lunes, 25 de febrero de 2019

PRESENTACIÓN DE RESULTADOS ENGAÑOSOS... CON FINES ESPÚREOS O ENGAÑOSOS



Allá por el año de 1967, el profesor Albert Mehrabian de la universidad UCLA realizó una de las investigaciones sobre comunicación no verbal más famosas de la historia. Su objetivo era claro: medir la importancia de la expresión facial y el tono de voz cuando nos comunicamos verbalmente;  su trabajo arrojó resultados que aún hoy resuenan con fuerza.  Habrán escuchado de que la palabra hablada contiene sólo un 7% del significado en la comunicación, que el paralenguaje (la entonación y la pronunciación) se encarga de un 38% y las expresiones faciales, nada menos que un aplastante 55%. Dentro de una compañía, la comunicación es la base de nuestra relación con los demás. Para obtener integración, indicar procedimientos, comunicar objetivos y para el funcionamiento de la empresa en general, debemos hacer uso de la comunicación. El manejo de la información se ha convertido en una herramienta esencial, y sin duda alguna, la forma de comunicarse dentro de las compañías es clave para el funcionamiento de las mismas. El desarrollo tecnológico ha permitido desarrollar un  potencial enorme en el desarrollo de las relaciones humanas. Prueba de ello es el creciente desarrollo de profesionales de la práctica de la comunicación que ayudan a las compañías a resolver situaciones en las que saber quién, qué, cómo, cuándo, a quién, con qué efecto, por qué canal y dónde lo que se comunica es clave.

Tanto en la comunicación interna como en la externa, coexisten a su vez dos niveles de comunicación: la objetiva, llamada también formal y la subjetiva, llamada informal. En la mayoría de los casos, las formas de comunicación vienen determinadas por el tipo de compañía. En función del tipo de organización que analicemos, los niveles de comunicación serán distintos. El enfoque difiere según el tamaño, el sector y la estrategia de empresa. Los esquemas clásicos de comunicación interna se basan en tres tipos de comunicación: la descendente formal con los subordinados, la horizontal formal con los colegas y la ascendente formal con los superiores. La comunicación descendente informal se lleva a cabo con los seguidores, la ascendente informal con los amigos y la ascendente informal con los líderes.

Un directivo nunca debe dejar de ser persona, ya que dicha función no están reñidas. Algunos directivos piensan que el comportarse como una persona en su trabajo es perder parte de sus atribuciones como directivo. En el fondo, esta posición denota miedo a perder "el control", -¿el "poder" sobre los demás?- o, quizás, manifieste ciertas inseguridades personales. Los hay que piensan que: "Hay que ser duro con la gente, ya que si no te toman el pelo". A día de hoy, ser persona y ser directivo, parece que en la mente de algún directivo parece existir cierto conflicto, todo ello viene quizás  porque no tienen claro ciertamente la diferencia que existe entre poder y autoridad. El poder hace referencia a la capacidad que tiene una persona o un grupo de personas, de influir en la toma de decisiones, opiniones o diferentes acciones de otras personas o grupos. Mientras que la autoridad es el derecho a ejercer con el que cuenta un puesto con el fin de lograr una mayor discrecionalidad cuando se trata de decisiones que puedan afectar a otras personas. La autoridad y el poder, son considerados elementos importantes para poder desarrollar el trabajo de directivo. Sin embargo, el poder no puede limitarse únicamente a este trabajo, también ha de reconocerse el poder informal que tienen niveles más bajos de la empresa donde las habilidades y conocimientos ayudan a mantener el orden.
Los directivos deben saber comunicar dentro de su compañía y, especialmente, a los integrantes de su equipo. En la mayoría de los casos, los directivos comunican información: datos sobre un asunto, instrucciones sobre una estrategia, etc. Sin embargo, este tipo de comunicación está implícita en la transmisión de los conocimientos o de la experiencia acumulada. La primera tiene carácter objetivo. Los datos, o las informaciones, se transmiten de uno a otro sin más. Sin embargo en el segundo caso, la comunicación es, totalmente, subjetiva: pertenece a la persona que comunica. El directivo tiene unos conocimientos, una experiencia, y los transmite a los demás. Estamos ante dos niveles distintos de comunicación. Por ejemplo, para un directivo la comunicación objetiva se concretaría cuando informa a sus empleados y, después, a la sociedad de su cuenta de resultados. La comunicación subjetiva se daría cuando se reúne para comer con un miembro de su equipo para, por ejemplo, apoyarle en la consecución de algún resultado, o cuando queda con un cliente para mejorar la posición respecto al mismo o, simplemente, para fortalecer las relaciones.

Pues bien, estos últimos días hemos asistido a la presentación de resultados de un buen número de compañías donde a fuerza de ser sinceros lo que he observado en algunas de estas presentaciones es todo una “puesta en escena del CEO” con el fin de distraer y confundir a las personas que vieron la misma. Todo ello teniendo en cuenta que los indicadores en algunos casos no hacen mención realmente a lo que sucedió en dichas compañías en el año 2018. Para ello el CEO se apoya en dos ámbitos principalmente:

  • 1º. Puesta en escena pública por el CEO de los resultados, donde el mismo facilita solamente aquellos datos de su gestión que no le perjudican, obviando aquellos datos reales donde la gestión del mismo se ve comprometida por la deficiente gestión. Para ello se rodea en dicha rueda de prensa de un público no hostil (periodistas), que no le cuestionen ni retraten la debilidad de dicha gestión.

  • 2º. Una cobertura masiva realizada por “palmeros” a todos los niveles de la compañía en redes sociales, tanto privadas de la empresa (empleados), como públicas donde se proyecta una  imagen de la compañía irreal, ocultando y omitiendo a dichos stakeholders los datos salvo que los mismos los busquen en la memoria. Esta situación proyecta una imagen falsa y siniestra  de la realidad actual por la que atraviesa la compañía y muestra la pésima y deficiente gestión que se está haciendo de dicho activo por los directivos. 

Si a todo esto añadimos que en la compañía dichos “palmeros” realizan dicha labor aunque los datos  que comunican sean falsos, el resultado no puede ser más descorazonador para aquellas personas que son decentes y observan la credibilidad que generan dichos directivos.


 “La verdad de la mentira” es un libro de la psicóloga María Jesús Álava Reyes, esta experta se inclinó por escribir sobre este tema al verlo continuamente tanto en la consulta, como en los cursos de formación que imparte en su Centro de Psicología Álava Reyes. Para ella, “Vivimos en una sociedad donde la mentira tiene cada vez más fuerza. Está en auge porque no hay consecuencia para los que mienten. Somos tremendamente tolerantes con ellos y esto hace que los mentirosos vayan ganando más espacio en un mundo en el que se premia triunfar por medio de trampas”, advierte. Según el Principio de Dilbert, las compañías tienden a ascender sistemáticamente a sus empleados menos competentes a cargos directivos para limitar así la cantidad de daño que puede de provocar, sin embargo la realidad desgraciadamente en algunos casos desmiente dicho principio si observamos los déficits que atesoran algunas de ellas.  

A juicio de algunos estudiosos que estudiaron recientemente a Albert Mehrabian sacaron las siguientes conclusiones:
·         Si tú 55%—lenguaje corporal— no es bueno, es posible que hayas perdida tu capacidad de convencer y seas abandonado o ignorado.
·         En el caso de que sigan prestándote atención  si tú 38% (el modo en que hablas) los decepciona, no prestarán atención o no comprenderán, el 7% de (las palabras)  los habrás perdido física y mentalmente.
Para finalizar, decir que los resultados son posibles aplicarlos a las mujeres, pues ningún hombre participó en el estudio de Mehrabian .El mito cayó hace mucho tiempo, tal vez no nos llegó la explicación adecuada.

Para terminar el post, decir que próximamente habrá elecciones generales y la política y sus resultados tomarán quizás el destino de dichas compañías… esperemos que sea para algo mejor de lo que nos han brindado estos últimos años.

Ya lo dijo Mahatma Gandhi: “Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira”.


 


 


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