En una pequeña aldea vivía
un mendigo muy conocido por todos sus habitantes, por su asombrosa capacidad
para dar consejos y ayudar a las personas. El mendigo, sólo pedía la voluntad
por ofrecer sus sabias palabras a los habitantes del pueblo. Tal llegó a ser su
fama que el Rey, sorprendido por lo que le contaban, decidió visitarlo y
pedirle consejo. Tras visitarle, el Rey quedó muy satisfecho con los consejos
del mendigo y le pidió que le acompañase al palacio para que pudiese ayudarle
en las tareas del día a día. El mendigo accedió y se marchó a vivir a un
suntuoso palacio.
Cada día que pasaba, el
Rey se mostraba más satisfecho con la ayuda del mendigo hasta que decidió prescindir
de todos sus consejeros.
Uno de estos consejeros,
resentido por la decisión del Rey, decidió espiar al mendigo para descubrir de
donde venía su capacidad para aconsejar tan sabiamente. Para su sorpresa
descubrió que el mendigo abandonaba el palacio al atardecer y volvía a él antes
de que amaneciese.
Un buen día decidió seguirle para ver qué
hacía durante esas horas que se ausentaba del palacio. Sorprendido vio como el
mendigo se dirigía al anochecer a una cabaña que se encontraba a las afueras
del palacio. Ahí, el mendigo se despojaba de sus ricos ropajes y se volvía a
poner sus antiguos harapos. Luego se acostaba en el suelo sobre un lecho de
paja. Por la mañana, el mendigo se volvía a poner sus ricas vestimentas y
volvía a palacio.
El consejero se dirigió al mendigo y le
preguntó:
-“Mendigo, cuál es el motivo por el que te
despojas de tus ropas para volver a ponerte tus harapos y duermes sobre el duro
suelo pudiendo dormir sobre un lecho cómodo en el palacio”.
-“Muy sencillo”, le contestó el mendigo.
“Para no olvidarme nunca del lugar de donde vengo”.
El término procrastinar proviene del verbo latin procrastinare,
formado por pro, "hacia", y crastinus, "relativo al mañana". El hecho
de que hoy la voz procrastinar esté en boca de muchos psicólogos y
neurocientíficos se debe quizá a la fuerte influencia del inglés procrastinate, término muy común en
este idioma que se refiere igualmente al acto de posponer una tarea pendiente
en favor de otra menos prioritaria pero más placentera. A veces se confunde el
procrastinar con ser un zángano o vago, sin embargo no es lo mismo. Un ejemplo, cuando una persona tiene dos obligaciones y se tumba a la bartola en
lugar de realizar las mismas, está haciendo el zángano. Sin embargo cuando una
persona procrastina, lo que hace es que escoger la menos prioritaria, dedicándose a la más placentera.
Para
el profesor de psicología Manuel Armayones, “la
faceta de procrastinar está muy ligada a un nivel de exigencia de cada
individuo, ya que castiga todo aquello que no sea estar haciendo lo correcto”.
La presión a la que se exponen las personas en su ámbito laboral deja poco
margen a que los empleados procrastinen de motu
propio en sus compañías, sin embargo este elevado nivel de exigencia en el
ámbito laboral junto a la acción de hacerlo en la vida privada, puede conducir
a que el individuo se vea desbordado y caiga en problemas emocionales. En el
fondo, lo que existe es una pérdida de control del individuo que en muchas
ocasiones genera un malestar sensitivo, terminando dicha situación en un
sentimiento de culpabilidad por no haber planificado la tarea mejor.
Los
psicólogos nos explican que la verdadera razón de procrastinar
está en nuestro subconsciente ya
que evitamos hacer algo porque nos causa dolor, malestar, desazón o cualquier
otra sensación negativa. Y todo esto sucede
muchas veces porque a algunas personas les gusta ir dejando las cuestiones
importantes para hacerlas bajo presión, ya que esta si les obliga, sin embargo
todo el mundo sabe lo malo que es ir dejando la tarea para luego hacerla con el
tiempo justo o para no hacerla. Los expertos aseguran que sentir que tienes que hacer algo y no
ponerte a ello es una fuente importante de ansiedad en el trabajo. Detrás de
quien procrastina se encuentra un individuo que padece miedo al fracaso y a hacerse
responsable de sus decisiones.
En el mundo corporativo
esta situación tiene consecuencias muy negativas, piénsese que a mayor
responsabilidad de la persona dentro de la compañía, mayor es el daño que se
realiza cuando se demora las acciones que necesita. No es lo mismo
que un comercial no realice una venta minorista a que un directivo no tome las
decisiones que necesita su compañía en temas como; Clima Laboral,
calidad, recursos humanos, etc., ya que si bien el primero está
impactando en los ingresos de la compañía de forma parcial, la
decisión del directivo puede comprometer la viabilidad de la misma.
Todo esto se puede resumir en la siguiente frase de Bill Gates,
fundador de Microsoft: "si 20 personas concretas
dejaran Microsoft, la empresa quebraría".
Es por todo ello que los
expertos recomiendan que para luchar contra el hábito de procrastinar vale más
dejar varias tareas al 80% que centrarse en terminar una al 100%. Insistir en
mejorar algo puede llevarte a estancarte. Ya que la percepción es muy distinta
cuando uno tiene tres tareas bien hechas que cuando siente que tiene una
perfecta y dos sin empezar. En ese caso, aumenta su nivel de estrés y
tienes la sensación de estar más al límite. Todo ello se hace con la
finalidad básica de luchar contra la famosa Ley de Parkinson, que
dice, "todo el trabajo se dilata indefinidamente hasta completar
todo el tiempo disponible para su completa realización". Es decir,
no ocupes todo tú tiempo en hacer una tarea que podrías hacer en dos horas si
solo tuvieras dos horas.
Algunas acciones que recomiendan los expertos al individuo para luchar contra el procrastinar, pueden ser:
- Asignarse tareas que se puedan realizar
- Compartir con los demás los plazos que se haya fijado en su tarea
- Solicitar ayuda a las demás personas para alcanzar las metas
- Evitar las distracciones, sobre todo las proporcionadas por la tecnología
- Márquese jalones o metas intermedias en las tareas, con ello conseguirá ir viendo el recorrido de su meta final
- Retribúyase en función de las metas que vaya alcanzando
- Por último, sobre todo, oblíguese a empezar
Para
terminar este post, quiero decir que a los empleados en una gran mayoría
no necesitan que les aconsejen como hacia el mendigo al comienzo de este post,
sino que lo que mayormente necesitan es que se les escuchen. La
sociedad ejerce una importante presión sobre la autoestima de las personas, ya
que el éxito es una obligación para todos. Sin embargo, en el ámbito
laboral hay que asumir que las cosas llevan un esfuerzo y que solo las personas
que se atreven a fracasar pueden alcanzar el éxito. Muchas veces los
empleados se asustan porque ven las tareas de forma global, sin embargo hay que
tener una visión diferente, es una secuencia de hechos lo que conduce
finalmente al objetivo, otra cosa es que los mismos (empleados) encuentren
facilidades...para llegar al mismo.
Ya lo digo
Larry Page cofundador de Google: “Si puedes gestionar una empresa de una
forma más colaborativa, más participativa, donde tus empleados y asistentes
participan de los procesos y de la gestión de la empresa, vas a obtener sin lugar
a dudas, un mejor resultado”.
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