La palabra catarsis proviene del término griego κάθαρσις (kátharsis) que significa, “purificación” o “purga”. Aristóteles usó la palabra en su obra “La Poética”. Según él, la catarsis ocurría en la tragedia griega debido al efecto que ésta ejercía en los espectadores, ya que el espectáculo (tragedia) causaba sensaciones de compasión y miedo, y los espectadores salían del teatro sintiéndose limpios, con un mayor conocimiento de los caminos de los hombres y de los dioses. Así pues, el término alude a un proceso de purificación de nuestros sentimientos y valores en un momento en que debemos reflexionar sobre la vida y que las reflexiones humanas más allá del aquí y el ahora, nos dicen que somos capaces de valorar las cosas de un modo distinto y renovado. Es importante pues entender que la catarsis emocional es un ideal que puede alcanzarse desde la autorreflexión y desde el contacto directo con nuestra condición de seres pensantes. Asi pues la catarsis es la liberación emocional que se produce con el método de asociación libre. En la teoría psicoanalítica, esta liberación emocional se refiere a la “purgación” de los conflictos inconscientes. El método de asociación libre o método catártico fue creado originalmente por Josef Breuer, un amigo de Sigmund Freud, pero fue este último quien lo desarrolló como parte de su teoría psicoanalítica. Vista la catarsis con las dos connotaciones, la física y la espiritual, podemos decir que ésta puede configurarse de muchas maneras. Por ejemplo en medicina un purgante tiene un efecto catártico en la medida que elimina elementos perjudiciales, como por ejemplo los parásitos que están dentro del organismo. Lo mismo podría decirse de medicamentos aplicados para eliminar una intoxicación, o un tratamiento psicoterapéutico antidepresivo, el cual tendrá un efecto catártico cuando el paciente logre superar la depresión.
También este término
griego sirvió para dar nombre a un grupo religioso francés del siglo X cuyos
miembros se llamaron “cátaros”, los “puros”. Se
establecieron al sur de Francia, y fue allí donde alcanzó su mayor crecimiento
y desarrollo dicho movimiento, el mismo era un grupo disidente de la Iglesia
Católica, que, entre otras cosas, apostó por afirmar que la creación era fruto
de una dualidad: Cristo
y Satanás. Los cátaros rechazaban el mundo material y abogaban por el
ascetismo como medio de salvación muy similar al que practican en la actualidad
los “Amish”.
Ellos tuvieron en el siglo XII su máximo esplendor, pero la Iglesia Católica
ante el avance que estaban experimentando, decidieron aliarse con la corona
francesa para acabar con los mismos. De esta forma, no sólo les declararon
herejes sino que además tomaron medidas para poner fin de manera violenta a
dicho movimiento. A partir del año 1209 se produjo una auténtica cruzada contra
los cátaros, en la que fueron especialmente trágicos actos como el asedio a la
ciudadela de Montsegur
en el año 1244. El resultado de esta y otras acciones de corte similar
desembocaron en la huida de aquellos, quienes se vieron en la necesidad de
esconderse. Y así fue como, poco a poco, el “catarismo” fue
extinguiéndose por todos los rincones a los que había llegado. En la actualidad
aún existen cátaros en el sur de Francia y Cataluña agrupados en asociaciones
culturales.
En
los últimos años se ha recalcado con frecuencia de forma compulsiva por parte
de los directivos en las compañías las variables económicas, poniendo el acento
en forma de “mantra” sobre una afirmación en especial; la generación de
valor para los accionistas y clientes. Sin embargo en la década de
1930, uno de los clásicos del management, Chester I. Barnard,
decía que no empezó realmente a entender los fenómenos que ocurren en las
organizaciones hasta que relegó la teoría
económica y los intereses económicos a un puesto secundario aunque, por
supuesto, indispensable. Desde la crisis del año 2008, en
algunas compañías que pertenecen a sectores económicos importantes o
estratégicos del país se ha producido una pérdida considerable de valor
(bursátil) para los diferentes stakeholders que componen las compañías, llámense;
inversores, accionistas, empleados, proveedores, etc. Esa defensa que se hacía
desde las compañías de generación de valor para sus accionistas en muchos casos
ha colisionado frontalmente con una realidad que lo único que ha traído han
sido pérdidas, ajustes o minusvalías en los activos de dichas sociedades, siendo sus
inversores institucionales o particulares los grandes paganos de dicha "fiesta".
Se puede decir sin lugar a
dudas, que el impacto en alguna compañía de dicha situación refleja algunas de
las siguientes consecuencias:
- Las métricas y resultados económicos no son los deseados por sus diferentes stakeholders (accionistas e inversores) en la compañía. Los mismos sufren una pérdida económica o minusvalía en la inversión efectuada tanto si son inversores institucionales como particulares.
- La organización de la compañía flaquea ante nuevos entornos y desafíos competitivos, perdiendo cuota de mercado, clientes e ingresos.
- Existe un agotamiento en el liderazgo de dichas compañías, los liderazgos prolongados que gestionan las mismas están más anclados y estructurados en su supervivencia que en servir a las personas a las que se tienen que liderar con el fin de expandir las capacidades de la compañía.
- Faltan intangibles en las compañías; ideas, compromiso, iniciativa, pasión por lo que se hace, en resumidas cuentas la organización ha perdido su fondo de armario en capacidades críticas para garantizar un crecimiento sostenible, debido en muchos casos a entornos laborales tóxicos (Clima Laboral).
- Existen amenzas y riesgos muy serios para dichas compañías, desde operaciones corporativas como OPAS hostíles, hasta terminar siendo actores irrelevantes en el mercado donde compiten.
- Los procesos de ajuste se vuelven endémicos, debido a ese permanente retroceso en el porcentaje de cuota de mercado e ingresos, de tal forma que dicha descapitalización se extiende a áreas críticas que garantizan el crecimiento de la compañía, como puede ser el conocimiento.
- etc.
Fue el filósofo Alfred
North Whitehead quien afirmó que la historia entera de la filosofía
occidental no era más que una nota a pie de página de la obra de Platón.
Opinión discutible, pero lo cierto es que la psicología en general le debe a Platón,
Aristóteles y Sócrates más de lo que se está dispuesto a admitir; y
que, una y otra vez, la sociedad y sus individuos en medio de sus
crisis más profundas, han vuelto su vista hacia ellos en pos de inspiración o de
marcos interpretativos para salir de dichas crisis. Vista la situación actual y los graves
problemas que padecen algunas compañías, permanecer indiferente no deja de ser cuando menos temerario. Cualquier empleado, mando
o directivo que no tiene en cuenta los efectos que sus acciones tienen sobre
los demás y su compañía, falta como mínimo a sus obligaciones, pero a la vez es
un individuo que se degrada a sí mismo. Fue el filósofo Immanuel Kant el que defendió, “el deber de cumplir con el deber por puro
respeto al mismo”. Para dicho filósofo lo que cuenta en dicho
comportamiento moral es la intención; nuestros actos serán buenos sí, y solo
sí, intentamos cumplir el deber por puro respeto al deber. Para Kant, nuestros deberes no se nos pueden
imponer desde ningún fin real ni ideal, y tampoco es posible derivarlos desde
los usos o desde las prácticas cotidianas. Los deberes surgen desde
nuestra voluntad racional, nada puede ser bueno ni malo, salvo una buena o mala
voluntad. Cuando uno roba, se convierte en ladrón; cuando uno
estafa, se convierte en estafador; y cuando hace cosas que afectan a las
personas que integran una compañía de forma negativa, se convierte como poco en
una persona poco recomendable. Para mejorar como persona (incluso,
para no empeorar como persona) uno debe tener en cuenta el impacto de sus
acciones sobre los demás. Lo que hemos dicho hasta aquí es
que en el contexto de una organización o compañía cuando las acciónes son
repetitivas y dañinas, ignorar lo que las personas perciben y sufren dentro de la
misma, permaneciendo indiferente ante sus posibles consecuencias es cuando
menos inmoral. Es por esto mismo, que vista dicha situación y el
interés general de las personas que están afectadas por una situación como la
descrita anteriormente, se impone una catarsis con el fin de acabar
con dicha situación.
Las catarsis son fruto de
situaciones donde los hechos que suceden llevan al precipicio a aquellas
personas que los sufren, con dicha catarsis se pretende precisamente eliminar
dichas situaciones propiciando un retorno a una cierta normalidad. Todo el bagaje
de hechos que llevan a esta situación límite lleva implícito un sufrimiento y
deterioro de las personas o bienes que lo padecen, que muchas veces por no abordar
dichos problemas son totalmente evitables. El problema es que en dicha
etapa las personas que sufren dichas consecuencias muchas veces no tienen una
imagen global de lo que esta sucediendo. Un ejemplo de lo que digo podría ser
el hundimiento del Titanic. Mientras
el barco sufría un constante deterioro debido al impacto con el iceberg, explotando
los remaches, gimiendo los mamparos, apareciendo fugas de agua por debajo de la
línea de flotación, los pasajeros deambulaban por el barco sin tener una
percepción real de la gravedad de los hechos que estaban sucediendo. El pánico
se apoderó de los pasajeros y muchos de ellos perdieron la vida en su intento
de escapada. Pero todo esto sucedió de forma relativamente despacio, (treinta segundos
fue el tiempo que pasó entre el avistamiento del iceberg y el primer impacto.
Tras esto, la tripulación tardó 60 minutos en lanzar al mar el primer bote
salvavidas. En total, dos
horas y 40 minutos fue el tiempo que pasó entre la colisión y el hundimiento en aguas a 2ºC). En
una compañía la situación es muy similar, las personas muchas veces se centran
en su día a día y quizás por otros factores no perciben la realidad de lo que
dicen los indicadores de gestión hasta que la situación muchas veces se vuelve
irreversible o con consecuencias gravísimas para aquellas personas que han permanecido al
margen de las decisiones que se han tomado dentro de la misma. Afortunadamente
en la actualidad los indicadores y métricas están al alcance de cualquier
persona, solo es una cuestión de tiempo el mirar y estudiar lo que sucede, si
bien no es un examen exhaustivo como puede ser una auditoria, si ofrece datos
que reflejan una imagen bastante aproximada de lo que está sucediendo en la
misma.
Si una compañía quiere
aprovechar la oportunidad y avanzar en una estrategia de cambio de rumbo en
situaciones de dificultad, debe afrontar los hechos que le afectan
y condicionan su desarrollo. Nadie dice que sea una situación fácil para la
persona que lidera dicha compañía, pero es obvio que el mirar para otro lado no
es la solución como nos enseñó Kant con respecto al deber. Esta catarsis vendrá de la implantación de nuevos
planes en todas las áreas de la compañía que estén afectadas por dichas
dificultades, los cuales previamente tienen que tener un diagnostico respaldado
por indicadores de gestion o Kpi´s que muestren dicho deterioro. Pero sobre
todo, quiero recordar que hay una cuestión que es
fundamental abordar para lanzarse a dicha catarsis, nada de lo que se aborde
servirá para nada si no existe una comunicación clara y una clara orientación
en la busqueda del compromiso de las personas que integran la compañía. En
el fondo, una compañía es una agrupación de personas que buscan un interés común con el fin de actuar conjuntamente en
defensa del mismo. Quiero recordar a Aristóteles
cuando dijo que se buscase en la reflexión personal y en otras visiones y formas de
hacer las cosas, ya que, no hay nada más gratificante que buscar aquello que se ansía y está
al alcance de uno.
Ya lo dijo Platón: “El que aprende y aprende y no practica lo
que aprende, es como el que ara y ara y nunca siembra”.
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