No
existe un ámbito en España como es el empresarial, donde políticos y directivos
de las compañías ejercen una mayor distopía para engañar y ser
torticeros, que el que existe en todo lo
referido a la I+D. El termino distopía plantea un
mundo donde las contradicciones de los discursos ideológicos son llevadas a sus
consecuencias más extremas. La distopía explora nuestra realidad
actual con la intención de anticipar cómo ciertos métodos de conducción de la
sociedad podrían derivar en sistemas injustos y crueles. Por ejemplo, una
nación donde se ejerza un riguroso control estatal para garantizar una sociedad
organizada, feliz y conforme, podría derivar en un régimen totalitario, que
reprime al individuo y cercena sus libertades en función de un supuesto
bienestar general. La distopía advierte
sobre los peligros potenciales de prácticas y conductas sobre los cuales se
erigen las sociedades actuales. Durante el siglo XX y lo que llevamos
recorrido del XXI, los planteamientos distópicos, como fábulas futuristas
o de ficción de anticipación, han ido creciendo en popularidad. Muestra de ello
es su adaptación a temáticas de ciencia ficción, como “El informe de la
minoría”, de Philip
K. Dick, llevada al cine, que ha mostrado nuevos ámbitos imaginarios
hacia los cuales crecer. Por otro lado, existen algunos libros clásicos sobre distopías,
son por ejemplo “1984”, de “George
Orwell; Un mundo feliz”, de Aldous
Huxley, y “Farenheit 451”, de Ray
Bradbury.
FASES DE LA DISTOPÍA
Se acaba de
publicar el informe sobre innovación en España del 2018 de la Fundación COTEC, https://bit.ly/2xb0RYm , y la foto del mismo es devastadora.
La inversión total, tanto pública como privada, alcanzó en el país en el año
2016 los 13.260 millones de euros. El incremento del gasto en I+D se
mantiene por sexto año consecutivo por debajo del crecimiento del PIB de
nuestra economía, el gasto ejecutado en I+D por el sector público cayó un 2%
mientras que en el sector privado aumentó un 3% El año
2016 es el segundo consecutivo de subida de la inversión en I+D
después
de seis años de contracción sufridos entre 2009 y 2014, aunque el crecimiento
observado es bastante inferior al 2,74% de 2015. La intensidad inversora en I+D
(I+D/PIB) se redujo en 2016 al 1,19%, tres centésimas menos que en 2015 y ya existe una
apreciable distanca del 1,40% alcanzado en 2010. Un esfuerzo tan bajo
no se veía desde hace una década (1,20% en 2006), y es el resultado
de seis años consecutivos en los que el crecimiento del gasto en I+D
se viene manteniendo por debajo del crecimiento del PIB, con diferencias que
han llegado a alcanzar los cinco puntos porcentuales. Las compañías que operan
en España financian con recursos propios dos tercios de la inversión en I+D que
llevan a cabo.
En esta línea, el incremento en la inversión empresarial
en I+D registrado en España en 2016, fue de unos 206 millones de euros más que
en 2015, hasta los 7.126 millones de euros. Este gasto ha sido financiado en un 80% con recursos propios de
las empresas, retomando la senda de crecimiento seguida por esta rúbrica en
años precedentes. España es uno de los países desarrollados que presenta un
menor apoyo público a la I+D del sector privado en relación a su PIB. De
acuerdo con el informe de la OCDE, R&D Tax Incentive Indicators
2017, España cuenta con uno de los mejores esquemas de incentivos
fiscales, junto con Francia y Portugal. Sin embargo, la capacidad en la práctica de
este conjunto de instrumentos fiscales para incentivar la I+D+I privada es, en
nuestro país, significativamente inferior que en nuestros dos países vecinos.
En concreto, el apoyo vía incentivos fiscales (0,03% del PIB) es tres veces
menor que en Portugal (0,10% del PIB), y diez veces menor que en Francia
(0,27% del PIB). Nótese que estos dos países han incrementado de manera
muy notable sus presupuestos de incentivos fiscales desde el cambio de siglo, y
ello ha contribuido a elevar la participación del sector privado en la I+D.
En cuanto al sector público, La política de I+D+I
en España ha sido la gran sacrificada en el proceso de consolidación fiscal de
España. Mientras que la mayoría de los países de nuestro entorno —20 de los 28
estados miembros de la Unión Europea— han recuperado ya los niveles de inversión
pública en I+D+I observados antes del inicio de la crisis económica, éste
no es el caso de España. Aquí, las dotaciones de recursos públicos
consignadas a la Política de Gasto 46 en los Presupuestos Generales del Estado (PGE)
han experimentado un recorte aproximado del 30% desde el comienzo de la crisis.
Esto ha producido una creciente brecha entre las previsiones iniciales de
asignación de recursos (créditos definitivos) y el gasto realmente ejecutado al
final del periodo presupuestario (obligaciones reconocidas). La
tasa de ejecución presenta una tendencia descendente a partir de 2007, que se
va intensificando en el tiempo, pasando de registrar valores superiores al 90%
a alcanzar un mínimo en la serie histórica del 49% en 2016 (último dato
disponible). En la actualidad, uno de cada dos euros destinados a esta
política de I+D no se ejecuta. En 2016 se presupuestaron 6.445 millones de
euros para la Política 46, lo que supuso una reducción de 106 millones de euros
con respecto al año anterior. Un año más, las cifras consignadas en el
presupuesto contrastaron de manera rotunda con respecto al gasto realmente
ejecutado, que fue de 3.182 millones de euros (787 millones menos que en 2015).
Hay que remontarse hasta el año 2001 para encontrar un nivel similar de inversión
en el conjunto de la Política 46. En definitiva, se puede
afirmar sin lugar a duda que los recursos que se presupuestan en España para la
I+D se utilizan para cuadrar el déficit público.
EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE INVESTIGADORES EN I+D
El subsector Estado es responsable de en torno a
tres cuartas partes del presupuesto de la Política 46 e, igualmente
lo es, de la drástica caída en la ejecución presupuestaria que esta política ha
experimentado. Así, mientras que este subsector ha visto reducida su tasa de ejecución
presupuestaria en más de 50 puntos porcentuales desde que se disponen datos (pasando
del 90% en media hasta 2007 al 29,7% en 2017), el subsector de Organismos
Autónomos y Agencias Estatales se ha mantenido en niveles de ejecución
presupuestaria mucho más estables y elevados (en torno al 90% en todo el
periodo). Los Presupuestos Generales del Estado para 2017
contemplaban un incremento del 1% destinado a la Política 46 de gasto, hasta
los 6.500 millones de euros. No obstante, la información parcial disponible
—correspondiente únicamente al subsector Estado— no permite anticipar una
evolución favorable de la ejecución del conjunto de esta política. Según la IGAE,
el subsector Estado presenta un grado de ejecución del ya mencionado 29,7% en
2017 (inferior al observado en 2016, que fue del 38,2%).
EVOLUCIÓN DEL GASTO EN I+D DURANTE LA CRISIS
Frente a
la profunda crisis económica acaecida desde el año 2008, la inversión en I+D
ha sufrido una dinámica diferente por parte de los sectores públicos o
privados. El sector privado redujo drásticamente su gasto en I+D (en
6,2%) en 2009, primer año de contracción del PIB, que solo se redujo
un 3,8%.
El sector público no empezó a reducir su gasto hasta 2011, pero también lo hizo
con tasas mucho mayores que las de contracción del PIB (p. ej. 7,3%
menos gasto frente al 0,6% de caída del PIB
en 2012). Sin embargo, estos últimos años que el PIB vuelve a crecer, se
observa una evolución sostenida del crecimiento del gasto privado (del -1,8% en
2014, al 2,1% en 2015 y al 3,0% en 2016) mientras que la I+D pública, que creció a
buen ritmo en 2015, vuelve a reducirse en 2016. Con todo ello, el peso de la I+D
privada alcanza en 2016 el 54,0% del total, su valor máximo
desde 2008, cuando era el 55,1%. Por lo que respecta a las personas que
trabajan en este campo de la I+D, en el año 2016 realizaban actividades en este
campo en España un total de 205.873 personas (en Equivalentes a
Jornada Completa), de las cuales 126.633 eran investigadores. Esto
supuso crecimientos del 2,5% y 3,4%, respectivamente
respecto al año anterior, con 5.000 personas más dedicadas a esta actividad, de
las cuales casi 4.200 eran investigadores. Es el segundo año consecutivo de
crecimiento después de cuatro años de reducción entre los años 2010 y 2014, y con mayor intensidad, ya que en 2015 los crecimientos fueron
solamente del 0,3% en personal total y del 0,2% en investigadores. La
evolución del número de investigadores en el sector privado se reduce ya en el
año 2009, mientras que los públicos no lo hacen hasta 2011, pero con un ajuste
mucho más severo, que se prolonga hasta 2015.
Para ser honestos y justos, no hay mejor acción que
poner en perspectiva con otros países de
nuestro entorno la evolución de la actividad en I+D en España. El
crecimiento del gasto en I+D en la UE-28 en 2016 fue del 0,54%, fue el más bajo
registrado desde 2009, con resultados muy dispares, desde caídas como
el 7,2% en el Reino Unido, o el 2,5% en Italia hasta subidas como el 4,1%
en Alemania o el 5,1% en Portugal. España, con un gasto total en I+D
de 13.260
millones de euros, creció el 0,67%. Sin embargo, España sigue
sin recuperar los niveles de inversión en I+D de 2009, está un 9,1% por debajo. Por
el contrario, la Unión Europea los ha superado de forma clara, está un 27% por encima.
La práctica totalidad de los países europeos (25 de 28) han recuperado y
superado esos niveles. España es una excepción en Europa junto a Finlandia
y Portugal. Si se compara el gasto en I+D pública y en I+D privada
de 2016 con sus equivalentes de 2008, puede verse cómo España queda totalmente
descolgada de los países de su entorno. En lo referente a las empresas, España es
el único país de los cinco grandes de la Unión Europea en el que su gasto en I+D
en 2016 es inferior al de 2008 (el 11,1%), pese a que el PIB es un 0,2% mayor.
En el conjunto de la UE-28, el gasto empresarial en i+d es un 29,9%
mayor, frente a un crecimiento del pib del 14,0%. Esta situación española es
sin lugar a dudas un peso muerto que lastrará la competitividad de nuestras
compañías tanto en el futuro como actualmente.
En el año 2016,
había 10.325 empresas hacían I+D en España, casi 300 más que el año
anterior. El esfuerzo empresarial
en I+D ha caído año tras año desde 2008, mientras que el promedio de la Unión
Europea no ha dejado de crecer desde ese año. Por
otro lado en el año 2016, el gasto en I+D de las compañías españolas
equivalía al 0,64% del PIB, menos de la mitad del promedio de la UE-28 que fue
del 1,32%. El número de empresas españolas que declaran realizar actividades
innovadoras tuvo su máximo en 2008, cuando eran 36.183, para caer aceleradamente
en años sucesivos hasta las poco más de 16.000 que había en 2013. Desde
entonces la cifra cayó mucho más lentamente, hasta las 15.648 con actividad
innovadora en 2016 (88 empresas menos que en 2015). En términos porcentuales
equivalen al 10,8 % del conjunto de empresas que constituyen el universo de la
muestra, proporción que ascendía al 17,8% en 2008.
El
gasto máximo se produjo en 2008, cuando llegó a rozar los 20.000 millones de
euros, para reducirse de forma continua hasta un mínimo de 12.960 millones de
euros en 2014. El gasto subió por primera vez en 2015, un 5,5% respecto
al año anterior, y en 2016 volvió a subir, pero esta vez solamente el 1,3%,
hasta los 13.857 millones de euros, lo que equivale a poco menos del 70% de la
cifra de 2008. En España, el segmento de empresas con menos de 250 empleados ejecuta
el 46,3% de la I+D empresarial española. En número de patentes por millón de habitantes en
España descendió en 2016 tres posiciones hasta la 27ª, con 32,1 patentes por
cada millón de habitantes, que debería multiplicar casi por diez para situarse
al nivel de Alemania o de los países nórdicos y casi por treinta para sustituir
a Suiza en el primer lugar de la lista.
Sin embargo, hay que resaltar que la respuesta
de las empresas españolas ante la pasada crisis económica fue reducir el gasto
en I+D, lo cual refleja la escasa percepción entre el tejido productivo español
de las posibilidades de la innovación como herramienta de competitividad.
Para terminar, afirmar
lo que ha dicho la Fundación Cotec de los datos, “Un año más, por desgracia, los datos -en
su mayoría de 2016- muestran que la I+D no está acompañando al crecimiento
económico de nuestro país. España parece haber elegido un camino distinto para
consolidar su ansiada recuperación, un camino que a medio plazo podría no
ser sostenible”. Desde la antigüedad filósofos y escritores han prometido un futuro
brillante para la humanidad, pero desde hace poco más de un siglo se nos ha
advertido que también nuestras peores pesadillas podrían hacerse realidad, en el asunto de la I+D la distopía ya está aquí… España vive ya su
peor pesadilla.
Ya lo
dijo Bernard Shaw: “Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias
y las crea si no las encuentra".
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