Arthur Schopenhauer no sólo era un misántropo (persona que huye del trato con otras personas o siente gran aversión hacia ellas), sino también y, sobre todo, un solitario. Los compromisos sociales suponían para él una obligación y una continua impostura y aseguraba que los hombres de valor intelectual sólo pueden tener un puñado de amigos, y eso como mucho. Nietzche era otro solitario empedernido que, además, también caminaba varias horas al día.
Aunque no hace falta convertirse en un ermitaño (de hecho, la soledad extrema puede ser perjudicial para la salud), hay que saber estar a solos y disfrutarlo. La soledad nos permite desconectar con más facilidad y centrarnos en nuestros pensamientos. También nos ayuda a controlar mejor nuestro tiempo y dedicarlo a lo que realmente queremos hacer: escribir, leer, descansar… Y aunque la cooperación y el diálogo son importantes, estar solo también es indispensable para estimular la creatividad, ya que ayuda a trabajar sin interrupciones y con libertad, sin sentirnos juzgados. En lo que se refiere a la filosofía, hay que recordar que nunca estamos realmente a solas, ya que siempre mantenemos una conversación con nosotros mismos. Como escribió Hannah Arendt, “en soledad siempre surge un diálogo, porque incluso en soledad siempre hay dos”.
El 30 de julio un diario recogía la siguiente noticia, “Telefónica alerta del 'riesgo adicional' que supone la deuda pública en España” https://bit.ly/3BXRLMg En la misma se informa de lo siguiente: “Telefónica avisa del alto endeudamiento público en España. La operadora de telecomunicaciones lo coloca como un "riesgo adicional" significativo. Lo suma a otros que ya señalaba como la fragmentación política, el impacto de la pandemia o el proteccionismo de países como Estados Unidos o China en la guerra comercial debido a la dependencia de la economía española hacia el exterior. Estos son algunos de los problemas con los que tendrá que lidiar en los próximos trimestres, en los que la compañía tendrá que demostrar que puede superar el endurecimiento del entorno competitivo y el recorte de los márgenes. La deuda financiera que acumulan el conjunto de las administraciones públicas en España subió en el mes de mayo hasta los 1,41 billones de euros, lo que supone más de un 11% de incremento respecto a la registrada en pleno confinamiento. Esa cifra iguala el récord histórico, debido a todas las medidas ejecutadas para aplacar los efectos de la pandemia del coronavirus, desde los ERTE a los préstamos ICO. El propio Álvarez-Pallete defendió hace justo un año el trabajo "espectacular" de la administración y los funcionarios con ambas medidas. "Es un falso dilema entre Estado o empresa; hemos construido un magnífico pasado entre todos y el presente tiene que ser conjunto", apuntó. Sin embargo, los efectos de ambas medidas en la deuda preocupa ahora a la operadora. "Los elevados niveles de deuda pública acumulados son un riesgo adicional en caso de estrés financiero", aseguran en su informe semestral presentado ante la CNMV. Estos son los riesgos financieros que pone sobre la mesa Telefónica de cara a los próximos trimestres en España, que van a ser críticos. Después de varios años de dura batalla, todos los ojos de analistas e inversores están puestos en este mercado, tras las grandes operaciones de Telxius y Reino Unido, la rebaja de la deuda y el control de Latinoamérica -pese a no encontrar un socio financiero-. La guerra de precios y el endurecimiento del entorno competitivo ha hecho saltar las alarmas. La operadora tiene como retos para la segunda parte del año la mejora de los márgenes de rentabilidad y el incremento de unos ingresos, especialmente en segmento residencial, a la baja por el entorno competitivo”.
El problema de la deuda pública ha alcanzado su nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial, superando el PIB mundial. Los gobiernos, especialmente los de los países más desarrollados, están pidiendo más préstamos para compensar los daños causados por el problema del Covid-19. Los defensores de esta estrategia como los economistas norteamericano Paul Krugman o el francés Thomas Piketty, afirman que dicha deuda podría dar paso a un período de sólido crecimiento mundial, invirtiendo el malestar que muchos países ricos han sentido este siglo. La combinación de la elevada deuda y la falta de preocupación mostrada por los mercados no tiene precedentes. El Gobierno de Estados Unidos va camino de un déficit presupuestario de 3 billones de dólares por segundo año consecutivo. A pesar de dicha situación, y del temor a la inflación, los bonos a 10 años del Tesoro solo rinden en torno al 1,3%, en parte debido a la cautela de la Reserva Federal a la hora de subir los tipos de interés. En otros países como Japón, el gobierno está a punto de superar el trillón de yenes de deuda pública, lo que equivale a unos 10 billones de dólares. Siendo la misma, el 250% del PIB japonés. Sin embargo, el coste de dicha deuda es menor que lo que pagaba a mediados de los años 80, cuando dicha deuda representaba un 66% del PIB japonés. En Europa, Grecia, el país con mayor problema con la deuda pública está acumulando ahorros, y los inversores están aceptando bonos con rendimiento más reducido que los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Para Paul James Sheard, investigador en el Centro Mossavar-Rahmani de Negocios y Gobierno de la Escuela Kennedy de Harvard, afirma que, "No tenemos que preocuparnos" por la deuda, ya que "El mundo ha cambiado. Los marcos intelectuales han evolucionado". Si bien este nuevo pensamiento económico ha animado a los gobernantes a pedir mayor cantidad de préstamos, esto se ha visto también acelerado por causas como; la globalización o las causas demográficas como es el envejecimiento de la población y las condiciones en China que se han unido para dar paso a un mundo inundado de ahorros disponibles para invertir. Para proteger dichos ahorros, los tenedores de estos recursos han optado por los activos seguros, en especial los bonos del Estado de las economías avanzadas, sin importar lo reducido de su rendimiento. Estados Unidos se ha posicionado como líder mundial de endeudamiento público para impulsar la recuperación tras la pandemia del Covid-19. La Oficina de Presupuestos del Congreso preveía que la deuda federal pública alcanzaría el 102% del PIB a finales de 2021, el nivel más alto desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, las previsiones de los economistas del banco norteamericano JP Morgan son que el endeudamiento de Estados Unidos apenas hará mella en el ahorro bruto mundial, que asciende a más de 25 billones de dólares al año según el Fondo Monetario Internacional (FMI), y cuyo aumento ha reducido los costes de los préstamos en las últimas décadas. Para los críticos de dicho endeudamiento, el mismo puede conducir a un sobrecalentamiento de la economía que producirá un aumento de la inflación y los tipos de interés. Sin embargo, la Reserva Federal (FED) parece que de momento no ven dicha situación como problema y su política monetaria seguirá de momento anclada en tipos de interés bajos. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, en 2020, la deuda pública mundial ascendió al 105% del PIB mundial, cuando antes de la pandemia se situaba en un 88%. Dicho organismo advierte, así mismo, de que la deuda pública total podría aumentar 10 billones de dólares más este año, hasta alcanzar los 92 billones, y la mayor parte del aumento se produciría en las economías desarrolladas. La diferencia de la crisis actual con respecto a la del año 2008 con la quiebra del banco Lehman Brothers, es que en la del 2008 muchos países pasaron rápidamente de los estímulos a recortar el déficit, suscitando tasas de crecimiento pírricas. El saneamiento presupuestario sufrido desde el año 2010 en adelante, contribuyó a la lentitud de la recuperación tras la crisis financiera, dejando cicatrices duraderas al hundir empresas y expulsar a millones de trabajadores del mercado laboral. El bajo crecimiento y la baja inflación que lastró el PIB de las diferentes economías por una austeridad enfermiza no sirvió para recortar eficazmente la deuda pública en proporción del PIB. Si bien la crisis del 2008 tiene identificados a sus responsables https://bit.ly/37arr3m, en la del Covid-19, los factores que desencadenaron la misma son exógenos a los gobiernos actuales. Los gobiernos de todo el mundo han decidido aprovechar la oportunidad de gastar para eludir los desplomes generados por la pandemia, con dicho estimulo pretenden limitar los daños que la crisis puede producir en sus economías a la vez que invierten en una renovación económica a largo plazo. Un ejemplo de esto último lo vemos por ejemplo en Japón, dicho país habría invertido el equivalente a unos 800.000 millones de dólares, o una sexta parte de su producción anual, en estímulos económicos. Pese a todo, la inflación en Japón sigue siendo cero. Cuando existe un exceso de ahorro, éste es absorbido por el déficit público. China, países asiáticos y los países productores de petróleo de Oriente Medio han incrementado las reservas de ahorros mediante grandes superávits comerciales y han invertido gran parte de los ingresos en bonos del Tesoro estadounidense y de otros países industrializados. Esta situación fue bien definida por el exsecretario del Tesoro norteamericano, Lawrence Summers, el mismo argumentó en el año 2014, que el envejecimiento de la población, el elevado ahorro y la debilidad de la inversión privada son tendencias persistentes de nuestra época que dificultan que las economías alcancen su pleno potencial, un problema que denominó “estancamiento secular”. Esta teoría determina que los gobiernos tienen que recoger el testigo cuando los problemas sacuden las economías hacia el estancamiento.
El problema demográfico que sufren los países más avanzados del mundo como son, Estados Unidos, Japón o la Unión Europea, supondrá un mayor gasto para dichas economías en la atención de la ciudadanía a la vez que supondrá un menor ahorro y una mayor tasa de inflación. Esto se acrecentará cuando los motores de la economía mundial del sureste asiático empiecen también a pasar por dicho problema, entonces, los excesos de ahorro que tienen en la actualidad dichos países serán absorbidos por ellos mismos con el fin de cubrir los gastos que se generarán. Sin embargo, el FMI ha expresado su preocupación por la posibilidad de que los déficits combinados de la zona monetaria del euro, de alrededor del 7% del PIB, sean demasiado pequeños dada la magnitud del golpe económico del coronavirus. La inflación en sí no es necesariamente un problema para los gobiernos que arrastran grandes deudas públicas. Significa que el PIB y los ingresos fiscales crecen en el sentido nominal, mientras que el tamaño de las deudas existentes se mantiene fijo. Según Paul De Grauwe, profesor de la London School of Economics, la clave de la sostenibilidad de la deuda es la relación entre los tipos de interés y el crecimiento. Afirma que, siempre y cuando un país crezca más rápido que los tipos que paga, su ratio de deuda global tenderá a disminuir de forma natural. Pero, cuando los intereses superan al crecimiento, el país en cuestión pasa a estar en dificultades. Uno de los motivos por los que la deuda pública tiene mala fama es la negativa imagen de los países en desarrollo, que atraviesan problemas de impago de su deuda. En estos casos, el principal problema estriba en que dichos prestamos se solicitan en monedas que no controlan, como es por ejemplo el dólar. Según el FMI, China ha registrado déficits presupuestarios de alrededor del 11% el año pasado y del 10% este año. Su gran ahorro interno y los límites a la circulación de capitales hacen que no tenga que preocuparse por la huida de los acreedores extranjeros. Si bien, todos los economistas convienen en que la deuda pública no puede aumentar eternamente sin repercusiones, también insisten en que los altos niveles de deuda pueden ser seguros si son baratos.
Hecha la puntualización al tema de la deuda, el día 29 de julio Telefónica presentó resultados, de los mismos hablaré más detenidamente en un post, pero una noticia que se publicó en la prensa con respecto a estos los resume en dos párrafos de forma bastante certera, la noticia decía lo siguiente:
“Entre abril y junio, la operadora rebajó el número de clientes en todos los segmentos, menos en fibra (por las segundas residencias), con una caída significativa del 6,2% en la televisión de pago. El final de la temporada de fútbol redujo un 2% la base de clientes con paquetes convergentes. Esto llevó a un crecimiento muy ligero (0,6%) de los ingresos totales, con un margen de Ebitda del 38%, dos puntos porcentuales por debajo de lo logrado hace un año, justo en pleno confinamiento. Una de las grandes fortalezas de la operadora líder era la venta por cliente con fibra y móvil (conocido en el argot como Arpu) que ha llegado a rozar los 93 euros en varias ocasiones. En el último trimestre volvió a caer, con un descenso del 3% hasta quedarse en los 88 euros, ante la presión competitiva y el mayor peso de su segunda marca de menor coste, O2.
Ante la preocupación de los analistas, el consejero delegado del grupo, Ángel Vilá, trató de poner algo de calma. Repitió de nuevo la palabra 'enfriar' para referirse a su intento por rebajar la presión comercial. "El mercado se está convirtiendo en algo más racional; las promociones de principios de verano para las segundas residencias han sido más suaves y hay una estrategia de 'Más por más' (más precio por más servicios)", defendió el 'número 2' de la compañía, pese al enorme ruido entre sus competidores por el endurecimiento”. https://bit.ly/3lqveBZ
En los comentarios efectuados por el presidente de la operadora en la memoria de la presentación de resultados, dice lo siguiente:
“En el segundo trimestre hemos recuperado un sólido crecimiento interanual orgánico de los ingresos y del OIBDA y hemos dado dos de los pasos más significativos en nuestra estrategia a largo plazo con el cierre de nuestra “joint venture” VMED O2 y la venta de nuestra cartera de torres Telxius” https://bit.ly/3j2Fw8p
Fuente: Telefónica
En la reducción de la deuda de dicha presentación de resultados se computa dicha venta, sin embargo, como vengo recordando desde hace tiempo en el blog, dicha operación está sujeta a la aprobación del Consejo de ministros según el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 https://bit.ly/3nasmHR El 13 de enero se anunció la venta de las torres de Telxius a American Towers Corporation https://bit.ly/3ylz6YA Desde entonces hasta hoy, el Boletín Oficial del Estado (BOE) no ha publicado la aprobación de dicha operación, estando en vigor el Real Decreto hasta el 31 de diciembre del 2021. Ante dicha situación, cabe preguntarse lo siguiente, ¿Qué pasará si dicha operación es prohibida por el Consejo de ministros próximamente?, ¿Se culpabilizará al gobierno de poner dificultades para salir del atolladero del problema de la deuda?, ¿Cuál es el motivo para ignorar lo que recoge el Real Decreto desde el 17 de marzo del 2020?, ¿Acaso se pretende construir una coartada que salvaguarde al equipo directivo de los hechos que hipotéticamente puedan acontecer dentro de la operadora?
El 31 de diciembre un diario publicaba lo siguiente, “La primera es que la cotización sigue sin recoger este esfuerzo de renunciar a buenos negocios para quitar grasa y ganar en flexibilidad. La segunda es que, precisamente por este pobre rendimiento del valor, la sombra de algunos grandes accionistas que reclaman más decisiones de calado continúa al acecho. Sobre todo, después de qué por Las Tablas, el barrio madrileño donde está la sede de la compañía corriese la información de que Uría y Menéndez había hecho un informe sobre la idoneidad del equipo directivo a petición de un inversor relevante. Ese informe, fantasma hasta el momento, provocó muchos nervios en la casa y en el despacho del presidente, que pidió explicaciones a su red de informadores, a los que no le cuadraba que Uría y Menéndez elaborase una radiografía del 'Movistar Team' a espaldas de Pallete, cuando Telefónica es el mejor cliente del bufete de abogados”. https://bit.ly/3C9CpEz
El 28 de julio publicaba un post en el blog en el que hablaba de los brillantes resultados de tres de las principales OTTs, Alphabet (Google), Apple y Microsoft https://bit.ly/3ibcwMB , la brillantez de los mismos no viene de la venta de activos (extraordinarios) como es el caso de Telefónica, sino que surge del crecimiento orgánico de los negocios en la digitalización, donde como vengo diciendo año tras año invierten fuertemente en I+D con el fin de ofrecer nuevos servicios con los que mantener las tasas de crecimiento que atesoran. Ese matiz, refleja nítidamente como la percepción de lo que se pregona como récord de resultados, no es tal cosa, sino que es lisa y llanamente vender activos valiosos con los que se reducir deuda a la vez que se produce una reducción del perímetro de la compañía. Esta situación, condena a la operadora a pagar unas tasas de arrendamiento a futuro por la utilización de dichos activos que lastrará sus resultados.
Para terminar el post, quiero decir que la misantropía que existe en algunos directivos de este país con respecto a lo que acontece a su alrededor, muestra al contrario de lo dicho por Hannah Arendt, porque en su soledad no existe dialogo… Porque están solos, no tienen a nadie con el que hablar.
Ya lo dijo Arthur Schopenhauer: “No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige”.