La excusa es la distancia más corta entre la responsabilidad y la irresponsabilidad. Las excusas son muy útiles: reducen el trabajo y no cuesta nada. Las excusas tienen el costo escondido de mermar nuestra responsabilidad, encubriendo nuestra dejadez y generando un clima de desconfianza e hipocresía en la organización. Las compañías que penalizan el error también penalizan el riesgo y fomentan las escusas. Un error es sólo negativo cuando no aprendemos de él. Si las empresas no son valientes y creativas y no son capaces de asumir algún riesgo, serán automáticamente desplazados por nuevos competidores. Y esto no es un riesgo. Es un hecho.
El día 24 un diario digital publicaba el siguiente artículo, “El día que compramos una tele hecha por rojos” https://bit.ly/3lctPxI En el mismo se relata el devenir de lo sucedido en la televisión de una compañía de telecomunicaciones, la cual se aventuró a entrar el mundo de la TV, con el tiempo se ha demostrado que ha sido un sumidero de dinero y recursos que no encontraron ningún retorno. Dicha compañía además se encuentra inmersa en una carrera de venta de activos “core” con el fin de obtener liquidez para reducir endeudamiento e invertir en los despliegues del 5G o redes de FTTH, en un mercado como el español donde la competencia ha reducido los márgenes enormemente. En el artículo hay pasajes cuando menos interesantes que nos revelan el sentir y pensar de las personas que están al frente en la compañía de telecomunicaciones, uno de ellos es el siguiente:
“Soy un jefazo de una empresa de telefonía y he venido a contarles una historia. Resulta que hace seis años pensé que sería una buena idea tener una tele. Sabía que había una de pago que estaba en venta porque yo conocía a su jefe de contubernios varios y dije, ‘venga, ¿por qué no?’. Algunos de mi equipo me dijeron que la gente se apuntaría a la cadena de televisión y así nosotros tendríamos más abonados que contratarían a tutiplén nuestra fibra y nuestros servicios de telefonía. Así que la compramos. Yo la cadena esa que íbamos a adquirir no la veía mucho, la verdad. Había gente que me decía que era interesante, que había algunos programas divertidos y eso, y series chulas. El caso es que dije otra vez, venga, ¿por qué no? ¿Qué podemos perder? ¿Dinero? Eso no era un problema”.
Lo primero que tenemos que decir es que llama la atención el concepto del dinero de la sociedad que tiene el alto ejecutivo de la compañía de telecomunicaciones a la que representa con millones de accionistas. Parece que “la pólvora del rey” no es problema si se pierde o se malgasta en aventuras empresariales de corto recorrido, lo malo de todo esto es que todos estos excesos tienen unas consecuencias que en la mayoría de los casos no son pagados por dichos ejecutivos sino por los diferentes stakeholders de la sociedad.
Diferentes estudiosos del tema señalan que las obligaciones que tienen los directivos respecto a los propietarios o accionistas de una compañía se basan en tres obligaciones fiduciarias que poseen por ser representantes (directivos) de la compañía. Sin duda alguna, los negocios no pueden funcionar sin representantes, y los directivos son representantes que tienen responsabilidades fiduciarias que acompañan a su representación. Siguiendo a estos autores mencionaremos tres clases de obligaciones:
- Obligaciones de obediencia: implican que el directivo debe obedecer todas las directrices razonables de la empresa. La clave de esta obligación reside en el término razonable que, según Bowie y Duska, quiere significar que las directrices deben ser acordes con las funciones establecidas en el contrato existente entre el directivo y la organización.
- Obligaciones de confidencialidad, que se relacionan con el secreto de la información referente a la empresa. La riqueza intelectual suele dar lugar a conflictos de derechos entre el empleado y el empleador, entre otros motivos porque esta riqueza es en gran medida parte de la futura empleabilidad del trabajador/a.
- Obligaciones de lealtad: significan que no debe crearse competencia con la empresa. Un ejemplo de esta obligación nos la ofrece la función que desempeña el contable, que debe ser leal a las directrices empresariales de cada empresa individualmente, aunque trabaje para diferentes organizaciones interrelacionadas entre sí.
La teoría de los stakeholders en la empresa de Edward Freeman, debe redefinir el objetivo de la compañía y defender dicho objetivo maximizando el bienestar de los accionistas sujeto a alguna fuerza moral o social; eso es así porque tal maximización permite el mayor bien o porque son derechos de propiedad. El objetivo de la compañía es bien diferente desde el punto de vista del concepto de stakeholders, pues entonces su objetivo debe contemplar la sentencia kantiana del respeto a las personas. El verdadero objetivo de la empresa es, de este modo, “servir de vehículo para la coordinación de los intereses de los stakeholders”, es decir, la compañía sirve para la satisfacción de los diferentes grupos de intereses, y ninguno puede ser usado como medio. Edward Freeman define las obligaciones de los directivos como el cumplimiento de dos principios que él denomina “principios de la dirección de stakeholders” que son los siguientes:
1) La corporación deberá ser dirigida para el beneficio de sus stakeholders: sus clientes, proveedores, propietarios, trabajadores y comunidad local. Los derechos de estos grupos deben ser asegurados, y, además los grupos deben participar, en cualquier sentido, en decisiones que afectan substancialmente a su bienestar (principio de la legitimidad corporativa).
2) La dirección tiene una relación fiduciaria hacia los stakeholders y hacia la compañía como entidad abstracta. Esta puede actuar en el interés de los stakeholders como su representante (agente), y debe actuar en los intereses de la corporación para asegurar la supervivencia de la firma, salvaguardando el largo plazo de cada grupo (principio fiduciario de los stakeholders) https://bit.ly/3CYhLGx
Señala además que estos dos principios son guías ideales para la organización inmortal y que son dos principios universales. Entonces, ¿Dónde encaja el planteamiento del alto directivo de la compañía de telecomunicaciones con los derechos de sus stakeholders y que son precisamente los que permiten que cobre su retribución?
Otro pasaje revelador es el siguiente:
“Todo eso no se sabía porque oye, yo tengo amigos en todos los medios de comunicación grandes, y no me ha costado nunca pedir favores, que para eso estamos, pero últimamente, yo no sé qué pasa que parece que ancha es Castilla. Y las redes nos están haciendo bastante daño, esa es la verdad. Eso no lo podemos controlar”.
La reflexión que cabe a dicha afirmación es que el pensamiento de dichos directivos está anclado en una realidad obsoleta, omitiendo y eludiendo el nuevo escenario en el que se juega dicha partida como es el de la comunicación instantánea. Hoy en día con las redes sociales la comunicación ha llegado a su máxima expresión, ya que no se trata sólo de mandarle un mensaje a otro, saludándolo o haciéndole una consulta, hoy en día, el límite entre lo público y lo privado es una línea que prácticamente se ha difuminado, y un mensaje que bien podría pertenecer al ámbito de la privacidad pasa a ser expuesto ante miles de usuarios con la consiguiente reacción cuando lo que se dice es reprobable al comunicar hechos o comportamientos que la sociedad no acepta. Las redes sociales han servido para hacer público lo que nos sucede y aquello a lo que estamos expuestos cuando una situación es anómala, produciendo una reacción que puede revertir dichos hechos consiguiendo que el castigo público sea cuantificable en dinero o en el favor de la sociedad. Una verdad irrefutable, es que las redes sociales nos están cambiando, tanto en la forma de pensar, de sentir, de expresar e incluso la manera de comunicarnos con las marcas que no se puede obviar que nunca la imagen personal, social y por ende la virtual, iba a tener tanta importancia. Por otro lado, son islotes de libertad que la sociedad ha abrazado en busca de espacios que no están sometidos a intereses particulares. Si las mismas se utilizan de forma correcta ofrece la posibilidad de poner en conocimiento de la sociedad aquellas cuestiones perjudiciales para los ciudadanos en un momento en que los medios de comunicación tradicionales están en manos de los de siempre https://bit.ly/3CYXTDh
Otro de los pasajes importantes es el siguiente:
“Hemos dicho a los que tenemos contratados que ojito con contar cosas, pero a los que ya no están no podemos pedirles nada, y están ahí como locos, gritando todo, y todos los rojos como ellos haciéndoles caso y retuiteando”. Y hoy me han contado la última. Que uno de los creadores que se fue, cuando le preguntan por qué se marchó, responde con una frase que está siendo muy celebrada:
-Me fui porque con la cúpula de la empresa de telefonía se pueden hacer 14 gobiernos de Franco.”
La TV se ha convertido en un medio deseado por determinadas personas de la sociedad que ocupan una posición de privilegio, sin embargo, incurren en una profunda incoherencia cuando pretenden que dichos medios (TV) no estén sujetos al control de una sociedad donde existen múltiples opiniones de aquello que reciben. Lo define muy certeramente Noam Chomsky con la siguiente definición de democracia vigilada, “Una idea alternativa de democracia es la de que no debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados. Quizás esto suene como una concepción anticuada de democracia, pero es importante entender que, en todo caso, es la idea predominante. De hecho, lo ha sido durante mucho tiempo, no sólo en la práctica sino incluso en el plano teórico. No olvidemos además que tenemos una larga historia, que se remonta a las revoluciones democráticas modernas de la Inglaterra del siglo XVII, que en su mayor parte expresa este punto de vista” https://bit.ly/3HYz4uU
Fueron figuras como Walter Lippmann, decano de los periodistas americanos e importante analista político desde la teoría de la democracia liberal, los que construyeron dicho pensamiento. Lippmann estuvo vinculado a comisiones de propaganda y admitió los logros alcanzados, al tiempo que sostenía que lo que él llamaba revolución en el arte de la democracia podía utilizarse para fabricar consenso, es decir, para producir en la población, mediante las nuevas técnicas de propaganda, la aceptación de algo inicialmente no deseado. También pensaba que ello era no solo una buena idea sino también necesaria, debido a que, como él mismo afirmó, los intereses comunes esquivan totalmente a la opinión pública y solo una clase especializada de hombres responsables lo bastante inteligente puede comprenderlos y resolver los problemas que de ellos se derivan. Pues bien, en la noticia queda claro que la TV que se pretende es aquella que no pisa charcos y se vuelve acomodaticia a los intereses que dominan en la actualidad, con el único fin de no incomodar a aquellos ciudadanos que siempre vienen por “torcido” frente a la sociedad. Para dicho directivo, la TV bajo su gestión no tiene más finalidad que ensalzar aquello que realizan los prohombres de bien, pese a que las métricas y los números no dicen más que todo lo contrario a lo que se pretende ensalzar.
Una de las cuestiones que no quiero obviar y quiero abordar es el hecho de que la noticia recoge el sentir de una persona que ante la situación de salida de la compañía en la que prestó sus servicios, encuentra en la revelación de lo que sucede dentro de esta una oportunidad para exonerar sus pecados por el tiempo que estuvo callado y no dijo nada. La idea central de la “Teoría del Arrepentimiento” consiste en incorporar en la evaluación “a priori” de las opciones la futura respuesta psicológica del individuo ante el resultado final: “la pena por lo que pudo haber sido y no fue…” y, en su caso el regocijo por haber hecho una acertada elección. Así las personas elegirán “como si” maximizasen la esperanza de una utilidad básica modificada por el arrepentimiento o regocijo, referida a los resultados posibles para cada pareja de alternativas, en cada estado del mundo. El hecho de que se revelen dichas cuestiones no quita un ápice de credibilidad a lo que posiblemente digan, pero si se ven empañadas por el hecho de que mientras se percibía una retribución por los servicios prestados el silencio era la tónica imperante, desluciendo el acto revelador a posteriori que se efectúa. Sea como fuese, lo que parece evidente es que en el mundo actual no existen estómagos agradecidos cuando a los mismos se les hurta aquello que los alimenta, quizás sea como al principio del post con la excusa… Demasiado larga y ancha para justificar lo injustificable.
Ya lo dijo Albert Camus: “Inocente es quien no necesita explicarse.”
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