miércoles, 16 de septiembre de 2015

INCERTIDUMBRE; EL COCO DE LOS DIRECTIVOS




De toda su extensa obra, es en el libro segundo y tercero de Ética Nicomaquea que Aristóteles esboza en su teoría de las Virtudes, su idea del miedo. Partiendo de la idea que de los actos nacen los hábitos, el padre de la escuela peripatética sugiere que los actos humanos son plausibles de malograrse tanto por defecto como por exceso. Un exceso de temor convierte a un hombre en cobarde, “y si de todo huye” nada soportará mientras que por defecto el valiente puede terminar convirtiéndose en un insensato y perder la vida. Sólo la medida justa (virtud) puede conservar la compostura del hombre y llevarlo a la felicidad (Aristóteles, Ética, II, v. II, p. 19).


El individuo puede luchar contra la adversidad, puede gestionar las dificultades, incluso a veces puede ganar batallas contra la enfermedad u otra dificultad, pero nada le reconforta contra lo desconocido o imprevisible. Necesitamos hacer predecible todo aquello que nos inquieta o amenaza para poder nombrarlo, etiquetarlo y hacerlo predecible…pero siempre no es posible. Para este tipo de entorno las acciones de observar, aprender, analizar, leer, buscar información y estimular la curiosidad son fundamentales para poder fijar criterio dentro de dicha incertidumbre. Un modelo de gestión bien elegido, puede ser una fuente de creación de valor económico y social; un mal modelo de gestión puede llevarnos a la ruina como ha sido por ejemplo al sector de las cajas de ahorro en la crisis económica que se ha padecido. La realidad nos muestra cada día que los modelos de gestión actuales, heredados de la era industrial y basados en  jerarquías verticales tienen un coste muy elevado en términos de transparencia, iniciativa, creatividad y compromiso de las personas que componen las organizaciones.  La realidad nos muestra un evidente declive al que está sometido la gestión en estos momentos, se necesita volver a los principios de gestión fundamentados en valores, con ello la gestión podrá ser más ética, abierta, participativa y transparente, consiguiendo implicar a todo el mundo dentro de las compañías. 


Hay que reinventar los sistemas de gestión y los procesos que los desarrollan, hay que cuestionar lo que hacemos cada día como trabajadores y directivos dentro de organizaciones. Actividades como: elaboración de la estrategia, diseño de la estructura, fijación de los objetivos, construcción de equipos, asignación de recursos y tareas, gestión del desempeño, toma de decisiones, motivación del personal…etc., son todas acciones que hay que cuestionarse buscando darles un sentido que comprometa a todos los individuos de las organizaciones. Pero si existe algo que deben de preguntarse los directivos hoy en día es ¿por qué los trabajadores están desvinculados de sus empresas y no encuentran el propósito o el sentido de lo que hacen cada día en su trabajo?


La mayor dificultad que presenta hoy en día este cambio que se necesita para gestionar esa incertidumbre es que los directivos actuales no buscan un cambio profundo donde se pongan a las personas en el centro de la gestión buscando recuperar la credibilidad perdida, sino que lo que se busca es un pequeño lavado de cara a las organizaciones donde no se aborden de raíz los problemas que presentan, es la famosa frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “que todo cambie para que todo siga siendo igual”. 
 


Cuando una compañía o emprendedor desea desarrollar una nueva idea o producto, el management tradicional invita a iniciar el proceso desarrollando un plan de negocio que identifique la necesidad del cliente, describa el producto o servicio, estime el tamaño del mercado y realice proyecciones financieras. Sin embargo, en condiciones de elevada incertidumbre, este modo de hacer las cosas ya no es útil, existe una gran evidencia de casos en que debido al desconocimiento de muchos factores relacionados con el mercado y la tecnología, el plan de negocio inicial fracasa. En ese tipo de situaciones la planificación y el análisis no son el mejor modo de llegar a la solución final. De ahí la necesidad de crear metodologías que permitan aprender a través de la experimentación y prueba a través de métodos de simulación que acerquen a una solución final predecible. Indicadores como el VAN y el ROI, creados para niveles de incertidumbre menores hacen aguas en entornos de alta incertidumbre, tampoco es recomendable buscar equipos humanos con perfiles homogéneos y que encajen con la cultura corporativa, práctica muy extendida para lograr consenso, esto debilita la opción de nuevas opiniones dentro de los equipos, no existe nada más perjudicial para una compañía que el seguidismo de todos sus miembros. La no aparición de nuevas ideas es letal para el devenir de muchas de ellas debido a ese miedo a retratarse de las personas de la cadena de mando frente a los superiores. Si la uniformidad es un elemento importante a la hora de ejecutar y ser eficientes, no lo es cuando se pretende descubrir nuevas oportunidades y romper la lógica dominante de la empresa. La verdadera ventaja competitiva que existe hoy en día en las compañías que triunfan es precisamente la gestión de esa incertidumbre, lo cual siempre va acompañado de una rápida ejecución a la hora de gestionar, identificar oportunidades e innovar con respecto a los competidores. Esto es algo que atañe tanto a grandes empresas como a los emprendedores individuales, es necesario por tanto un cambio de cultura profundo en el ámbito empresarial como en el ámbito directivo que acelere el cambio y prepare a los líderes del futuro para ser capaces de crear organizaciones más dinámicas frente a las necesidades que demanda la sociedad del momento. 


Algunas acciones que nos acercaran a esa organización del futuro que gestionara la incertidumbre de forma conveniente son los siguientes:
  • Las personas experimentaran en entornos de elevada incertidumbre 
  • Se buscará descubrir y construir nuevos recursos
  • Se buscarán contratar a perfiles más generalistas
  • Estructuras de mando más horizontales
  • Se potenciará la flexibilidad para descubrir dentro de la compañía
  • Existirá una multiculturalidad dentro de la organización
  • Existirán herramientas cualitativas para interactuar con clientes
  • Se reducirán los costes fijos para ser flexibles 





La administración de esa incertidumbre es una herramienta clave para crear valor a través de las personas, las compañías no pueden estar condicionadas por patrones de gestión del siglo pasado frente a los retos a los que se enfrentan hoy en día en una sociedad hiperconectada. La gestión que se realizó en dicho siglo pasado funcionó con unos parámetros de incertidumbre muy reducidos, pero a la vez dicha gestión trajo un conjunto  de prácticas burocráticas que impulsaron prácticas como: el clientelismo, el desaliento por la transparencia, se frustraba la experimentación, se disuadía el pensamiento creativo y se sobrevaloraba la experiencia anterior frente a la creatividad y la innovación.  Las compañías ya han emprendido un viaje sin retorno hacia ese nuevo modelo de gestión de la incertidumbre,  se conoce su punto de partida, organizaciones jerárquicas, esencialmente opacas y orientadas al poder, pero del que no conocemos en detalle el punto de llegada, aunque si podemos adivinar algunos de los rasgos que tendrán: serán más transparentes, estarán orientadas a las personas, estarán fundamentadas en la red-arquía y no en la jerarquía, tendrán más dialogo y menos imposición, habrá más influencia y menos autoridad, más innovación y menos miedo, más confianza y menos control, más propósito definido y menos retórica, etc. Con ello se pretende no tener que sacrificar la creatividad, motivación y pasión de las personas que componen las organizaciones.




Ya lo dijo Inmanuel Kant: “Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.”


No hay comentarios:

Publicar un comentario