En 1975, una de las
computadoras más potentes era la Cray-1, que costaba 8,86
millones de dólares, y tenía una capacidad de procesamiento de 80
megaflops, es decir 80x106 Flops. Generalmente a esas computadoras
se podían encontrar en grandes bancos y empresas líderes en tecnología. Basta
comparar esa computadora con lo que tenemos actualmente para comprobar el salto
exponencial que se ha dado. Por ejemplo, después de 38 años ya contamos con el iPhone
6S, que tiene un valor de 650 dólares y supera los 115 gigaflops, es decir
115x109.
MONTAJE COMPUTADORA CRAY-1
Es decir, los dispositivos
que llevamos actualmente en nuestro bolsillos serían considerados como
las mejores supercomputadoras hace tan sólo unas décadas. Eso se debe a
que la tecnología sigue la famosa Ley de
Moore (Gordon Moore), el
famoso presidente de Intel, el cual afirmó que aproximadamente
cada dos años se duplica el número de transistores en un microprocesador,
doblando la velocidad de procesamiento, o también la podemos interpretar como
que se reduce su precio por la mitad. Por este motivo, actualmente
podemos comprar computadoras que tienen unas 1.400 veces más velocidad de procesamiento
y que son unas 13.500 veces más baratas.
La vida media de las compañías
más importantes del mundo ha pasado de los cerca de 65 años en 1955 a
los apenas 15 años de hoy en día. El profesor Richard Foster de la
Universidad de Yale lleva
años investigando este fenómeno utilizando como muestra las 500
corporaciones que pertenecen al índice
Standard & Poors. En esta particular batalla por sobrevivir,
la tendencia de las grandes compañías es inversa a la del ser humano. De hecho,
en
1955 la esperanza de vida de un español medio era como la de las grandes
empresas, 65 años, y hoy en cambio supera los 83 años. Las empresas y los
humanos en cuanto a la edad seguimos tendencias contrarias. Y si los demógrafos
nos confirman que las niñas que nacen hoy en Occidente vivirán 100 años, en cambio los economistas como Foster
pronostican que la edad media de las
mejores empresas seguirá cayendo porque las corporaciones no solo se ven
forzadas a competir sino que “acabaran siendo aniquiladas por una nueva
generación de empresas” que aprovechan el poder de las tecnología
exponenciales.
Actualmente
la humanidad se encuentra en un momento donde la información se mueve
exponencialmente, sin embargo muchas grandes compañías están ancladas en mantener
estructuras organizativas lineales. Solo las nuevas compañías basadas en
tecnología disruptivas, como las startups, han comprendido esta situación y las tecnologías exponenciales. Sin embargo
hay grandes compañías como Amazon que también han interiorizado dicha forma de
pensar, si eres director en esa compañía y un subordinado se acerca con una
gran idea, la respuesta ha de ser por defecto sí. Porque si quieres decir no
(como haría cualquier directivo en cualquier multinacional con su pensamiento
lineal) se te exige redactar un informe de dos páginas explicando las razones
por las que es una mala idea.
Para crear valor
exponencial, es vital crear primero una mentalidad exponencial. La
diferencia entre la mentalidad incremental y la exponencial es que la primera
se centra en hacer algo mejor con respecto a métricas establecidas, sin embargo
en la segunda es hacer algo distinto. Cuando se realiza de forma
incremental, mejoramos nuestros indicadores por ejemplo un 10%, sin embargo cuando
hacemos algo de forma exponencial nuestra mejora por ejemplo se multiplica por
10. El ser humano ha vivido hasta la fecha el paradigma de medir su
progreso de forma lineal e incremental, por ejemplo, si empleamos un 30% del tiempo en realizar una tarea, según nuestra
forma lineal de pensar nos dice que deberíamos tener realizada el 30% del
trabajo de dicha tarea. Así es como interpretamos las cosas que nos suceden
en nuestro entorno. Los modelos de negocio en la sociedad industrial del siglo XX se
estructuraban sobre máquinas y principios teóricos donde se medía el aumento de
rendimiento a escala, sin embargo este concepto ha quedado obsoleto, los
negocios digitales utilizan los efectos de la red para crear lo que Ray
Kurzweil describe como la aceleración de los rendimientos a escala.
Un ejemplo de esto último lo observamos en la siguiente tabla en cuanto a la
creación de valor en las compañías.
El ser humano no tiene un cerebro configurado para pensar de forma exponencial, la velocidad de crecimiento de los procesos que ha proporcionado la digitalización actualmente, ha puesto en un brete la capacidad de entender predecir los modelos de negocio futuros. En las próximas dos décadas, los avances tecnológicos proporcionaran mayores ganancias que en los últimos doscientos años. Por lo tanto, es imprescindible abandonar dicho pensamiento lineal para acompasar el desarrollo que proporcionará la tecnología en por lo tanto es imperioso acabar con dicho pensamiento lineal, la mente del ser humano debe evolucionar al igual que lo ha hecho la tecnología en los últimos años. Un ejemplo, en el año 1997 el supercomputador ASCI Red tenía un precio de 46 millones de dólares y una capacidad de procesamiento de 1,3 teraflops, lo cual en aquel momento le convirtió en la computadora más rápida del mundo. Actualmente, la consola Xbox One X de Microsoft tiene un coste 499 dólares y su capacidad de procesamiento es de 6 teraflops. El ritmo del crecimiento exponencial empieza siendo lento y constante, en los albores es difícil diferenciarlo del crecimiento lineal, a menudo es confundido y no se interpreta correctamente. Esto hace que muchas veces el ser humano no vislumbre dicho factor exponencial, cogiendo a las personas por sorpresa cuando el mismo aparece. Un símil de como predecía el ser humano el futuro, era mirando hacia el pasado y extendiendo el ritmo de los hechos hacia el futuro. Por ejemplo, ¿cómo cambiará todo en los próximos cinco años? para pronosticar ese futuro se miraban los cinco años pasados y se extendía el mismo ritmo hacia adelante. Sin embargo, el problema actual es que en un mundo exponencial los objetivos que fijemos a alcanzar en cinco años se pueden alcanzar en dos o tres años.
Un factor relevante que
lleva implícita el pensamiento exponencial, es que el mismo lleva implícitamente
una incertidumbre inherente, ya que la persona que se lanza a la
fabricación o prestación de un producto o servicio no sabe que existe al otro
lado de la curva, ya que en este modelo de negocio la progresión de forma
lineal no permite ver dichos efectos de red. En este escenario
exponencial no existe un plan paso a paso. Sin este tipo de mentalidad por
ejemplo, hoy no conoceríamos a Google con su
modelo de organización de la información, o Facebook con
su modelo para hacer del mundo un lugar mejor conectado, etc. Son compañías que
han logrado por su escala de la red una transformación exponencial en la
sociedad, resolviendo problemas sociales y globales a nivel mundial, ya que sus
modelos de negocio han sido aceptados e interiorizados por miles de millones de
personas.
Imagen cortesía de Pawel Sisiak/AI
Revolution.
Una cuestión importante que
no se está abordando actualmente en las compañías, es la preparación de los
empleados hacia dichas tecnologías exponenciales. Todo ello está
sucediendo de una forma muy curiosa, existen directivos que pregonan a los
cuatro vientos dichas tecnologías exponenciales, https://bit.ly/2lllicB, pero sin embargo, ¿Qué hacen
dentro de sus corporaciones para que los empleados se posicionen y tengan una visión
que les permita variar la forma de acometer los nuevos retos con dicho paradigma?
He de decir que en muchos casos no se está haciendo absolutamente nada,
de hecho si uno pregunta a los empleados de algunas compañías sobre dicho planteamiento, muy
poquitos nos dirán datos de que comprende dicha forma de abordar los desafíos futuros.
Es
esta situación la que hace que se deba abordar dicho desafío de forma
prioritaria, ya que solo desde esa concepción exponencial las compañías podrán sostener
su posición de valor allí en el mercado donde compitan.
Existe un libro cuyo título
es “Las
Organizaciones Exponenciales” en la que se relata como la consultora Mckinsey
aconsejó a la empresa de telefonía AT&T
que no entrase en el negocio de la telefonía móvil, porque según sus predicciones
habría menos de un millón de teléfonos móviles en uso en el año 2000. Sin
embargo llegó el 2000 y eran 100 millones de celulares en uso. Hoy son 5.000
millones en el mundo. La predicción no solamente estaba equivocada en un 99%,
sino que su recomendación provocó que la empresa dejase pasar una de las
mayores oportunidades de negocio de todos los tiempos. Una de las
consecuencias del crecimiento exponencial de las tecnologías es la creciente
automatización de los procesos de trabajo, con la consecuente pérdida de empleo.
Existe un estudio cuyo título es, "El futuro del empleo", de
la Universidad
de Oxford, publicado en el año 2013, donde se señalaba que, para
2030, el 47% de los trabajos en los Estados Unidos estarían en riesgo de
automatización. En Argentina, la proporción subía al 65%. Este hecho
no implica sin embargo, que el 47% o el 65% de la población se vayan a encontrar
desempleada. Ya que este cambio futuro es el mismo tipo de cambio que se
produjo con la revolución industrial. Si miramos las estadísticas de aquel
momento histórico, en Estados Unidos en 1900, el
número de personas trabajando en agricultura o en sus industrias dependientes,
rondaba el 47% de la población, hoy está en el 6%. La diferencia
es que lo que sucedió en la agricultura le llevó ocurrir 70 años, actualmente el cambio que se aproxima es mayor,
y no disponemos de tanto tiempo para adaptarnos al mismo.
Así pues, para las compañías
comprender que es lo que está pasando es exponerse a las nuevas tecnologías
siendo conscientes de la magnitud de dichos cambios y de por dónde vienen. El siguiente
paso, una vez entendido dicho cambio, será definir de qué forma dicha disrupción altera
el modo en que hoy las compañías
sostienen su proposición de valor. Aquellas que lo hagan, tendrán garantizada
su viabilidad y futuro… Si no es así el principio del fin ya está escrito.
Ya lo dijo Albert Einstein
cuando se construyó la bomba atómica: “Se ha vuelto terriblemente obvio que
nuestra tecnología ha superado a la humanidad”.
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