miércoles, 20 de abril de 2022

VALORES Y PRINCIPIOS EN EL MUNDO ECONÓMICO... ELEMENTOS INTANGIBLES QUE NO ENCUENTRAN SU ACOMODO EN LAS CÚPULAS DEL IBEX

 

Decía Platón que el alma humana está compuesta por tres partes: la racional, la voluntad, y los apetitos. Para él, una persona justa es aquella que el elemento racional apoyado por la voluntad controla los apetitos. Consideró al bien como un elemento esencial de la realidad, y que el mal no existe en sí mismo, sino que es un reflejo imperfecto del bien. Planteó que el bien supremo consiste en una perfecta imitación de Dios. La virtud facilita al hombre ordenar su conducta de acuerdo con los dictados de la razón y la conducta deviene una imitación de Dios. La virtud es, en Platón, el dominio de la parte racional del alma sobre la parte apetitiva (tendencia a lograr un fin sensible) y sobre la parte irascible (tendencia a evitar un daño sensible).

El 19 de abril se publicó un artículo en un diario nacional en el que se entrevistaba al presidente de Telefónica https://bit.ly/3rCjZs4 En la misma el ejecutivo hacía las siguientes afirmaciones:

"Cuando irrumpe la tecnología como está irrumpiendo, al final lo que hay que cuestionarse es con qué valores quieres vivir en este nuevo mundo. Y eso es algo que tenemos que definir entre todos y en lo que tenemos que situar a las personas en el centro".

El presidente ejecutivo de Telefónica recordó que nunca se ha visto una mayor acumulación de tecnología en la historia de la humanidad como la que está viviendo la generación actual. Sin embargo, remarcó que no es el momento de la tecnología, "ya que está aquí", sino el de las ciencias humanas.

"Es el momento de los filósofos digitales, los sociólogos digitales, los antropólogos digitales y los abogados digitales para que nos ayuden a redactar las normas de este nuevo mundo, cuáles son los derechos y las obligaciones esenciales de las personas y las máquinas en este momento".

Álvarez-Pallete remarcó que vamos a tener "toda la tecnología que queramos", así como que nunca han existido tantas herramientas para poder solucionar problemas, algunos que hasta ahora incluso no tenían solución. Por ello, reivindicó que estamos en el momento de las personas que usan la tecnología para un propósito concreto: hacer que la vida de los ciudadanos sea mejor.

El recurso a los valores es un hecho que viene desde hace tiempo siendo argumentado por parte del presidente de Telefónica, para incidir en la importancia de estos ante la cuarta revolución industrial en la que estamos inmersos (digitalización). La disputa por la prioridad entre la razón y la moral en el sistema de valores fue, desde la antigüedad, definida en favor de la razón, ya que el fundamento de la moral es un procedimiento racional. Aristóteles, alumno de Platón, postuló dos conceptos antropológicos fundamentales: el hombre es un ser pensante y es un ente político (ciudadano de polis). Estos dos conceptos están vinculados entre sí: el hombre deviene ciudadano de polis en la medida en que realiza sus posibilidades como un ser racional. La polís (en la antigua Grecia, comunidad política que se administraba por sí misma, constituida generalmente por una agrupación urbana y el territorio circundante) es una razón encarnada en las relaciones sociales de sus ciudadanos. Si Aristóteles entendía la actividad (práctica) como el tránsito de la posibilidad a la realidad, entonces la polís representaba una forma específica de praxis; mientras que la moral era simplemente la forma óptima de realización de la razón del individuo en la polís. Así que la moral adquiere su contenido en las virtudes de los ciudadanos. Contrariamente a los pensadores griegos que partieron de la idea de que existe una garantía metafísica, según la cual la razón siempre conduce al bien, a la justicia y a la felicidad, Kant consideraba que no existe una receta racional para alcanzar la felicidad para todos. El filósofo alemán nunca negó un hecho evidente: a los seres humanos les es propio querer la felicidad y aspirar a obtenerla a través de medios y circunstancias concretas. Sin embargo, “determinar con seguridad y universalidad que acción fomente la felicidad de un ser racional, es totalmente insoluble. Por eso no es posible con respecto a ella un imperativo que mande en sentido estricto realizar lo que nos haga feliz [sic]” (Kant, 1995: 38).

Los valores son una serie de principios universales por los que se rigen la mayoría de las personas. Nos sirven de guía para saber cómo conducirnos para vivir y evolucionar armónicamente en comunidad. Estos valores no están determinados ni por la cultura ni por la religión ni por el tiempo ni por ningún otro condicionante. Son innatos a la persona, perdurables en el tiempo y trasladables a cualquier lugar del mundo. Uno de los mayores problemas con que se encuentran en la actualidad los valores es con la doble moral de aquellos que pregonan las virtudes de estos en público, sin embargo, cuando llega el momento de pasar a la acción y ponerlos en práctica, se omiten o olvidan los mismos. Desgraciadamente esto pasa más frecuente de lo que uno desearía, no solo en la vida cotidiana, sino que qué se acrecienta en el mundo económico, político o social cuando la persona ve peligrar sus privilegios ante datos e información que corroboran dichos motivos. Un ejemplo de lo que digo se producen en las grandes compañías de nuestro país. Lo estamos viendo en dos aspectos que se producen en algunas compañías del IBEX, es el cobro de retribuciones por parte de los consejos pese al elevado rechazo que suscitan de sus accionistas https://bit.ly/3vuG6lH , el segundo hecho son los silencios tácitos que se producen en dichos consejos por parte de sus miembros al hecho de tener a algunos como investigados por la justicia, pese al grave impacto que dicho hecho tiene en la reputación de la compañía  https://bit.ly/3MgsGAd  

                                                                   Fuente: El Diario Vasco

En el mundo anglosajón, hace años se ha levantado un auténtico clamor social contra la retribución percibida por los principales directivos de compañías como AIG o RBS, que en la crisis del año 2008 con la quiebra de Lehman Brothers hubo que salvar con el dinero del contribuyente. Desde entonces nada ha cambiado, esta situación es un mal endémico sobre el buen funcionamiento de las sociedades cotizadas, materia en la que impera una doble moral. Dicha crisis tiene que ser enmarcada en una época en la que se perdieron los contrapesos del consenso social generado tras la Segunda Guerra Mundial, véase la presión fiscal, la intervención pública, los sindicatos y el reflejo crítico del modelo económico. Todos ellos fueron decayendo durante la década de los ochenta, mientras se afianzó una concepción economicista del hombre. La economía liberal ha sostenido siempre que la búsqueda de la riqueza individual maximiza el bienestar colectivo. Después de un largo periodo crítico inspirado en los principios keynesianos, la economía neoliberal, personalizada en la figura de Milton Friedman, retomó con fuerza el discurso de la minimización de lo público, con la subsiguiente legitimación del egoísmo como combustible de un modelo fallido en la economía capitalista. Públicamente los principales directivos de grandes compañías del IBEX proclaman su adhesión a los principios y recomendaciones del buen gobierno corporativo, para lo cual han creado comités de “compliance”, mientras que en el ámbito privado y en la propia dinámica de los consejos de administración se tienden a ignorar dichos principios en la mayoría de los casos en beneficio propio.

Se puede afirmar, que asumir los valores de una organización en la que nos interesa estar es una responsabilidad individual. La práctica de los valores expresa el grado de compromiso que se tiene con esa organización. Sin embargo, aunque todo esto suene simple y bonito, a las organizaciones les toma un gran esfuerzo que sus integrantes tengan valores compartidos y, en muchos casos, apenas se logra. Una parte de dicha situación se debe a esa doble moral que se percibe de los principales ejecutivos con respecto a los valores que se pregonan. Hay un dicho español muy sabio y certero a la situación que sufren los valores por parte de algunos directivos, “estar en misa y repicando”. Nos enseña que no se pueden hacer a un tiempo y con perfección dos cosas muy diferentes, por ser incompatibles la mayoría de las veces. 

Para terminar el post, quiero afirmar que los valores tanto como por su cualidad, positiva o negativa, o su materia, vienen caracterizados por su jerarquía o rango. La vida es, en buena medida, perspectiva y cada hombre ordena su vida desde un punto de vista o principio o estilo de existencia diferente. Cuando en una perspectiva se introduce un nuevo término, cambia automáticamente la jerarquía de los demás: por ello, la simple presencia de un nuevo valor puede deprimir el rango de los restantes valores afectando a multitud de personas que se encuentran en el entorno. En esa situación como dijo Platón al comienzo del post… Los apetitos del ser humano se apoderan de la racionalidad y por ende de su voluntad, ofreciendo hechos e imágenes nada reconfortantes para la sociedad.

Ya lo dijo Platón: “No es en los hombres sino en las cosas donde hay que buscar la verdad”.

 

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