martes, 21 de marzo de 2017

REINVENTARSE O...MORIR POR FALTA DE ACCIONES



Dean Martin no se cansó de repetir a lo largo de toda su vida que los dos momentos más importantes de su carrera artística fueron cuando se asoció con Jerry Lewis y cuando se separó de Jerry Lewis. Aquella noche del 6 marzo de 1957, sentado en el sofá del camerino, con su albornoz blanco y sus relucientes zapatos negros, Dean Martin fumaba compulsivamente un Chesterfields tras otro en compañía de su círculo de confianza. Los nervios ya no reflejaban temor o incertidumbre, sino ansiedad. Dino Crocetti (Dean Martin) estaba deseando saber qué efecto causaría en el público el nuevo Martin. Tenía algo nuevo que ofrecerles, algo que no había visto antes, algo que había preparado a conciencia, aunque la clave estaría en hacerles creer que todo era improvisado. Tenía algo nuevo que debía conquistarles.
-“Señoras y señores: el Hotel Sands se enorgullece de presentarles a la estrella de nuestro espectáculo, directamente desde el bar: ¡Dean Martin!”
Los diecisiete músicos de la orquesta de Antonio Morelli comenzaron a tocar. Los aplausos y vítores del público se mezclaban con el ruido de las copas y cubiertos al reposar sobre la mesa. Todos los reunidos en el salón Copa habían recorrido muchos kilómetros para asistir la resurrección o definitiva muerte de un artista muy querido. Y lo que vieron, al menos en principio, les sorprendió Dean Martin apareció en escena con un cigarrillo en una mano y un vaso con hielo y whisky en la otra (en realidad era zumo de manzana, lo sería durante años). Su paso era torpe, su expresión, risueña. La música sonaba a la espera de que empezase a cantar. Avanzando en zig-zag, a trompicones, continuó hasta el borde del escenario, ante el micrófono, desde donde miró a unos y a otros, que no pudieron reprimir sus carcajadas ante el inesperado aspecto del cantante. La música seguía sonando. Entonces, empezó a saludar. Lanzó guiños, movió su mano e incluso tiró algún beso. De pronto se hizo el sorprendido al ver el micrófono, dio un paso a un lado para alejarse de éste. “Voy a quedarme aquí en lugar de allí”, dijo, y bebió un trago. Miró al respetable. “Cuanto más bebo mejor canto”, y volvió a beber… Cerca de un minuto en el escenario, con tan sólo dos frases para mantener el momento, y ya logró arrancar una ovación al público. Y eso fue sólo el principio. Atacó entonces con un popurrí de grandes éxitos que tenía los textos alterados, lo que a partir de entonces sería algo característico en sus actuaciones. “Querida, si te he amado, perdóname”, decía la canción original, pero Dean cantó: “Querida, si me he casado contigo, perdóname”.
 
Entre cada tema, Dean soltaba pequeños monólogos que hacían que el público se desternillase de risa, monólogos que cimentarían la idea de Dean “el borrachín”, dentro y fuera del escenario. Todo parecía realmente improvisado, las auténticas ocurrencias de un hombre afable con algunas copas de más. El proyecto ideado junto a Simmons surtía efecto. “Olvidé comentarles el terrible accidente de mi esposa –comentó antes de levantar su vaso-. Se bebió mi zumo de manzana para desayunar”. Otro de los clásicos que estrenó esa noche fue: “Tengo siete hijos maravillosos –Sin esperar a más, el público festejó la “hazaña”, pero Dean siempre remataba sus frases. “No aplaudan, sólo me llevó siete minutos”. Al terminar That’s amore, uno de sus éxitos indiscutibles de los años junto a Jerry, levantó el vaso de nuevo y anunció solemne: “Ya no bebo –y esbozó una sonrisa-. Ya no bebo menos”. Los vítores de la platea secundaron el chiste. Dino sonreía pletórico. Era feliz. La gente quería a Jerry Lewis, pero acaba de comprobar que él también podía contar con su cariño. Aquella misma noche Jack Entratter le presentó a Dean Martin un contrato por cinco años para actuar en el Sands, mientras decenas de personas hacían cola ante su camerino para darle la enhorabuena, entre ellas Lucille Ball, Debbie Reynolds o Jack Benny, compañeros de profesión que habían asistido a aquellos 38 minutos de puro y gratificante espectáculo y que sabían mejor que nadie lo logrado por Dean Martin. Quitarse de encima un pasado de fulgurante éxito para empezar desde cero no era nada fácil, pero él  lo había conseguido.






El éxito empresarial no es una ciencia exacta, sin embargo existen bases para cimentar dicho éxito como por ejemplo una buena idea de negocio, trabajo, esfuerzo y financiación, pero nada garantiza que teniendo dicha base se consiga un éxito prolongado. Otra de las cuestiones que son fundamentales para triunfar y huir del fracaso es la capacidad de adaptación a los cambios. Saber ver los cambios en el sector y en el comportamiento de los consumidores, así como la flexibilidad para la modificación de estrategia en el negocio será parte fundamental para alargar la pervivencia de una compañía. Las nuevas tecnologías y los nuevos hábitos de consumo de las personas están modificándolo todo. Lo digital y lo online está cada vez más presente en todos los ámbitos empresariales y han provocado un cambio en el comportamiento del consumo de los clientes. Algunos líderes de compañías a veces se encuentran en la encrucijada de tener que tomar decisiones difíciles debido a que la estrategia y el ciclo de las compañías ha llegado a su fin. Cuando esto sucede se precisa ser valiente y tomar estas decisiones porque el destino de las misma depende de dicha acción, independientemente de las personas afectadas por las mismas. Algunas veces las personas que ejecutan estas decisiones se ven condicionados por situaciones, fuerzas, o intereses que  producen efectos paralizantes. La reacción más común que sucede cuando no se toman dichas decisiones es dejarse llevar y esperar que las cosas se arreglen por si solas. Craso error, el tiempo y recursos que se pierden pueden ser irrecuperables en tiempos donde los cambios se suceden tan vertiginosamente


El gurú de la gestión Peter Senge afirma que para abordar y resolver situaciones difíciles con éxito depende a menudo de una visión que maximice la influencia real. La "influencia", es un cambio que se hace sobre un magma que subyace en el interior de las personas, consiguiendo con un mínimo de esfuerzo una mejora duradera y significante dentro de una compañía. Muchas veces las compañías se encuentran con una serie problemas que fueron en su época "las soluciones", esto se da generalmente por pensar en una parte y no en todo el sistema. Se tienden a aplicar soluciones conocidas a situaciones no conocidas. Las soluciones no sistémicas suelen padecer del síndrome de la dependencia, haciéndonos más dependientes y necesitados de ellas. El pensamiento sistémico suele demostrar que las soluciones obvias no suelen funcionar. Pero, inversamente, el "principio de la palanca" sugiere que pequeños cambios bien localizados pueden producir mejoras significativas y duraderas si se realizan en el sitio apropiado. Ello requiere descubrir el punto de apalancamiento, el cual no suele ser evidente casi nunca para los miembros del sistema y no están próximas en el espacio y el tiempo respecto de los síntomas. La “metanoia”, término acuñado por Senge (metanoia = desplazamiento mental. Para los griegos significaba desplazamiento o cambio fundamental, trascendencia,  meta = más allá  de la mente), o desplazamiento mental, contiene el significado más profundo del término "aprendizaje". Consiste en cambiar lo tradicional por un nuevo enfoque sistémico.  

Todas las compañías que abordan los cambios con el fin de reinventarse y no morir en el intento, lo hacen en base a un agotamiento estratégico, que viene puesto de manifiesto por indicadores donde se ve un claro deterioro como, pérdida de clientes, caída en los ingresos, caída en la cuota de mercado, etc. Estos indicadores hacen que sea imperativo el cambiar de estrategia y personas, focalizando el interés en aquello que garantice las siguientes cuestiones: 


·         Crecimiento: El crecimiento y sostenibilidad de las compañías se fundamenta más en incrementar los ingresos y el posicionamiento frente a los clientes, y no únicamente en recortar costes e incrementar la productividad. El crecimiento requiere conocer las necesidades de los clientes y qué se les puede ofrecer (propuesta de valor) para satisfacer sus necesidades y mediante esa satisfacción crecer en ingresos.


·         Creación sostenible de valor: Esta acción posibilita la creación sostenible de valor facilitando la visión a corto, medio y largo plazo. Un factor critico es la separación de los objetivos estratégicos en las perspectivas, las de resultados y las de cómo vamos a conseguir estos resultados en el corto y largo plazo. Sobre todo, la perspectiva de recursos (Learning & Growth) es la que  posibilita definir cuáles son los elementos que van a permitir la creación de valor a largo plazo.

·     Alineamiento: Cuando se alinean todos los recursos de una compañía (humanos, materiales, etc.) en una dirección estratégica, se posibilita el ampliar la visión global de la compañía a diversos niveles organizativos. 

·         La estrategia, es un mantra de todos los empleados: Desde el primer ejecutivo hasta el último empleado implantan la estrategia en sus operaciones del día a día. El factor diferenciador no está únicamente en encontrar empleados que hagan bien su trabajo, sino que encuentren vías para cumplir sus objetivos (creatividad). Para ello es necesario que sepan cuál es la estrategia y cómo les afecta. Existen herramientas como el Balanced Scorecard  que permiten de una manera estructurada y sencilla comunicar dicha estrategia y traducirla en elementos clave de la actuación diaria mediante la creación de indicadores para direcciones, equipos e incluso personas. 

·         Factor del cambio: Es clave para formular y comunicar una nueva estrategia para un entorno más competitivo. Las personas deben de  participar del proceso con la definición de objetivos, indicadores, metas y proyectos, de forma que los cambios derivados de la estrategia se asuman como propios y no impuestos. La asignación de empleados, mandos y directivos comprometidos con la obtención de resultados concretos refuerza este componente "impulsor" del cambio.  





Conviene saber que de las 100 economías mayores del planeta, 52 son compañías multinacionales. Las decisiones que toman los altos directivos de las empresas afectan a poblaciones tan enormes como países enteros. Es natural, que la sociedad fije sus ojos sobre su gestión, no sólo a los gobiernos, sino también, y muy principalmente las personas que interactúan con ellas y se ven afectados por sus decisiones. Los altos directivos han de tener en cuenta que las empresas y, por tanto, sus máximos órganos de gobierno, no sólo han de considerar los requerimientos y necesidades de los inversores o clientes, sino de todas aquellas personas y organizaciones que tienen algún tipo de interés o influencia en sus actividades. Algunas personas piensan erróneamente que las compañías son de sus accionistas, pero esto no es realmente cierto. Los accionistas y los inversores forman las asambleas y los consejos de administración que eligen los órganos rectores de las compañías. Sin embargo, las compañías sobreviven, crecen o se deterioran gracias a que hay clientes que compran sus productos o servicios, ¿son las empresas también de ellos?... Obviamente parece que sí, ya que los clientes votan con cada elección que hacen cuando van al supermercado u otro establecimiento mediante su elección de un producto o servicio. Esta elección indirecta sobre el equipo gestor de una compañía se vuelve más poderosa que la que ejercen a veces los accionistas y “propietarios directos” de la misma cuando eligen a un determinado equipo gestor para regir su destino. 


En la misma situación se encuentran los empleados responsables del funcionamiento de la compañía, los estados que otorgan licencias para operar o protegen los activos de la misma, las comunidades locales que permiten construir sus fábricas, los proveedores que confían sus inversiones al éxito de sus clientes, etc. ¿Son las empresas solamente de sus accionistas? Desde el mundo corporativo se ha pasado de ofrecer materias primas (grano, arroz, garbanzos, maquinaria) a vender experiencias. Las compañías  desean ante todo que sus clientes tengan una experiencia no solo positiva, si no que la misma sea sorprendente, que deleite al mostrar algo que no esperan (Matriz Kano), pero sobre todo que vean la utilidad de dichos servicios o productos como factores diferenciales que hacen que su vida mejore. Esta tendencia se ha acrecentado sustancialmente debido a que los productos se diferencian cada vez menos y los malditos intangibles comienzan a formar parte de la cadena de valor del producto o servicio, el intangible de marca es un ejemplo de ello. Las empresas no son entes etéreos, son organizaciones que se componen de personas. Todos los miembros que trabajan en ellas son responsables de su comportamiento directa o indirectamente y, por ello, son parte de la contribución de ésta al desarrollo y mejora tanto de la sociedad donde opera como de la propia compañía.



Para terminar este post quiero reconocer que soy un fans de las canciones de Dean Martin, me parece un fantástico “crooner”. Él supo reinventarse cuando nadie daba un dólar por su futuro después de la separación de Jerry Lewis. Los halagos y admiración cuando se separó la pareja artística se fueron con Lewis, sin embargo en la adversidad y soledad del fracaso, supo sobreponerse y buscar su éxito, que no le abandonó hasta el final de sus días… A los directivos que asumen la dirección de una compañía, nadie les dice que vayan a asumir una tarea fácil, sin embargo tiene que formar parte de su ADN “el cambio”, máxime cuando los indicadores de gestión revelan una necesidad imperiosa del mismo. Una vez que el directivo se lance a realizar el mismo, se pueden pasar etapas de dificultades e incertidumbres, lo que desde luego no se puede ni se debe hacer es pregonar los cambios para luego no hacerlos… ya que eso lo único que puede sembrar es si cabe más desánimo y frustración en aquellas personas que esperan un giro de timón en el rumbo que lleva la compañía.

Ya lo dijo Peter Drucker: "Una compañía debería ser capaz de eliminar aquello que le sobra. El cuerpo humano lo hace automáticamente. En el cuerpo existe una enorme resistencia. El abandono no es fácil y no se deberían subestimar los efectos que puede causar".

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