viernes, 5 de mayo de 2017

DIRECTIVOS CON GESTIÓN PROFESIONAL BASADA EN INDICADORES




Un campesino iba con frecuencia a la ciudad para llevar a un panadero la manteca necesaria para la elaboración del pan, y por cada kilo de manteca recibía un kilo de pan. Una vez, tuvo el panadero la curiosidad de comprobar cuánto pesaba la manteca que le acababan de entregar, y descubrió que de la entrega última -cinco kilos- faltaba medio-, así que pidió explicaciones. El campesino, que estaba prevenido, contestó tan tranquilo:

   -No sé qué decirle. Como en mi casa tengo balanzas, pero sin pesas, me arreglo siempre poniendo en un platillo de la balanza el pan que usted me da, y en el otro un peso igual de manteca.

   Ni que decir tiene que el panadero quedó avergonzado
.




Partiendo que cualquier dirección que rige los destinos de una compañía tiene que tener focalizados sus esfuerzos en tener una clara orientación en los resultados, no es menos cierto que para entornos tan cambiantes como el actual, los valores como la reflexión, profesionalidad y rigor tienen que ser la guía de la experiencia y evaluación directiva. Lo más difícil en la actualidad para los directivos no es tanto el cambio de la metodología que se aplica en el seguimiento y control de la compañía, como el  cambiar la mentalidad y actitud frente a lo que dicen dichos datos. Sí la mentalidad no cambia las técnicas serán rechazadas o mal utilizadas. Es por todo esto que en la actualidad no se pueden cambiar los procesos operativos y tecnológicos si contar con la colaboración de aquellos que los tienen que llevar a efecto, o sea, las personas, las cuales tienen que estar integradas y comprometidas con la realización del proyecto. Fueron personas como Joseph M. Juran con la "Trilogía de la calidad" o William E. Deming con "Los 14 puntos Deming" los que emprendieron un camino sin retorno sobre la base de la medición y la estadística aplicada a la gestión y el management en calidad, con ello Japón alcanzó cotas de eficiencia y eficacia que fueron la envidia del mundo.

Un indicador es la expresión cuantitativa del comportamiento y desempeño de un proceso en una compañía, cuya magnitud, al ser comparada con algún nivel de referencia (generalmente anterior), puede estar señalando una desviación sobre la cual se toman acciones correctivas o preventivas según proceda. El indicador proporciona información relevante sobre aspectos críticos o claves de una compañía mediante la relación del mismo con otros datos.  Existe una máxima que dice, “Lo que no se mide, no se puede mejorar,  esta frase, atribuida frecuentemente a Peter Drucker, pone de manifiesto la importancia de la medición. En realidad la frase corresponde a William Thomson Kelvin (Lord Kelvin), físico y matemático británico. Todas las actividades  que se pueden medir métricamente con el objetivo de mejorar la toma de decisiones son señales que sirven para controlar y  para monitorear la gestión, así se asegura que las actividades vayan en el sentido correcto y permiten evaluar los resultados de una gestión frente a sus objetivos, metas y responsabilidades. Para la implantación de un modelo de indicadores en la gestión es fundamental conocer los estados financieros de la compañía, ya que con la disponibilidad de dichos recursos se podrá planificar y racionalizar los mismos según las variables más importantes que se hayan detectado a la hora de conseguir las metas fijadas
No hay mecanismo más formidable para un directivo que un indicador o KPI (Key Performance Indicator), son la base management actual ya que indican si se va en la dirección correcta en la ejecución de la estrategia de la compañía. Los KPI o indicadores miden “inductores” del éxito, nunca “resultados”, y es que las métricas asociadas al desempeño nos indican qué hacer, mientras las de resultado nos dicen lo que hemos hecho (las primeras causan las segundas). Un ejemplo, una cosa es el número de reuniones con nuevos clientes que haya tenido esta semana nuestro departamento de ventas (inductor) y otra es el beneficio neto obtenido con las ventas de determinado producto (resultado). Hay que tener muy claro que no todas las métricas de desempeño tienen por qué ser KPI, ya que pueden ser útiles pero no tienen por qué ser “clave” para el éxito de la empresa. Se puede afirmar que los KPI están directamente relacionados con los denominados “Factores Clave de Éxito”, que son aquellos que permiten avanzar y prosperar a la compañía y que, por norma pueden ser diferenciadores de la competencia donde opera dicha compañía, como por ejemplo; un KPI de nuevos productos lanzados por una compañía. De igual forma no todas las métricas de resultados serían clave para verificar dicho éxito, así que podríamos hablar de KRI (Key Risk Indicator) o Indicadores Clave de Resultado, que es lo que buena parte de la gente identifica erróneamente como KPI.


 
Las  principales características que debe cumplir cualquier KPI son las siguientes:
1. Un KPI lo define el directivo que va hacer uso de éste. El directivo es quién define la estrategia de su empresa o departamento y, por tanto, quién debe definir cómo medir los objetivos marcados.
2. Un indicador bien definido siempre nos llevará a tomar una decisión. Es decir, el KPI siempre nos mostrará información relevante para la toma de decisiones y la planificación estratégica presente y futura. Por tanto, hay que rechazar aquellos indicadores que no nos aportan nada y sólo generan ruido en nuestro cuadro de mando integral (Balance ScoreCard).
3. Un buen indicador ofrece datos sencillos. La complejidad de un KPI no contribuirá a la eficacia de éste, sino todo lo contrario. Los datos que obtenemos deben ser accesibles y de fácil comprensión.
4. Un buen KPI está basado en datos válidos. Es decir, antes de definir el indicador, debemos asegurarnos de que los datos que necesitamos existen y son exactos.
5. Los KPI de diferentes niveles están interconectados. Si, por ejemplo, cada departamento de una empresa funciona con su conjunto de indicadores de manera aislada, el resultado probablemente será horrible. Debe existir una coherencia entre el conjunto global de métricas que utiliza la empresa, así como una visión estratégica a nivel general.



Con la llegada del big data se ha instalado una corriente en muchos directivos cuya creencia o pensamiento es que la cantidad es mejor que la calidad, dicho de otra forma se ha extendido la creencia de que dicha metodología va a ser la panacea en la salvación de las empresas. Sin embargo ya hay voces de expertos que avisan de que se adopte el tratamiento de datos masivos de forma prudente.  Algunos de estos investigadores como Genevieve Bell, Kate Crawford y Danah Boyd han escrito tesis sobre las limitaciones del tratamiento masivo de datos, y dicen que cuando se hace de dichas muestras un dogma o “mantra” se termina convirtiendo el mismo en una ilusión algorítmica o fundamentalismo de los datos. Frente al tratamiento masivo de datos en muestras gigantes han surgido alternativas como el small data, el cual se ha tratado en este blog en el siguiente enlace http://bit.ly/2bQd5fp , también ha aparecido el long data de  Caribú Honig, o  expertos como Jenna Burrell la cual ha desarrollado  una guía destinada a los etnógrafos, para comprender mejor el big data. Para todos estos expertos, las personas han quedado cerradas en el lado cuantitativo de la ecuación más que en la calidad de dichos datos, sin embargo muestras mayores no necesariamente producen más conocimiento de lo que sucede en una compañía. El principal problema es que los datos masivos tienden a poner un valor enorme en los resultados cuantitativos, mientras que se devalúa la importancia de los resultados cualitativos. Esto conduce a la peligrosa idea de que los datos estadísticamente normalizados y estandarizados son más útiles y objetivos que los datos cualitativos, reforzando la noción de que los datos cualitativos son datos pequeños.
Para terminar este post, quiero manifestar que nunca más ahora en la actualidad se ha de ser riguroso con las métricas, tanto en la obtención, análisis y valoración de las mismas. Es muy común escuchar valoraciones a directivos donde se extrae la parte bonita de dichas estadísticas obviando a veces datos fundamentales con el fin de ganarse el beneplácito de inversores, empleados u otros stakeholders de la compañía. En compañías con dificultades, las métricas lejos de sacralizarlas como un “Santo Grial” o tergiversarlas en beneficio propio como hacen algunos directivos que las comunican,  tienen que servir para evaluar con rigor la gestión de los objetivos que tienen fijados los directivos, asi como para concienciar y comprometer a los diferentes actores que conforman la estructura de la compañía por debajo de la dirección, como son sus empleados y mandos. Con ello se estará prestando un gran servicio a la compañía, ya que cualquier empleado allí donde este sabrá de primera mano los problemas y necesidades que tiene la misma. Con ello el empleado siempre podrá utilizar un criterio objetivo con conocimiento de causa.


Ya lo dijo Mario Bunge: "La mayor parte de los hechos son inobservables, por lo cual hay que inventar indicadores".

 



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