Allá por el año de 1967,
el profesor Albert Mehrabian de la universidad UCLA realizó una de las investigaciones
sobre comunicación no verbal más famosas de la historia. Su objetivo era claro: medir la importancia de la
expresión facial y el tono de voz cuando nos comunicamos verbalmente; su trabajo arrojó resultados que aún hoy
resuenan con fuerza. Habrán escuchado
de
que la palabra hablada contiene sólo un 7% del significado en la comunicación,
que el paralenguaje (la entonación y la pronunciación) se encarga de un 38% y
las expresiones faciales, nada menos que un aplastante 55%. Dentro de una compañía, la comunicación es la base de nuestra relación con los
demás. Para obtener integración, indicar procedimientos, comunicar objetivos y
para el funcionamiento de la empresa en general, debemos hacer uso de la
comunicación. El manejo de la información se ha convertido en una herramienta esencial,
y sin duda alguna, la forma de comunicarse dentro de las compañías es clave
para el funcionamiento de las mismas. El desarrollo tecnológico ha permitido
desarrollar un potencial enorme en el
desarrollo de las relaciones humanas. Prueba de ello es el creciente desarrollo
de profesionales de la práctica de la comunicación que ayudan a las compañías a
resolver situaciones en las que saber quién, qué, cómo, cuándo, a quién, con qué
efecto, por qué canal y dónde lo que se comunica es clave.
Tanto en la comunicación
interna como en la externa, coexisten a su vez dos niveles de comunicación: la
objetiva, llamada también formal y la subjetiva, llamada informal. En
la mayoría de los casos, las formas de comunicación vienen determinadas por el
tipo de compañía. En función del tipo de organización que analicemos, los
niveles de comunicación serán distintos. El enfoque difiere según el tamaño, el
sector y la estrategia de empresa. Los esquemas clásicos de
comunicación interna se basan en tres tipos de comunicación: la
descendente formal con los subordinados, la horizontal formal con los
colegas y la ascendente formal con los superiores. La comunicación descendente
informal se lleva a cabo con los seguidores, la ascendente informal con los
amigos y la ascendente informal con los líderes.
Un directivo nunca debe
dejar de ser persona, ya que dicha función no están reñidas. Algunos directivos
piensan
que el comportarse como una persona en su trabajo es perder parte de sus
atribuciones como directivo. En el fondo, esta posición denota miedo a
perder "el control", -¿el "poder" sobre los demás?- o,
quizás, manifieste ciertas inseguridades personales. Los hay que
piensan que: "Hay que ser duro con la gente, ya que si no te toman el
pelo". A día de hoy, ser persona y ser directivo, parece que en la
mente de algún directivo parece existir cierto conflicto, todo ello viene quizás porque no tienen claro ciertamente la
diferencia que existe entre poder y autoridad. El poder hace referencia a la capacidad que tiene una
persona o un grupo de personas, de influir en la toma de decisiones, opiniones
o diferentes acciones de otras personas o grupos. Mientras que la
autoridad es el derecho a ejercer
con el que cuenta un puesto con el fin de lograr una mayor discrecionalidad
cuando se trata de decisiones que puedan afectar a otras personas. La
autoridad y el poder, son considerados elementos importantes para poder
desarrollar el trabajo de directivo. Sin embargo, el poder no puede limitarse
únicamente a este trabajo, también ha de reconocerse el poder informal
que tienen niveles más bajos de la empresa donde las habilidades y
conocimientos ayudan a mantener el orden.
Los directivos deben saber
comunicar dentro de su compañía y, especialmente, a los
integrantes de su equipo. En la mayoría de los casos, los
directivos comunican información: datos
sobre un asunto, instrucciones sobre una estrategia, etc. Sin embargo, este
tipo de comunicación está implícita en la transmisión de los conocimientos o de la
experiencia acumulada. La primera tiene carácter objetivo. Los datos, o
las informaciones, se transmiten de uno a otro sin más. Sin embargo en el
segundo caso, la comunicación es, totalmente, subjetiva: pertenece a la persona que
comunica. El directivo tiene unos conocimientos, una experiencia, y los
transmite a los demás. Estamos ante dos niveles distintos de comunicación. Por
ejemplo, para un directivo la comunicación objetiva se concretaría cuando
informa a sus empleados y, después, a la sociedad de su cuenta de resultados.
La comunicación subjetiva se daría cuando se reúne para comer con un miembro de
su equipo para, por ejemplo, apoyarle en la consecución de algún resultado, o
cuando queda con un cliente para mejorar la posición respecto al mismo o,
simplemente, para fortalecer las relaciones.
Pues bien, estos últimos días
hemos asistido a la presentación de resultados de un buen número de compañías
donde a fuerza de ser sinceros lo que he observado en algunas de estas presentaciones
es todo una “puesta en escena del CEO” con el fin de distraer y confundir a las
personas que vieron la misma. Todo ello teniendo en cuenta que los
indicadores en algunos casos no hacen mención realmente a lo que sucedió en
dichas compañías en el año 2018. Para ello el CEO se apoya en dos ámbitos
principalmente:
- 1º. Puesta en escena pública por el CEO de los resultados, donde el mismo facilita solamente aquellos datos de su gestión que no le perjudican, obviando aquellos datos reales donde la gestión del mismo se ve comprometida por la deficiente gestión. Para ello se rodea en dicha rueda de prensa de un público no hostil (periodistas), que no le cuestionen ni retraten la debilidad de dicha gestión.
- 2º. Una cobertura masiva realizada por “palmeros” a todos los niveles de la compañía en redes sociales, tanto privadas de la empresa (empleados), como públicas donde se proyecta una imagen de la compañía irreal, ocultando y omitiendo a dichos stakeholders los datos salvo que los mismos los busquen en la memoria. Esta situación proyecta una imagen falsa y siniestra de la realidad actual por la que atraviesa la compañía y muestra la pésima y deficiente gestión que se está haciendo de dicho activo por los directivos.
Si a todo esto añadimos que
en la compañía dichos “palmeros” realizan dicha labor
aunque los datos que comunican sean falsos, el resultado no puede ser más
descorazonador para aquellas personas que son decentes y observan la credibilidad que generan dichos directivos.
“La verdad de la mentira”
es un libro de la psicóloga María Jesús Álava Reyes, esta
experta se inclinó por escribir sobre este tema al verlo continuamente tanto en
la consulta, como en los cursos de formación que imparte en su Centro
de Psicología Álava Reyes. Para ella, “Vivimos en una sociedad donde
la mentira tiene cada vez más fuerza. Está en auge porque no hay consecuencia
para los que mienten. Somos tremendamente tolerantes con ellos y esto hace que
los mentirosos vayan ganando más espacio en un mundo en el que se premia
triunfar por medio de trampas”, advierte. Según el Principio
de Dilbert, las compañías tienden a ascender sistemáticamente a sus
empleados menos competentes a cargos directivos para limitar así la cantidad de
daño que puede de provocar, sin embargo la realidad desgraciadamente en
algunos casos desmiente dicho principio si observamos los déficits que atesoran
algunas de ellas.
A juicio de algunos
estudiosos que estudiaron recientemente a Albert Mehrabian sacaron las
siguientes conclusiones:
·
Si tú 55%—lenguaje corporal— no es bueno,
es posible que hayas perdida tu capacidad de convencer y seas abandonado o
ignorado.
·
En el caso de que sigan prestándote atención si tú 38% (el modo en que hablas) los
decepciona, no prestarán atención o no comprenderán, el 7% de (las palabras) los habrás perdido física y mentalmente.
Para finalizar, decir que
los resultados son posibles aplicarlos a las mujeres, pues ningún hombre
participó en el estudio de Mehrabian .El mito cayó hace mucho
tiempo, tal vez no nos llegó la explicación adecuada.
Para terminar el post,
decir que próximamente habrá elecciones generales y la política y sus resultados tomarán quizás el
destino de dichas compañías… esperemos que sea para algo mejor de lo que nos
han brindado estos últimos años.
Ya lo dijo Mahatma Gandhi:
“Más
vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira”.
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