Fue el profesor Robert
Feldmande de la facultad de psicología de la Universidad de Massachusetts,
quien afirmó que muchas de nuestras conversaciones más cotidianas están
plagadas de esas mismas verdades incompletas. No obstante, el 98% de ellas son inofensivas,
no dañinas e incluso funcionales (como
decir a una persona con la que no tenemos mucha confianza “que estamos bien,
tirando con esto y lo otro”, cuando en realidad, estamos pasando un comento
complicado). Sin embargo, el 2% restante sí evidencia esa media
verdad camuflada, esa estrategia perversa donde la falacia de la verdad a
medias ejecuta un engaño expreso por omisión. Ahí es donde, además la persona
pretende salir indemne al justificarse con la idea de que como su mentira no es
completa, no hay ofensa. Puede que a muchos de
nosotros nos hayan alimentado durante un tiempo con esas verdades a medias, que,
a fin de cuentas, son mentiras completas. Puede que nos hayan regalado también
falsedades piadosas o que incluso nos hayan repetido una y otra vez una misma
mentira con la esperanza de que la asumiéramos como una verdad. Sin
embargo, tarde o temprano esa verdad acaba ascendiendo como un corcho que emerge
del agua turbia de la ficticia realidad.
América Móvil fue una de las
primeras compradoras de los activos de Telefónica en Centroamérica http://bit.ly/2vt9f54 Según recoge hoy un
diario la noticia http://bit.ly/2SCA13a, la
compañía de telecomunicaciones América Móvil, propiedad del multimillonario
mexicano Carlos Slim, registró unos beneficios netos con un
aumento del 63,4% en el cuarto trimestre del 2019 con respecto al mismo periodo
del año anterior. Al cierre del cuarto trimestre de 2019, el beneficio neto de
América Móvil fue de 1.135,2 millones de dólares, un 63,4% superiores a los
694,7 millones de dólares, del mismo periodo de 2018. Los
beneficios netos de enero a diciembre del año 2019 alcanzaron la cifra de
3.627,8 millones de dólares, un aumento del 28,8% sobre los 2,815,5 millones de
dólares del año anterior.
América Móvil formó parte,
el pasado mes de enero, de uno de los primeros acuerdos para la venta de los
negocios de Telefónica en Centroamérica. Telefónica llegó a un acuerdo con el operador del mexicano Carlos Slim, para vender su
negocio en El Salvador y Guatemala por 570 millones de euros (648 millones de
dólares). El objetivo era claro: reducir la deuda financiera del grupo español.
Las adquisiciones de dichos activos al operador español han sentado
estupendamente al operador mejicano, ya que el beneficio operativo de los
últimos tres meses del 2019 aumentó un 24,3%, hasta los 2.390 millones de dólares,
comparado con los 1.923,2 millones de dólares del mismo periodo del año
anterior. Los ingresos del cuarto trimestre del año 2019 alcanzaron los
14.096,2 millones de dólares. Según la compañía, "en términos
de pesos mexicanos, nuestros ingresos se mantuvieron sin cambios de forma
anual, lo que refleja la depreciación de nuestras monedas", puntualizó la compañía
en su informe. La empresa reportó un Ebitda (resultado bruto de explotación)
ajustado de 4.378,6 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2019; con una
mejoría de 13,9% comparada con los 3.844,8 millones del cuarto trimestre del
2018. Al cierre de 2019 la deuda neta total de América Móvil alcanzó los
36.261 millones de dólares, 385,6 menos que a finales del 2018, señaló.
La empresa terminó 2019 con 278 millones de suscriptores de líneas móviles,
después 689.000 desconexiones netas; la base de post pago creció el 8,1% hasta
los 89 millones de clientes.
El 24 de enero del 2019, recogía la prensa la noticia de dicha venta a América Móvil y el periodista escribía el siguiente párrafo en dicha noticia, “esta es la primera operación para completar su salida de Centroamérica. La compañía busca vender todos los activos de estos países, en los que la regulación representa un particular “quebradero de cabeza” para la teleco española, tal y como reconocen fuentes cercanas a la empresa. Dadas las circunstancias del mercado y el interés de los compradores, Álvarez-Pallete ha decidido dividir la venta en los diferentes países”. La pregunta que surge ante dicha noticia es, ¿Por qué para los directivos de Telefónica era un “quebradero de cabeza” y para Carlos Slim no, si el activo era el mismo? Lo que parece bastante claro y evidente es que la venta de dicho activo fue una enajenación de patrimonio no por ser un mal negocio como reflejan las cuentas de América Móvil, sino que se hizo con el fin de tapar con dichos fondos otras necesidades, como deuda, dividendo, etc., que lo único que ha generado es que la compañía pierda unos recursos preciosos para poder seguir creciendo en Latinoamérica, su mercado natural. Los activos de Telefónica en Centroamérica que se vendieron tenían dos décadas de antiguedad, tienen su origen en el año 1998, cuando se inició la privatización de las telecomunicaciones de El Salvador. El peso del negocio era relativo para el grupo Telefónica, entre enero y septiembre del año 2019 en dicha región generó unos ingresos de 645 millones de euros (-2,6%), lo que supuso uno de cada cinco euros (20%) de los registrados por la división Hispam Norte.
El 24 de enero del 2019, recogía la prensa la noticia de dicha venta a América Móvil y el periodista escribía el siguiente párrafo en dicha noticia, “esta es la primera operación para completar su salida de Centroamérica. La compañía busca vender todos los activos de estos países, en los que la regulación representa un particular “quebradero de cabeza” para la teleco española, tal y como reconocen fuentes cercanas a la empresa. Dadas las circunstancias del mercado y el interés de los compradores, Álvarez-Pallete ha decidido dividir la venta en los diferentes países”. La pregunta que surge ante dicha noticia es, ¿Por qué para los directivos de Telefónica era un “quebradero de cabeza” y para Carlos Slim no, si el activo era el mismo? Lo que parece bastante claro y evidente es que la venta de dicho activo fue una enajenación de patrimonio no por ser un mal negocio como reflejan las cuentas de América Móvil, sino que se hizo con el fin de tapar con dichos fondos otras necesidades, como deuda, dividendo, etc., que lo único que ha generado es que la compañía pierda unos recursos preciosos para poder seguir creciendo en Latinoamérica, su mercado natural. Los activos de Telefónica en Centroamérica que se vendieron tenían dos décadas de antiguedad, tienen su origen en el año 1998, cuando se inició la privatización de las telecomunicaciones de El Salvador. El peso del negocio era relativo para el grupo Telefónica, entre enero y septiembre del año 2019 en dicha región generó unos ingresos de 645 millones de euros (-2,6%), lo que supuso uno de cada cinco euros (20%) de los registrados por la división Hispam Norte.
Conviene recordar cuales son
los activos para aquellos que no sepan las magnitudes de la spin-off constituida
de Telefónica en Latinoamérica, los cuales se pretende enajenar total o
parcialmente. Según datos de la compañía a 30 de
septiembre del año 2019, los accesos alcanzaban los 117,6706 millones de accesos
y la facturación alcanzó los 7.665 millones de euros. Esto datos suponen
a nivel de grupo Telefónica, el 34,02% de los accesos y el 21,27% de
los ingresos. Y todo ello según CEPAL, Latinoamérica alcanzará los 650 millones
de personas este 2020 y donde las perspectivas de crecimiento económico del PIB según el
FMI alcanzara el 28,7% en los próximos años.
En nuestro día a día algunas
personas suelen mentir o decir medias verdades en muchas de sus conversaciones.
El ¿por qué lo hacen?, ¿cuáles son sus consecuencias? o ¿qué se debería
esperar?, son cuestiones muchas veces que rayan y distorsionan la condición
humana. No hay quizás peor persona que la que hace uso constante de las medias
verdades, porque quien conjuga la verdad con la falsedad, tarde o temprano
evidencia la mentira completa. Los engaños disfrazados de buenas
maneras tienden a salir a flote más bien pronto que tarde, al igual que las
mentiras enteras. Decía Unamuno que no hay tonto bueno. Que todos, a su manera, saben
conspirar y desplegar eficaces artimañas para cogernos desprevenidos. Ahora
bien, si hay algo que abunda en exceso en nuestra sociedad no son precisamente
los tontos ni los ingenuos, más bien se diría que nos rodean un montón de espabilados.
La mentira incompleta o la verdad a medias es la estrategia más familiar que
vemos en casi todos nuestros contextos en la sociedad, en especial en las esferas de
la política y económica.
Ya lo dijo Nietzsche: “La mentira es una condición de
vida”.
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