"El mejor hombre de
toda la tribu es el valiente Manuté",
decían todos. No había momento del día en que no pudiera comprobarse su
valentía: saltaba desde varios metros de altura hasta el suelo, luchaba con
serpientes venenosas, atrapaba escorpiones con la mano y podía hacerse una
herida de un palmo con un cuchillo sin un gesto de dolor. Todo lo contrario
decían de Pontomá, a quien nunca se había visto ni siquiera atrapar un mono.
Un día coincidieron ambos en la misma zona de la selva, y estaba Manuté
mostrándole a Pontomá una serpiente coral que
acababa de atrapar, cuando comenzó a diluviar como nunca antes habían visto.
Ambos corrieron a guarecerse bajo unas grandes plantas, y allí permanecieron
hasta que dejó de llover. Sin embargo, cuando iban a salir de su escondite,
oyeron a menos de 2 metros el rugido de un tigre. Las plantas eran muy espesas
y el animal no podría atravesarlas, pero estaba prácticamente junto a la entrada del escondite. Si se le
ocurría atravesarla y les encontraba allí, no saldrían vivos, así que Manuté
se inquietó mucho y empezó a ponerse nervioso. Quería salir a toda costa y
enfrentarse al tigre en un terreno más abierto en que pudiera hacer uso de su
gran habilidad de cazador. Pontomá le hacía señas para que se
quedara quieto sin hacer ruido, pero Manuté, cansado de la compañía de un
miedica, salió fuera, sorprendiendo al tigre. El tigre recibió un par de
heridas profundas, pero no tardó en recuperarse y con dos zarpazos hirió al
valiente Manuté, arrojándolo al suelo. Tomó impulso y saltó sobre él,
pero la lanza de Manuté interrumpió su vuelo. El tigre se revolvió herido, pero
la lanza se movía a la velocidad del rayo, con una precisión increíble, hiriendo
una y otra vez al animal, hasta que éste cayó sin vida.
Manuté,
con la boca abierta y sangrando abundantemente por sus heridas, presenció todo
desde el suelo. Jamás antes había visto a nadie hacer frente a un tigre y
manejar la lanza con la calma y fuerza con que acababa de ver hacerlo a Pontomá.
Ninguno dijo nada, no era necesario añadir palabras a la mirada agradecida de Manuté,
ni a la mano tendida de Pontomá, ni a la piel del tigre que
increíblemente dejaron allí en la selva. Pero desde aquel día, todos piensan
que Manuté
no es el mismo, que ya no es tan valiente, y les extraña aún más ver entre las
cosas de Pontomá la antigua lanza de Manuté. Pero
él sonríe y recuerda el día que aprendió que los verdaderos valientes no buscan
los peligros; les basta con controlar su miedo cuando los peligros les
encuentran.
En el año 2007, la crisis
financiera llegó de repente a los mercados financieros, solo unos cuantos
inversores y analistas supieron preverla, hasta el punto de que incluso estos
consiguieron hacerse bastante notorios por ser los únicos que advirtieron la
crisis que se nos venía encima. Este hecho provocó que se instalara un
sentimiento de cierta culpabilidad entre los mismos, que ha hecho que desde
hace meses determinados analistas vengan anunciando de una gran recesión económica
en Estados Unidos. Tal vez un indicador que acentúe dicha situación sea la
curva de tipos de interés el mejor predictor de una recesión económica o de un
techo de los mercados de renta variable. Los mercados globales son una gran red
interconectada. Los precios de las materias primas y los futuros impactan los
movimientos de las divisas, y viceversa. Lo mismo ocurre con la relación entre
las divisas y el margen de rentabilidad de los bonos que nos muestra la
diferencia entre los tipos de interés de los países. El precio de las divisas influye
en las decisiones de política monetaria de los bancos centrales de todo el
mundo, también las decisiones de política monetaria y los tipos de interés
también pueden dictar la acción de los precios de las divisas. Una
moneda fuerte ayuda a contener la inflación, mientras que una moneda más débil
impulsará la inflación. Los bancos centrales aprovechan esta
relación como un medio indirecto para gestionar eficazmente las políticas
monetarias de sus respectivos países.https://bit.ly/2F3LII3
En el año 2007 el mercado
de los CDO (deuda hipotecaria) en Estados Unidos alcanzó la cifra del 23,5% (150.000 millones de dólares) del
total de hipotecas que había en Estados Unidos. En el año 2018 el mercado de deuda
supera al del año 2007 de Estados Unidos, sin embargo esto no ha sido óbice para que el mismo sea
sospechoso de poco fiable, las garantías
son cada vez de peor calidad, como lleva alertando Moody’s hace un año. En 2018
el montante de deuda colocada (CLO) nuevo instrumento, superó en el mercado a
los CDO en la crisis del 2007. En total supera ya los 610.000 millones de
dólares en deuda apalancada, lo que supone más de la mitad del PIB
español, y la deuda a las empresas sobre el PIB ha superado ya los niveles de
la crisis del 2008.
Si bien la normalización
de la política monetaria en EE UU se puso en marcha, en diciembre de 2015 los
tipos de interés empezaron a subir y están actualmente en la horquilla del 2,25
y el 2,5% al término del 2018. Y los economistas del banco central
norteamericano prevén dos subidas de tipos el año 2019 y una en 2020,
asentándose la media de las predicciones en unos tipos de interés al 3,1% a
finales de 2020 y 2021. subida para para
2019 entre el 1% y el 1,25%. Sin embargo, la Reserva Federal tiene que desprenderse de
4,5 billones de dólares que adquirió en bonos del Tesoro y títulos
hipotecarios. La economía de EE UU, pese a estar en pleno empleo, crece por
debajo del potencial previo a la crisis, los salarios no aumentan como antes de
la recesión y la desigualdad ha aumentado. La crisis financiera del
2007 se
produjo porque las entidades financieras tenían un sistema inadecuado de
gestión de riesgos y unas políticas de compensación que incentivaron prácticas
como el empaquetado de deuda insolvente que se vendía como un producto
rentable. La bronca de los reguladores a las firmas de
inversión y bancos se tradujo en más de 325.000 millones de dólares en multas.
En paralelo, se han triplicado las exigencias de capital para que puedan asumir
sus pérdidas. Si en Europa todavía existen bancos con problemas, en Estados
Unidos los bancos han tenido unos beneficios de más de un billón de dólares
en beneficios desde que comenzó dicha crisis en el 2007. Y
ahora los grandes bancos son más grandes que antes de la crisis, sin embargo
los fraudes continúan, como por ejemplo las cuentas falsas de Wells Fargo. “Los
grandes bancos engañan a sus clientes y a nadie se le ha exigido
responsabilidades”, se queja la
senadora demócrata Elizabeth Warren.
Al otro lado del Atlántico,
en concreto en España, la deuda es un grave problema para la economía. Si bien
la deuda tanto pública como privada, están en niveles elevados, es la privada en la última década la que ha
hecho el mayor esfuerzo reductor de la misma, en concreto la de los hogares
españoles. Y es que la deuda de empresas y hogares se ha reducido hasta
las 153,5%
del PIB durante el tercer trimestre del año 2018 -últimos datos de
referencia-. En los últimos años, la deuda de empresas y hogares
llegó a su máximo cuando se ubicó en el 217,8% del PIB en junio de 2010 o 2,35 billones
de euros -sociedades no financieras del 132,9% del PIB y Hogares e ISFLSH del
84,9%-. Por lo tanto, desde su punto más alto se ha reducido en 64,3 puntos de
PIB o 510.000 millones de euros. La deuda de los hogares de
Estados Unidos el Reino Unido y España mantuvo una trayectoria descendente
después de la gran crisis originada a partir de 2007. Sin embargo, el principal
hecho diferencial es que a partir de 2015, las ratios de deuda de los hogares
estadounidenses y británicos se mantuvieron estables, mientras que los hogares
españoles siguieron en el proceso de desapalancamiento.
La deuda de los hogares
españoles ya se encuentra a niveles de antes de la crisis y se está acercando aproximando
a la media europea. Sin embargo, la deuda hipotecaria representa el 50% de la deuda de los hogares, mientras
que en España se acerca al 70%. Por el contrario, la deuda pública
sigue un camino inverso a la privada, deuda pública sobre el
PIB, en el año 2014 alcanzó su nivel máximo al situarse en el 100,4% con un
total de 1.037.820 millones de euros. A cierre del tercer trimestre de 2018, el
volumen total había crecido hasta 1.196.644 millones pero dado el crecimiento
del PIB la ratio había descendido
hasta el 98,3%. En cuatro años el conjunto
de las administraciones públicas únicamente ha reducido dos puntos porcentuales
esta ratio, mientras que el sector privado ha recortado siete puntos
porcentuales en el último año. A partir de 2019, se proyecta que será la Seguridad
Social, por el problema de las pensiones, con el triple de déficit que la
Administración Central, -0,9% frente al -0,3% del PIB el que genere un grave
problema al déficit público.
Es urgente rebajar dicha
deuda lo máximo posible antes de que las estimaciones demográficas comiencen a
cumplirse y a tener sus efectos en la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Los
estados no pueden controlar convenientemente los ingresos pero sí los gastos, a
excepción del precio del petróleo y de la evolución del euro/dólar que
son datos muy importantes en las cuentas públicas. En cuanto a la deuda
empresarial, si nos fijamos en el IBEX-35, las compañías que cotizan
en dicho índice reducen su deuda en 10.800 millones hasta septiembre
del 2018, el endeudamiento conjunto alcanza 159.557 millones de euros, un 6,3%
menos, son Repsol y Telefónica las que han efectuado un mayor recorte
de dicha deuda financiera, mientras Colonial eleva su deuda en 1.400 millones
de euros. La compañía con diferencia más endeuda de dicho índice es Telefónica
a septiembre del 2018, con una deuda de 42.636 millones de euros, esto es el 111%
de sus capitalización que hoy es de 38.136 millones de euros. Esto representa
el 26,72% de todo el endeudamiento del IBEX. Este apalancamiento es
altamente perjudicial si tenemos e cuenta que su financiación se verá afectado
por las subidas de los tipos de interés que próximamente se producirán por los
bancos centrales con el fin de reducir el impacto y riesgo que tendrá una
subida de tipos en los mismos.
Para terminar este post
decir que diferentes organismos públicos como el Fondo Monetario Internacional (FMI)
ha decidido que es hora de alertar sobre los préstamos apalancados, un mercado
global (CLO) de 1,3 billones de dólares de deuda asumida por compañías con
posiciones financieras precarias. El organismo se suma de este modo a
otros como el Banco Internacional de Pagos (BIS), la Reserva Federal norteamericana o el Banco de Inglaterra,
que también han advertido de la acumulación de deuda de riesgo en los mercados
de crédito corporativo. Lo más preocupante es que más de la mitad del montante de
las emisiones del 2018 se destinaron a financiar fusiones y adquisiciones y
compras apalancadas (LBO, por sus siglas en inglés), pagar dividendos o
recomprar acciones de inversores. En el fondo, se han asumido riesgos
financieros en lugar de realizar inversiones productivas, principalmente han sucedido en
sectores como la tecnología, la energía, las telecomunicaciones y la salud.
Quizás nos haga falta un Pontomá,
valentía
con realidad, ya que en muchas compañías no se hace más que alagar
a directivos con una gestión muy mediocre, donde los resultados económicos no son
para dichas loas si nos atenemos a los indicadores que recogen. Es el momento de que los empleados se
mentalicen de que lo que sucede en su compañía realmente debe ser compartido
por todos con el fin de mentalizar y concienciarse de dicha realidad por la que
atraviesa su compañía, con el fin de abordar dichos problemas y erradicar la
penuria por la que atraviesan dichas compañías.
Ya lo dijo Walt Disney: “Todos
nuestros sueños pueden convertirse en realidad si tenemos la valentía de
perseguirlos”.
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