domingo, 19 de noviembre de 2017

CEO SIN SEGUIDORES..."LIDERAZGO GENUINO" ARRINCONADO



Había una vez una ciudad que se llamaba Hamelín donde todos sus habitantes vivían felices, o, al menos, hasta que llegó una invasión de ratones que lleno todas las calles y casas de estos inofensivos pero molestos animales. 
El principal problema de los ratones es que estos acababan con todas las cosechas y la gente tenía miedo de quedarse sin reservas para los próximos meses, es por ello que el alcalde de la ciudad ofreció una gran cantidad de dinero a la persona que consiguiese deshacerse de todos los ratones.
De entre los que aparecieron, destacaba un flautista que se comprometió a acabar con la invasión. El alcalde aceptó y el flautista empezó a tocar su flauta para intentar atraer a los ratones. Poco después de empezar a tocar su hermosa melodía, uno a uno todos los ratones del pueblo empezaron a seguirle de forma que fue alejándolos poco a poco de la ciudad hasta llegar a un río donde acabaron todos ellos en su fondo. 
Fue entonces cuando el flautista volvió de nuevo a la ciudad para cobrar su suculenta recompensa. El caso es que el alcalde y sus compañeros, a no tener ya el problema, pensaron que porque deberían de pagar a este buen hombre que les ayudó a eliminar esta peligrosa epidemia de ratones, es por ello que decidieron no pagar al flautista.
Esto hizo que el flautista se enfadase y decidió que comenzaría de nuevo a tocar de nuevo la flauta, pero en esta ocasión, los que le seguirían no serán los ratones sino los niños del pueblo. Y así como lo pensó lo cumplió, por mucho que los padres llamaban a sus pequeños, ellos no hacían caso.
Finalmente, el flautista consiguió llevárselos muy lejos, por lo que el pueblo se quedó sin niños para siempre llenando de tristeza la población. Esto enseño una gran lección tanto al alcalde como a los aldeanos…

El liderazgo es el arte de la persuasión, el acto de motivar a la gente a hacer más de lo que nunca creyó posible en pos de un bien mayor. No tiene nada que ver con el cargo o mando que una compañía asigna a una persona, por supuesto uno no es un líder por tener a gente que le reporte, un verdadero líder tiene influencia social. Como decía John Quincy Adams, “si tus acciones inspiran a los demás a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en más, entonces puedes considerarte un líder”. Desgraciadamente en muchas compañías el liderazgo brilla por su ausencia, ya que existe un divorcio total entre el CEO y su plantilla. Cuando un CEO es esclavo de su status quo, carece de visión para motivar a las personas que le rodean para ser mejores. El CEO de una compañía sabe que solo con los recursos humanos de su compañía puede lograr el éxito, los negocios no generan valor; lo generan las personas. Investigaciones realizadas por la consultora McKinsey y The Conference Board, una asociación y grupo de investigación sin ánimo de lucro, encontraron en sus investigaciones que los CEO de todo el mundo consideran el capital humano como uno de los principales desafíos, sin embargo existe una enorme contradicción en dichos ejecutivos, ya que consideran a los recursos humanos como la octava o novena función más importante dentro de las compañías. Este hecho anormal tiene que cambiar de forma radical, ya que si por ejemplo el director financiero (CFO, por sus siglas en inglés) ha dado un salto de gigante en las últimas décadas hasta convertirse en un personaje clave en las compañías, el director de recursos humanos (CRHO por sus siglas en inglés) está en un segundo plano. La gestión del capital humano tiene que recibir la misma prioridad que llegó a recibir la del capital financiero durante la década de 1980, cuando empezó la era del "super CFO" y la reestructuración competitiva en serio. El CEO puede pensar que los directores de recursos humanos no entienden el verdadero alcance del corazón del negocio al tener una labor más de carácter administrativo, sin embargo esta afirmación está fuera de la realidad, ya que es el desarrollo de dichos recursos humanos es lo único que pueden garantizar la transformación y el crecimiento de la compañía mediante una planificación y desarrollo de sus competencias y habilidades. 

Existe un error intrínseco dentro de las organizaciones que hace que los CEO jamás consigan liderar las organizaciones que encabezan, es la de ignorar la distinción que establecía Max Weber entre poder y autoridad. Tanto el poder como la autoridad sirven para que unos empleados hagan lo que otra persona plantea, propone o decide. La diferencia sustancial es que la fuente del poder es la coacción, mientras que la fuente de la autoridad es la voluntad. Las compañías llevan décadas cometiendo el error de intentar imponer estructuras de poder a las estructuras de autoridad ya existentes. Sin embargo esto ha sido totalmente contraproducente, ya que en toda compañía existen “lideres naturales”, son esas personas que rara vez aparecen en las posiciones más relevantes de los organigramas, sin embargo son vistos por los demás empleados como personas de refutada autoridad ya que se han ganado el respeto y la credibilidad por méritos propios. Por el contrario, a muchos de los líderes impuestos, es decir, a esas personas a las que la compañía ha dotado de poder a pesar de carecer de autoridad, se les sigue únicamente porque pueden ejercer la coacción, independientemente de que luego lo hagan o no. Como dice Benno Borer: “El liderazgo consiste en servir y empoderar a los demás”.




El mayor error y desperdicio que comete el CEO en una compañía es ignorar las redes genuinas de autoridad (personas que poseen esta cualidad en su liderazgo), este hecho ocurre cuando se impone sobre ellas redes artificiales de personas que ni tienen, ni poseen ningún tipo de liderazgo sobre el resto de los empleados. Esto lo que genera es un rechazo y desafección del resto de la plantilla hacia los objetivos y metas que el CEO y su equipo directivo fijan, ya que los mismos son vistos y percibidos como incompetentes, este hecho termina siendo un lastre para el desarrollo y sostenibilidad de la compañía. 


En el cuento de “El flautista de Hamelin” se hace especial hincapié en el valor que tiene la honradez, el flautista prometió librar a un pueblo entero de la plaga de ratas que lo azotaba a cambio de una recompensa, sin embargo, el alcalde no cumplió su palabra causando con ello un hecho que lamentarían para siempre. En las compañías, el trabajo del conocimiento y la sociedad en red hacia la que se dirigen, hace imprescindible que los CEO utilicen las redes existentes de autoridad, potenciándolas, para aprovechar al máximo su capacidad natural. Lo contrario, es crear estructuras artificiales que además resultan disfuncionales, al carecer de sentido y lo único que generan es desafección dentro de las compañías. Cuando se implante este hecho se pondrá fin a décadas de “liderazgo artificial” para aprovechar por fin el inmenso potencial que tiene el “liderazgo natural” que existe dentro de las compañías.
 

Ya lo dijo Dwight David "Ike" Eisenhower: “Liderazgo es el arte de hacer que alguien haga algo que tú quieres porque la persona quiere hacerlo”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario