miércoles, 20 de abril de 2016

DARWINISMO EMPRESARIAL O HACER EL "GANSO"



Las empresas viven en un ecosistema en el que el darwinismo aplica toda su dureza, algunas de ellas evolucionan, se adaptan con éxito a los cambios de su entorno y perduran. El resto, desaparecen. Jim Collins escribió un  libro, Built to Last, sobre qué factores determinan la durabilidad de las mismas. La Eastman Kodak Company, popularmente conocida como Kodak, fue fundada en 1888. Su éxito inicial se debió a la introducción del carrete de papel en el mercado, reemplazando las placas de cristal que se empleaban hasta entonces, así como al lanzamiento de las primeras cámaras que empleaban carretes circulares. Su lema en aquella época describe bastante bien su propuesta de valor: “Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto”. Desde su aparición, Kodak lideró el desarrollo comercial de la fotografía. Gracias a innovaciones tecnológicas que gozaron de ciclos de vida largos, Kodak disfrutó durante 130 años de una posición prioritaria en el mercado. Un líder con todas las de la ley, casi un monopolio (70% de cuota de mercado en los años 90) que le permitió emplear una estrategia orientada a la alta rentabilidad. Kodak llegó a ocupar la posición nº18 en la lista Forbes de mayores empresas norteamericanas. 

Esta situación cambió con la llegada del siglo XXI. Para entender la dimensión del desastre, basta decir que la acción de Kodak en el año 2004 cotizaba a 30$ y que en 2012 se desplomó hasta los 27 centavos. Una compañía líder durante 130 años se desmoronó como un castillo de naipes en pocos años, ¿Cómo fue posible? En 1996 Kodak ya disponía de una cámara digital, sin embargo, la dirección de Kodak cuestionó que la fotografía digital pudiese reemplazar a la fotografía tradicional, este error junto con la resistencia al cambio y la argumentación sesgada de directivos llevo a la empresa a rechazar la realidad que se avecinaba, produciendo el fatal desenlace que todos conocemos: la desaparición de dicha marca. Kodak tuvo la oportunidad de liderar la revolución digital en los 90, pero optó por seguir exprimiendo la vaca lechera de la fotografía tradicional. El negocio de los carretes y el revelado era altamente rentable, mientras que la fotografía digital implicaba un concepto “do it yourself” (hazlo tú) que requería pensar en nuevos modelos de negocio. Sin embargo, ¿acaso el hecho de que el nuevo mundo digital no fuese tan rentable justificaba la decisión de aferrarse al negocio de siempre? La respuesta es NO. Si Kodak no daba el salto, otros lo iban a dar. Y siempre es mejor pasar de un negocio grande a uno mediano, que quedarse con un negocio inexistente. Empresas como Canon, Nikon o Sony dieron ese salto. Tenían poco a perder y su estrategia fue mucho más atrevida. Cuando Kodak quiso reaccionar, no era nadie en el mundo de la fotografía digital. Kodak subestimó a sus competidores, o sobrestimaron el poder de su marca, pensando que podrían sumarse a la carrera digital en cualquier momento y gozar de  ventaja sobre sus competidores por el simple hecho de ser Kodak. Se equivocaron, el consumidor aprendió pronto quiénes eran los referentes en la era digital, y Kodak no estaba entre ellos. Hoy en día nos cuesta pensar en un futuro sin Google, Apple, Facebook, Microsoft, Ebay, Amazon, etc., pero un cambio tecnológico o social repentino, y una reacción inadecuada, pueden acabar con cualquiera de las empresas indestructibles antes mencionadas, si no se toma a tiempo y se demoran dichas medidas.

Los procesos de transformación en las organizaciones a veces surgen sin avisar, otras veces se producen por señales que no supimos o quisimos ver, tales como (pérdida de clientes, caída de ingresos, reducción de beneficios, indicadores pésimos de Clima Laboral, etc.), y las compañías tienen que sortear una ola que ya se ha generado. Pero este con ser malo no es el peor escenario, ya que si no reaccionan a tiempo, la ola les arrastrará y ocasionará daños que implican costes, esfuerzo, pérdida de oportunidad y hasta quedar fuera del mercado si la situación se deteriora mucho. En otras ocasiones si levantamos la vista de la urgencia cotidiana y miramos al horizonte y a la vez somos capaces de mirarnos introspectivamente para percibir las corrientes internas y examinarnos, podemos anticipar lo que vendrá y por qué no, buscar proactivamente dicha ola.
El cambio organizacional no es nuevo como no lo es el cambio en cualquier contexto de la vida, fue Heráclito de Efeso (siglo VI AC) cuando hacía mención a la imposibilidad de entrar varias veces al mismo río, porque ya ni el río ni uno es el mismo cuando la acción se repite. Aquellas organizaciones que promueven y generan dicho cambio, son generalmente organizaciones orientadas al aprendizaje continuo, según Peter Senge son quienes mayores posibilidades tienen de hacerlo y sin duda, es una ventaja competitiva. Existen tres tipos de cambio a los que se puede ver sometida una organización: 
1. Cambio evolutivo. El statu quo varía de forma mínima. El cambio es lento y moderado.
2. Cambio revolucionario. El statu quo varía rápida, abrupta e intensamente. Este tipo de cambio transforma las expectativas de los involucrados generando un gran volumen de resistencia.
3. Cambio sistemático. El statu quo se transforma sin prisa, pero sin pausa, analizando cada paso dado y corrigiendo los errores que van apareciendo. En este tipo de cambio, se disponen los mecanismos que se consideren más adecuados, con el fin de preparar a las personas para poder recibir el cambio como un aliado y no como una amenaza


En las organizaciones los cambios afectan de manera muy evidente tanto los métodos de trabajo como el status profesional de los trabajadores. El personal se ve obligado a adaptarse, a adecuar sus habilidades y experiencias a los nuevos requerimientos. La reacción de las personas ante un cambio puede ser de tres tipos; neutrales, negativas o positivas. 

·       Los que no desean el cambio por estar conformes con el statu quo. El temor (¿Qué pasa si pierdo mi empleo, si no logro adaptarme?), la falta de interés personal (¿De qué me sirve a mí?), la inercia (Es demasiado esfuerzo, demasiado incómodo) son fuertes impulsores que tratan de conservar el statu quo.

·     Los que no imaginan en qué los beneficiará, por lo tanto aprueban el cambio pero sólo intelectualmente. Por lo general están compuestos por personas pesimistas, saboteadores, antagonistas (Nunca dará buen resultado, no se puede hacer, sí…pero), en fin personas que asientan con la cabeza pero sus acciones se oponen.

·    Los que reaccionan ante el cambio y la transición trabajando esmeradamente, pero con maneras antiguas y a menudo atávicas de solucionar los problemas. Su mecanismo primario de afrontamiento implica aferrarse con tenacidad a patrones de aprendizaje limitados que funcionaron bien en el pasado. 


Es llamativo el comportamiento de las personas que integran una compañía cuando la misma está sometida al impasse de un proceso de cambio debido a la sustitución del CEO. La reacción que se produce a en la alta dirección es de cierta parálisis y decisiones con retardo, los directivos no se atreven a tomar decisiones en un tiempo donde el nuevo CEO no ha definido las líneas maestras de su nuevo plan de compañía y equipo de personas con las que va a afrontar la nueva singladura. Esto supone un grave problema, ya que el entorno y los competidores no descansan con sus estrategias a fin de ganar cuota de mercado y por ende ingresos y clientes. Añadido a esto hay que pensar que algunas de estas compañías tienen situaciones individuales complejas, como pueden ser: mercados maduros con poco crecimiento y alta competencia, niveles de endeudamiento alto, reestructuraciones organizativas y de personal, etc. Frente a este conjunto de hechos el trabajador percibe un cierto caos y falta de rumbo (estrategia) por dos motivos principalmente, el primero es la ausencia de explicaciones que se produce a lo largo de la cadena de mando hasta el último trabajador, y segundo esa parálisis se traslada a la toma de decisiones en el día a día, ocasionando un grave problema ya que la compañía no tiene la agilidad que necesita para responder a las situaciones cambiantes del mercado donde opera.  Estos motivos son más que suficientes para que dichos cambios se demoren lo menos posible, ya que una compañía no puede estar pendiente de decisiones que condicionen su futuro y viabilidad en cuanto a la reorganización que ha puesto en marcha.



Durante la década de los años 50 cobró celebridad el psicólogo norteamericano Solomon Asch, y sus experimentos de psicología social en lo que se conoció como “conformity”. Actualmente, se entiende como “conformity-bias”, es la tendencia de las personas a interiorizar y seguir los planteamientos de grupo, aunque no estén alineados necesariamente con los criterios individuales de uno. De este modo, si las personas de una organización observan conductas irregulares, el individuo que se integra en ella puede terminar desarrollándolas por considerar que constituyen un patrón de normalidad allí donde se encuentra. Este concepto, que no es nuevo, toma fuerza con la incorporación de la ética al funcionamiento en las compañías, con el fin de generar una cultura del cumplimiento dentro de las mismas. Si uno forma parte de esa función de cumplimiento, uno de los cometidos más importantes que deberá desarrollar es erradicar el “conformity-bias” respecto de las conductas que se desarrollan erróneamente dentro de una compañía, aunque se consideren apropiadas “porque las desarrollan todos los compañeros” o “porque no sucede nada”
Del concepto de “conformity-bias” se ha segregado la acepción aplicable a la psicología del individuo: es el denominado “self-conformy-bias”. Este concepto hace relación al modo en que la persona interpreta y recuerda las informaciones sobre la base de sus propios intereses o expectativas. Este fenómeno explica como un mismo hecho puede dar lugar a interpretaciones radicalmente distintas por individuos sin pretensión de manipular la realidad, pero con intereses distintos. En este escenario de cambio no es de recibo el supeditar el interés particular de ningun individuo dentro de una compañía al interés general del grupo de personas que integran la misma.


                                             conformity-bias      

Para el desarrollo y supervivencia de una compañía es necesario que ésta aprenda de su entorno, quizás un ejemplo ilustrativo de como se enfrenta la dificultad nos la proporcione un animal muy peculiar: el ganso. La ciencia ha descubierto que los gansos vuelan en “V” porque, cuando cada pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda al ganso que va detrás de él. Volando en forma de “V”, la bandada completa refuerza más del 70% su poder de vuelo. Por su forma de interactuar en conjunto se pueden extraer las siguientes deduciones:  

  • Primera deducción de esta forma de volar: cuando compartimos una dirección común y tenemos sentido de comunidad, podemos llegar, más fácil y más rápido, donde deseamos. Es el beneficio del apoyo mutuo. Cada vez que un ganso sale de la formación, siente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de volar solo y, de inmediato, se incorpora de nuevo a la fila para beneficiarse del poder del compañero que va delante. 
  • Segunda deducción: si aplicáramos la lógica de un ganso, nos mantendríamos con aquellos que se dirigen en nuestra misma dirección. Éste es el beneficio de la alineación de los intereses personales con los intereses de la organización. Cuando el líder de los gansos se cansa, pasa a uno de los puestos traseros para que otro ganso ocupe su lugar. 
  • Tercera deducción: obtenemos resultados óptimos cuando nos relevamos para realizar los trabajos difíciles. Éste es el beneficio del trabajo en equipo. Los gansos que van detrás emiten un sonido propio, y lo hacen con frecuencia para animar a los que van delante a mantener la velocidad. 
  • Cuarta deducción: una palabra de aliento produce grandes resultados. Éste es el beneficio de la motivación. Finalmente, cuando un ganso enferma o cae herido por el disparo de un cazador furtivo, dos de sus compañeros se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan con él hasta que esté nuevamente en condiciones de volar o hasta que muera; sólo entonces vuelven los dos acompañantes a la bandada o se unen a otro grupo
  • Quinta deducción: si tuviéramos la inteligencia de los gansos, nos mantendríamos uno al lado del otro, ayudándonos y acompañándonos. Éste es el beneficio de la solidaridad. En general, las organizaciones son complejos sistemas y subsistemas de intereses (en algunos casos, antagónicos), de creencias y de valores subjetivos enmarañados en un marco de recursos escasos. 
Las consecuencias por no saber adaptarse al cambio son innumerables. La competencia es más recia con los años y llega desde todas partes, el cliente es más conocedor y exigente, los cambios tecnológicos son incesantes, todo ello obligan a una puesta al día casi inmediata tanto de las organizaciones como del personal que en ella trabaja. Adoptar y fomentar una actitud proactiva en la empresa permite la planificación de las estrategias oportunas para el cambio de manera que puedan evitar o minimizar el costo de su aplicación. La repetición de decisiones que en el pasado fueron acertadas no es suficiente para afrontar el futuro, nada más peligroso ante un escenario de cambio radical en las reglas del mundo empresarial como el actual.

Ya lo dijo Charles Darwin: “En la larga historia de la humanidad (incluso de la especie animal), son aquellos que aprenden a colaborar y a improvisar los que más probabilidad de prevalecer tendrán.”

 


 

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