Los regímenes democráticos se dividen en parlamentaristas o presidencialistas. Los primeros nacieron en las monarquías, ganando para el Parlamento, paso a paso, mayores competencias, hasta llegar —como en Inglaterra— a que la reina puede reinar, pero no gobernar. Los presidencialismos, por su parte, nacieron con las repúblicas modernas, reacias a monarcas y aristócratas, la primera de las cuales fue la de Estados Unidos, en 1776, en que las colonias formaron una confederación, reteniendo cada una su soberanía particular. La gran diferencia está en que en el parlamentarismo el Poder Ejecutivo se integra por un presidente o un monarca, jefe de Estado, con limitados poderes, y un gobierno designado por el Parlamento, al que en cualquier momento puede censurar. En el presidencialismo, en cambio, el jefe de Estado y de gobierno coinciden en la misma persona, no son objeto de censura parlamentaria y el Poder Legislativo se limita al ámbito de la elaboración de leyes. En determinados países de Latinoamérica como por ejemplo, Venezuela 1948, Cuba 1952, Guatemala 1954 son viejos mojones en la historia de asonadas militares contra presidentes constitucionales que terminaron de forma cruenta o incruenta según se mire. Lo que si parece claro es que cuando el cansancio y deterioro se apodera de la sociedad, la misma busca su válvula de escape ante dicha situación.
El Banco de Santander ha presentado pérdidas históricas tras realizar un ajuste contable derivado del covid-19. El primer grupo español ha decidido deteriorar las valoraciones —fondo de comercio— de sus filiales de Reino Unido y EEUU y de sus créditos fiscales, generando como consecuencia pérdidas contables —no afectan a la liquidez ni al capital— de 12.600 millones. Con ello, Santander ha cerrado la primera mitad del año con números rojos de 10.798 millones, hasta el momento no había registrado pérdidas, ni siquiera trimestrales. La entidad cántabra sigue el camino emprendido por su rival BBVA, el cual en el primer trimestre de este año anunció las mayores pérdidas en su historia por las provisiones del Covid-19 y el deterioro del fondo de comercio de su filial norteamericana Compass. El Banco de Santander no había registrado hasta ahora nunca pérdidas, ni siquiera un trimestre. Su peor registro llegó a finales de 2011, cuando apenas ganó 47 millones. Este tipo de medidas no tienen efectos en la cuenta de resultados usada para decidir el dividendo. De hecho, las filiales que ahora se deterioran han seguido aportando beneficio al grupo. Sin embargo, si tienen impacto en la valoración de dichos activos, ya que sufren una depreciación de valor contable, siendo sus accionistas un poco más pobres con respecto a los activos que atesoran de dicha entidad. De los 12.600 millones de deterioro del fondo de comercio, la mayor partida corresponde a Reino Unido, donde la valoración cae 6.101 millones de euros, le siguen los créditos fiscales —2.500 millones de Estados Unidos, 2.330 millones de euros, Polonia con 1.192 millones de euros y Santander Consumer Finance con 477 millones de euros. Sin el efecto contable, Santander hubiera ganado 1.908 millones en el semestre, un 53% menos que en la primera mitad de 2019. El banco también ha decidido anunciar la vuelta al pago a sus accionistas a través de un “scrip dividend”, una opción que no veta el Banco Central Europeo (BCE) ya que no tiene impacto en capital. La entidad pagará 0,1 euros a sus accionistas con acciones este año y ha decidido también reservar en su capital seis puntos básicos de capital —400 millones— para hacer un pago en efectivo cuando deje el BCE. Esta modalidad de pago aumenta el numero de acciones en circulación diluyendo el valor de los accionistas actuales al ver el valor repartido en un mayor numero de participaciones, sin embargo, es una opción que no veta el Banco Central Europeo (BCE). Otro dato importante, es que las provisiones subieron un 61% durante el primer semestre, hasta 7.030 millones de euros, por la crisis provocada por el Covid-19. Los principales mercados donde se han destinado las provisiones son Brasil —1.909 millones—, Estados Unidos 1.804 millones de euros y España con 941 millones de euros. El grupo espera un empeoramiento de las dotaciones en el segundo semestre ante la situación económica que ha provocado dicha pandemia. Por divisiones, Brasil ha seguido siendo la filial que más beneficio aporta al grupo, con 995 millones, con una caída del 33% del resultado. Santander Consumer Finance se sitúa como segunda división que más gana, con 477 millones de euros, un 26% menos que en 2019, México es la tercera filial que más aporta, al ganar 406 millones de euros, un 4% menos. En España el resultado fue de 251 millones de euros, un 64% menos, y en el Reino Unido de 139 millones de euros, un 76% menos.
El banco ha realizado un deterioro del valor de activos intangibles que tiene en balance como son los fondos de comercio y, además, ha recortado el valor que da a los activos fiscales diferidos (DTA) que generó en la crisis financiera con las provisiones de 2012 y con la compra de Banco Popular en 2017. El ajuste del fondo de comercio ha supuesto 7.600 millones desde 2016. Asimismo, ha recortado el valor de los activos fiscales generados en la crisis y con el Banco Popular. El impacto ha sido de 10.100 millones de euros en el fondo de comercio y de 2.500 millones de euros en los activos fiscales. El fondo de comercio es un activo intangible en balance que, en realidad, se ha convertido en un riesgo encubierto de los bancos en la última década, como están demostrando Santander y BBVA, que redujo el fondo de comercio de su negocio estadounidense en más de 3.400 millones en dos ajustes realizados en diciembre (1.350 millones) y en los resultados del primer trimestre (2.084 millones). Cuando una compañía adquiere otra por encima de su valor en libros o el contable, se genera un fondo de comercio positivo (goodwill). Es un apunte contable para evitar asumir pérdidas por haber pagado de más por algo, con la justificación de que hay un intangible como puede ser; valor por la marca, estabilidad de la clientela, potencial de crecimiento, etc. Pero si se deterioran estos activos intangibles con una gestión deficiente o con el Covid-19, se acaban reconociendo esas pérdidas en los resultados. Lo contrario ocurre si se compra un banco por debajo del valor en libros, entonces hay un fondo de comercio negativo (badwill) que genera un potencial beneficio contable, como ocurrió al Banco de Sabadell con la adquisición de la CAM, CaixaBank con Banco Valencia o Bankinter con el negocio portugués de Barclays.
Fuente: El Confidencial
Desde el año 2016,
año en el que ganó el Brexit, Santander ha recortado su fondo de comercio en
casi un 90%, desde los 8.679 millones hasta los 1.000 millones actuales.
Ya
en septiembre realizó un ajuste de 1.500 millones, y ahora otros 6.100 millones
(el volumen de los ajustes no coincide plenamente con la
evolución del fondo de comercio por el tipo de cambio). El
fondo de comercio de Banco Santander rozaba los 27.000 millones de euros en
2016, con Reino Unido a la cabeza con 8.679 millones de euros. Este
activo intangible estaba heredado de las compras realizadas para expandirse
geográficamente. Estas adquisiciones realizadas por el anterior presidente de
la entidad, en su mayoría con sobreprecio respecto al valor contable.
Con la actual presidenta, la entidad ha reducido casi a la mitad el fondo
de comercio con estos ajustes, hasta el entorno de los 14.000 millones de euros.
Lo mismo que ocurre con el fondo de comercio, sucede con los activos
fiscales de la entidad. Los llamados (DTA), activos fiscales
diferidos, son deducciones fiscales generadas por pérdidas en el pasado ligadas
a la crisis inmobiliaria que el banco tiene derecho a usar durante los próximos
años, mejorando así su factura fiscal. El empleo de estos activos, depende de
que el banco genere beneficios en los próximos años, en caso contrario tiene
que darlos de baja de su balance. Las peores perspectivas han hecho que
Santander ajuste en 2.500 millones de euros su saldo de DTA en España, cerca de
la mitad de los 5.089 millones que tenía en activos fiscales no monetizables en
España a finales de 2019. Junto a ello, tenía otros 7.422 millones DTA
monetizables, garantizados por el Estado.
Hay que recordar que la entidad tenía previsto pagar dividendo pese a la seria amenaza que se atisbaba en el horizonte con el Covid-19, fue el BCE el que corto de cuajo dicha aspiración al prohibir el pago en metálico del mismo. Dicho dividendo esperaba aprobarse en la junta de accionistas que se iba a celebrar el 3 de abril, de forma telemática. La entidad tuvo que retirar del orden del día el punto donde se iba a aprobar la retribución al accionista. El BCE ya había lanzado una severa advertencia: si las entidades no cumplían con las recomendaciones, el BCE podría tomar acciones legales coercitivas si fuera necesario. Asimismo, el BCE ha asegurado que mirará con lupa los sueldos de los directivos, cuestión esta que también tuvo consecuencias en la entidad cántabra, al anunciar su presidenta y consejero delegado una reducción del 50% de sus retribuciones fijas y variables https://bit.ly/308FUdg Todo ello hay que enmarcarlo en un escenario donde la entidad ha ido perdiendo valor bursátil desde la llegada de dicha directiva a la presidencia y sin embargo sus retribuciones han estado en la horquilla de las más elevadas del IBEX-35 (9,95 millones de euros) https://bit.ly/2EzqQx1 Las entidades europeas pretendían repartir en el año 2020 casi 30.000 millones de euros de dividendos. Desde que la actual presidenta llegó al banco el 10 de septiembre del año 2014, tras el fallecimiento del anterior presidente, la acción cotizaba a 7,6 euros por título y la entidad tenía una valoración bursátil de 91.000 millones de euros, ayer el título cerró en bolsa a 2 euros y su valor bursátil era de 33.490 millones de euros. En dicho periodo de tiempo al frente de la entidad bancaria, el valor de la acción ha perdido un (-73,68%).
La situación actual de la entidad en la bolsa ha propiciado que corra el runrún de cambio en la presidencia de la entidad, ya que las minusvalías de los accionistas se han vuelto un serio problema para los mismos. Con fecha 7 de julio se recogió en la prensa la posible vuelta de Hora-Osorio al frente de la entidad cántabra como consejero delegado o incluso presidente https://bit.ly/3gcr4YQ Según el diario “The Times”, el exconsejero del Santander en Reino Unido entre los años 2006 y 2011, quería dejar Lloyds para incorporarse a Santander. Siempre y cuando, apuntaba el diario británico, Ana Botín dejara la presidencia del primer banco español por el litigio de 112 millones de euros que libra con Andrea Orcel.
Una acción que sucede en algunas compañías que no levantan cabeza bursátil en los mercados, es que se vuelven hiperactivas en los medios de comunicación, sucede también con Telefónica (son dos compañías paradigmáticas por su similitud). A mayor decadencia bursátil mayor hiperactividad en la prensa https://bit.ly/339dYHW Telefónica y Banco de Santander son las compañías con más presencia en medios por sus aportaciones contra el Covid-19. En un informe realizado por Palo Alto Analytics del 10 de marzo al 31 de marzo, destaca a Telefónica con un 44,1% de los impactos, seguida por el Banco de Santander con el 21,3%. A continuación, a distancia se encuentran BBVA con el 9,7%, La Caixa con el 8,2% e Iberdrola con el 8%. Aquí se cumple la regla de la “cortina de humo” como muy bien relato del director de cine Barry Levinson en 1997 en una película, donde narraba la historia de un productor y un asesor de confianza del presidente de los Estados Unidos en su intento por desviar la atención del escándalo sexual que afectaba al líder del gobierno. En este caso, el supuesto escandalo es el devenir de compañías que no encuentran su camino debido entre otras cuestiones a direcciones erráticas sobre los intereses de sus propietarios, los accionistas.
Para terminar el post, decir que quizás el exceso del mal llamado “presidencialismo” que tiene el Banco de Santander, le ha permitido tomar decisiones que han tenido su reflejo para mal en estos últimos años en su cotización bursátil. Lo que sucede con estas situaciones de deterioro en la gestión de las compañías, es que como al comienzo del post relataba, cuando este se convierte en crónico y las decisiones conllevan a un impacto sobre los administrados, son los dueños de la compañía (accionistas) los que, al no encontrar respuesta a sus intereses, pueden terminar de forma abrupta con dicha situación… Aquí, en la entidad bancaria como en otras compañías emblemáticas del IBEX, parece que la situación está muy próxima a su fin.
Ya lo dijo Aristóteles: “Todos los gobiernos mueren por la exageración de su principio.”
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