Muchos hemos tenido un amigo o amiga que, durante la adolescencia, mentía a sus padres sobre dónde iban a estar un viernes o un sábado por la noche. En lugar de estar “en casa de Ana viendo una película” intentaban entrar en alguna discoteca para mayores de edad. Las tornas han cambiado: los jóvenes pertenecientes a las nuevas generaciones prefieren poner excusas a sus amigos para pasar las noches de los días libres en casa. Al parecer, se trata de una cuestión generacional: en general los más jóvenes salen menos de fiesta. Algo que se refleja en los datos de actividades relacionadas con la vida nocturna. Según una encuesta realizada por Berenberg Research en 2018, el consumo de alcohol disminuye en las generaciones más jóvenes. La tendencia empezó con los Millennials, definidos por el Pew Research Center como "los primeros en llegar a la mayoría de edad en el nuevo milenio". Sin embargo, son los miembros de la Generación Z (nacidos de 1997 en adelante) son los que marcan la diferencia. En la actualidad, solo un 30,2% de los jóvenes en torno a los 17-18 años (en el último curso de bachillerato) reconocen consumir este tipo de bebidas, frente a al 54% que lo hacía en 1991, reflejan los datos del Pew Research Center. No solo es el consumo de alcohol. Existe una disminución de las actividades consideradas como adultas entre los adolescentes de la generación posmillennial. También prefieren no conducir y tienen menos relaciones sexuales de lo que lo hacían las generaciones anteriores a su edad, revela un estudio llevado a cabo por la Universidad de San Diego y el Bryan Mawe College. En general, los miembros de la generación Z prefieren quedarse sentados en casa que salir a la calle, apunta esta investigación. ¿Y la clave de su entretenimiento? Las redes sociales.
La Generación Alpha, término acuñado por el
investigador Mark McCrindle para describir el grupo de jóvenes que ha nacido
a partir del año 2010 en adelante, jugará un papel esencial en
la nueva era digital a la que se enfrenta actualmente la humanidad. La misma
aprenderá e interactuará de forma totalmente nueva, ya que son niños que han
nacido en un momento donde los dispositivos electrónicos son cada vez más
inteligentes, todo está conectado, y donde lo físico y lo digital se une en un
solo mundo. Conforme se vayan desarrollando, las tecnologías que
parecían nuevas o extrañas, para ellos formarán parte de sus vidas, de sus
experiencias, actitudes y expectativas hacia el mundo que los rodea. Algunos
neurocientíficos y psicólogos creen que sus mentes también serán diferentes a
las de generaciones anteriores, explica en un estudio Victoria Turk en la revista Wired.
Después de la Generación Z formada
por aquellos nacidos entre 1994 y 2010, los expertos comienzan a
hablar de una nueva generación en plena era digital a la que han bautizado como la Alpha: los “hijos de la Generación X y los Millennials”.
El nombre de Alpha es la primera letra del alfabeto griego: ellos
representan la posibilidad de empezar de nuevo. Dicha generación será la más
educada en la historia de la humanidad, pues han comenzado a educarse desde muy
temprana edad y por más años que cualquier otra generación. Los padres de
los niños Alpha son la primera
generación de padres que están criando y educando a sus hijos para un mundo
completamente desconocido, pues la tecnología está acelerando y abriendo nuevas
vías y escenarios como nunca antes había hecho. Por este motivo, estos niños
que hoy cursan la educación básica se les debe proveer con más que aprendizajes
y conocimientos, nuestro deber es desarrollar en ellos cosas que los ordenadores nunca harán.
Es necesario tener en
cuenta que las fronteras generacionales son arbitrarias y que de hecho, existen
más similitudes que diferencias entre una generación y la siguiente. Los
miembros de la Generación Alfa no han nacido muy lejos de los miembros de los
llamados Milenials o la Generación Z, pero sus personalidades, motivaciones y objetivos
dependerán claramente de este entorno cambiante. Un mayor acceso a la
tecnología motivará nuevas formas de pensar y de hacer –junto con la velocidad de
los cambios tecnológicos-, así como de la forma en la que generamos nuestras expectativas.
Las tendencias no solo afectarán a esta generación,
tarde o temprano también afectarán a toda la sociedad. Entender estos cambios será
esencial para aquellos que quieran liderar los gustos y comportamientos de diversos
grupos. Nuestro
cerebro no se desarrolla en el vacío, cambia constantemente a través de experiencias
vividas y del entorno que nos rodea. Esto es lo que se conoce como plasticidad
cerebral. “Todas las habilidades que tenemos se redefinen en base a cómo nuestro
cerebro interacciona con el mundo” explica Michael Merzenich, profesor
de neurociencia de la Universidad de California (San Francisco) y pionero en la
investigación de la plasticidad cerebral. “Esta es la base de la concepción de la
persona que somos”. La forma en que la tecnología está cambiando la
mente de los más jóvenes es uno de los asuntos que más controversia levanta en
estos momentos. Los titulares tienden a ser alarmistas al respeto: Google nos
ha vuelto imbéciles; los smartphones nos están convirtiendo en autómatas;
Facebook nos está volviendo narcisistas, etc. Otros, sin embargo, discuten si
la tecnología está mejorando las habilidades más allá de lo humanamente posible
y nos hace capaces de liberar al pensamiento humano de tareas monótonas y así
podernos fijar en problemas de otro nivel. Adopte la posición que adopte cada
persona, una cosa queda clara: la tecnología no solo afectará la experiencia
de la Generación Alfa con el mundo, sino que también definirá el modo en el que
se relacionará.
Una tendencia que
Merzenich ha observado en los últimos años es un incremento en la
especialización. Hace cientos de años –asegura– éramos “generalistas
operacionales”, con una serie de habilidades básicas adquiridas para sobrevivir.
Pero hoy, los cerebros de los individuos están dominados cada vez más por
problemas más específicos y se especializan en tareas determinadas.
“Hemos creado una clase de súper especialistas”, asegura, Merzenich, esta
tendencia continuará en la Generación Alfa y las tendencias laborales la
potenciarán. El empleo va a sufrir la implantación extensa de la automatización,
lo que significa que la Generación Alfa necesitará desarrollar habilidades
técnicas altamente especializadas para poder encontrar un trabajo. En
julio de 2017, los investigadores de PwC estimaron que el 30% de los trabajos
en Reino Unido y el 38% en Estados Unidos serán automatizados para el año 2030,
entre
los sectores que sufrirán altamente esta transformación destacan el transporte,
la manufacturación y la distribución. Este énfasis en la especialización,
asegura Merzenich, puede provocar una fractura social y cultural, con
el desarrollo de una súper clase de individuos asumiendo trabajos muy
especializados mientras otros se harán cargo de trabajos sin ningún tipo de especialización.
Sabemos que la tecnología nos puede hacer mejorar ciertas habilidades. Un
ejemplo lo encontramos en los videojuegos. Un estudio del año 2003 en la
revista Nature halló que la gente que jugaba a videojuegos tenía mejores habilidades
visuales que la gente que no jugaba. Para descartar la posibilidad de que la
gente que tuviera mejores habilidades visuales era más propensa a jugar a videojuegos,
los investigadores enseñaron a jugar al videojuego “Medal of Honor”. Lo que se
comprobó es que en este grupo de individuos mejoraron sus habilidades visuales.
Los investigadores concluyeron que “a
pesar de que jugar a los videojuegos puede parecer un juego sin sentido, es
capaz de alterar el proceso de atención visual”. Un estudio posterior ha relacionado
los videojuegos con la mejora en las capacidades cognitivas, incluyendo
coordinación entre el ojo y las manos y la habilidad de cambiar de tarea.
Algunos estudios han demostrado también que jugar a determinados videojuegos pueden
hacer a los niños conseguir mejores resultados en los test de inteligencia,
probablemente porque han mejorado las habilidades visuales que son,
normalmente, las que aparecen en este tipo de tests, en los cuales se comprueba
las habilidades para resolver problemas. “Muchos de estos juegos requieren el
desarrollo de algunas de estas habilidades que forman parte de los test de
inteligencia”, asegura Patti Valkenburg, un Profesor de
Medios de Comunicación, Juventud y Sociedad de la Universidad de Ámsterdam.
Como resultado, algunos investigadores sugieren que los videojuegos y otros medios
digitales podrían incluso contribuir al efecto Flynn, es decir, la subida
continua año tras año de las puntuaciones de cociente intelectual en las sucesivas
generaciones. Por decirlo de forma clara: la tecnología nos está haciendo
cada vez más inteligentes.
Los dispositivos móviles serán
prevalentes en la Generación Alfa. De acuerdo con el último informe de uso de
los medios por los niños de Ofcom, el número de los pequeños entre 5 y 15 años
que poseen un smartphone o tableta sigue creciendo, un 41% de ellos ya poseía
una tableta en 2016. Muchos utilizan estos dispositivos, siendo las tabletas particularmente
populares entre los más pequeños: la mayoría de 3-4 años (55%) ya declaran
utilizar este tipo de dispositivo. Mientras estos dispositivos se mantienen fuertes,
nuevas tecnologías que ofrecen diferentes formas de interacción siguen creciendo.
Cada vez más los dispositivos electrónicos encajarán de un modo más natural en
la vida de los jóvenes que viven con ellos: la inteligencia artificial aumentará
nuestra concepción sobre lo que la tecnología puede hacer, los algoritmos de
procesamiento de datos harán las experiencias cada vez más personalizadas, y
nuevas interfaces ofrecerán nuevas formas de comunicación. Estas tendencias encajarán
dentro de las expectativas que la Generación Alfa tiene puesta en la
tecnología. La Generación Alfa
ya ha aceptado que una de las grandes tendencias en la tecnología, la inteligencia
artificial, forma parte de sus vidas. Algunos de los dispositivos de
inteligencia artificial como los de reconocimiento de imagen o voz, como la Hello Barbie de Mattel o los Hatchimals así lo demuestran. Otros están entrando en nuestras
casas en forma de dispositivos con Internet de las Cosas y asistentes de Inteligencia
Artificial como Amazon Echo o Google Home. Un equipo de
investigadores del MIT Media Lab recientemente realizó un estudio piloto para explorar
cómo los niños interactúan con los dispositivos de Inteligencia Artificial.
Observaron que un grupo de niños de tres a diez años interactúa con cuatro
“agentes” de Inteligencia Artificial: Google Home; Amazon Echo Dot, con su asistente
“Alexa”; una aplicación de tableta llamada Julie; y Cozmo, un pequeño robot
autónomo hecho por la compañía de juguetes AI Anki. Los niños comienzan a
asociar la inteligencia con el conocimiento declarativo, como la memorización
de hechos y la información. Si bien al principio de esta interacción
con robots los niños esperan que hagan las cosas que hacen ellos, con el
paso del tiempo y después de interactuar, se crea la percepción que se parecen
más a una mascota o animal. Una de las variables que se está investigando con
el fin de desarrollar es la implantación de la emoción y la personalidad en
dicha inteligencia artificial. La compañía de robótica Anki trabaja
precisamente en esa idea, esto permitirá en un futuro que estos dispositivos
adquieran un mayor entendimiento del contexto y el entorno, y así poder responder
de una manera adecuada. El interfaz que en el futuro logrará esa conexión con
la máquina será la voz, con ella se tomará el control de la tecnología y permitirán
a los niños interactuar con el entorno que les rodea de una manera más
completa. Esto permitirá librar la barrera que suponen las pantallas del
usuario con el entorno. Decir que no solo la voz ofrece alternativas a las pantallas
y los teclados. Las interfaces de gestos pueden ofrecer a los usuarios contenidos
a través de los movimientos de las manos o el cuerpo, o recabando información
de wereables o sensores táctiles. Este tipo de dispositivos podrían usarse para
interactuar con realidad virtual y realidad aumentada sin la necesidad de mucho
control. Los niños de la Generación Alfa crecerán con máquinas que les
proporcionen experiencias únicas y adaptadas a los gustos y necesidades
suyas. Si bien a estas situaciones nuevas le aparecerán nuevos riesgos, como es
la captura de información que tendrá dicha inteligencia artificial sobre los gustos,
costumbres, hábitos, etc. de dichos niños. Este riesgo que ya se está viviendo
actualmente con los adultos seguirá desarrollándose con nuevas regulaciones y leyes que garanticen la privacidad con dichos medios digitales con el fin de que su
desarrollo no se vea comprometido.
Las marcas y los
anunciantes que quieran llegar a la Generación
Alfa necesitarán adaptarse para ser relevantes y sensibles a las actitudes
y expectativas cambiantes de los consumidores. Las marcas en general se sienten
un poco asustadas por esta generación, quizás por razones similares a cuando lo
estuvieron al acercarse a los Milenials o la Generación Z. Estos son los consumidores que
van a entrar al mercado y que pueden tener diferentes formas de comportarse o
tener expectativas diferentes. La
realidad aumentada jugará un papel clave para dicha generación, en el año 2017
Apple y Google lanzaron sus propias plataformas. A medida que las marcas
experimenten con estas tecnologías en un futuro, crearán nuevas expectativas
que los demás competidores también deberán cumplir. A
medida que la Generación Alfa crezca,
se sentirán atraídos por marcas que sean como las que ya conocen y en las que confían.
Si están acostumbrados a usar la realidad aumentada cuando compren ropa,
esperarán lo mismo cuando quieran comprar un seguro de automóvil. El
mayor acceso a la tecnología y los medios de comunicación significa que los
consumidores tienen ahora más herramientas que nunca en sus decisiones de
compra. Las expectativas de la Generación Alfa se resumen en la
siguiente frase, “quieren todo y lo quieren ahora”. Para ser una marca
relevante hay que aprovechar las pasiones del momento. La clave de esto, es la
autenticidad y la diversidad. La
diversidad, no solo se refiere a cuestiones demográficas como la etnia y el
género, sino también gustos, estilos de vida y puntos de vista. La autenticidad
significa que la comunicación sea cada vez más real y natural. Un aspecto que
jugara un papel clave en dicha interacción serán las redes sociales. Si bien
los niños todavía no están en dichas redes, plataformas con YouTube es una a
las que más acceden. Los chatbots de Inteligencia Artificial pueden ofrecer servicio
al cliente en diferentes plataformas en cualquier momento del día y ayudar a
las personas a encontrar el contenido más adecuado a sus necesidades en ese
momento. Quizás lo más llamativo es que los consumidores cada
vez son más cuidadosos con la forma en que se utilizan sus datos. Los gobiernos
están haciendo lo mismo, con la puesta en marcha de regulaciones como la GDPR
que da a las personas más control sobre su información personal. Existe el
riesgo, entonces, de que los consumidores simplemente revoquen el acceso a sus
datos si las marcas no tienen cuidado. Las marcas deben preocuparse
por el cliente del futuro que ya es consciente del valor de sus datos y es más
celoso de su intimidad, “Te bloqueo, ya no puedes tener mis datos”; o, lo más
común, “de acuerdo te doy mis datos, pero: ¿Qué me das a cambio?”. Algunas compañías
ya operan este tipo de intercambio de datos, por ejemplo, ofrecen descuentos si
las personas aceptan compartir su información. Algunos expertos han sugerido que
los sistemas de búsqueda de voz como Alexa de Amazon podrían tener un efecto
destructivo en las marcas, especialmente aquellas que fabrican productos de
consumo diario. El dispositivo Amazon Echo
ofrece una nueva forma de comprar usando comandos de voz, pero ofrece a los
clientes muchas menos opciones que una búsqueda convencional de Amazon. Pídale
a Alexa que compre baterías y le sugerirá solo un par de opciones, todas de la
gama de productos de Amazon. Amazon claramente tiene
un gran interés en intentar usar Alexa para vender más sus productos, pero no puede
ser simplemente un dispositivo de compra.
La conclusión que se puede
extraer de la Generación Alfa, es que
tendrán un mayor acceso a las tecnologías actuales y las emergentes, y se acostumbrarán
a interactuar con el contenido digital de modos totalmente nuevos, muchos de
los cuales todavía no son de consumo masivo. Se caería en un error si se
intentase tratar a este grupo de jóvenes de manera homogénea respecto a sus
actitudes y creencias. De hecho, hemos visto que los jóvenes de hoy
en día valoran de manera muy importante la independencia para tomar sus propias
decisiones, gestionar sus identidades digitales y esperan cada vez más que las
marcas tengan en cuenta sus necesidades y preferencias individuales. Una
de las consecuencias sociales más perturbadoras del avance de las tecnologías,
puede ser la distribución desigual de los efectos positivos y negativos, y es que
los más ricos y los más informados tecnológicamente obtengan una ventaja aún
mayor sobre sus pares menos favorecidos. Un ejemplo de esto último lo
observamos por ejemplo con el marketing digital, algunos usuarios que pagan por
contenido digital pueden optar por la publicidad que los usuarios que no pagan
deben soportar. La publicidad se ha convertido en un impuesto que pagan los
pobres y los analfabetos tecnológicamente. Todas estas
observaciones que realizamos para la Generación
Alfa también pueden tener relevancia o aplicación para personas adultas y
jóvenes que están sujetas a los mismos cambios tecnológicos y culturales… Lo
que sucede, es que su aptitud y aceptación obviamente no será la misma.
Ya lo dijo Khalil Gibran: “Las generaciones futuras
conocerán la igualdad de la pobreza, y el amor de los problemas”.
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