Mario José Bergoglio es el
Papa número 266 en la silla de San Pedro, a punto de cumplir 80 años se parece
mucho al CEO de una gran compañía. “Nominalmente, al menos, él es el
CEO de lo que es probablemente la empresa global, entidad u organización más
grande y de mayor éxito que la humanidad haya conocido a lo largo de la
historia”, dice John Kimberly, profesor de gestión de la Wharton School.
Sin embargo, dado que la Iglesia como institución lleva funcionando más de dos
mil años, cuando un nuevo CEO como Bergoglio decide cambiar de dirección, se
enfrenta a; una inercia inevitable, tradiciones desgastadas y la oposición
interna directa. ¿Qué hacer para que las personas que se
resisten al cambio participen en el debate? ¿Cómo puede el nuevo Papa atraer
nuevos grupos -y generaciones- sin herir a un público de importancia histórica?
Para cualquier líder que está abriendo nuevos caminos, Kimberly dice que hay
una pregunta fundamental: “¿En qué medida es posible realizar un cambio y
seguir siendo la referencia que se fue?
Bergoglio ha emprendido un
nuevo camino dentro de la Iglesia católica de gran relevancia como es el
hecho de fijar nuevas posiciones y criterios hacia cuestiones candentes en la
sociedad actual como: el cambio climático, cambiar su posición sobre
el divorcio, la pederastia en la Iglesia, cambios en las finanzas vaticanas,
etc., "no es una época de cambios, es un cambio de
época". Este es un cambio tan enorme para una institución tan rígida
como la Iglesia católica que si una compañía tuviese que hacer uno de esta
magnitud, muchas empresas o CEO no se aventurarían a enfrentarse al mismo. Este
cambio viene motivado por el grave
peligro que corre la Iglesia de quedarse sin simpatizantes, el descenso de las vocaciones,
aparte del rechazo que genera entre millones de personas su incoherente
comportamiento sobre algunas cuestiones. La religión católica se ha convertido en uno de los clubes más
exquisitos del planeta, sólo apto para adeptos ideales. Sus feligreses han de
cumplir un ajustadísimo programa que no les permite saltarse ni una línea del guión.
Los tiempos han avanzado y la Iglesia se ha quedado inmóvil en algún punto
perdido del Medievo sin aceptar a los que no se petrificaron con ella. Las
parejas que conviven, los divorciados, los homosexuales… Todos han visto cómo
la Iglesia les ha ido dando la espalda. La aportación más revolucionaria de
Bergoglio en su primer año ha consistido en imponer el sentido común, él a veces ausente en los criterios vaticanos, por eso, la ofensiva inicial se ha
centrado en cambiar la imagen, en deslucir el fausto. El aspecto de ostentación de la Iglesia daña de muerte su credibilidad y aleja
a propios e infieles es una obviedad que se cae por su propio peso. Pero ha
tenido que ser el argentino el que diera el paso de desprenderse de los apartamentos
pontificios, de colgarse una cruz de latón o de calzar unos zapatos raídos para
poner en evidencia lo ilógico de la situación.
La campaña de lavado de imagen ha sido milimétrica,
Bergoglio ha puesto en marcha muy rápido los cambios estéticos que pedían tanto
seguidores como detractores de la iglesia con un rotundo éxito en los medios de
comunicación, que han comprado el giro desde el primer día. Los tiempos de
crisis económica en occidente, y la impenitente pobreza de los países en
desarrollo, le han ayudado a encontrar el caldo de cultivo perfecto para
explotar estos gestos. A la sobriedad del físico sumó formas sencillas,
lenguaje llano, un Papa con un liderazgo más de cura de barrio que sucesor de
la silla de San Pedro ha sido la fórmula del éxito, accesible a todo aquel que
tenga algo que decir y observador de todo lo que le rodea. Su visión de la
iglesia ha sido plasmada en el programa Evangelii Gaudium que es su programa de
gobierno, en él marca las líneas de este nuevo “cambio de época”. Para llevarlo a cabo ha renovado la cúpula
cardenalicia, así mismo el Papa le ha dicho al mundo que se opone a la "mano
invisible del mercado" y al liberalismo económico, esto ha
sido una auténtica bofetada a sus seguidores conservadores, que son los que
acaparan más poder en cada país, y también en Roma. En una organización que
apenas se ha movido en dos mil años de historia, el calentamiento en la banda
que ha hecho Bergoglio antes de saltar a jugar es esperanzador para
muchos fieles que esperan una iglesia como la que se fundó en sus orígenes, centrada
en la pobreza y desigualdad. Para lograr dicha
transformación se ha centrado en tres ejes: la concepción de la familia,
la mujer y el rol de los sacerdotes. Con un elemento transversal: la lucha por
la justicia social. Si bien los desafíos son enormes y Bergoglio
tiene una edad avanzada, su liderazgo ha ilusionado a millones de personas que
pertenecen a dicha creencia, otra cosa será que el tiempo le permita
culminar su obra, lo que ha quedado claro es que su visión concuerda con lo que
espera la sociedad de dicha longeva institución.
El reemplazo de un CEO por otro es y será siempre
fuente de fascinación y de auténticos conflictos. Está en juego la
continuidad o ruptura de una situación o status quo, con consecuencias muy
dispares para ganadores y perdedores. En la empresa, la selección del
CEO es una de las decisiones más importantes que debe tomar un Consejo de
Administración, esta figura no sólo tiene un enorme impacto en la marcha de la
compañía, sino que el mismo proceso de sucesión, por un lado influye en la
imagen de los diferentes stakeholders como, empleados, inversores,
analistas, accionistas, etc. El CEO saliente es consciente
de que el último servicio que puede realizar a su empresa es que le suceda
alguien mejor que él, pero su colaboración en esta tarea es complicada en su
diseño y puesta en práctica, ya que entran en juego muchos factores: la marcha de la
compañía, los planes para el futuro, el Consejo de Administración, etc. La
sucesión del CEO puede ser fruto de un cambio reactivo o proactivo dentro de la
compañía. El primero surge por un cambio exógeno repentino que exige una respuesta inmediata; el
segundo -que sería el ideal- es impulsado por la necesidad de adaptarse a una
situación de amenaza todavía no manifiesta ni patente, pero que podría ser
peligrosa en caso de suceder. En una situación de cambio reactivo la
dirección es más frecuente que recurra a candidatos externos, a los que se concede
mayor libertad de actuación, a cambio de resultados palpables en un corto
plazo. La sustitución del CEO suele estar acompañada de relevos en otros
puestos directivos. Se trata de dar una señal inmediata buscando adoptar una nueva estrategia que
saque a la empresa de la crisis. En el cambio proactivo, los
promotores de la nueva orientación deben hacer frente a mayores resistencias
internas, porque la necesidad de cambio no es evidente o visible para todo el
mundo, existen parcelas de poder dentro de las compañías que se resisten a salir
de su zona de confort para emprender caminos diferentes a los emprendidos hasta
ese momento. Algunas veces, estos cambios vienen además respaldados por kpis de
gestión que son hechos contrastables de una gestión deficiente, entre ellos
están la caída de: ingresos, clientes, Clima Laboral, beneficios, aumento de deuda, etc., lo cual hace
necesario y urgente adoptar nuevas estrategias y enfoques que permitan volver a
la senda del crecimiento y liderazgo. Para ello a veces la sustitución de
dichos directivos es fundamental, buscando con ello que estos nuevos enfoques
los realicen personas nuevas, alineadas ideológicamente con la nueva estrategia
y necesidad, que no tengan el lastre de acciones que recuerden el fracaso y los
malos resultados económicos. A fin de cuentas, se trata de
anticiparse a escenarios que puedan dañar a las compañías si sigue la
inercia implícita de los últimos tiempos y que ha resultado tan negativa
en sus resultados económicos. Algunos estudios han descubierto que, cuanto más
poder posea el CEO, más parecidos a él serán los nuevos consejeros que nombre
y, por tanto, se producirá una relación de mayor simpatía. En cambio, si el
Consejo de Administración tiene más poder, más parecidas serán las nuevas
incorporaciones al perfil de los consejeros existentes. Al final, parece que el
Consejo de Administración y el CEO se pueden enredar en una pelea para clonarse
a sí mismos. En este contexto de lucha de poderes, cabe destacar que, los buenos resultados económicos
incrementan el poder del CEO, mientras que unos resultados deficientes
pueden trasladar, al menos temporalmente, el poder hacia los miembros del
Consejo de Administración.
Una investigación fidedigna en los procesos de
sucesión de una compañía requeriría el acceso a las deliberaciones en el seno
del Consejo de Administración y otro tipo de eventos internos de gran
sensibilidad para la compañía. No obstante, hoy en día la información fluye con
rapidez en los mercados financieros, se sigue con atención cada decisión
relevante y se juzga el impacto de la sucesión en la marcha futura de la compañía.
Por eso, la opacidad
en los procesos de sucesión ya no es una característica deseable. De hecho, la
falta de transparencia puede ser interpretada en ocasiones como un deseo de
ocultar información desfavorable. Esta demanda de mayor transparencia
ha coincidido con un cambio fundamental en el papel que desempeña el Consejo de
Administración, en el pasado, el CEO asumía la iniciativa de encontrar un
sucesor y el Consejo se limitaba a rubricar la elección. Ahora, a raíz de
diversos escándalos corporativos, el Consejo debe ser un órgano más activo en
la dirección de la compañía. El CEO debe armonizar su trabajo con el de un
Consejo de Administración de este tipo y con las preocupaciones de
unos stakeholders más atentos a la marcha de la compañía.
Del
siglo XX al XXI todo ha cambiado, antes el CEO era como un dios, ahora
entre los valores que se valoran está la humildad y cercanía,
especialmente en lo que se refiere a las demandas de sus colaboradores.
Asimismo, el análisis determina que deberán desarrollar grandes
capacidades que les permitan gestionar con eficacia las transformaciones que se
avecinan en las compañías. Pero esta no es la única visión empresarial de cara
al futuro que ha cambiado, “la visión de una compañía ha pasado de ser
solamente comercial a emocional", se quiere ofrecer a la sociedad
donde opera la compañía un bienestar con los productos y servicios que ofrece,
esto ha cambiado absolutamente todo entrando en una cultura de la felicidad.
Una situación que marca la diferencia con respecto al siglo pasado con los
anteriores procesos productivos, partiendo de la base de la gran
importancia que ha adquirido el hecho de que los equipos tengan unas
condiciones óptimas de Clima Laboral para que su compromiso sea el mayor
posible, lo cual redundará en una mayor productividad y beneficio para los
diferentes stakeholders de la compañía. El CEO ya no es tan importante como en
el pasado, ahora las compañías cuentan con líderes en todos los niveles que
crean un ecosistema formado por equipos donde las fronteras cada vez son más
difusas entre cada uno de ellos, teniendo una gran dependencia los unos de los
otros. Las compañías han sufrido un importante cambio debido a la crisis de
estos últimos siete años que ha afectado a toda la cadena de stakeholders de
extremo a extremo dentro de las compañías, desde empleados, accionistas,
clientes, etc. La misión del CEO en los próximos años pasa por conocer y
asegurarse de que sus equipos aprenden e interioricen en todo momento los
escenarios cambiantes a los que se verán sometidos sus equipos, para lo cual es
fundamental priorizar y focalizar la atención en las necesidades de los mismos,
de tal forma que siempre se vean respaldados ante necesidades que puedan
surgir, para lo cual el servicio de los líderes debe de ser total en todos los
ámbitos, desde los factores higiénicos del trabajo hasta los motivacionales en
el desarrollo de las personas. En este nuevo escenario las compañías no pueden
trabajar como hace siete años, que fue cuando comenzó dicha crisis, sino que
hay que adaptarse a una situación de cambio permanente. Un valor que disparará
el compromiso de las personas con su compañía será la ejemplaridad, un
CEO no le puede pedir a la plantilla de su compañía cosas que él no esté
dispuesto a hacer o demostrarse todos los días. Vivimos en la era
del aquí y ahora, el presente es el nuevo escenario en el que operamos y conceptos
como el time to market y los plazos serán vitales. Es fundamental ofrecer
una respuesta inmediata, para lo cual el cliente tiene que estar en modo omnichannel,
en el centro de la estrategia de la compañía, para primar la experiencia
del mismo independientemente de dónde se encuentre este. Para ello es
fundamental aprovechar todas las capacidades de los trabajadores, formándoles e
incentivando la innovación en un ambiente donde se fomente el compromiso del
mismo con la visión de la compañía.
En un mundo cada vez más conectado y transparente, mantener un perfil
bajo ya no es una opción para los CEO empresariales. Los
CEO tienen ante sí una era dorada de oportunidades para contar el mensaje de
sus compañías y participar en el dialogo y las acciones con sus colaboradores
en todos los niveles de la compañía. Esta nueva era, está caracterizada
por un factor crítico: la visibilidad y compromiso del CEO con su compañía.
Este hecho es fundamental para la reputación corporativa y está auspiciada por
una importante demanda de información de los diferentes actores que componen la
compañía con el fin de hacer crecer el negocio de la misma. Hoy en día, se
espera que los CEO sean vistos y oídos, salgan a escena interna y externamente,
esto es aplicable también para todos los altos ejecutivos de las compañías.
El estudio The CEO Reputation
Premium del 2015 revela que el 81% de los ejecutivos a nivel mundial
piensa que la visibilidad y compromiso externos del CEO es ahora una obligación
para la construcción de la reputación. Los ejecutivos entienden los beneficios
que se derivan de una fuerte reputación del CEO y piensan que su reputación
contribuye hasta en un 45% a la reputación de la compañía y hasta en un 44% al
valor en el mercado de la misma. La reputación del CEO es hoy un lujo que
incrementará su valor en el futuro. Un aspecto que hay que resaltar en este
tema es que dicha salida tiene que ser con hechos y datos reales de la
situación por la que atraviesa la misma, nunca se deben aportar datos que
distorsionen dicha realidad, ya que el daño para la misma es inmenso a ojos de
los diferentes stakeholders.
Así
pues los nuevos CEO tienen ante sí un enorme desafío lleno de oportunidades en
el nuevo futuro digital que se avecina, lograr; negocios prósperos, eficientes
y adaptados a los nuevos retos no será posible sin un elemento esencial que
garantiza dicho éxito: las personas.
Los trabajadores son la sangre de las compañías, la auténtica fuerza que
circula por el torrente interior de las mismas. Se trata de pasar de una cooperación
departamental a una cooperación transversal de todos los departamentos, esto
marcará la diferencia de un CEO malo del bueno, aquel que lo consiga triunfará.
Iremos
a una adecuación del puesto a la persona y no al revés como sucedía hasta
ahora, con ello se logrará una mayor flexibilidad de la persona y su
contribución y eficacia a la organización será mayor. Dentro de
este nuevo enfoque tendrán premio aquellos empleados que crean en la compañía y
que se crezcan ante los retos más complejos y difíciles. Los CEO tendrán que
lidiar con nuevas profesiones que se demandarán en los próximos años, tales
como expertos para el seguimiento de campañas (traffickers), analistas de
comercio digital, especialistas en SEO (posicionamiento en Internet), gestores
de e-commerce y los mejores profesionales en desarrollo de apps. Por todo
ello saber interaccionar bien con cada una de las distintas áreas será
fundamental en las empresas, ya que la diversidad de generaciones, de género y
de globalidades será esencial para triunfar en los negocios.
Así
pues, resumiendo este nuevo liderazgo se podría decir que tendrá que mirar al
futuro con optimismo y tranquilidad, para lo cual deberá gestionar la
información de forma racional y con visión de futuro, esto requerirá templanza frente
a las incertidumbres y vaivenes del mercado a los que se verá sometido. Tratará
a los empleados desde un prisma humano y comprensible con la diversidad. Por
otro lado, deberá estar entrenado para ejecutar los cambios constantes que
se sucederán de aquí a los próximos cinco años. Su imagen deberá ser impoluta,
cuidando las formas en el mundo off-online, y adaptándose al entorno en base a
las necesidades, gestionando expectativas, siendo equilibrado con sus
stakeholders, humilde, amante de la innovación, presente en las redes sociales,
cercano a la tecnología, líder de opinión…
Si el CEO Bergoglio ha
emprendió dicho liderazgo y cambio con 77 años cuando fue nombrado Papa, en la
institución más longeva e inamovible que existe en la humanidad, ¿Qué CEO puede
poner excusas para no hacer lo mismo en su compañía, pese a las reticencias y
dificultades que se encuentre? El tiempo será el juez de lo que cada uno realice…los
hechos no admiten discusión y a Bergoglio en los tres años que lleva de Papa, le
han servido para demostrar al mundo que lidera con mano firme el cambio que le
ha tocado vivir.
Ya lo dijo Mario José Bergoglio o "Papa Francisco":"Miremos también a las empresas que
están en dificultad. A las que según los viejos patrones conviene dejar morir y
que en cambio pueden revivir con las iniciativas que ustedes llaman "Workers
buy out", empresas recuperadas, en mi idioma. Soy un hincha de las empresas
recuperadas”
Está claro que el cambio lo provocan los valientes !!!
ResponderEliminar