Había una vez tres amigos que tenían el hobbie de la caza mayor, en especial la del
ciervo... Esperaron la época de caza y se dirigieron a la zona respectiva para lo cual
contrataron una avioneta para ir, allí sabían de la existencia de dicho animal...
El
aviador les hizo la advertencia, que por el tamaño de los ciervos la nave solo
podría soportar una sola pieza... Ya en el lugar, y al cabo de un tiempo
lograron cazar dos piezas de grandes dimensiones...
Nuevamente
el aviador les recordó la advertencia...
Luego
de una larga conversación lograron persuadir al aviador que la aeronave podía
aguantar el peso de las dos piezas obtenidas...
A
poco de comenzar el viaje de retorno... la estabilidad de la aeronave se hizo
insostenible y sucumbió. Se produjo el accidente... falleciendo el conductor y
uno de los cazadores, los otros dos salieron despedidos...
Al
cabo de un tiempo, uno se encontraba sentado en una piedra, jugando a hacer
garabatos en la tierra...
Y
el otro comenzaba a despertarse de los golpes recibidos...
- Le
preguntó a su amigo... ¿Dónde estamos?
- Su
amigo le respondió...
En el mismo lugar del año pasado...
Coherencia es un término que proviene del latín coherentica,
es la cohesión
o relación
entre una cosa y otra. El concepto se utiliza para nombrar a algo que resulta lógico y consecuente respecto a un
antecedente. Lo coherente, por lo tanto, mantiene una misma línea con una
posición previa. La coherencia también se asocia a aquello que
resulta entendible a partir de la lógica.
A finales de 1950, el psicólogo social Leon Festinger propuso la teoría de
la disonancia cognitiva, que explica cómo las personas intentan mantener su
consistencia interna. Sugirió que los individuos tienen una fuerte
necesidad interior que les empuja a asegurarse de que sus creencias,
actitudes y su conducta son coherentes entre sí. Cuando existe
incongruencia entre éstas, el conflicto conduce a la falta de armonía, algo
que la gente se esfuerza por evitar.
Esta teoría ha sido ampliamente estudiada
en el campo de la psicología y puede definirse como la incomodidad, tensión o
ansiedad que experimentan los individuos cuando sus creencias o actitudes
entran en conflicto con lo que hacen. Este situación desagradable puede llevar a un intento de cambio de la conducta o a defender sus
creencias o actitudes (incluso llegando al autoengaño) para reducir el malestar que producen. La relación entre la mentira y la disonancia cognitiva es
uno de los temas que más ha llamado la atención de los investigadores. El
propio Leon Festinger, junto a su
colega James Merrill Carlsmith,
realizó un estudio que demostró que la mente de los embusteros resuelve la
disonancia cognitiva “aceptando la mentira como una verdad”.
Ambos
diseñaron un experimento para probar que si tenemos poca motivación extrínseca
para justificar un comportamiento que va en contra de nuestras actitudes o
creencias, tendemos a cambiar de opinión para racionalizar nuestras acciones. Para
ello, pidieron a unos estudiantes de la Universidad
de Standford, divididos en tres grupos, que realizaran una tarea que
evaluaron como muy aburrida. Posteriormente, se le pidió a los sujetos que
mintieran, pues tenían que decirle a un nuevo grupo que iba a realizar la
tarea, que ésta había sido divertida. Al grupo 1 se le dejó marchar sin decir
nada al nuevo grupo, al grupo 2 se le pagó 1 dólar antes de mentir y al grupo 3
se le pagó 20 dólares. Una semana más tarde, Festinger llamó a los sujetos del estudio para preguntarles qué
les había parecido la tarea. El grupo
1 y 3 respondió que la tarea había sido aburrida, mientras que el grupo 2
respondió que le había parecido divertida. ¿Por qué los miembros del grupo que habían recibido solamente 1
dólar afirmaban que la tarea había sido divertida?
Los investigadores concluyeron que la gente experimenta una disonancia
entre las cogniciones en conflicto. Al recibir sólo 1 dólar, los estudiantes se vieron
obligados cambiar su pensamiento, porque no tenían otra justificación (1 dólar
era insuficiente y producía disonancia cognitiva). Los que habían recibido 20 dólares, sin embargo, tenían una
justificación externa para su comportamiento, y por tanto experimentaron menos
disonancia. Esto parece indicar que si no hay
ninguna causa externa que justifique el comportamiento, es más fácil cambiar de
creencias o actitudes.
Cuando se dice que una empresa tiene una “estrategia coherente” se
entiende que se trata de una “buena” estrategia, que producirá
“buenos resultados”, refiriéndose también con pocos
matices a resultados económicos medidos de la manera estándar. Cuando decimos simplemente “coherente” no aclaramos
con qué, ni cómo, cuándo o para qué, ni, fundamentalmente para o con quién(es). Y para asociar
coherencia con calidad es preciso detallar a cuál(es) de
estos aspectos nos referimos, porque ni todos tienen la misma importancia ni
casi nunca unos se compensan con otros; generalmente el fin no justifica
los medios, así que por ejemplo una
actuación coherente porque conduce a los resultados convenidos puede ser
incoherente en un aspecto “superior”:
uno poco discutible tendría que ver con respetar la dignidad de las personas. La coherencia es co-herencia o resultado
compartido, es una cualidad que se asocia en el management al liderazgo en el
directivo, en su faceta de defender y priorizar los intereses de la empresa y sus
stakeholders frente a los propios o personales. En especial, el directivo debería
liderar acorde a la misión, visión y valores de la empresa, y para poder
hacerlo de forma coherente, tendría que ejercer
su función de liderazgo en una empresa u organización con la cual comparta sus
valores. En el ámbito interno de las compañías a veces se escucha a mandos
o directivos que critican a sus colaboradores, a sus jefes o sus pares por su incompetencia,
bajo nivel de compromiso o falta de claridad en la comunicación en temas que
les afectan. Si como hemos hablado anteriormente, la coherencia es co-herencia,
es decir resultado compartido, ¿cómo
es posible que estos líderes obtengan estos resultados? la respuesta quizás está para los mismos más cerca de lo que piensan, estos
líderes no son coherentes entre lo que dicen y lo que hacen, entre lo que
esperan y lo que promueven, entre cómo juzgan a los demás y se juzgan a sí mismos. Muchas
veces esa falta de coherencia se atisba como una barrera insalvable para
comprometer a las plantillas en las compañías cuando se comunican situaciones o hechos que
para nada son el fiel reflejo de la realidad. Esto sucede cuando existen datos que dan constancia de hechos que contradicen a dicho directivo,
pero que no son reconocidos por los mismos. Ejemplos existen
muchos, desde cuestiones financieras, Clima Laboral, estado competitivo de la
compañía, cuestiones sobre la formación, etc., cuando esto sucede, los directivos quedan en entredicho, sin
ningún tipo de credibilidad para liderar dicha compañía.
Por coherencia directiva comprendemos que es la capacidad de mantener de
forma lógica y consecuente lo que se dice y lo que se hace. No actuar con coherencia a la hora
de tomar decisiones, explicarlas y llevarlas a efecto perjudica al propio
directivo, a su equipo y a la compañía. Algunas razones por las que tener coherencia para un directivo es importante son las siguientes:
- El directivo obtiene la confianza de sus colaboradores y otros stakeholders mostrando coherencia, siendo sincero y prestando apoyo dentro de la compañía. Estas tres palancas son las críticas para lograr la autoridad moral que necesita para liderar. El liderazgo se basa en trasladar esa confianza a su entorno, de tal forma que las personas con las que interactúa perciban esa coherencia entre lo que se representa y manifiesta.
- La incoherencia es un componente disruptivo del trabajo en equipo. ¿Cómo puede haber cooperación y compromiso en los equipos de trabajo si lo que ven en sus mandos o directivos es incongruencia? Los empleados si ven comportamientos contrarios en sus directivos no tendrán clara la misión ni las reglas del juego para alcanzar las metas que están fijadas.
- Las organizaciones para competir necesitan de líderes que, además de tener poder formal y técnico, tengan autoridad moral. Y esto último significa moverse y mostrarse acorde con unos principios de gestión cercanos a las personas y a la verdad. Y estos principios, no son otra cosa que valores. Valores que han de transmitirse de forma real al resto de la organización. Si los empleados, no sienten la confianza de que sus principales directivos no se guiaran acorde con unos principios éticos de gestión, con lo que surgirá, la desorganización, el caos y la anarquía.
La consultora Booz & Company
realizó un estudio en el año 2011 entre más de 1.800 ejecutivos (incluidos más
de 480 directivos de primer nivel) de empresas de diferente tamaño de
todo el mundo y de una amplia gama de sectores. La encuesta on line constó de
21 preguntas sobre el desarrollo de la estrategia, toma de
decisiones y establecimiento de prioridades, capacidades, crecimiento y
reducción de costes. A los encuestados se les pidió que clasificaran la
rentabilidad de su empresa y el crecimiento de los ingresos en relación con su
industria, esto sirvió para establecer un vínculo entre los resultados
(rentabilidad y crecimiento de los ingresos) y los atributos y las palancas
impulsoras de la coherencia corporativa.
El
estudio reveló que la mayoría de ejecutivos de todas las industrias creen que
sus empresas carecen
de “coherencia empresarial” y tienen dificultades para establecer una
estrategia clara y diferenciadora, garantizando que las decisiones del día a
día y la asignación de los recursos estén en línea y apoyen esa estrategia. Según el estudio, un (64 %) de los ejecutivos afirmó
que su mayor frustración procede de “tener demasiadas prioridades en conflicto”.
Sus dos mayores retos son garantizar que las decisiones del día a día están en
línea con la estrategia (56%) y la asignación de recursos de modo que realmente
apoyen la estrategia (56%). Por otro lado, la mitad de los ejecutivos considera
que establecer una estrategia clara y diferenciadora es un importante desafío.
De hecho, un (52%) no confía en que la estrategia de su empresa les conduzca al
éxito en el mercado. Sólo un (21%) cree que su empresa tiene “el derecho a ganar” en
todos los mercados en los que opera. Es especialmente relevante que un (81%) de
ejecutivos afirme que las iniciativas de crecimiento para su empresa supusieron
-en parte- una pérdida de tiempo. Un número similar, un (82%), manifestó
que los distintos departamentos o direcciones de sus empresas reciben
peticiones que entran en conflicto con las diferentes unidades de negocio. La investigación de Booz & Company
confirma que muy pocos ejecutivos encuentran este tipo de entorno de “coherencia
empresarial”: de hecho, un (43%) de ejecutivos manifiesta que la
estrategia de su empresa no la diferencia de manera significativa en el
mercado. Además, casi la mitad de los directivos entrevistados, un (49%),
mantiene que su compañía no tiene una lista definida de prioridades estratégicas.
Aunque la mayoría de los ejecutivos afirma que su
empresa tiene una forma clara de crear valor, un (53%) afirma que esta “forma” no
es entendida por sus empleados y clientes. Un (33%)
declara que las capacidades y herramientas que la empresa tiene para competir
no apoyan ni la estrategia ni la forma en que la compañía crea valor en el
mercado. La
coherencia empresarial que representa una estrategia bien definida supone,
según los estudios de Booz &
Company, fortalecer la ventaja competitiva de una empresa, enfocar sus
inversiones, producir eficiencia y crear un alineamiento entre las intenciones
estratégicas y las decisiones diarias. En definitiva, supone que
las compañías más coherentes son las más rentables. En España para Booz & Company
un ejemplo de coherencia lo realiza Inditex sus capacidades se basan en el conocimiento del
cliente, sus bajos costes de producción, su eficiente cadena logística y
precios inferiores a los del mercado. Sabe elegir muy bien los mercados donde
competir y se ha zafado de la crisis con esta estrategia.
Es conveniente que los directivos alineen lo que
piensan, sienten y hacen para lograr los objetivos que tienen fijados dentro de
la compañía. Esta coherencia es fundamental para entender el comportamiento de
las personas que están a su alrededor. Para ello es
importante comprender lo que nos mueve y analizar si hay coherencia entre
nuestros actos y nuestras expectativas y motivaciones, para si no la hay,
decidir de una manera consciente alinear dichos actos. Ser un líder es ser
una persona que construye, que estimula, que da ejemplo, que consigue no solo
que sus colaboradores confíen en él, sino que además logra que confíen en sí
mismos. Ser un líder requiere ser coherente con uno mismo, ya que la función
que desempeña dicho líder no fue obligada, sino que la misma fue…elegida por el
mismo. Para terminar este post volvamos al principio del mismo y a
los amigos cazadores que se estrellaron con la avioneta. Los directivos que no
saquen conclusiones de los hechos y situaciones a las que se enfrentan
diariamente y apliquen la incoherencia para resolver los mismos, se encontraran
como los cazadores después del accidente, en el mismo lugar del
año pasado, la pregunta es... ¿Lo aguantará su compañía?
Ya
lo dijo Séneca:” Sea ésta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo
que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos”.
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