiada para ver a los Knicks (el
equipo de básquet de Nueva York), los gastos de la televisión por satélite en
sus cuatro propiedades, las flores de su casa y hasta las cuentas de
lavandería. Quienes veían en Welch como un modelo de mesura e incluso
de austeridad quedaron sorprendidos al enterarse de estas prerrogativas.
Ante semejante
exageración los beneficios de Welch generaron un escándalo ético en los más
importantes medios de comunicación en Estados Unidos. La mayoría se preguntó
por qué un alto ejecutivo, que posee una fortuna personal de 900 millones de
dólares, debe pedir a su antigua empresa el pago de cuentas tan personales como
la compra y suscripción a periódicos y revistas. Otros vieron en el contrato de
Welch una clara demostración de la ambición sin límites de los altos ejecutivos
modernos y algunos hicieron llover críticas sobre la manera como se ocultó este
contrato a sus stakeholders (accionistas, inversores, empleados, etc.), quienes
nunca imaginaron que tuvieran que pagar tan alto precio por sostener el tren de
vida del ejecutivo.
Ante las críticas Welch, a quien se le conocía con el apodo de "Neutron Jack" por su habilidad para despedir empleados que no eran necesarios o poco comprometidos con su trabajo, se defendió argumentando que los beneficios fueron acordados en lugar de una suma generosa en dinero que la compañía le estaba ofreciendo como bono de jubilación. Un pésimo negocio, según él, pues al aceptar estos extras sacrificó millones de dólares. En una entrevista en el diario Wall Street Week, Welch dijo que "no se arrepentía de sus privilegios pues todo lo que hoy tiene se lo ganó con el sudor de la frente. Cumplí con mis obligaciones. General Electric tuvo un desempeño fantástico. Fue durante cinco años consecutivos la compañía más admirada del mundo".
No obstante, para evitar que la
imagen de la compañía sufriera por cuenta de este escándalo y calmar la ola de
críticas, Welch renunció al uso de los jets privados y a su apartamento en
Nueva York. En el nuevo contrato de jubilación el ex presidente se compromete a
pagar entre 2 y 2,5 millones de dólares al año por el uso de los aviones de la
compañía y el apartamento en Nueva York y aseguró que no cobrará un dólar por
la asesoría que General Electric le solicite.
El escándalo despertó dudas en la gestión de dicho CEO y muchos, entre ellos los inversores, se cuestionaron si la compañía manipuló sus ganancias para mostrar siempre el mismo nivel de crecimiento y así cumplir con las metas estipuladas año tras año. También se dudo sobre la efectividad de la estrategia de Welch en los negocios, ya que posteriormente a su salida la acción cayó un 32%. Otros opinan que estas críticas son injustas y que la historia se encargará de darle a Welch el puesto que merece como uno de los más grandes en el último cuarto del siglo XX. A pesar de todo, dicho escándalo surgió por el divorcio de Welch, cuando se conoció públicamente que mantenía un romance con Susy Wetlaufer, editora del Harvard Business Review. Como Jane su primera esposa tiene derecho a la mitad de sus bienes, Welch tuvo que desembolsar una gran suma de dinero en ese proceso y, al final, sólo disfruta de la mitad de su estrafalaria pensión. bit.ly/1RxVyAO
El escándalo despertó dudas en la gestión de dicho CEO y muchos, entre ellos los inversores, se cuestionaron si la compañía manipuló sus ganancias para mostrar siempre el mismo nivel de crecimiento y así cumplir con las metas estipuladas año tras año. También se dudo sobre la efectividad de la estrategia de Welch en los negocios, ya que posteriormente a su salida la acción cayó un 32%. Otros opinan que estas críticas son injustas y que la historia se encargará de darle a Welch el puesto que merece como uno de los más grandes en el último cuarto del siglo XX. A pesar de todo, dicho escándalo surgió por el divorcio de Welch, cuando se conoció públicamente que mantenía un romance con Susy Wetlaufer, editora del Harvard Business Review. Como Jane su primera esposa tiene derecho a la mitad de sus bienes, Welch tuvo que desembolsar una gran suma de dinero en ese proceso y, al final, sólo disfruta de la mitad de su estrafalaria pensión. bit.ly/1RxVyAO
Es difícil conocer los motivos y razones en su totalidad que
llevan a un CEO a dejar la presidencia de una compañía cuando disfruta de todo
el poder dentro de la misma, las claves de dicha decisión se conocen al cabo de
un tiempo cuando la historia deja de tener el impacto y la trascendencia
mediática que dicho distanciamiento da a la noticia. Lo que se observa en
dichos ejecutivos cuando toman esta decisión es que por norma general intervienen
en su sucesión nombrando un delfín, el cual encumbran a su marcha. En el caso
de Welch fue Jeffrey Immelt, en el caso de Jobs fue Tim Cook, etc., en otros
casos el CEO saliente se queda en el Consejo de Administración como consejero,
por ejemplo Eric Schmidt ex CEO de Google cuando cedió su puesto a Larry Page
cofundador de dicha compañía.
He de decir que la historia nos enseña por sucesivos relevos
que se han producido en la política, economía u de otra índole, que los relevos
arreglados por el que se va nunca responden a lo esperado por el que lo hizo,
muy al contrario, el que llega trata de romper y afianzar su liderazgo tomando
decisiones propias, muchas veces en contra de lo predecible por dicho mentor.
El individuo cuando toma el control de su vida, decide y toma decisiones no
tanto en función de lo que su mentor espera sino que va más direccionada dicha
decisión en función de lo que son sus intereses y de los factores que le
rodean, importándole muy poco las consecuencias de no hacer lo que se espera
por parte de su mentor. Por otro lado es de resaltar que debe ser de esta
forma, ya que si por algo se le ha de valorar a quien accede a dicho relevo es
por la audacia y coraje que tiene para romper con el pasado, cuando este no
responde a las expectativas de sus stakeholders.
En
los próximos años el CEO de una compañía se enfrenta a un desafío de
proporciones descomunales con el cambio digital que está en marcha, la velocidad con la que las nuevas ideas y
modelos de negocios pueden “jubilar” a las empresas “tradicionales” que
minimicen el impacto de lo digital es cada vez mayor. El mundo físico y el mundo virtual se cruzan como
nunca antes en el llamado “Internet de
las Cosas” (IoC), donde cada objeto físico tendrá poder de cómputo y será
un potencial generador de datos con el que podremos interactuar como usuarios,
clientes y actores económicos. La creación de entornos ricos en datos conlleva
y demanda la necesidad de un elevado proceso analítico de los mismos,
emergiendo las llamadas máquinas inteligentes (smart machines) y sistemas ricos
en información contextual. Los sistemas analíticos avanzados se democratizan, y
están en todos lados, desde una cafetera doméstica hasta asistentes virtuales
en cada contexto inimaginable. Ningún sector económico y ninguna empresa esta
ajena a este nuevo mundo en formación, creándose un contexto de negocio al que
de forma general llamamos “Digital
Business”. El éxito empresarial futuro depende en gran medida de como las
compañías interpreten y se adapten a la nueva realidad tecnológica que moldea
el mundo en que vivimos. Cada interacción de nuestros clientes en los procesos
de negocios es un “business moment”
susceptible de transformar e innovar desde la perspectiva de las cuatro grandes
fuerzas que dinamizan el cambio: “cloud”,
“mobile”, “information”, “social”. El impacto que la economía digital está
teniendo en la industria de IT es enorme,
desde el año 2013 según la consultora Gartner, 650 millones de nuevos
objetos físicos están online, las impresoras 3D se han convertido en un mercado
millonario, y más del 10% de los automóviles están conectados a la red. Para el
2017 el número de dispositivos tecnológicos en uso superará el número de
personas que habitamos él planeta. El negocio digital no es un planteamiento
futurista, es una realidad. Pero si anteriormente todos los proyectos
tecnológicos pasaban por el área de IT, hoy el 38% del gasto total está
gestionándose fuera de IT y con previsión de llegar a un 50% en los próximos 3
años.
Aquellos
directivos que dejen pasar esta época como testigos mudos del cambio al no
contar con la implicación de las personas de su organización, harán agonizar su
compañía lentamente, mientras que los que sepan interpretar y aplicar
creativamente estrategias integradoras donde las personas sean lo más
importante con hechos y no palabras solamente, serán los líderes
indiscutibles del futuro. Así pues, factores como la transparencia económica en
la gestión, la accesibilidad a las personas de la organización, la mejora de
los entornos de trabajo, mejora de los ratios en innovación, formación continua
de los nuevos entornos digitales, mandos y directivos con habilidades (creatividad,
innovación, liderazgo, etc.) en los equipos de trabajo, serán vitales a dicho CEO para conseguir tener
una compañía en las mejores condiciones para competir.
Ya
lo dijo Gabriel García Marquez: "Los seres humanos no nacen para siempre
el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a
sí mismos una y otra vez".