jueves, 5 de mayo de 2016

AJUSTES LABORALES LETALES


Nortel no era una compañía más entre las grandes proveedoras del mundo de las telecomunicaciones. Era un emblema del sector, con una historia que nace en los inicios de 1895. Sorteó con suficiencia todos los huracanes económicos que hubo desde entonces hasta que llegó la debacle financiera mundial que  empantanó al mundo, nos referimos a la burbuja tecnológica de la década del 2000. Aquella crisis económica se llevó por delante a la orgullosa compañía canadiense: fue una noticia que conmocionó a la industria cuando dicha compañía se acogió en el año 2009 a la ley de quiebras al no poder hacer frente al pago de 107 millones de dólares. Antaño fue considerada la joya de la corona del mundo corporativo canadiense, Nortel prosperó junto con otros protagonistas del sector de telecomunicaciones como Cisco Systems Inc. y Lucent Technologies Inc. Las ventas de sus equipos de interconexión se triplicaron hasta  30.000 millones de dólares en  el año 2000, de 10.000 millones de dólares a mediados de los años 90. Tras estallar la burbuja de internet, las acciones de Nortel se desplomaron y la empresa redujo su fuerza laboral a 35.000 personas de las más de 95.000 que tenía de plantilla en todo el mundo. Durante la expansión de las telecomunicaciones e internet en la década de 1990 tenía una capitalización de mercado de 297.000 millones de dólares, al cierre de enero del 2009, antes de la declaración de bancarrota, la capitalización de mercado de Nortel ascendía a 155 millones de dólares. El ajuste de plantilla durante el declive de la compañía fue de 65.000 personas. 


Sus tres principales ejecutivos, Frank Dunn (ex-CEO), Douglas Beatty (ex-CFO) y Michael Gollogly (ex-interventor) fueron acusados de manipulación contable y fraude por simular beneficios falsos entre los años 2001-2003 por la SEC estadounidense, por ello la SEC impuso una multa de 2.450 millones de dólares.
De acuerdo con un estudio sobre el colapso del gigante de las telecomunicaciones Nortel, se descubrió que existían 6 factores que pudieron desencadenar dicha quiebra. De acuerdo con Loizos Heracleous, de Warwick Business School, y Katrin Werres, Analista Senior en Google Industria, encontraron que en el caso de la compañía canadiense se pueden rescatar algunas lecciones valiosas para las empresas o como ellos lo llamaron: los seis factores que condujeron al desastre, los mismos son los siguientes: 

Factor 1: liderazgo ineficaz y un equipo directivo con una  actitud pasiva frente al escenario complejo que había en aquel momento.
Factor 2: Una estrategia de crecimiento agresivo, por ejemplo a través de la adquisición, o sobre las inversiones ambiciosas, financiadas con crédito fácil y acciones sobrevaloradas.
Factor 3: Mala ejecución de la estrategia (por ejemplo con una insuficiente integración post-fusión).
Factor 4: Los desajustes a nivel de organización en la duplicación de procesos que conducen a la ineficiencia, al igual que la reducción de personal conduce a la pérdida de personas con talento.
Factor 5:  Desajustes a nivel de organización, cuando el trabajo se convierte en algo improductivo y hacia dentro de la organización se buscan competencias básicas que debilitan a la empresa. 
Factor 6: Estrategia y competencias básicas que no están alineadas con los requerimientos del entorno competitivo, lo que lleva al fracaso.

Las condiciones tecnológicas y de mercado en las que operan las empresas están sujetas a cambios, transitorios o permanentes, que modifican también su nivel óptimo de empleo. Las empresas durante el año 2015 realizaron reestructuraciones de sus plantillas ante el temor de cambios en la regulación laboral en los próximos meses como consecuencia del proceso electoral, por ello adelantaron dichos ajustes ante la posibilidad de un cambio de gobierno que introdujera cambios sustanciales en la legislación laboral que estaba en vigor.  



Sin embargo más allá de la conveniencia de dicho ajuste, el impacto de un ajuste de plantilla  dependerá de cómo el equipo directivo y de recursos humanos gestione dicho hecho, es decir, qué estrategias, qué acciones y qué métodos han utilizado en sus reestructuraciones y reducciones de plantilla. La carencia de desarrollo de un plan de futuro para la organización; la falta de contribución y participación del personal en el proceso de reestructuración; mandos y directivos inaccesibles, los cuales no invierten tiempo en mantener buenas relaciones con los empleados; la ausencia de un sistema de información y comunicación por parte de los directivos responsables de la reducción de personal; la escasez o ausencia de periodos de notificación previa suficientemente amplios; estrategias injustas de ajuste de plantilla; la carencia de programas de transición para las personas que permanecen en la empresa; así como de programas de revitalización del lugar de trabajo o la mejora del Clima Laboral, favorecerán en mayor o menor grado los resultados negativos y traumáticos que este tipo de medidas organizativas tienen para las personas y la empresa.

 

Estudios hechos sobre dichos procesos de ajuste  han revelado que el efecto y las consecuencias de la reducción de plantilla sobre las personas son tan profundas que su impacto comienza incluso mucho antes de que se produzca, manifestándose en el sólo hecho de anunciar la empresa su decisión. Las personas que se quedan, “supervivientes”, sufre un cuadro complejo de reacciones y conductas de los individuos que han sobrevivido a un hecho traumático. En 1992 este término fue introducido en el área de las organizaciones y los recursos humanos por Joel Brockner para describir el impacto que produce la reducción de plantilla sobre las personas que permanecen en la empresa después de haber vivido cómo sus compañeros han sido despedidos de la compañía.

Según los expertos  Barunch y Hind (2000), las personas que sobreviven a una reducción de platilla frecuentemente sufren los efectos negativos del cambio tan profundamente como aquellos que han sido despedidos, ya que en ellos se manifiesta con más ímpetu los aspectos estresantes y de mayor carga emocional de la reducción de plantilla (Robbins and Umiker, 1999). Cabe señalar que los trabajadores despedidos suelen salir de las empresas con su correspondiente indemnización y en unas condiciones que les permiten generalmente sobrevivir dignamente. Mientras que los que permanecen quedan en peores condiciones ya que las organizaciones aspiran a hacer el mismo trabajo pero con menos personas. El tensión emocional de las personas "supervivientes" de un proceso de restructuración es muy elevado, es común encontrar en ellos ira, ansiedad, resentimiento, resignación, un deseo de retribución más justa ante el aumento de carga de trabajo y desesperanza.

Las personas que permanecen en la compañía se vuelven más temerosas, son más rígidas frente al cambio, se quebranta su implicación afectiva con la empresa, lo que en el entorno organizacional se conoce como "contrato psicológico", y pierden la motivación por el trabajo. La organización puede fracasar en alcanzar los objetivos que se planteó y le llevó a realizar la reducción de plantilla. A medio y largo plazo las implicaciones que tienen la actitud del “superviviente” para la compañía pueden ser fatales,  ya que con personas con falta de moral y compromiso, difícilmente se esforzarán en ofrecer servicios y productos de calidad, mostrarán mayor absentismo, mayor “burnout” y un peor estado de bienestar psicológico. Generando todo ello un impacto muy negativo sobre las ventas, la satisfacción del cliente y la productividad.

Recientes estudios han demostrado que existen variables que reducen el impacto de dicho síndrome del “superviviente”  como, el tiempo o los periodos de implementación de dichas reducciones de plantillas. Asimismo el componente de hostilidad tiene efectos muy negativos para la salud de las personas, tanto durante como después del proceso de reducción de plantilla. La tasa de baja por enfermedad de los trabajadores hostiles es significativamente más alta que en los trabajadores no hostiles en ambos periodos (21% y 38% respectivamente). Existen también otros factores que pueden acelerar dicho síndrome como son; la edad y el nivel del puesto de trabajo, los factores contextuales, el nivel de compromiso con la organización, así como los apoyos o dificultades que pueden encontrar los trabajadores durante y después del proceso de reducción de plantilla. Otra variable moderadora es la información que se facilita a la plantilla, es clave ya que es determinante en la percepción y toma de posición de la plantilla y sobre todo de los “supervivientes” que se quedan. La forma en cómo la reducción de plantilla se comunica a las personas es de vital importancia para que estos reciban una información adecuada, oportuna y objetiva y que les permita acceder con el tiempo suficiente a los recursos personales, sociales y laborales que van a necesitar para hacer frente a la situación”.

Pero más allá de todas las explicaciones efectuadas, no se debe obviar que muchas veces dichas reducciones de plantilla vienen propiciadas por los efectos de una gestión directiva deficiente  como consecuencia de:
  • Pérdida de cuota de mercado
  • Pérdida de clientes
  • Descapitalización del conocimiento de la compañía (know how)
  • Subcontratación excesiva, siendo rehenes de dichas compañías en cuanto a la fijación de precios.
  • Falta de compromiso del personal con la organización (Clima Laboral)
  • Carencia de formación de los mandos y directivos en habilidades
  • Etc. 


Ya lo dijo Peter Drucker: “Los planes son solamente buenas intenciones a menos que degeneren inmediatamente en trabajo duro”.

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