Existió una vez un rey de
El País del Vino. El rey quería ser recordado como un monarca justo y generoso
así que un día decidió abolir los impuestos. A cambio pediría a sus súbditos
que una vez al año se acercaran a los jardines de palacio con una jarra de un
litro del mejor vino de su cosecha y lo vaciaran en un gran tonel. Cuando llegó
el momento, todos los ciudadanos se acercaron a la residencia del monarca a
depositar la parte que les correspondía.
Al final del día el rey
mandó a buscar una muestra del vino recogido. En su copa la bebida parecía no
tener color ni olor. Tampoco sabor cuando la probó. Los alquimistas no dieron
con el conjuro que había transformado el vino en agua, pero el más anciano de
los ministros del gobierno se acercó y le dijo al oído:
-Nada de conjuro,
majestad. Lo que ocurre, alteza, es que vuestros súbditos son humanos.
-“No entiendo”,
dijo el rey.
-Pensemos en un súbdito
cualquiera- continuó el ministro-. Esta
mañana cuando preparaba a la familia para bajar al pueblo se le paso una idea
por la cabeza: ¿y si ponían agua en vez de vino? ¿Quién podría notar la
diferencia? De hecho nadie hubiera notado una jarra de agua en 15.000 litros de
vino. Salvo por un detalle: todos pensaron lo mismo.
Hoy se publica en un
periódico la noticia de la sangría que está representando el futbol para las compañías
de telecomunicaciones que adquirieron dichos derechos, Telefónica y
Orange httpsebit.ly/34mM1JK La
guerra de precios en el que se encuentra el sector actualmente, ha propiciado
que el low cost, se haya ido
apoderando del mercado hasta unos niveles alarmantes. Operadores como Masmóvil
y la rumana Digi han sido los desencadenantes que han llevado a los tres
grandes por un calvario que parece no tener fin. Esto ha obligado a las grandes
telecos a sacar a relucir sus marcas secundarias para tratar de evitar la huida
de sus clientes, lo cual ha presionado aún más a la baja los precios (y los
ingresos) de dichas operadoras. El low cost en el incumbente (Telefónica) paso
de representar el 32% de toda su base de clientes al 41%, según sus propias
cifras.
Fuente: CNMC
La baja tasa de
crecimiento que registran los tres grandes, unido a la alta portabilidad que están
realizando los consumidores españoles, han hecho que los ingresos del sector se
hayan resentido notablemente en estos últimos diez años, perdiendo 9.563,98 millones de
euros, el 21,69%.
Los ingresos por la contratación
de dichos servicios de TV se han estancado según los datos que nos facilita el
regulador CNMC, pese a que algunos operadores han tirado “la casa por la ventana” para tener una oferta diferencial como
dice el consejero delegado de Telefónica, con la contratación de los derechos
audiovisuales futbolísticos, Telefónica pago algo más de 4.000 millones de
euros y Orange 300 millones de euros. http://bit.ly/2poVcuw
Fuente: CNMC Datos en millones de euros
Ante esta realidad los
directivos de las compañías del sector de las telecomunicaciones han tenido que
meter la tijera y realizar diversas reducciones de plantilla, con el fin de
ajustar ingresos y gastos en un escenario de nulo crecimiento. Telefónica
ha realizado un PSI que ha permitido salir de la compañía a 2.626 personas, a
las que habrá que añadir otros 500 fuera convenio que se sumaran antes de que
acabe este año. Vodafone por su parte ha reducido su
plantilla en cerca de 916 empleados. Por último, Orange no ha
reducido sus efectivos, no descartando su consejero delegado realizar ajustes
para tratar de sortear dicha situación http://bit.ly/35mfPYs
Después de años de caídas
o crecimientos muy reducidos en los ingresos, cabe esperar respuesta a las
siguientes cuestiones, ¿Qué estrategia fijaron dichos directivos
para el “invierno” que vive el sector?, ¿Ante dicha situación, fue la mejor opción
la inversión en el fútbol en el año 2018 y no destinar dichos recursos a la I+D
como hacen las tecnológicas (GAFA)?, ¿Algún directivo se va a dar por aludido
ante dicho fiasco para los diferentes stakeholders (grupos de interés) de las compañías?
La responsabilidad de
quien dirige una compañía es crear las condiciones para que cada empleado pueda
realizar su tarea. Afirmando esta labor de incentivo del trabajo de la
organización, J.F. Kennedy explicaba: “Creo que hay una gran tendencia en el
gobierno a dejar que los documentos se queden sobre los escritorios demasiado
tiempo. El presidente no puede administrar un departamento, pero puede ser un
estímulo”. En alguna compañía
esto es impensable, ya que dichos directivos viven fuera de la realidad con sus
plantillas, las propuestas que se realizan chocan en algunos casos con la
estrategia geopolítica de España en el mundo. A esto hay que añadir una
ausencia total de una comunicación real y abierta, donde los empleados puedan
requerir y pedir explicaciones sobre lo que está sucediendo, donde se pongan negro sobre
blanco la realidad que vive la compañía de forma que los empleados no se alejen
de los objetivos. Esta situación propicia que todos los días a bombo y
platillo se estén anunciando grandes planes pero sin ningún fundamento, en un
momento en el que los ojos del futuro gobierno que saldrá de la investidura
están puestos sobre algún directivo en particular.
Decía Peter Drucker, que los
programas para formar oficiales del ejército son exhaustivos y profundos. Es lo
mismo que una empresa del conocimiento debería procurar. Pero formar no solo a
través de talleres puntuales o eventuales, ir más allá, crear un entorno de
aprendizaje permanente que permita desarrollar nuevas capacidades. Crear
procesos de desarrollo centrados en el individuo. Por lo que no basta con “hacer
capacitación”, es necesario un cambio de enfoque en las más altas esferas del
gobierno empresarial para sentar las bases de una organización que aprende.
Lógicamente no se sugiere que corra sangre en la empresa, pero si hay que recordar que
una compañía que no innova pronto estará en un océano rojo, y la única forma de
innovar es el incremento del capital intelectual de su empresa.
Desgraciadamente en algunas
compañías nada de lo dicho anteriormente se produce, sus directivos se
preocupan mucho en presentar las tinajas llenas a sus stakeholders como al
comienzo de este post, sin vino…Hay mucha agua.
Ya lo dijo Albert Einstein: “En los momentos de crisis, sólo
la imaginación es más importante que el conocimiento”.
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