Hace
muchos siglos, allá por el año 150 antes de Cristo, cuando los romanos se
extendían por una parte importante del mundo conocido, ocurrió que en Lusitania
un cónsul llamado Escipio debió afrontar los embates de un movimiento
independentista. Como la tarea de represión era muy dificultosa, decidió
aniquilar al líder de los rebeldes, de nombre Viriato (180-139 AC). Para concretar tal fin,
pactó con tres nativos, cercanos a Viriato, para que hiciesen el
trabajo sucio a cambio de una suculenta recompensa. Perpetrado el crimen, los
sujetos se presentaron ante Escipio reclamando el pago de la
deuda. Sin inmutarse, el político romano les dijo: “Roma no paga traidores”.
De esta forma, les hizo sentir el rigor por haber actuado en contra de la ética
imperante aun cuando él mismo había sido el gestor del acto. Desde
entonces, resulta útil para reprimir a personas que obran de manera
traicionera, aunque uno sea el autor intelectual del hecho.
Los sindicatos en España
están reconocidos en la Constitución de 1978, en la que se dice que el
sindicato es "la organización que defiende los intereses de los
trabajadores" —según la RAE, es la asociación de
trabajadores constituida para la defensa y promoción. El primer
sindicato en la historia del movimiento obrero en España fue la Asociación
de Tejedores de Barcelona fundada legalmente en 1840 durante la
Regencia de Espartero (de intereses
profesionales, económicos o sociales de sus miembros). Los sindicatos, en su
rol de representantes de los intereses de la clase trabajadora,
son un pilar esencial del estado social y democrático de derecho. Han sido y son
una figura muy importante para la consecución y mejora de los derechos laborales. Sin embargo, el paso de los años y los continuos
escándalos en los que se han visto salpicados, han repercutido considerablemente
en una baja afiliación, la cual no permite financiar unas organizaciones con un
anquilosamiento alarmante. Aunque la afiliación sindical haya bajado considerablemente
en los últimos años y su imagen deje bastante que desear, son una institución
necesaria para el buen desenvolvimiento de las relaciones laborales en nuestro
país.
Los problemas de baja afiliación
y mala imagen vienen determinados, en gran medida, por el modelo sindical
español. Si
bien es necesario que su papel esté reconocido en la Constitución, el modelo de
financiación de estos debe someterse a una profunda revisión, no sólo por el
hecho de que los sindicatos más representativos reciban subvenciones del Estado,
sino por los conceptos que las reciben y la opacidad con la que gestionan dichas
subvenciones. Las mismas son otorgadas para cubrir gastos que van desde obras
sociales, hasta la formación y los servicios jurídicos. Pero lo más destacable
es que, en el caso de los servicios jurídicos, cobran unas cantidades que no
divergen mucho de los precios de mercado, y en que, en el caso de los expedientes
de regulación de empleo, cobran una parte de la indemnización a cada trabajador. A todo ello añadir también los últimos escándalos
de fraude en los ERE de Andalucía http://bit.ly/2RunYFZ
Dicho esto, se entiende y comprende la mala imagen que tienen en el conjunto de la sociedad, donde sus
dirigentes se ponen de perfil cuando la corrupción les salpica, máxime si
tenemos en cuenta que muchos de dichos escándalos
se han producido en épocas de crisis, con gran cantidad de personas en paro o
con empleo precarios. Los sindicatos, que se supone deberían
defender los intereses de la clase trabajadora, son organizaciones que cobran ingentes
cantidades de dinero público, sin ir más lejos, el BOE del 25 de abril de
2019 publicó que las subvenciones para los sindicatos ascenderían este año a
8,88 millones de euros (unos 1.479,94 millones de pesetas) en función de su
representatividad, por lo que CCOO y UGT son los grandes beneficiados http://bit.ly/2RstgSk Aunque las ayudas públicas a las centrales
llevan años congeladas (desde el
mandato de Mariano Rajoy), la nueva
subvención dará cierto “oxígeno” financiero a unas organizaciones que
representan a los trabajadores para la realización de sus actividades. Hay que decir, que dichas organizaciones
no son las más beneficiadas con dinero público, por ejemplo, en el año 2015 los partidos políticos
percibieron 263.019.408,84 euros (unos 43.834,81 millones de pesetas).
Según
recoge el diario La Razón 12/11/2019, “A primera vista, las cuentas de
los dos sindicatos mayoritarios gozan de una salud envidiable. UGT cerró el año
2018 con un saldo positivo de 4.417.000 millones de euros, y la previsión al
cierre de este ejercicio arroja una cifra similar: 4.305.000 millones. Es
decir, que a unos ingresos en 2019 de 29.074.000 millones hay que restarle unos
gastos de 24.768.000. Por tanto, si el ingreso de las cuotas de los afiliados
este año es de 18.645.000 millones de euros y por el resto de los ingresos
propios sumará otros 550.000, significa que el sindicato necesita casi otros
diez millones (9.877.000 millones) para completar su presupuesto. De ellos, y
restando los ingresos accesorios y otros recursos, más de la mitad, 6.105.000
millones, corresponden a subvenciones públicas a la actividad sindical y a
ingresos por participación en empresas. Es decir, que, sin este dinero, el
sindicato tendría un saldo negativo de 1.800.000 euros. En el caso de CC OO,
las subvenciones oficiales que recibió en 2017 sumaron 4.201.638. Si de esta
cifra restamos el resultado final del ejercicio, 2.053.965 millones, esta
organización sindical tendría unas pérdidas de 2.147.613 millones de euros. La
cuantía exacta de las subvenciones aprobadas por Pedro Sánchez en 2018 fue de
8.883.890 millones euros, cifra similar a la fijada los cinco años anteriores,
justo cuando el Gobierno de Mariano Rajoy recortó en un 20% las ayudas a los
sindicatos, a los partidos políticos y a las organizaciones empresariales. Este
año, el presidente socialista intentó incluir en los Presupuestos Generales una
subida de las asignaciones, pero el rechazo del Congreso provocó que,
finalmente, vayan a recibir la misma cuantía que el ejercicio anterior”.
http://bit.ly/2OVZgN5
Esta situación
de precariedad económica que padecen dichas organizaciones es un hándicap que
empantana cualquier tipo de acción o medida que puedan pretender emprender,
ya
que, sin dicha subvención pública o privada (como son por ejemplo las
comisiones que se perciben por la administración de los fondos de pensiones de las
compañías del IBEX), son organizaciones de papel, que las lleva el aire. La debilidad crónica que padecen dichas organizaciones propicia noticias como
por ejemplo la publicadas en los siguientes enlaces http://bit.ly/2YjHYwx
, http://bit.ly/2LuaxSS . De las
mismas, se pone de manifiesto el papel de comparsas de de los representantes de dichas
organizaciones, en una investigación que está llevando a cabo el juez instructor
de la sala 6 en la Audiencia Nacional. Es difícil de entender que alguien ponga
la mano por un directivo como el presidente de Iberdrola, al que tanto pruebas escritas y audios situan en el centro de una trama
corrupta. El “Caso Tándem” o “Caso Villarejo” está poniendo
al descubierto una forma de gestión lesiva para los diferentes stakeholders de
las compañías que hasta ahora se han visto afectadas por dicha trama, BBVA y
Iberdrola. http://bit.ly/2Pxwrpx Es tal la preocupación que existe en Europa,
que el Banco Central Europeo (BCE), ya ha anunciado que introducirá
criterios de gobernanza (ESG) criterios que abarquen aspectos tales como (Ambiental, Social y Gobierno Corporativo) a los bancos en los próximos test de estrés
que se lleven a cabo, penalizando a aquellos que incumplan los mismos. http://bit.ly/2rmsagf
http://bit.ly/2s5jtqY
Para terminar, decir, que no
es de extrañar que los sindicatos sean de los peor valorados por la sociedad
española, según un sondeo de SocioMétrica realizado en el año
2018 para el diario El Español. Aquí si que se puede decir aquello de…“Roma no
paga traidores”.
Ya lo dijo William Shakespeare: “Hay
puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más
sangrientos”.
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