Un profesor
enseña un billete de 500€ a sus alumnos y les dice: "¿A quién le gustaría
tener este billete?" todos los alumnos levantan la mano.
Él arruga el billete y les
pregunta de nuevo: "Ahora, ¿quién lo quiere?" Las manos suben de
nuevo.
Él lanza el billete arrugado en el suelo, lo pisa y vuelve a preguntar: "¿Aún lo quieren?"
Los alumnos responden que sí y levantan la mano.
Entonces los mira y les dice:
Él lanza el billete arrugado en el suelo, lo pisa y vuelve a preguntar: "¿Aún lo quieren?"
Los alumnos responden que sí y levantan la mano.
Entonces los mira y les dice:
"Amigos míos, ustedes
han aprendido una lección muy importante el día de hoy: aunque he arrugado el
billete, lo he tirado y lo he pisoteado ustedes quieren todavía el billete,
porque su valor no ha cambiado, sigue con un valor de 500€.
Muchas veces en la vida,
te ofenden, personas te rechazan y los acontecimientos te sacuden. Sientes que
ya no vales nada, pero TU VALOR no cambiará NUNCA para la gente que realmente
te quiere.
Incluso
en los días en que estés en tu peor momento,
TU VALOR SIGUE SIENDO EL MISMO".
Los
alumnos aplaudieron emocionados...
No dudes nunca de tu valor... Siempre valdrás mucho para las personas que te quieren. NUNCA pero NUNCA valdrás menos, aunque así lo sientas.
No dudes nunca de tu valor... Siempre valdrás mucho para las personas que te quieren. NUNCA pero NUNCA valdrás menos, aunque así lo sientas.
¿Es más
importe en una compañía obtener beneficios? o tal vez, ¿es más importante el
producto y la satisfacción del cliente? Es evidente que, sin beneficios,
ninguna empresa puede tener continuidad por mucho tiempo, pero más importante
aún es tener un producto competitivo y lograr que los clientes queden
satisfechos. Sin esto, no hay beneficio duradero. El principal objeto de cualquier compañía debe
ser la prestación de un servicio o producto que satisfaga o supere las expectativas de
sus clientes, la capacidad de una empresa para sobrevivir y prosperar estará
directamente relacionada con lo bien que
sirve a sus clientes. De acuerdo, pero ¿quién es el artífice de este servicio?
Sin duda, quienes trabajan en la empresa, en sus diversos niveles; y, de otra
manera, también quienes aportan capital y el entorno social que permite
el éxito de la empresa. En definitiva, lo más importante de la empresa deben ser
las personas, empezando por los trabajadores que aportan, no algo externo a
ellos mismos, sino su actividad personal.
El Capital Humano son las características o
cualidades de los individuos de una compañía (aspectos intangibles como: la
formación, educación, escolarización, el conocimiento, la salud) o el nivel
de conocimiento que poseen, es decir su fuerza mental con la que contribuyen a
los objetivos de la compañía, sin embargo se ha comprobado que además de los
conocimientos también se requiere que tenga una actitud adecuada para crecer
dentro de la compañía y por tanto, a mostrar una conducta excelente a la
hora de desarrollar su trabajo. La actitud correcta es el primer paso
para producir Capital Humano y para poder crear valor en la
organización. Los empleados con mayor desempeño y ascenso en las
compañías, lo logran no únicamente por tener conocimientos únicos e
indispensables para desarrollar su función, sino que muestran una actitud
positiva frente al entorno; es decir, son personas que saben responder a las
necesidades de sus clientes, que conocen cómo deben relacionarse con los
proveedores y colaboradores de trabajo, que tienen las herramientas para tomar
decisiones cuando se requiere, que son capaces de trabajar en equipo y que son
proactivos con la iniciativa de estar un paso por delante de lo que demanda el
negocio. Para lograr esto hay que disponer de trabajadores que tengan deseo
continuo de aprender nuevas habilidades para desarrollar mejor su función. Este
deseo de aprender debe estar ligado a los valores y cultura de la organización, con ello se conseguirá atraer talento
de fuera de la compañía, generando un
efecto llamada de los mejores en la sociedad donde opera la compañía, con lo
que se conseguirá asegurar un crecimiento sostenible de la compañía. Así pues lo más
importante en una compañía es el empleado, si éste está motivado y comprometido,
trabajará a gusto, hará las cosas correctamente y el cliente será bien atendido
y, a su vez estará satisfecho, en consecuencia, se conseguirán los objetivos y,
por lo tanto, los accionistas recibirán su dividendo, lo mismo sucederá con los
proveedores sirviendo a una empresa sostenible.
En un momento en que el capitalismo se ha tambaleado
fruto de la crisis financiera, confieren una nueva forma al negocio y el talento de las compañías. Los mercados de talento y
consumo están imponiendo nuevas exigencias a las empresas, haciendo que las
preocupaciones sociales y comunitarias se eleven a nuevos niveles de prioridad.
Las regulaciones, particularmente en los mercados financieros, continúan
aumentando mientras que el rol de los reguladores sigue expandiéndose. ¿Cómo pueden las compañías
sembrar un sentido de misión, propósito y capitalismo consciente en su
plantilla para atraer y comprometer a su fuerza laboral en estos asuntos? Un ejemplo
de lo que digo es la capitalización de Microsoft, vale en Bolsa 100 veces el valor de
sus activos tangibles, tiene pocos activos además del edificio de su sede
central y su capitalización de mercado es de 350.000 millones de dólares. Hoy en
día las compañías tienen que gestionar a su fuerza laboral de una manera
distinta, generando el imperativo de innovar, transformarse y rediseñar las
prácticas de Capital Humano. Existe un libro que es un bestseller en Estados
Unidos que se titula Conscious Capitalism (Capitalismo
Consciente), en el mismo los autores parten de una premisa en forma de
autocrítica interna desde el propio sistema, que de paso sirva como respuesta a
los ataques que el capitalismo ha recibido desde fuera: “El capitalismo necesita tanto
una nueva narrativa como un nuevo fundamento ético, uno que refleje de forma
precisa su bondad o virtud intrínseca”. Dicho de otro modo, el
capitalismo ha vivido durante demasiado tiempo, argumentan los autores del
libro, en un estado de letargo, lo cual ha llevado a que “muchos directivos hayan
realizado negocios sin ser realmente conscientes de las consecuencias de esos
negocios, consecuencias a menudo dañinas para toda la sociedad”,
entre ellas, prosiguen, la entronización del principio de maximización del
valor para el accionista. Para John Mackey y Raj Sisodia es el momento de
despertar la consciencia del capitalismo en su libro considerado ya por la
crítica estadounidense, nada más salir al mercado, como el estandarte de una
nueva era en la creación de valor responsable o, como indica la obra, de la “liberación
del espíritu heroico de los negocios”.
Obviamente
para lograr de las personas esta motivación y compromiso hay que liderar buscando
la confianza en un ambiente de libertad donde la verdad sea siempre una
obligación y todo ello con un proyecto que ilusione y haga participes a las personas
que integran la compañía, los cuales tiene el derecho y la libertad de
vivir en la verdad. Lo importante es tener un proyecto y hacer partícipes del
mismo a tus colaboradores, que tienen todo el derecho y la legitimidad de saber
¿Por qué? y ¿Para qué trabajan? Algunos directivos priorizan los problemas
urgentes frente a los importantes, por urgentes debemos entender por ejemplo
variables como deuda, financiación, etc., pero esto puede hacer perder la
perspectiva de factores importantes a largo plazo como; cuidar a los empleados
y contar con ellos, ya que solo a través de ellos cuidaremos a los clientes. Creo
que esta es una clave vital en el tiempo actual en el que están compitiendo las
empresas.
http://bit.ly/1YCKJ6z
http://bit.ly/1YCKJ6z
La evidencia de que el mundo se encuentra en una nueva
era ha sido asumida incluso por un personaje muy poco sospechoso de
revolucionario como lo fue el Papa Juan Pablo II. El Papa, en su encíclica Centesimus
Annus del año 1991, recogió explícitamente que nos encontramos en una era en la
que la importancia relativa de los factores de producción ha evolucionado de manera
que el factor más determinante hoy es el conocimiento (las personas, por tanto,
ya que son sus depositarias).
Ya lo dijo Gary Becker: “La productividad de las
economías modernas depende en gran medida de lo que se invierte en la
adquisición de conocimientos y habilidades. Sin embargo, las estadísticas
gubernamentales no incluyen los gastos en capital humano como ahorro o inversión.
La educación, la capacitación laboral, el gasto en instituciones especializadas
y en los servicios de salud contribuyen al capital humano, que es una parte
integral de la riqueza de las naciones (...) De hecho, los economistas estiman
que el capital humano es responsable de más de la mitad de la riqueza de
Estados Unidos y de otros países desarrollados”.
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