Para
sobrevivir con cierta ventaja sobre los competidores las compañías deben de
recurrir al talento y creatividad de sus directivos, ser unos meros seguidores
de lo que se ordena da un valor relativamente pobre, este tipo de conducta y actitud del directivo es lo que se produce en las "compañías
chicle" según Ecequiel Barricart en su libro (Tú eres Dios y tu marca personal tu religión). En estas, sus
integrantes son masa y, como tal, el valor del individuo es nulo; en la que si existe una cultura corporativa el valor del individuo que deja su huella por su compromiso personal es
total, en estas los directivos saben que el talento de las personas
enriquece la misión de la misma, y, por tanto, el CEO espera que cada uno de
sus componentes aporte su experiencia, conocimiento y creatividad, en la
ejecución de sus competencias.
En" la "compañía chicle" los
directivos son puros ejecutores que recogen el recado de su CEO y
lo aplican sin implicar en el proceso su cerebro ni su "alma",
su aportación de valor y conocimiento a la compañía cuando se lleva al extremo
es muy pobre. Generalmente las "compañías chicle" son elefantes con
miedo, miedo a que alguien tome decisiones o, dicho de otra manera, a que
alguien se equivoque. Esto mata la innovación en
las organizaciones, no se puede crear, producir algo nuevo si la empresa vive
atenazada por el miedo al fracaso. Irremediablemente, esta situación arroja al directivo
a una zona mal llamada de confort, que a su vez es el comienzo del final de su carrera y el comienzo de su “hibernación”: mucho frío, estás vivo, pero
no eres nadie. Para cualquier persona que pase años en este tipo de empresas es demoledor para la
creatividad y crecimiento del trabajador y no digamos para su carrera
profesional. Porque al final, lo que ocurre según Ecequiel Barricart, es que "donde
había una persona hay parte de una masa, donde había talento hay un chico de
los recados y donde había creatividad, hay miedo".
Para
reconducir esta situación el directivo debe de crear su propia
"huella" dentro de la compañía, con ella conseguirá en primer lugar
tener un cierto grado de salud dentro de su vida laboral, su sentimiento de
inutilidad desaparecerá y posteriormente su conocimiento y emprendimiento serán
puestos al servicio de la compañía para la que trabaja. Esto dará un sentido y
compromiso a su trabajo con la visión establecida dentro de la compañía, y por
otro lado se está mandando un mensaje fuerte a sus "stakeholders"
(grupos de interés),de contar con los mejores directivos dentro de la
compañía, algo que alertará e influenciará a sus competidores.
Las
personas no son objetos,
son sujetos con capacidades para crear y desarrollar. Nuestro cerebro como
órgano principal y fuente de nuestro talento, entra en dificultades cuando el
mismo se ve sometido al estrés, ansiedad o miedo que va adquiriendo según se
desarrolla la actividad. Entonces ese estrés se convierte en distrés (estrés
malo), el cual intoxica y toma el control de nuestra vida y de nuestra
actividad, haciendo que nos volquemos muchas veces en tareas que no son
importantes, esto ocasiona que nuestro talento desaparezca. Es por todo ello
que, o los directivos crean su propia "huella" interior,
es decir su yo personal, o no aportaran ni permitiran aportar las
capacidades a las personas que trabajan con ellos, siendo esto un
verdadero fracaso para la compañía.
Ya
lo dijo Mihály Csikszentmihályi: "Una persona puede hacerse a sí
misma feliz o miserable independientemente de lo que esté realmente sucediendo
"fuera", tan solo cambiando los contenidos de su conciencia. Todos
conocemos individuos que pueden transformar situaciones desesperadas en
desafíos que superar, simplemente por la fuerza de su personalidad. Esta
capacidad de perseverar a pesar de los obstáculos y retrocesos es la cualidad
que la gente más admira en los demás y con justicia, porque es probablemente el
rasgo más importante, no sólo para tener éxito en la vida, sino también para
disfrutarla."
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