El pasado 6 de febrero el 40º presidente de Estados Unidos, Ronald Wilson Reagan,
hubiese cumplido 106 años. Ronald Reagan fue más que un
presidente, fue un fenómeno mediático, un icono, una personalidad que aparecen una vez cada cien años. Su figura no se asemeja en nada con el
concepto clásico de un Jefe de Estado: era un gran comunicador sobre la
retórica. De manera milagrosa y sorprendente se las ingenió para
pronunciar un sin fin de promesas y no cumplir la mayoría de ellas, o
conseguir el resultado completamente opuesto al anunciado. Prometió; “meter en cintura” a los burócratas, reducir
la plantilla de funcionarios, acortar el déficit del presupuesto federal y el
gasto público, prestar ayuda a los más desprotegidos, prohibir los abortos e
introducir las oraciones en los colegios. Al marcharse Reagan,
los funcionarios públicos eran muchos más que antes de su llegada, el déficit presupuestario alcanzó
unos niveles descomunales, superando en porcentaje cualquier indicador posible.
No prohibió el aborto ni introdujo las oraciones en las escuelas.
USS RONALD REAGAN
Este brillante comunicador e
icono de los republicanos fue un actor de películas de segunda clase,
comentarista de radio, sindicalista reaccionario, macartista y Gobernador de California antes de ser
presidente. Fue un presidente profundamente devoto, cínico, mentiroso y embustero, enterrador de la URSS, y en su honor fueron nombrados un portaaviones y un
aeropuerto. Sin embargo Reagan hizo lo que más le gusta a
sus compatriotas: reducir los impuestos y llevar a cabo una reforma del sistema
tributario. Por otra parte, su credo el “reaganomics”, es decir, la
completa desregulación de la economía, preparó el terreno para la profunda
crisis que sacudió a la economía a nivel global en el 2008. Reagan siempre fue y es el
“icono
de los conservadores”, sin embargo nunca fue su ideólogo. Llevaba una vida
no demasiado apegada a las tendencias conservadoras y se quitaba y se ponía la chaqueta de conservador según el público o la necesidad política. Dos
tercios de los ciudadanos de EEUU le pusieron un “sobresaliente” cuando dejo la
presidencia en encuestas realizadas a la opinión publica en los años 2005 y
2009. Solo fue superado por el décimo sexto presidente, Abraham Lincoln. Fue el primero en darse cuenta de que el saber posicionarse, bromear y hablar
con la gente de manera simple y clara, eran las cualidades que le compensarían a
un presidente todos aquellos rasgos de los que carecía. Una
peculiaridad de su presidencia fueron sus discursos bien aprendidos- gracias a
la impecable memoria del actor -y con la justa dosis de chistes y anécdotas. La
suya fue una presidencia a través de la retórica, relatar y prometer sin hacer. Tras
haber vivido una buena parte de su vida en los rodajes, ante luces, micrófonos
y cámaras, Reagan sabía a la perfección cómo cambiaban la imagen de uno,
multiplicando o reduciendo a la nada sus defectos y sus lados fuertes. Sus
opiniones eran paternalistas y simples al extremo, sin embargo eran muy claras.
Se le entendía todo rápidamente y su optimismo se contagiaba al instante. Esto
le permitió hacer que sus conciudadanos pensaran que estaban en el mejor de sus
momentos…Aunque en la realidad muchas veces eso no era así.
El empleo de la retórica en los discursos tiene como
finalidad el persuadir o influir en los recpetores, se considera
que la discursividad es uno de sus principales rasgos en la retórica, puesto
que permite construir y pronunciar discursos que cumplen todos los requisitos
textuales y comunicativos para la argumentación de las consideraciones propuestos
en ellos. Si existe un maestro de la
retórica ese es su fundador, Aristóteles, este filósofo proclamó
que la retórica era una verdadera ciencia y una epistéme (creencia
justificada como verdad). Aristóteles
distingue entre los razonamientos "apodícticos" y los "dialécticos". Los
primeros pertenecen al ámbito de la “verdad”, y de ellos se ocupan los
filósofos; los segundos están dentro del terreno de las opiniones sobre las que
discuten los retóricos. El arte de la retórica se refiere a los fenómenos de la
comunicación cotidiana, del discurso público. Aristóteles combate la idea de la
retórica como un mero arte empírico y rutinario. El ejercicio retórico debe
apoyarse en el conocimiento de la verdad pero no se puede considerar sólo como
un pasaje de ella, todo lo contrario de lo que decía Platón. En la
transmisión pura y simple de la verdad no se presta atención a la persona a la
que se comunica; en la persuasión de lo verdadero por medio de la retórica (la ficción) la personalidad del oyente es crucial. El orador que tiene que emplear un
discurso y persuadir al auditorio, tiene que ver qué dice pero además cómo lo
dice. Porque el discurso se conforma de tres elementos, del que habla (hoy
diríamos el orador), de aquello acerca de lo cual se habla (el tema) y de aquél
a quien se dirige, el o lo oyente/s (el auditorio).
Desgraciadamente
en el mundo empresarial la mala retórica o ficción es un mal endémico que
incide en dirección contraria al argumento de Aristóteles, existen
directivos de algunas compañías que dibujan una "realidad virtual" de lo que
realmente sucede con su gestión al frente de las mismas. Más allá del
hecho de comunicar tarde y mal, lo que realmente
comunican para nada se parece a la realidad. La prueba del algodón para
ellos son sus indicadores de gestión: ingresos, clientes, cuota de mercado, plantillas,
etc. Cuando se dirigen a sus empleados de forma retórica narrando y
describiendo ese mundo inexistente en el que se desenvuelven las compañías que
lideran, están socavando los cimientos de la compañía al desproteger a
la misma de las capacidades de sus empleados al ignorar lo que realmente está sucediendo. Ante
este hecho la gran sacrificada, la verdad, pierde todo el sentido y valor que
arrastra, ya que al carecer de ella se está eludiendo el valor del compromiso de los empleados.
Para esclarecer el sentido de la palabra “verdad”
es conveniente recordar el significado que tiene en las tres principales
lenguas:
- El griego utiliza aletheia, que significa “lo que no está oculto”, “lo que está manifiesto”, podría entenderse como “descubrimiento”. Así pues, verdad en griego es descubrimiento de las cosas, desvelamiento de lo que son. La razón humana descubre las cosas como son y las muestra mediante el lenguaje.
- En latín el término veritas se refiere, concretamente, a la “exactitud y el rigor en el decir”. Verum es “lo exacto y completo”. Veritas hace referencia directa al decir, y no tanto al decir enunciativo, sino al narrativo, al que conecta lo que se dice con quién lo dice.
- Y, por último, en hebreo, el término emunah expresa la verdad en el sentido de confianza. El vocablo emunah remite, pues, a la confianza de que se cumplirá algo que esperamos.
La
mala retórica, en el fondo esconde una incapacidad manifiesta para la gestión
de los asuntos que uno tiene encomendados, ya que solo elude la verdad aquel que la
teme o tiene miedo de que sus coetáneos la perciban en toda su crudeza.
Para
el filósofo y escritor Francesc Torralba el hombre miente “Por miedo”. Tanto en la edad infantil como
en la adulta, mentimos por temor a lo que pueda pasar, a no controlar la
situación o a vernos perjudicados por una determinada información”.
Después, estaría la compasión, a la que atribuye la responsabilidad de las
mentiras piadosas, que desaprueba totalmente. “La mentira piadosa, no es
aceptable desde el punto de vista ético, pues significa tratar al otro de un
modo paternalista y no como un interlocutor válido, un sujeto autónomo”,
subraya. A veces decir toda la verdad puede ser contraproducente, ya que la verborrea
es una debilidad y la contención una virtud que exige encontrar el contexto, el
momento y la oportunidad. Entre manifestar todo lo que uno piensa y decir lo
opuesto a la realidad, existe un margen razonable para pensar lo que se dice y
decir lo que se piensa. Sin embargo esto último es lo mas corriente en el mundo empresarial, ya que cuando uno manifiesta lo contrario a lo que
puede ser lo correcto está poniendo en jaque el futuro profesional. Sin embargo,
no se piensa en el grave daño que esto ocasiona a las empresas, ya
que la veracidad exige un compromiso con la realidad. El filósofo encuentra la
manera de reivindicar la verdad soportable frente a la mentira piadosa: “Se
trata de decir la verdad, pero de tal modo que el destinatario pueda digerirla
emocionalmente y asumirla racionalmente”.
Los “mantras” que repiten algunos directivos en las
compañías de forma machacona, no se vuelven realidad por más que se digan, muy
al contrario, lo que ocurre con ellos es que se vuelven irrelevantes ya que se
convierte en “propaganda”, sino existen datos empíricos o métricas que corroboren
los mismos. Decía Joshep Goebbels, “Toda propaganda debe ser popular, adaptando
su nivel al menos inteligente de los individuos al que va dirigida. Cuanto más
grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a
realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión
escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. Sin embargo esto no es
lo correcto ni deseable obviamente, lo correcto sería que la información a la
que tuviesen acceso los directivos y los empleados fuese la más adecuada para
generar valor y compromiso.
A nivel de directivos es conveniente que dispongan de las siguientes
informaciones;
- Tengan acceso prácticamente a toda la información que soliciten, además de aquella que sea inherente a sus responsabilidades. Deben conocer a fondo el negocio y la información económica es una fuente esencial.
- Lógicamente no se deben entregar datos globales de todo. Lo normal es que se decida el tipo de información que van a recibir periódicamente y se les envíe en un formato comprensible. Antes se les debe explicar la forma de interpretar dicha información.
- Generalmente, los directivos deberían poseer; inteligencia, habilidades, conocimientos, o lo más normal, todo a la vez. Además deben conocer bien la empresa, esto les permitirá generar ideas, alternativas, sugerencias o críticas constructivas teniendo una información adecuada.
Los
empleados deberían de tener acceso a través de los medios oportunos sobre la marcha
de la compañía. Tanto si la situación
económica y las perspectivas son
buenas o malas, los trabajadores tienen que conocerlo.
- Si es positiva estarán tranquilos y la motivación estará en un nivel elevado ya que se sentirán orgullosos de pertenecer a dicha compañía.
- Sin embargo si la situación es negativa, no existirá un factor más perjudicial para los mismos que la incertidumbre. Saber que la situación es mala pero no saber hasta qué punto carcome la moral de cualquier trabajador. Por eso, cuanto más se trata de ocultar, peor efectos causa a las plantillas.
El
compartir la información en las compañías genera los siguientes beneficios:
- Mayor confianza. Qué duda cabe de que la confianza es el motor de cualquier tipo de relación, y en la empresa si cabe mucho más.
- Mayor transparencia. La transparencia está jugando un papel cada vez mayor en las empresas. Las cuentas son accesibles a través de los registros. No hay motivo para ocultarlas a los más interesados, los diferentes stakeholders de la compañía.
- Involucrarse más en los objetivos y en su consecución, al ser más conocidos.
Para terminar este post quiero decir que se necesitan
directivos que no practiquen una retórica hueca como hizo en algunos aspectos
el 40º presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, que se fundamenten en datos,
hechos y métricas que apoyen su comunicación y gestión económica. Si
lo hacen y practican una comunicación fidedigna en su día a día, los
empleados se lo agradecerán con compromiso en las metas que se fijen, sin
embargo si se escudan en la retórica “grandiosa”…No tendrán más que desafecto y
pérdidas económicas por el coste de oportunidad que significa no tener
empleados remando en la misma dirección.
Ya
lo dijo Aristóteles: “El que posee las nociones
más exactas sobre las causas de las cosas y es capaz de dar perfecta cuenta de
ellas en su enseñanza, es más sabio que todos los demás en cualquier otra
ciencia”.
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