sábado, 29 de noviembre de 2025

TELEFÓNICA Y EL RELATO DISTORSIONADO DE DRAGHI Y LETTA

A principios de los años 80, la gigantesca operadora estadounidense AT&T, en aquel momento el mayor operador de telecomunicaciones del mundo, defendía que para garantizar la modernización de las redes, el despliegue de infraestructuras digitales y la innovación tecnológica era imprescindible mantener su tamaño colosal. Su argumento era similar al que hoy esgrimen algunas telecos europeas:

“Sin escala no hay inversión. Sin concentración no hay futuro”.

Sin embargo, el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) tenían una visión opuesta. Consideraban que el tamaño de AT&T no era un motor de innovación, sino un freno, y que el monopolio estaba paralizando el desarrollo de nuevas tecnologías y bloqueando la entrada de competidores.

Esta colisión de visiones acabó en un choque frontal:
el gobierno decidió dividir AT&T en 7 compañías regionales (“Baby Bells”), en una de las reestructuraciones más radicales de la historia empresarial.

¿El resultado? Paradójicamente, la decisión que AT&T consideraba una amenaza para la innovación provocó justo lo contrario:

  • Se aceleró la aparición de nuevos actores tecnológicos.
  • Surgieron avances clave como Internet comercial, DSL, la fibra óptica o los primeros móviles digitales.
  • La competencia detonó un ciclo de inversión sin precedentes.

El regulador había demostrado que más competencia puede generar más innovación que un monopolio gigante “en nombre del futuro”.


                   División de la compañía AT&T en los años 80

Estos últimos meses han puesto frente a frente dos visiones que hoy chocan en el corazón de la política industrial europea: por un lado, la de Marc Murtra y las grandes telecos, que reclaman más escala, más consolidación y menos corsé regulatorio para poder invertir en 5G, 6G, IA y ciberseguridad; y, por otro, la de Teresa Ribera y la Comisión Europea, que aceptan la necesidad de modernizar e integrar el mercado, pero se niegan a hacerlo a costa de rebajar la competencia y permitir oligopolios. Los rumores sobre una posible compra de Vodafone España por Telefónica, la revisión de las Directrices de Fusiones Horizontales (HMG), los informes Draghi y Letta, el ERE de más de 6.000 trabajadores y el reciente cheque de 4.100 millones de euros por el fútbol y la Champions son piezas de un mismo tablero: el de una Europa que quiere más inversión y soberanía digital, pero que se resiste a comprar ese futuro a precio de menos competencia y más concentración de poder de mercado. 

Los rumores sobre el interés de Telefónica por adquirir Vodafone España que sacudieron los medios de comunicación hace unos meses han vuelto a situar en el centro del debate la cuestión de la consolidación del mercado europeo de las telecomunicaciones. Esta posible operación, que supondría un reordenamiento profundo del sector español, se enmarca en un momento crítico para la política comunitaria de competencia, justo cuando Bruselas revisa sus Directrices de Fusiones Horizontales (HMG) y replantea su enfoque ante la necesidad de reforzar su soberanía digital y tecnológica.

Según distintas fuentes, Telefónica estaría analizando movimientos de integración y expansión, incluso diversificando sus inversiones hacia centros de datos y servicios de ciberseguridad, con el objetivo de subrayar ante la Comisión Europea el papel estratégico que desempeñan las telecos en la competitividad y seguridad de Europa. Esta coyuntura aparece recogida en medios especializados como Financial Times, que destacan los esfuerzos de Telefónica y otras grandes operadoras europeas —como Orange, Vodafone, Deutsche Telekom o KPN— por impulsar un cambio de mentalidad en Bruselas bit.ly/3XpDzra

El sector de las telecos europeo lleva años reclamando una flexibilización sustancial de las normas europeas de competencia. Su argumento central es que Europa, con más de 100 operadores móviles repartidos en 27 países, no posee la escala crítica necesaria para competir con los gigantes estadounidenses y asiáticos. Desde hace tiempo defienden que la consolidación —al menos a nivel nacional y posteriormente a nivel transfronterizoes esencial para garantizar inversiones sostenidas en fibra, 5G, 6G, redes seguras, centros de datos y ciberseguridad.

La llegada el 18 de enero de 2025 de Marc Murtra a la presidencia de Telefónica reforzó esta línea discursiva. En su primera intervención pública destacó que, ante una “disrupción tecnológica continuada”, Europa necesita “acabar con la fragmentación del sector para asegurar la soberanía tecnológica”. Su predecesor, José María Álvarez-Pallete, ya había defendido esta visión durante los últimos años. En paralelo, 23 consejeros delegados de grandes telecos europeas enviaron una carta a la Comisión reclamando una simplificación “drástica” de las normas de fusiones y advirtiendo que Europa necesita operadores más grandes para ser competitiva.

La Comisión Europea, bajo mandato de Ursula von der Leyen, se encuentra inmersa en la revisión de las Directrices de Fusiones Horizontales (HMG). La revisión estuvo abierta a consulta pública hasta septiembre de 2025, con la intención de aprobar las nuevas directrices antes de finales de 2027. En un documento de contexto técnico distribuido por la Comisión al inicio de este proceso, se reconoce que la escala podría aportar ventajas como menores costes, mayor acceso a capital e impulso a la I+D+i, factores esenciales en sectores intensivos en inversión como las telecomunicaciones. Sin embargo, el mismo documento advierte que el “tamaño” por sí solo no garantiza innovación, recordando que en sectores de alta tecnología muchas de las empresas más innovadoras son PYMEs, como en la biotecnología, la nanotecnología o la industria farmacéutica/sanitaria.

En este contexto, la vicepresidenta ejecutiva y Comisaria de Competencia, Teresa Ribera, ha adoptado una postura clara: reconoce la necesidad de inversión y de modernizar la infraestructura europea, pero rechaza la idea de que una política de fusiones más laxa sea la solución principal al problema. En sus declaraciones recientes, Ribera ha insistido en que “la principal barrera no es la regulación de fusiones, sino el mercado en el que operan las telecos”, señalando específicamente:

  • La gestión heterogénea del espectro radioeléctrico por parte de los Estados miembros.
  • La persistencia de mercados estrictamente nacionales por barreras regulatorias.
  • La fragmentación administrativa del Mercado Único.
  • La existencia de normativas divergentes entre países.


          Foto: presentación de los informes de Letta y Draghi

Para Ribera, la Comisión no puede ni debe sacrificar la competencia efectiva en aras del tamaño empresarial, porque ello podría perjudicar los precios, la calidad del servicio y la innovación a largo plazo. En sus propias palabras, recogidas en el diario El Confidencial, “es bueno contar con grandes actores capaces de invertir e innovar, pero no a costa de reducir la presencia de proveedores en un mercado determinado”, una referencia directa al riesgo de duopolios u oligopolios nacionales.

El análisis de fondo que sustenta las propuestas de flexibilización se apoya en dos documentos centrales:

1. El Informe Draghi (2024)

En su Informe Draghi sobre la competitividad europea, Mario Draghi sostiene que Europa no podrá competir globalmente si no desarrolla empresas con escala suficiente para acometer las inversiones necesarias en inteligencia artificial, redes 5G/6G, computación en la nube, ciberseguridad e infraestructura crítica. Draghi identifica las telecomunicaciones como un sector estratégico donde la fragmentación limita la capacidad inversora y sugiere revisar los criterios de competencia para permitir un mayor grado de consolidación.

2. El Informe Letta (2024) sobre el Mercado Único Europeo

Enrico Letta, en su informe para la Comisión Europea, coincide con Draghi en que la fragmentación regulatoria y la falta de escala empresarial son un obstáculo para el avance tecnológico y la autonomía estratégica de Europa. Letta aboga por un Mercado Único verdaderamente integrado que reduzca barreras regulatorias nacionales y facilite la actividad transfronteriza, un buen ejemplo de ello es el consorcio que hoy forma Airbus.

Ambos informes aportan el marco teórico que las telecos utilizan para defender la consolidación del mercado.

El debate esencial entre las empresas telecos y Bruselas gira en torno a la definición del mercado relevante:

  • Las telecos sostienen que la competencia es global, o como mínimo paneuropea, por lo que consolidarse a nivel nacional sería un primer paso necesario para competir fuera.
  • La Comisión Europea recuerda que en telecomunicaciones el mercado sigue siendo nacional debido a barreras regulatorias internas. Por lo tanto, evaluar una fusión requiere analizar su impacto en cada país, no en la UE en su conjunto.

Ello explica por qué operaciones como Orange–MásMóvil en España —y eventualmente una hipotética Telefónica–Vodafone España— requieren una evaluación exhaustiva y la imposición de posibles condiciones para evitar concentraciones excesivas de poder de mercado.

Draghi señala que para que Europa sea competitiva frente a Estados Unidos y China es imprescindible un mercado verdaderamente integrado y moderno. Sin embargo, Draghi es explícito en un punto fundamental: esta necesidad de escala no implica relajar los controles de competencia, ni permitir fusiones que reduzcan el número de operadores o creen oligopolios. El informe subraya que la competencia es un pilar irrenunciable de la economía europea, imprescindible para la innovación, la productividad y evitar abusos de poder de mercado. Lo que Draghi propone es actualizar las normas, no debilitarlas: adaptarlas a los nuevos mercados digitales, a la presencia de grandes plataformas tecnológicas y a la necesidad de reglas eficaces en un contexto distinto al de hace veinte años.

En este marco es donde interviene la comisaria Teresa Ribera, quien rechaza frontalmente la interpretación interesada que las telecos han intentado hacer del Informe Draghi. Ribera lo aclara sin ambigüedades: el informe no pide suavizar el control de fusiones, ni sugiere que Europa deba permitir concentraciones que reduzcan la diversidad de operadores. Su posición es una corrección pública a la narrativa que llevan meses impulsando compañías como Telefónica, Orange o Deutsche Telekom.

Ribera coloca el foco donde las telecos no quieren mirar: el problema no es la regulación de competencia, sino la falta de un mercado europeo verdaderamente integrado. En palabras de Ribera, “la principal barrera no es la regulación de fusiones, es el mercado”. Con esta afirmación, desautoriza uno de los ejes centrales del discurso de Marc Murtra, que insiste en que la regulación europea impide crecer y limita la capacidad inversora de las empresas.

Además, Ribera desmantela otro de los argumentos clave de las telecos: la supuesta equivalencia entre tamaño y capacidad de inversión. Ribera recuerda que la escala no garantiza innovación, y que en muchos de los sectores más dinámicos y disruptivos de Europa —como la biotecnología, la farmacia o la nanotecnología— las empresas más innovadoras son precisamente PYMEs, no gigantes corporativos. Su mensaje es claro: más tamaño no siempre significa más inversión, más innovación o mejores servicios. Tenemos un buen ejemplo en el ranking que publica la Comisión Europea que todos los años publica sobre las 2500 empresas que más invierten en el mundo en el mundo en I+D bit.ly/489pvIx

La comisaria Ribera también rechaza que la solución al atraso europeo sea permitir fusiones masivas que reduzcan operadores. Insiste en que el objetivo debe ser más integración europea, no menos competencia. Ribera defiende que el mercado único debe avanzar, que Bruselas debe modernizar herramientas regulatorias, pero siempre manteniendo el espíritu europeo de pluralidad empresarial, innovación y protección del consumidor.

En paralelo, el texto menciona cómo Ribera rechaza las presiones externas —por ejemplo, las de Estados Unidos en el debate arancelario— y critica los intentos de algunos grupos políticos de aprovechar la agenda de simplificación administrativa para desregular el Pacto Verde, reafirmando una vez más que la UE no debe sacrificar sus principios estratégicos.

En definitiva, el mensaje de Ribera es contundente: Europa necesita modernización, integración y adaptación a los nuevos tiempos, pero no necesita sacrificar la competencia. Su intervención constituye una auténtica enmienda a la totalidad defendida por las telecos europeas (incluida Telefónica por boca de Marc Murtra), que han intentado interpretar a su favor el Informe Draghi para justificar fusiones que concentren el mercado.

Draghi pide más Europa; las telecos piden menos control.
Ribera recuerda que lo que fortalece la innovación es la competencia, no la concentración.

La posición actual de la Comisión Europea puede resumirse de la siguiente forma:

  • Reconoce la necesidad de más inversión, innovación y soberanía digital en Europa.
  • Acepta que la escala puede ayudar a mejorar la competitividad global.
  • Entiende que el sector de las telecomunicaciones necesita modernizarse para afrontar la transición tecnológica.

Pero al mismo tiempo:

  • Rechaza relajar indiscriminadamente las normas de competencia.
  • Prioriza mantener mercados nacionales con varios operadores.
  • Subraya que el tamaño no es sinónimo de innovación ni de beneficio para el consumidor.
  • Insiste en que los grandes cambios deben hacerse sin reducir la pluralidad de proveedores.

Así, aunque la Comisión Europea está replanteando su política de competencia —en parte influida por Draghi y Letta y sus informes que les fueron encargados—, su enfoque sigue siendo equilibrado, gradual y condicionado estrictamente a proteger la competencia efectiva, la calidad del servicio y el interés de los ciudadanos europeos.

Las declaraciones recientes de Marc Murtra en el XXIV Congreso de Directivos de CEDE en Zaragoza, se inscriben en una línea estratégica muy clara: justificar un proceso de rearme tecnológico europeo en el que las grandes telecos, y en particular Telefónica, reclaman más escala, más consolidación y menos rigidez regulatoria, incluso a costa de decisiones tan duras en el corto plazo como un ERE para más de 6.000 trabajadores bit.ly/48ohs9L

Frente a este discurso, la vicepresidenta ejecutiva y comisaria de Competencia de la Comisión Europea, Teresa Ribera, viene construyendo una posición que, sin negar la necesidad de inversión ni el reto tecnológico, desautoriza varios de los pilares argumentales de Murtra, especialmente en lo relativo a la regulación de competencia y a la idea de que “más grande” equivale a “mejor” para Europa. elconfidencial.com+1


A continuación se analizan los principales ejes de dicha colisión.

1. Causa del problema: ¿regulación de competencia o mercado fragmentado?

Lo que dice Murtra:

Murtra plantea que Europa se encuentra ante un “momento Sputnik” tecnológico, en el que solo un gran salto en inversión, escala y consolidación permitirá no quedar relegada frente a Estados Unidos y China. En esa lógica, sugiere que la regulación actual es una traba:

  • Habla de “inercias complejas” y administrativas que dificultan ejecutar el Informe Draghi y las reformas necesarias.
  • Insinúa que los marcos regulatorios y de competencia no están “a la altura” de la urgencia tecnológica y que hay una “tendencia natural” de los reguladores a seguir regulando, lo que convierte a la política de competencia en parte del problema, no de la solución.

Su subtexto es claro: si Europa no flexibiliza la regulación de fusiones y su marco de competencia, las telecos europeas no podrán adquirir la escala necesaria para invertir.

Lo que responde Ribera

Ribera, en cambio, desplaza el foco de la culpa:

“La principal barrera no es la regulación de fusiones, es el mercado en el que operan las telecos”. elconfidencial.com

Con esta frase, que se ha convertido ya en la síntesis de su postura, la comisaria afirma que el problema no está en Bruselas “bloqueando fusiones”, sino en:

  • La gestión heterogénea del espectro por los reguladores nacionales. elconfidencial.com
  • La persistencia de mercados nacionales cerrados, por barreras regulatorias internas.
  • La falta de un mercado único plenamente integrado, algo que ella misma defiende reforzar, pero no a costa de la competencia. LinkedIn

Es decir: para Ribera, el cuello de botella no es que la Comisión sea demasiado estricta con las fusiones, sino que los Estados miembros y las propias empresas no han avanzado lo suficiente hacia un verdadero mercado único europeo. Ahí desmonta uno de los mensajes centrales de Murtra: la idea de que el gran obstáculo es la política de competencia.

2. Escala y consolidación: ¿objetivo prioritario o riesgo para la competencia?

Murtra: sin escala no hay soberanía tecnológica

Murtra vincula directamente escala empresarial, inversión y soberanía tecnológica:

  • Europa necesita “empresas con la escala adecuada para invertir y operar de manera práctica y eficiente”.
  • Sin consolidación, no habrá capacidad para sostener redes 5G/6G, IA, ciberseguridad, centros de datos, etc.
  • Telefónica debe ser “extraordinariamente eficaz” para capturar esa ola de consolidación y convertirse en pieza clave del “rearme tecnológico europeo”.

La consolidación, en su relato, no es un elemento más: es el vector central para que Europa no se quede “dos generaciones por detrás” en IA frente a Estados Unidos y China.

Ribera: la escala importa, pero no a costa de menos competencia

Ribera no niega que la escala pueda ser útil. De hecho, la propia Comisión, en documentos de trabajo, reconoce que un mayor tamaño puede traer eficiencias, mejores costes y más capacidad inversora. totaltele.com

Pero la comisaria introduce dos matices decisivos:

  1. La escala no garantiza por sí misma ni innovación ni inversión.
  2. Aumentar el tamaño de las empresas no puede hacerse sacrificando la competencia efectiva.

En Lisboa y en otras intervenciones, Ribera insiste en que la política de competencia debe adaptarse a los nuevos tiempos, pero sigue siendo el “compás” del modelo europeo:

Europa necesita ser competitiva, verde, justa y resiliente, “con la competencia como parte esencial de ese modelo”. European Commission

Además, desde la propia Comisión se ha reiterado que el encargo de modernizar las normas de competencia no significa “ablandarlas”, y que Ribera ha sido explícita en cautelar frente a la tentación de relajar el control de concentraciones para permitir escalas a cualquier precio. Hengeler Mueller News

En resumen: donde Murtra ve la consolidación casi como condición de supervivencia, Ribera la considera solo aceptable si no reduce en exceso el número de operadores y no crea posiciones de poder de mercado difíciles de controlar.

3. Lectura del Informe Draghi: ¿licencia para consolidar o llamada a más Europa con competencia?

Murtra: consenso en torno a Draghi como aval a su tesis

Murtra presenta el Informe Draghi como un respaldo casi unánime a su visión:

  • Afirma que hay un “amplio consenso” en torno al informe y que no existe un “contrainforme Draghi”.
  • Lo interpreta como una validación de que Europa debe avanzar en consolidación y en simplificación regulatoria para poder crear “hiperescaladores” europeos.

En su relato, Draghi legitima la idea de que, para evitar la decadencia tecnológica, Europa debe flexibilizar los criterios con los que examina fusiones y adquisiciones en sectores estratégicos como las telecomunicaciones.

Ribera: Draghi habla de escala e integración, no de desarmar la competencia

Ribera, sin embargo, ha dejado claro que esta lectura es interesada. Ella y otros miembros de la Comisión han recordado que el Informe Draghi:

  • Pide más integración de mercado, más escala y más inversión, sí.
  • Pero no plantea desmantelar la política de competencia ni autorizar oligopolios “por razones industriales”.

La propia Comisión ha subrayado que los informes de Draghi y Letta apuntan a una Europa más integrada, pero no menos exigente en disciplina de competencia. European Commission

De hecho, en la nota técnica de la consulta sobre las normas HMG se enfatiza que, aunque la escala puede traer beneficios, las empresas más innovadoras en muchos sectores de alta tecnología son PYMEs, de modo que el tamaño no asegura por sí mismo ni I+D ni dinamismo. totaltele.com

Ribera remata este punto cuando rechaza abiertamente que Draghi haya pedido “suavizar” los controles de fusiones o tolerar duopolios/oligopolios, algo que las telecos venían sugiriendo en su ofensiva política y mediática. En la práctica, la comisaria está corrigiendo públicamente la interpretación que Murtra y otros directivos han hecho del informe.

4. Prioridades europeas: ¿primero tecnología o primero derechos y competencia?

Murtra: cambiar la jerarquía de prioridades

Murtra sostiene que Europa ha pasado dos décadas priorizando “la protección de los derechos del individuo” como valor máximo, y que ahora la “diagnosis” exigiría un giro:

  • La prioridad debería ser la construcción tecnológica, que a su juicio es la que, a la larga, garantiza soberanía, libertad individual y productividad.
  • En la práctica, plantea una reordenación de valores, donde la urgencia tecnológica pasa por delante de cautelas regulatorias y de algunas garantías que han articulado el modelo europeo.

Este discurso encaja con su defensa de que hay que “sacrificar el inmediato” (incluido empleo vía ERE) para ganar eficiencia y capacidad de inversión a medio y largo plazo.

Ribera: modernizar regulaciones, sí; desregular principios, no

Ribera, en cambio, ha sido muy tajante en otro frente: el intento de usar la “simplificación” como caballo de Troya para desregular el Pacto Verde o debilitar la protección de consumidores. Ha denunciado en público que algunos grupos políticos en el Parlamento Europeo están utilizando la agenda de simplificación para empujar una desregulación más profunda de lo que la propia Comisión considera aceptable.

Su línea es coherente:

  • La política de competencia y la regulación digital deben modernizarse para adaptarse a plataformas, IA, nuevos modelos de negocio.
  • Pero esa modernización no puede consistir en rebajar estándares de protección, renunciar a la pluralidad de operadores o debilitar los derechos de consumidores y ciudadanos. European Commission+1

En otras palabras: donde Murtra insinúa que hay que recolocar la construcción tecnológica por encima de ciertas salvaguardas de los derechos del ciudadano europeo, Ribera defiende que la construcción tecnológica debe hacerse dentro del marco de valores y normas europeos, no reordenándolos en su contra.

5. Consolidación, empleo y “sacrificio del inmediato”

Aunque la comisaria no entra en la gestión interna de Telefónica, es imposible ignorar la conexión entre el discurso de sacrificio del corto plazo de Murtra y sus apuestas regulatorias:

  • Murtra justifica un ERE para más de 6.088 trabajadores como parte del sacrificio presente para ser más eficientes y poder invertir más en el futuro.
  • Al mismo tiempo, reclama un entorno regulatorio que permita consolidar operadores y ganar escala con menos rigidez.


Ribera, por su parte, no entra en el terreno laboral, pero su insistencia en que la competencia y la pluralidad de operadores son esenciales para la calidad del servicio y el interés de los ciudadanos contrasta con una lectura puramente financiera o tecnológica del problema. Su enfoque introduce una dimensión que el discurso de Murtra apenas menciona: el efecto de la concentración sobre el usuario final y sobre el equilibrio global del mercado.

6. Síntesis final de las contradicciones de Murtra y Ribera

En suma, las contradicciones entre la línea de Murtra y la postura de Ribera pueden resumirse en las siguientes:

  • Diagnóstico del problema
    • Murtra: el problema central es una regulación de competencia y unas normas de fusiones demasiado rígidas.
    • Ribera: el problema central es un mercado fragmentado, con marcos nacionales obsoletos y enfoques empresariales anticuados; la ley de fusiones no es el verdadero obstáculo. elconfidencial.com
  • Rol de la escala
    • Murtra: sin grandes operadores y consolidación no hay soberanía tecnológica ni capacidad de inversión.
    • Ribera: la escala puede ayudar, pero no es garantía de innovación; la prioridad es evitar concentraciones de poder de mercado que dañen la competencia y al consumidor. totaltele.com
  • Lectura de Draghi y Letta
    • Murtra: interpreta el Informe Draghi casi como un mandato implícito para la consolidación y la simplificación “drástica” del control de fusiones.
    • Ribera: recuerda que Draghi pide integración, escala e inversión, pero no relajar la disciplina de competencia ni tolerar oligopolios; por tanto, corrige la lectura que hacen las telecos. European Commission
  • Prioridades políticas
    • Murtra: urge cambiar la jerarquía de prioridades, situando la construcción tecnológica por encima de la lógica regulatoria y de ciertos equilibrios tradicionales.
    • Ribera: defiende que la modernización regulatoria debe hacerse sin sacrificar el núcleo del modelo europeo: competencia, protección al consumidor, objetivos verdes y equilibrio social. European Commission+1
  • Resultado práctico
    • Murtra: usa el contexto de crisis y rearme tecnológico para justificar consolidación, ERE y un giro regulatorio favorable a grandes telecos.
    • Ribera: usa el mismo contexto para justificar más integración de mercado, normas actualizadas y una competencia fuerte como condición para la inversión, no como obstáculo.

Dicho de forma muy simple:
Murtra pide más escala y menos freno; Ribera acepta la escala, pero con el freno de la competencia bien puesto.

Principio del formulario

Final del formulario

Si ponemos en la misma mesa el discurso de Murtra y el cheque de 4.100 millones pagados por el fútbol que ha hecho recientemente, el encaje con la “estrategia europea” que él invoca empieza a chirriar bastante.

Por un lado, Telefónica se ha comprometido a pagar 2.635,85 millones por los derechos de LaLiga en España entre las temporadas 2027/28 y 2031/32, a razón de unos 527 millones al año, en un contrato renovado junto a DAZN que eleva el valor total doméstico de la competición hasta 6.135 millones. El País+2Bolsamania+2 Por otro, ha cerrado 1.464 millones de euros adicionales para retener en exclusiva las competiciones UEFA (Champions, Europa League, etc.) en el mismo periodo 2027–2031. El País+2Europa Press+2 En total, unos 4.100 millones de euros comprometidos a contenido deportivo premium en España.

Al mismo tiempo, el propio Murtra lleva meses defendiendo ante Bruselas que las telecos europeas necesitan consolidarse y ganar escala para poder invertir masivamente en redes de nueva generación, 5G/6G, inteligencia artificial (IA), ciberseguridad e infraestructuras críticas, y que la actual regulación de competencia es una barrera para esa ambición. El País Su relato es: “nos falta músculo financiero, nos sobran límites regulatorios; si nos dejan fusionarnos e incrementar escala, podremos invertir más en tecnología y soberanía digital”.

Es justo en este punto donde la compra del fútbol le debilita el argumento. Desde la óptica de la Comisión Europea –y en particular de Teresa Ribera– el problema de las telecos no es solo “cuánto ganan” o “qué tamaño tienen”, sino cómo usan los recursos que ya tienen y en qué modelo de negocio se están anclando. Ribera ha sido muy clara: “la principal barrera no es la regulación de fusiones, es el mercado en el que operan las telecos”, es decir, la falta de integración real, la forma en que se gestiona el espectro, la estructura nacional de los mercados y determinadas estrategias empresariales poco adaptadas a la nueva era digital. elconfidencial.com+1

Cuando una compañía que dice necesitar “escala para invertir en redes y tecnología” decide amarrar más de 4.000 millones de euros a derechos de fútbol en un único país, envía un mensaje ambiguo a Bruselas: por un lado, reclama un marco más flexible porque no llega para todo; por otro, destina un volumen gigantesco de recursos a contenidos de entretenimiento que no aportan directamente ni redes nuevas, ni capacidades de IA, ni 6G, ni ciberseguridad. A efectos de la Comisión, esto refuerza justo el argumento que Ribera viene deslizando: que el problema no es tanto que las telecos “no puedan” invertir en lo tecnológico por culpa de la normativa, sino que eligen destinar gran parte de su capacidad financiera a mantener modelos basados en el “fútbol como anzuelo comercial”.

Las telecos sostienen que estos derechos deportivos son una inversión estratégica porque les permiten fidelizar clientes, subir ARPU y así financiar infraestructura. Es el argumento clásico: sin fútbol, se escapan los abonados, se hunde el negocio convergente y se reduce la caja para redes. Pero, visto desde la lógica de política industrial europea (Draghi, Letta, etc.), la prioridad que reclamaban no era “más margen para comprar derechos de LaLiga y la Champions”, sino más margen para desplegar infraestructuras, desarrollar servicios digitales propios y reforzar la autonomía tecnológica europea con una inversión en I+D que ofrezca soberanía digital a Europa. linklaters.com+1 Que el gran movimiento de capital de Telefónica en 2025 sea blindar el fútbol hasta 2032 no encaja fácilmente con esa narrativa de “rearme tecnológico europeo”.


 Foto: (izq) Ursula Von der Leyen y Teresa Ribera, las dos principales cargos al frente de la Comisión Europea. 

Además, esta apuesta por el fútbol se conecta de forma incómoda con el otro frente: los discursos sobre ERE, sacrificios de corto plazo y decisiones “dolorosas” para poder invertir en el futuro. Mientras Murtra explica que hay que “sacrificar caja a corto plazo” y ajustar plantilla para ganar eficiencia e invertir más en tecnología, la compañía anuncia a la vez un compromiso multimillonario y crecientemente inflacionado con contenidos deportivos, que son caros, volátiles y muy discutibles como palanca de soberanía digital. Para un regulador europeo que mira también el impacto social y la sostenibilidad del modelo, la combinación “ERE + fútbol a precio récord + queja de falta de escala” es políticamente infumable.

Desde la perspectiva de la estrategia europea que encarna Ribera, hay otra tensión de fondo: la Comisión está intentando actualizar las directrices de fusiones para equilibrar mejor inversión, innovación y competencia, pero sin renunciar a que haya varios operadores fuertes en cada mercado nacional y sin aceptar alegremente duopolios u oligopolios. European Commission+2legalblogs.wolterskluwer.com+2 En ese contexto, movimientos como el de Telefónica refuerzan su posición dominante en un activo de mercado (el fútbol premium) que actúa como barrera a la competencia: el cliente que quiere todo el fútbol prácticamente tiene que pasar por Movistar+ o por un intermediario que le compre el señal a Telefónica. Eso complica el objetivo de “más competencia efectiva” que defiende la Comisaria, justo en el momento en que las telecos están pidiendo que se les permita concentrarse más.

En resumen: cuando Murtra pide a Bruselas más libertad para consolidar alegando que necesita escala para invertir en redes, IA y 6G, y acto seguido compromete 4.100 millones en derechos de fútbol en España, está ofreciendo a la Comisión el contraargumento perfecto. Ribera puede replicar: si de verdad el cuello de botella fuera solo la escala y la dureza de la regulación, una parte muy relevante de esa capacidad financiera se estaría volcando en infraestructuras y capacidades tecnológicas, no en reforzar un modelo de televisión de pago basado en el fútbol. Acciones como esta no solo chocan con la estrategia europea de priorizar inversión productiva e innovación, sino que debilitan la credibilidad del discurso de las telecos, y refuerzan la tesis de la Comisión de que el problema no está tanto en la norma, sino en el mercado y en las elecciones estratégicas de los propios operadores.

Principio del formulario

Final del formulario

Para terminar el post quiero manifestar que el choque que hoy vivimos entre las grandes telecos europeas y la Comisión Europea no es nuevo en la historia económica. Ya ocurrió en Estados Unidos en los años 80, cuando AT&T defendía –con absoluta convicción– que solo un gigante con escala mastodóntica podría garantizar el futuro tecnológico del país. El regulador estadounidense no compró ese argumento. Deshizo el monopolio y, paradójicamente, fue esa decisión –y no la concentración– la que detonó la mayor ola de innovación en telecomunicaciones de la historia moderna.

Europa está viviendo ahora su propia versión de aquel choque.
Murtra y otros líderes del sector presentan la consolidación como el camino inevitable hacia la soberanía digital. Ribera y la Comisión Europea responden que la innovación nace de la competencia, no de estructuras empresariales cada vez más grandes y menos contestadas. Y, como en los 80, los hechos empiezan a desnudar los discursos.

Porque mientras las telecos reclaman a Bruselas que flexibilice la regulación porque “no hay escala suficiente para invertir”, algunas de sus decisiones estratégicas narran otra cosa:

  • 4.100 millones en derechos de fútbol y Champions hasta 2032, en un único país, en un modelo de negocio que poco tiene que ver con IA, 6G o ciberseguridad.
  • Un ERE de más de 6.000 trabajadores bajo el argumento de “sacrificar el corto plazo” para liberar recursos para el futuro, justo mientras se firma el mayor contrato de contenidos deportivos en una década.

Estas acciones no solo colisionan frontalmente con el discurso pro-inversión tecnológica que se ha trasladado a Bruselas, sino que refuerzan exactamente la tesis de la Comisión:
el problema no es la escala, es el modelo.
No es la regulación, es la estrategia empresarial.
No es Draghi; es la lectura interesada que algunos han hecho de Draghi.

Porque ni el Informe Draghi ni el Informe Letta pidieron desarmar la competencia, ni abrir la puerta a duopolios, ni convertir el tamaño en un fin en sí mismo. Ambos informes hablan de integración de mercado, de modernización, de actualización de reglas para un contexto digital nuevo. Pero en ningún caso proponen lo que algunos líderes del sector han querido ver: una licencia para concentrar poder de mercado sin contrapesos.

La historia enseña algo muy sencillo:
cuando regulador y empresas chocan por la interpretación de la competencia y la escala, el ganador a largo plazo siempre es el regulador. Y no porque “se imponga”, sino porque el mercado –cuando respira– demuestra que la innovación necesita diversidad, rivalidad y un ecosistema fértil, no gigantes blindados por fusiones.

AT&T lo aprendió tarde. Europa, con Ribera al timón de la Competencia, parece decidida a no repetir el error. Y si algo revela este momento es que la Comisión no solo está defendiendo un marco normativo: está defendiendo una visión de Europa, una donde la modernización y la soberanía tecnológica se construyen sin sacrificar el pluralismo, sin regalar poder a pocos actores y sin permitir que intereses particulares reescriban a su conveniencia informes como los de Draghi o Letta.

Porque, igual que en Estados Unidos hace cuarenta años, la lección es clara: cuando el relato empresarial se aleja de los hechos y la estrategia choca con el interés general, el tiempo siempre acaba dándole la razón al regulador.

Ya lo dijo Joseph Schumpeter: “La competencia es siempre desorganizada al principio, pero es la única fuerza que garantiza el progreso.”

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario