El
besamanos es una costumbre que tiene su origen según los estudiosos en Oriente,
ya en el Imperio Aqueménida se
veneraba al Emperador de los Persas de esta forma. Tras la invasión de
Alejandro Magno (331 a.C.), los griegos traen esta costumbre consigo a
Occidente consolidándose en el Imperio Romano como forma habitual de veneración
al Emperador, arrodillarse ante él y besar el filo de su manto púrpura así
como el pie. Esta costumbre se mantuvo en el Imperio Romano de Oriente o
Bizantino hasta su caída en 1453. Mientras tanto en el Occidente medieval, el
Papa Constantino I introdujo esta costumbre en el ceremonial pontificio en el
año 709, no solo en actos solemnes, como por ejemplo, para jurar obediencia al Papa,
sino como saludo protocolario en cualquier audiencia o encuentro con el
Soberano Pontífice. El Papa San Juan XXIII (el Papa bueno) aboliría esta
costumbre ya a finales de los años 50 en el Siglo XX. Por otra parte, esta forma
de mostrar respeto se realizaba en la Edad Media entre nobles y vasallos ya que
estos últimos juraban fidelidad besando la mano de su señor con lo que se
denominaba el “osculum fidelitatis” o
beso
de la fidelidad; exactamente eso es lo que se hace cuando se besa el
anillo de un Obispo, reconocer fidelidad. Esta costumbre se extendió entre la
Realeza que se “exponía” en besamanos en distintos actos ante la Corte y aún
se realiza hoy, aunque no se besan las manos del monarca propiamente y solo la
de la Reina de modo figurado.
Como
vemos, pues, besar las manos o pies de los Sumos Pontífices, Reyes, Obispos o
señores feudales significaba un acto profundo de sumisión y respeto (Su última
rémora a nivel social hoy es el beso en la mano que se figura como saludo
respetuoso a las señoras cada vez más en desuso). Hay una anécdota del Beato Papa Pablo VI al respecto al
recibir la visita del Patriarca Melitón
de Calcedonia en representación de toda la Ortodoxia, el día 14 de
septiembre de 1975, el Papa le abrazó y luego, arrodillándose, le besó los pies
en señal de humildad y reverencia para con toda la iglesia ortodoxa. Este gesto
fue recibido con gran estupor y alegría por todos los ortodoxos y es tenido
como un símbolo enorme en el camino ecuménico para la unión de católicos y
ortodoxos. Este inesperado y profético gesto de Pablo VI, ha sido
comentado con estas palabras por el Patriarca
Dimitrios I:
“Nadie,
sea cristiano o no, y mucho menos el Patriarca ecuménico, puede dejar de
apreciar profundísimamente la manifestación y el acto espontáneo de su Santidad
el Papa de Roma Pablo VI – acto sin precedentes en la historia de la Iglesia -
de arrodillarse al final de la celebración de la Misa y besar los pies de
nuestro representante el Metropolita de Calcedonia Melitón, quien en aquel
momento representaba la Ortodoxia entera. Este supremo acto de su Santidad lo
calificamos como continuación de la tradición de los obispos padres de la
Iglesia indivisa, los cuales han edificado cosas sublimes por medio de la
humildad. Con esta manifestación, el Papa de Roma, Pablo VI, se ha superado a
si mismo y ha mostrado a la Iglesia y al mundo quién es y puede ser el cristiano
obispo, y sobre todo el primer obispo de la cristiandad, como fuerza de
reconciliación y de unificación de la
Iglesia y del mundo.”
En la actualidad “liderar” es un
arte, es una forma de construir el mundo que nos toca vivir con todas sus
complejidades y oportunidades, observando e impulsando las iniciativas que hagan
que el mismo sea mejor para todas aquellas personas que se puedan ver
afectadas. La clave de este proceso de liderar está en escuchar y
observar, ya que el liderazgo actual requiere más que nunca del
factor de escucha. Un líder debe conocer desde el principio los valores,
creencias y aspiraciones de sus seguidores; en otras palabras, aquello que
conforma su identidad. La falta de compromiso que con frecuencia
muestran las personas (la diferencia entre
lo que el líder desea y lo que los seguidores hacen en realidad) a
menudo puede ser la razón por la que los elementos de la identidad de los
líderes no coinciden con los elementos de la identidad de sus seguidores —es
decir, de quiénes creen que son—, de manera que no encuentran algo en común que
les permita desarrollarse y crecer. Los líderes eficaces son aquéllos que
pueden modificar el comportamiento de sus seguidores, aprovechan lo que sus
seguidores creen que son y representan para crear una identidad compartida. El
desarrollo de una identidad compartida es la base del liderazgo influyente y
creativo. Si se controla la definición de la realidad, se puede cambiar al
mundo.
Para
Warren Bennis la confianza que puede faltar en el
comienzo entre el líder y los simpatizantes tiene que ser ganada por el mismo,
una medida esencial para hacerse con ella es responder a los anhelos y
aspiraciones de sus seguidores. Para ganarse esa confianza el líder
tiene que transmitir:
1.- Constancia: manténgase enfocado y
permanezca dedicado a su visión.
2.- Congruencia: comunique y confirme sus
valores, teorías y creencias, en todo lo que dice y hace.
3.- Confiabilidad: dele apoyo a sus compañeros
de trabajo en los momentos que más lo necesiten. Extiéndales la mano y
acompáñelos cuando la situación lo amerite.
4.- Integridad: cumpla sus promesas y
compromisos. Haga que sus palabras sean de honor.
Se
suele decir que ningún liderazgo al comienzo es fácil cuando se producen
cambios en las organizaciones, sin embargo existen acciones y hechos que ayudan
a ir consolidando el mismo. La primera acción que suele realizar el líder cuando
llega a una compañía es presentarse a los nuevos colaboradores para poner
rostro a la persona, esta acción no es más que una formalidad por cortesía y
educación. El problema viene cuando es seguida de “un hola y hasta siempre”… Cuando
esto sucede, dicho líder se olvida y aparca cualquier contacto y acción que
transmita credibilidad, comunicación real de lo que está sucediendo,
congruencia de lo que dice y lo que hace, etc. Uno de los aspectos que mas se daña con este tipo de comportamientos es la confianza. Este
es quizás el principal problema que aboca a un estrepitoso fracaso en la
gestión económica. Estos liderazgos tienen su razón y fundamento en una
ausencia total de puesta en valor de las personas que integran la compañía, lo
cual marcará para mal el futuro de la misma. Sin embargo nos encontramos ante estos
liderazgos con personas que se les llena la boca resaltando y encumbrando los
logros de la compañía, que por desgracia muchas veces son inexistentes. Este
liderazgo carente de realidad, tiene si cabe un aditivo que lo hace todavía más
tóxico, es la ausencia de crítica constructiva sobre lo que está
sucediendo dentro de la compañía. La
estructura de mando se encuentra muchas veces agarrotada y genuflexa frente a
dicho liderazgo, la discrepancia se castiga, con lo cual, cualquier tipo de
aportación distinta de lo establecido que pueda existir por parte de dichos colaboradores o mandos se
queda en sus mentes antes de comunicarla.
En tiempos como los actuales
donde la incertidumbre y los cambios son el pan nuestro de cada día, las
personas anhelan disponer de líderes sólidos que lleven las riendas en las
compañías, de forma clara y transparente. Sin embargo en
aquellas compañías donde los líderes son los grandes ausentes de la realidad
cotidiana, se adopta una estrategia para ocultar y guardar dicha carencia. Para
ello se disponen de grandes recursos propagandísticos, prensa, medios
digitales, campañas de imagen, etc., todos uniformemente convergen con un mismo
mensaje: informar y comunicar de cuestiones menores que se alejan del
conocimiento por parte de la plantilla de aquello mollar e importante como pueden
ser los datos de gestión económica, los fracasos en la estrategia, etc. Esta
situación si bien es una argucia que puede funcionar durante un tiempo, se
vuelve completamente ineficaz y contraproducente según se vayan recibiendo los
resultados económicos trimestre tras trimestre.
Fueron Richard Boyatzis, Annie
Mckee y Daniel Goleman los que hablaron del Líder Resonante, como
aquel que trata de sincronizar con los sentimientos y emociones de los
diferentes colaboradores de su equipo, esto por sí mismo produce sintonía
y encamina hacia situaciones positivas. El líder resonante genera emociones
positivas en sus subordinados; con el fruto de tres valores: conciencia, esperanza y benevolencia.
Mantiene actitud abierta y sincera, logrando conexión con las personas
que lo rodean y logrando modificar el estado anímico de las personas en
situaciones emergentes o extremas. Cuenta con la energía requerida para un
trabajo intelectual, emocional y físico a la altura de sus colaboradores y de
este modo contagia vitalidad y energía. El Líder Resonante
es educado y considerado, atento al clima de sus conversaciones, persuadiendo
con buen humor en sincera interacción humana. Dicha sinceridad es otro factor
fundamental que se manifiesta en conversaciones, situaciones políticas y
acciones que denoten sentido ético,
honestidad, justicia y equidad.
Su opuesto es el Líder
Disonante, es aquel tipo
liderazgo en el cual no existe conexión con los sentimientos de las
personas que lo rodean, y aquello que moviliza pareciera ser las emociones
negativas entre los integrantes del grupo. No hay empatía ni tampoco interpreta
adecuadamente las emociones ajenas, genera un malestar colectivo y en
consecuencia un rendimiento bajo de los empleados. El Líder Disonante es aquel que se halla desconectado y
desinteresado de los sentimientos del grupo, que moviliza sus emociones
negativas desencadenando frustración, resentimiento, rencor y quizás enojo.
Cuando un líder logra dirigir positivamente las emociones grupales, consigue
movilizar lo mejor de las personas y desarrollar de esta manera un efecto
denominado resonancia. La
diferencia es que cuando aquello que se realiza, es en un cauce negativo, se
genera el efecto disonancia,
y este rompe con la estructura organizada en apoyo
del desarrollo grupal y con la consecución de metas y objetivos.
Al final si uno se para a
observar lo que hacen las mejores compañías con respecto al liderazgo,
observará un fenómeno curioso, las mejores compañías no necesitan el “autobombo”
para resaltar lo maravillosos que son, su mejor propaganda sobre dicho liderazgo
se la hacen otros como por ejemplo, inversores, accionistas, medios de
comunicación y sobre todo el cliente, con su aceptación y
fidelidad con los productos y servicios que suministra. Esto supone un aumento continuado sostenido de
ingresos y beneficios trimestre tras trimestre. Esta propaganda ajena a la
compañía, lo que pone de manifiesto es que en esa compañía existe un claro
alineamiento de sus stakeholders, pero sobre todo de su liderazgo y
comunicación. Un ejemplo de lo anterior lo tenemos con Inditex.
Es pintoresco recordar cómo
nació el besamanos al comienzo de este post como elemento de sumisión y
fidelidad hacia el poder establecido, hoy en día los besamanos en el mundo
corporativo son contraproducentes, ya que eliminan las ventajas que tiene la
libertad en una compañía para ser disruptivos e innovar, confrontar pareceres,
etc. Sin embargo por desgracia sigue siendo algo muy común en
muchas compañías, lo grave y pernicioso es que estos líderes que siguen
empleando ese besamanos en su llegada, y durante la gestión, no
reciban los datos económicos de su mediocre gestión en el besamanos de despedida.
Antiguamente las personas no podían confrontar ni opinar sobre los hechos empíricos
que sucedían, debido quizás a dos factores, el primero era la falta de acceso a
la información y el segundo era el temor a ser castigado por molestar a la
persona que lideraba. Hoy afortunadamente todo aquel que quiere y se interesa,
puede recabar dicha información económica a través de la propia compañía u
organismos reguladores. Este estudio de los
datos le permitirá comprobar lo que sucede, para poder fijar criterio correctamente. Si algo
ha traído internet es la socialización y el acceso a la información… lo
triste es que haya personas que todavía no se hayan enterado y sigan instalados
en el "autobombo".
Ya lo dijo Henry Ford: "Reunirse es un comienzo,
permanecer juntos es el progreso y trabajar juntos es el éxito".
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