Elon Musk no quiere privilegios. Su intención es
remar junto al resto de los empleados de Tesla para lograr que la
producción de su problemático low cost, el Model 3,
alcance la velocidad de crucero que lleva meses prometiendo. En una
entrevista con la cadena CBS -una de esas raras ocasiones en las que
concede una- ha confesado que pasa las noches en el suelo de la fábrica
de Fremont, California, para garantizar que todo sale como es debido.
"Definitivamente siento estrés, sí", indicó en su conversación con la periodista Gayle King.
"Los últimos meses han sido increíblemente difíciles y dolorosos".
Tanto que "estoy durmiendo en el suelo de la fábrica, y no porque piense
que es un lugar divertido donde dormir. Tú sabes. Terrible".
La
explicación a semejante sacrificio, llamativo para un hombre con una
fortuna superior a los 20.000 millones de dólares, es que no tiene
"tiempo" para irse a casa -solo en Los Angeles tiene cinco mansiones- y
ducharse. "No creo que la gente deba pasar dificultades mientras
el CEO está de vacaciones", esgrimió como explicación a tan extraña
costumbre.
Todo ello forma parte de una visita guiada del
sudafricano a la periodista para mostrarle de primera mano al mundo
cómo progresa la cadena de producción del Model 3 en la planta de Fremont,
en California. El estrés del que habla el fundador de Tesla
está directamente vinculado con las continuas demoras en la entrega de
los codiciados coches eléctricos, convertidos en fenómeno después de superar las 400.000 reservas online pocos días después de que saliera a la venta.Durante el mes de marzo de este año las acciones de la compañía cayeron en la bolsa un 29%, siendo el peor mes desde que se estreno en bolsa allá por el año 2010.
Musk, ahora dice que duerme en el suelo de su planta de producción para ver
cómo alcanzan los 5.000 vehículos por semana para empezar a parecerse a
una marca de coches tradicional en cuestiones de volumen. Si lo logra
tiene, por delante otra meta ambiciosa: los 100.000 millones de dólares
en capitalización bursátil. Es entonces cuando empezará a cobrar un
salario puesto que hasta ahora se ha negado a recibir uno. Otro gesto
más de aparente sacrificio.
Si existe un vocablo a la que más se recurra en los debates en todos los ámbitos de la
sociedad es la palabra “liderazgo”:
su necesidad, su déficit, sus
requerimientos, etc. A veces se plantea como si fuera una solución mágica a los
problemas que presentan las compañías. Eso no puede ser una excusa para
reconocer, que efectivamente muchas
veces es la ausencia del mismo es el principal problema al que se ven expuestos: países, gobiernos, compañías,
equipos, etc… Es en cierto modo ese pegamento que une las organizaciones en pos
de una meta u objetivo común. El ser humano e un ser social,
que necesita la interacción con otros seres humanos. En este proceso aparecerán
siempre tanto sentimientos positivos como negativos, los cuales requieren ser
manejados de forma que no penalicen los resultados que se buscan. Esta situación
propicia “climas laborales” dentro de una organización donde las relaciones
interpersonales, así como el liderazgo en los equipos de trabajo juegan un rol
preponderante.
En
muchas organizaciones empresariales se implanta un liderazgo sin finalidades, digo
sin finalidades, porque los objetivos en muchos casos no se consiguen, ya
que las métricas vienen trimestre tras trimestre poniendo de relieve la
decadencia de las mismas. Ese liderazgo sin finalidad o de bajo
perfil (ausencia de liderazgo) por parte de dichos directivos, se
reduce en la mayoría de las situaciones a reducirlo todo -de hecho- a la
pregunta por el líder, hasta el punto que a menudo se descuida la
cuestión fundamental sobre la visión global del liderazgo. Si reducimos la pregunta por
el liderazgo a la pregunta por el líder, se caerá inevitablemente
en lo que el profesor del ESADE, Ángel Castiñeira, denomina la
paradoja Hitler-Gandhi, que es la perplejidad que produce constatar que
muchas de las definiciones o conceptualizaciones que se hacen sobre el
liderazgo encajan perfectamente de manera indistinta en estas dos
personalidades. Obviamente son dos personalidades que representan
perfiles y trayectorias tan opuestas, que lleva a plantearse la siguiente
cuestión, ¿Qué estamos haciendo mal para que ambas personalidades puedan
coincidir en dichos supuestos de liderazgo?
Fue
el presidente de New Jersey Bell Telephone Company, el norteamericano Chester Irving
Barnard, el que realizó una contribución fundamental con su
posicionamiento diferencial del movimiento de las relaciones humanas, estas fueron tomadas posteriormente por James March y Herbert Simon para su trabajo titulado “Organizaciones”. En el se resalta la
importancia de la “persuasión” en los procesos de liderazgo dentro de las
organizaciones. Al describir las funciones de un ejecutivo para un
eficaz funcionamiento dentro de la compañía, Barnard señala que los
ejecutivos hacen “contribuciones” duales: a la unidad de trabajo y a la unidad
ejecutiva, agregando que solamente dando cumplimiento a ambas en forma
simultánea la organización va a operar integralmente. Por otro lado,
Barnard resalta otra cuestión fundamental cuando sugiere que “no todo el trabajo de un
ejecutivo es realmente trabajo ejecutivo”, puntualizando que el
trabajo del ejecutivo sí tiene que ver con una especialización (sugiriendo que
no es nada fácil y que no está al alcance de cualquiera) que él denomina “la
de mantener la organización en funcionamiento” (30 años más tarde Katz
& Kahn – 1966 – hacen mención puntual a esta actividad básica que
requieren las organizaciones). Para Barnard esta función del ejecutivo
de mantener la organización en funcionamiento implica los siguientes aspectos:
- Esforzarse por mantener la comunicación organizacional. En ésta función el ejecutivo debe tener competencias que le permitan definir los roles organizacionales necesarios dentro de su esfera de acción que se deben combinar con el esquema de reclutar al “empleado” apropiado. Barnard sugiere que la función del ejecutivo debe ser la de construir una visión “no tradicional” al tener en cuenta la organización formal e informal. Para Barnard, la organización formal al emitir nuevas órdenes lo que en realidad está haciendo es convalidar el hecho de que se haya logrado un acuerdo anterior (informal). Por lo tanto, si el ejecutivo tiene interés en averiguar el origen de lo que sucede en la compañía, debe concentrarse mucho más en los aspectos informales que en los formales.
- Asegurar los servicios esenciales. En el centro del modelo de Barnard está la necesidad de coordinación sin la cual las empresas no pueden ser efectivas. Para ello es fundamental, “traer a los empleados dentro de una relación de cooperación con la organización” y al mismo tiempo recordar o inducir los servicios de dichas personas. Para ello es esencial entre otras cuestiones, el desarrollo, mantenimiento y corrección de sistemas de incentivos, educación y entrenamiento, desarrollo de una cultura y moral organizacional.
- Formulación del “propósito” y de los objetivos. Barnard sugiere que está relacionado con asignar responsabilidad – es decir, delegando autoridad objetiva. Distingue claramente que la responsabilidad por las decisiones a largo plazo descansa en el ejecutivo y en especial de los que están en la cúspide de la pirámide, pero que las responsabilidades por las acciones y actividades se sustenta en la base de la organización. Esto último hace indispensable que entre sus funciones el ejecutivo incluya la de formar y enseñar a aquellos en los niveles inferiores respecto del objetivo global organizacional si es que queremos ver a la entidad como un todo.
En
el liderazgo toda acción cooperativa descansa en un propósito común que a
nivel de “convicciones” tiene
que estar en la mente de los empleados como objetivo organizacional, y
la importancia de inculcar a dichos empleados esta creencia y práctica de un
propósito común es una función directiva clave. Son muchas las compañías que han desaparecido habiendo alcanzado sus objetivos pero que fracasaron por no alcanzar su “propósito
común” con dichos empleados, ya que la continuidad de dicho propósito común garantiza
la supervivencia en el tiempo de las compañías. El propósito
organizacional según Chester Barnard solamente tiene
sentido cuando produce una acción cooperativa que es aceptada por los empleados
de la compañía, teniendo por lo tanto un componente cooperativo y además un aspecto personal.
Este último no tiene que ver con lo que el propósito significa para la persona,
sino más bien con lo que la persona piensa que significa para la organización en su
conjunto.
En
el sector telco español, estamos asistiendo en estos últimos tiempos a
situaciones totalmente opuestas a la propuesta de valor de Chester Barnard. Nos
encontramos con ejecutivos de compañías que su liderazgo no descansa en esa “persuasión”
y cooptación hacia objetivos comunes: sino en el ordeno y mando, en la
ignorancia del sentir de los empleados sobre aquellas cuestiones que preocupan
como por ejemplo; la compra o adquisición de derechos audiovisuales que puedan
lastrar el futuro de la compañía, en una
comunicación propagandística donde se ignora el cara a cara por una gestión en
declive si observamos los kpi´s, donde se ignora el sentimiento de la organización
informal y se establece una organización formal que estrangula cuestiones
esenciales como la pasión, iniciativa, creatividad y compromiso del empleado con su organización, donde no se trabaja ni se fomenta la relación
de cooperación del empleado con su compañía, un ejemplo constatable e irrefutable es el indicador de Clima Laboral, sino que existen verdaderos “reinos
de taifas”, donde no existe una formación adecuada en los niveles inferiores en
la estructura de mando que permita conocer los objetivos globales de dicha
compañía, donde en resumidas cuentas lo que hoy sirve para un cosido
mañana sirve para un descosido.
Esta
situación ha traído estrategias que se demostraron erráticas y perniciosas
como
por ejemplo la aplicación de la triste regla del “más por más”, mas precio por mas servicios no requeridos por el cliente, https://bit.ly/2qQqGY8 Los principales
operadores han sufrido en carne propia una masiva portabilidad desde que hace dos
años que se implanto dicha regla, en el último mes conocido se han superado las
900.000 portabilidades de clientes. Con ello han tenido que entender algo tan
sencillo y elemental en la relación cliente-proveedor, como es el hecho de
que el paga decide y no al revés como se estaba produciendo hasta la fecha.
Liderazgo
no es lo mismo que el líder, el líder es un componente esencial del proceso de
liderazgo, que incluye un conjunto de aspectos interrelacionados, distinguibles
pero inseparables:
líderes,
seguidores, proyecto y maneras de proceder. Cuando se habla de buen liderazgo estamos refiriéndonos tanto
a la calidad humana como a las competencias del líder, pero también a las
características de la relación establecida con los seguidores o colaboradores; a la bondad y el sentido del proyecto o de la causa a alcanzar; y, por último, de
la corrección del proceso en la toma de decisiones, el acierto de la decisión escogida,
el tipo de acciones realizadas, los medios utilizados y los resultados
obtenidos para intentar realizar la misión o alcanzar el propósito. Hablar
de liderazgos es hablar de personas que se comprometen en lograr una excelencia
con el fin de conseguir unas metas a
través de la relación y la acción.
Un
líder de bajo perfil ofrece en aquellas compañías que tienen éxito un tipo de
persona que es ideal para ofrecer conocimiento y “expertise” sin
sobresalir ni pasar por encima del resto de compañeros. El perfil de una persona así,
siempre será el de una persona humilde, trabajadora, que está siempre disponible
a colaborar con los demás, que realiza sus ocupaciones de forma perfecta y además
es una persona con un gran carisma, son determinantes y críticos por las
situaciones que puede atravesar la compañía con el fin de que la misma alcance
los objetivos fijados. Este tipo de liderazgo tiene todo el sentido
cuando las compañías avanzan en su crecimiento y desarrollo sobre indicadores
de gestión sanos como pueden ser; el aumento de la cuota de mercado, el
incremento de los ingresos, el crecimiento de clientes, etc. Sin embargo,
cuando existe un deterioro de dichos indicadores, lo que existe es una compañía
a la deriva, donde la misma se mueve de forma reactiva, nunca de forma proactiva
como podría ser el hecho de sacar nuevos productos y servicios al mercado como
ha hecho por ejemplo MasMóvil con su tarifa infinita de
datos, como podría ser el abandono de una estrategia de forma rupturista, por
ejemplo Vodafone con la renuncia a los derechos audiovisuales del
fútbol, etc. En este sector venimos de observar como algún CEO que se consideraba la
referencia en el sector de las telecomunicaciones, cosecho los siguientes
indicadores durante su gestión; pérdida de 6.000.000 millones de accesos, 4.400
millones de euros menos de ingresos al año y 8.500 empleos suprimidos en su
compañía mientras la dirigía…Todo lo contrario a lo que nos dijo Chester Irving
Barnard con su teoría sobre el liderazgo.
Chester Barnard es de las primeras personas que estudió el fenómeno que resulta de la
interacción entre la organización formal e informal, y lo más importante es
que vió “necesario” el hecho de que existiese la organización informal al
sugerir que las organizaciones formales desde el mismo momento de su creación requieren
de la organización informal. Elon Musk lidera Tesla desde la
informalidad con el fin de lograr con el ejemplo un liderazgo formal, en un
momento en el que la compañía está atravesando serias dificultades por
problemas con sus automóviles. Con ello lo que está transmitiendo al
resto de empleados es… Su compromiso con la organización que dirige, sin que
ello sea menoscabo para que dichos empleados se comprometan en plena libertad
con el mismo fin.
Ya lo dijo Elon
Musk: “No te distraigas pensando que algo puede funcionar
cuando no lo está haciendo, o te vas a quedar permanentemente en una solución
equivocada".
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