La palabra anumerismo (en inglés innumeracy) es un término acuñado por el matemático y
divulgador norteamericano John Allen Paulos hace 32 años en su libro “El hombre anumérico”, en el cual se describe la incapacidad de muchas personas “de
manejar cómodamente los conceptos fundamentales de número y azar”. Una
persona anumérica es aquella que desde el punto de vista de las matemáticas es
analfabeta, independientemente de su capacidad para desenvolverse en otros
campos y de su nivel de formación. En este sentido, un anumerismo sería una
expresión en la que se comete un error grave de concepto, bien numérico o bien
de probabilidad (o incluso de ambos tipos). Emilio Lledó, profesor de Historia de la Filosofía y académico,
reivindica también las matemáticas como una luz para alumbrar un mundo
de manipulación informativa. "Esta ciencia es una lucha constante con la
verdad porque en ella, en su exactitud, no caben las ideas mentirosas".
Lledó recuerda su etimología: del griego máthema, aprender. Y
no solo aprender, sino experimentar. Y no solo experimentar, sino
deducir. Y no solo deducir, sino demostrar. Y no solo demostrar, sino
estar en contacto con lo verdadero. "Y todo esto", lamenta, "no puede
estar muy de moda en un universo que tiende a la falsedad". Las matemáticas tienen una
aplicación práctica en otras ramas del saber. Ayudan a entender el mundo en
el que vivimos, a tomar mejores decisiones, a ser ciudadanos más responsables y
a vacunarnos contra la manipulación. Bertrand Russell decía en su
ensayo “La conquista de la felicidad”, que si no se había suicidado en su
adolescencia fue porque quería saber más de matemáticas. Sin tanto dramatismo
pero con el mismo entusiasmo, el filósofo Emilio Lledó se emociona hablando de un mundo que no es
estrictamente el suyo. "Tengo un hijo matemático y me doy
cuenta de lo que goza con lo que descubre. Intenté leer su tesis doctoral, no
entendía mucho pero sí me daba cuenta de que hablaba de un universo
maravilloso". ¿Por qué esa fascinación por una realidad que ni
siquiera podemos ver? "Tal vez porque somos fórmulas perfectas en un
universo hilado en deducciones, análisis, intuiciones...", concluye Lledó.
La sociedad española llevan unos 4 años aproximadamente sufriendo la manipulación sin ambages por parte de algunos directivos de compañías, donde las cifras que presentan en la presentación de sus resultados, se pueden calificar de todo menos de buenas. Pero quizás lo que más llama más la atención sin lugar a dudas, es el desparpajo que utilizan para llamar a las cosas con una terminología “torticera” y engañosa, que en el fondo tiene un sentido totalmente opuesto al que se le quiere manifestar, así por ejemplo utilizan términos como; monetizar, maximizar el valor, etc. http://bit.ly/35HmOM7 para llamar a lo que toda la vida fue enajenar o vender un activo. En el fondo, no es más que ese anumerismo que se pretende trasladar a los diferentes stakeholders de la compañía, con el fin de engañar y llevar a su huerto de intereses particulares (permanencia en cargo), a unos accionistas que en algunos casos han perdido 500 millones de euros en su paquete de acciones como bien recoge hoy la prensa. http://bit.ly/322jHNt La pregunta que a un profano le surge es la siguiente, ¿Quién vela por los intereses de los accionistas de dicho banco, cuando de la participación que tienen en una compañía como es en la teleco, se resigna y lo deja en un mero colchón de liquidez? Acaso el Banco de España no debería de tomar cartas en el asunto visto la forma de gestión que lleva dicho equipo directivo de la entidad financiera. Desde el 4 de noviembre de 2014 la supervisión de las entidades de crédito españolas y del resto de países de la Eurozona se encuentra a cargo del Mecanismo Único de Supervisión, un sistema dirigido por el Banco Central Europeo (BCE) y en el que participan las autoridades supervisoras nacionales, como el Banco de España. El modelo de supervisión se basa en cuatro elementos:
- Una regulación efectiva y prudente, con normas de acceso y ejercicio de la actividad.
- Una supervisión continuada de las entidades, con recepción y análisis de información periódica e inspecciones in situ.
- Medidas de carácter corrector: requerimientos y recomendaciones, planes de saneamiento; intervención o sustitución de administradores.
- Un régimen disciplinario y sancionador que puede afectar tanto a las entidades como a sus administradores.
¿Acaso las cuatro reglas
mencionadas anteriormente no se ven socavadas cuando desde el equipo gestor de, se ponen de perfil ante la minusvalía que sufre dicha participación del banco? La sociedad española lleva años asistiendo a
una forma de gestionar los intereses de los accionistas, que es de todo, menos
sana, ética, responsable, saludable, etc. Un ejemplo de esto último lo
hemos visto en el sector bancario español, algunas han sufrido una
pérdida de valor en bolsa que en algunos casos es escandalosa. Por ejemplo, la
presidenta del Banco de Santander, desde que llego a la presidencia del banco,
la acción ha perdido un 47,76% de su valor, sin embargo, el año pasado fue una
de las directivas que más ganó dentro de las compañías que pertenecen al
selectivo IBEX 35, con unos 11 millones de euros. Si vamos a otros
sectores nos encontraremos en parecidas situaciones, por ejemplo, las telecos. El
actual presidente del grupo Telefónica, llegó a la compañía cotizando la acción
a 9,31 euros la acción, hoy presenta una minusvalía del 32,23%, sin embargo, en
el año 2018, último año que se tiene constancia de sus retribuciones, las
mismas alcanzaron los 5,407 millones de euros. Por otro lado, la
retribución del actual presidente del BBVA durante el año 2019 fue de 7,4 millones de euros http://bit.ly/2UWLNrO motivo más que suficiente para que la
minusvalía que presenta en la teleco motive cuando menos una gestión mucho
mas activa de las participadas que posee el banco.
Todas estas realidades se
producen en un momento en el que algunas de estas compañías atraviesan procesos
complejos en su interior, después de un tiempo de gestión de dichos directivos,
como es, por ejemplo: cambios estratégicos en (Telefónica) o procesos judiciales por mala praxis en la gestión
como es en el caso del BBVA (caso Tandem)
o contrataciones fallidas de directivos
en el banco, Banco de Santander (caso
Orcel), http://bit.ly/32cS8RH, etc. En este caso del anumerismo empresarial, no viene del desconocimiento de las personas que dirigen dichas
entidades con respecto a los números por su gestión, viene de la manipulación que
se efectúa de dichos números con el fin de que no muestren lo que están diciendo,
que la gestión es manifiestamente mejorable. Para Juan Etxeberria Murguiondo,
profesor del departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en
Educación de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), existe un “anumerismo
estadístico, que es la falta de entrenamiento y soltura a la hora de leer,
trabajar y razonar con los números y conceptos matemáticos básicos.
Por ejemplo, todavía hay muchas personas
que creen que van a ganar dinero apostando en las distintas variantes de juego
que están permeando en la sociedad como mancha de aceite que avanza de forma
muy peligrosa, sin darse cuenta de que quienes de verdad ganan, y mucho, son
las empresas que invierten tanto dinero en publicidad que se paga con el dinero
que pierden las personas que apuestan. Estamos oxidados cuando se trata de
razonar con números y muchos se aprovechan de ello”, afirma.
Para terminar el post, hay que decir que los usos
interesados que a veces realizan los directivos de las compañías que las
dirigen, están más relacionados con las falacias pseudocientíficas que con el
estudio concienzudo de la creación y distribución de los recursos que manejan
en su gestión. Existe un lenguaje enmascarado por parte de dichos directivos,
con el fin de tapar y ocultar aquellas cuestiones fundamentales de la gestión
económica que realizan, todo sea, porque lo importante es que no se vea lo que
sucede dentro de las mismas…
Ya lo dijo Arthur Schopenhauer: “Toda
verdad pasa por tres etapas antes de ser reconocida. En la primera es
ridiculizada. En la segunda genera una violenta oposición. En la tercera
resulta aceptada como si fuera algo evidente.”
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