De toda su extensa obra, es en el libro segundo y
tercero de Ética Nicomaquea que Aristóteles esboza en su teoría de las Virtudes,
su idea del miedo. Partiendo de la idea que de los actos nacen los hábitos, el padre de la escuela peripatética
sugiere que los actos humanos son plausibles de malograrse tanto por defecto
como por exceso. Un exceso de temor convierte a un hombre en cobarde, “y si de
todo huye” nada soportará mientras que por defecto el valiente puede terminar
convirtiéndose en un insensato y perder la vida. Sólo la medida justa (virtud)
puede conservar la compostura del hombre y llevarlo a la felicidad
(Aristóteles, Ética, II, v. II, p. 19).
El individuo puede luchar contra la
adversidad, puede gestionar las dificultades, incluso a veces puede ganar
batallas contra la enfermedad u otra dificultad, pero nada le reconforta
contra lo desconocido o imprevisible. Necesitamos hacer predecible todo aquello
que nos inquieta o amenaza para poder nombrarlo, etiquetarlo y hacerlo
predecible…pero siempre no es posible. Para este tipo de entorno las acciones
de observar, aprender, analizar, leer, buscar información y estimular la
curiosidad son fundamentales para poder fijar criterio dentro de dicha
incertidumbre. Un modelo de gestión bien elegido, puede ser una fuente de
creación de valor económico y social; un mal modelo de gestión puede llevarnos
a la ruina como ha sido por ejemplo al sector de las cajas de ahorro en la crisis económica que se ha padecido. La realidad nos muestra cada día que los
modelos de gestión actuales, heredados de la era industrial y basados en jerarquías
verticales tienen un coste muy elevado en términos de transparencia,
iniciativa, creatividad y compromiso de las personas que componen las
organizaciones. La realidad nos muestra un evidente declive
al que está sometido la gestión en estos momentos, se necesita volver a los
principios de gestión fundamentados en valores, con ello la gestión podrá ser
más ética, abierta, participativa y transparente, consiguiendo implicar a todo
el mundo dentro de las compañías.
Hay
que reinventar los sistemas de gestión y los procesos que los desarrollan, hay
que cuestionar lo que hacemos cada día como trabajadores y directivos
dentro de organizaciones. Actividades como: elaboración de la estrategia,
diseño de la estructura, fijación de los objetivos, construcción de equipos,
asignación de recursos y tareas, gestión del desempeño, toma de decisiones,
motivación del personal…etc., son todas acciones que hay que cuestionarse
buscando darles un sentido que comprometa a todos los individuos de las
organizaciones. Pero si existe algo que deben de preguntarse los directivos hoy en
día es ¿por qué los trabajadores están desvinculados de sus empresas y no
encuentran el propósito o el sentido de lo que hacen cada día en su trabajo?
La mayor dificultad que
presenta hoy en día este cambio que se necesita para gestionar esa
incertidumbre es que los directivos actuales no buscan un cambio profundo
donde se pongan a las personas en el centro de la gestión buscando recuperar la
credibilidad perdida, sino que lo que se busca es un pequeño lavado
de cara a las organizaciones donde no se aborden de raíz los problemas que
presentan, es la famosa frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “que todo
cambie para que todo siga siendo igual”.
Cuando una compañía o
emprendedor desea desarrollar una nueva idea o producto, el management
tradicional invita a iniciar el proceso desarrollando un plan de negocio que
identifique la necesidad del cliente, describa el producto o servicio, estime
el tamaño del mercado y realice proyecciones financieras. Sin embargo,
en condiciones de elevada incertidumbre, este modo de hacer las cosas ya no es
útil, existe una gran evidencia de casos en que debido al desconocimiento de
muchos factores relacionados con el mercado y la tecnología, el plan de negocio
inicial fracasa. En ese tipo de situaciones la planificación y el análisis no
son el mejor modo de llegar a la solución final. De ahí la necesidad de crear
metodologías que permitan aprender a través de la experimentación y prueba a través
de métodos de simulación que acerquen a una solución final predecible. Indicadores
como el VAN y el ROI, creados para niveles de incertidumbre menores hacen aguas
en entornos de alta incertidumbre, tampoco es recomendable buscar equipos humanos
con perfiles homogéneos y que encajen con la cultura corporativa, práctica
muy extendida para lograr consenso, esto debilita la opción de nuevas opiniones dentro de los equipos, no existe nada más perjudicial para una compañía que el seguidismo de todos sus miembros. La no aparición de nuevas ideas es letal para el devenir de muchas de ellas debido a ese miedo a retratarse de las personas de la cadena de mando frente a los superiores. Si la uniformidad es un elemento importante a la hora de
ejecutar y ser eficientes, no lo es cuando se pretende descubrir nuevas
oportunidades y romper la lógica dominante de la empresa. La
verdadera ventaja competitiva que existe hoy en día en las compañías que
triunfan es precisamente la gestión de esa incertidumbre, lo cual siempre va
acompañado de una rápida ejecución a la hora de gestionar, identificar
oportunidades e innovar con respecto a los competidores. Esto es algo que atañe
tanto a grandes empresas como a los emprendedores individuales, es necesario por
tanto un cambio de cultura profundo en el ámbito empresarial como en el
ámbito directivo que acelere el cambio y prepare a los líderes del
futuro para ser capaces de crear organizaciones más dinámicas frente a las
necesidades que demanda la sociedad del momento.
Algunas acciones que nos acercaran a esa organización
del futuro que gestionara la incertidumbre de forma conveniente son los
siguientes:
- Las personas experimentaran en entornos de elevada incertidumbre
- Se buscará descubrir y construir nuevos recursos
- Se buscarán contratar a perfiles más generalistas
- Estructuras de mando más horizontales
- Se potenciará la flexibilidad para descubrir dentro de la compañía
- Existirá una multiculturalidad dentro de la organización
- Existirán herramientas cualitativas para interactuar con clientes
- Se reducirán los costes fijos para ser flexibles
La administración de esa incertidumbre es una herramienta clave para
crear valor a través de las personas, las compañías no pueden estar
condicionadas por patrones de gestión del siglo pasado frente a los retos a los
que se enfrentan hoy en día en una sociedad hiperconectada. La gestión que se
realizó en dicho siglo pasado funcionó con unos parámetros de incertidumbre muy
reducidos, pero a la vez dicha gestión trajo un conjunto de prácticas
burocráticas que impulsaron prácticas como: el clientelismo, el desaliento por
la transparencia, se frustraba la experimentación, se disuadía el pensamiento
creativo y se sobrevaloraba la experiencia anterior frente a la creatividad y
la innovación. Las compañías ya
han emprendido un viaje sin retorno hacia ese nuevo modelo de gestión de la incertidumbre, se conoce su punto de partida, organizaciones jerárquicas, esencialmente
opacas y orientadas al poder, pero del que no conocemos en detalle el punto de
llegada, aunque si podemos adivinar algunos de los rasgos que tendrán: serán más transparentes, estarán orientadas a las personas, estarán fundamentadas en la
red-arquía y no en la jerarquía, tendrán más dialogo y menos imposición, habrá más
influencia y menos autoridad, más innovación y menos miedo, más confianza y
menos control, más propósito definido y menos retórica, etc. Con ello se pretende
no
tener que sacrificar la creatividad, motivación y pasión de las personas que
componen las organizaciones.
Ya
lo dijo Inmanuel Kant: “Se mide la inteligencia del individuo por
la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.”
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