jueves, 29 de agosto de 2019

DEFENDER LA ACCIÓN... CON COMPRAS SIMBÓLICAS


El Interaccionismo Simbólico es una teoría sociológica que ha tenido un gran impacto en la psicología social contemporánea, así como en otras áreas de estudio de las ciencias sociales. Esta teoría analiza las interacciones, y sus significados, para comprender el proceso a través del cual los individuos nos convertimos en miembros competentes de una sociedad. Desde la primera mitad del siglo XX, el Interaccionismo Simbólico ha generado muchas corrientes distintas, así como metodologías propias que han tenido gran importancia en la comprensión de la actividad social y en la construcción del “yo”. Es una corriente teórica que surge en la sociología (pero se trasladó rápidamente hacia la antropología y la psicología), y que estudia la interacción y los símbolos como elementos clave para comprender tanto de la identidad individual como la organización social. A grandes rasgos, lo que esta corriente sugiere es que las personas nos definimos de acuerdo al sentido que adquiere “el individuo” en un contexto social específico; cuestión que depende en gran medida de las interacciones que entablamos. En sus orígenes se encuentran el pragmatismo, el conductismo y el evolucionismo, pero lejos de inscribirse en alguna de ellas, el Interaccionismo Simbólico transita entre unas y otras. El Interaccionismo Simbólico se posiciona en contra de las verdades absolutas. Plantea que no existe una única verdad, sino diferentes verdades situadas. Esto es, la «verdad» va a ser diferente en cada comunidad. Para entender estas diferentes «verdades», el interaccionismo estudia las relaciones entre las personas y los símbolos: el objetivo último es entender la identidad individual y la organización social. Entre sus antecedentes se encuentra también la defensa de las “verdades situadas” y parciales, en contraposición a las “verdades absolutas”, que han sido criticadas por buena parte de filosofía contemporánea por considerar que la noción de “verdad” se ha confundido bastante con la noción de “creencias” (porque, desde un punto de vista pragmático sobre la actividad humana, las verdades tienen la misma función que tienen las creencias).


El 23 de agosto se publicó la siguiente noticia http://bit.ly/2ZoIP2x en un medio digital. De la misma se pueden extraer diferentes conclusiones de dicha situación, pero todas están relacionadas con ese Interaccionismo Simbólico que adoptan ciertos directivos cuando la compañía que representan tiene problemas. Lo primero que hay que decir, es que la compra de 131.340 acciones por parte de dichos ejecutivos es una gota de agua en un mar de papel de 5.192.132.000 de acciones que existen actualmente cotizando en la bolsa, es el 0,00256% del capital que cotiza. Otra compra simbólica en dicha marejada bursátil fue la realizada por el accionista Criteria, 900.000 euros por 150.000 acciones, que representan el 0,0029% del capital que cotiza. http://bit.ly/2PmmUED




Las palabras se las lleva el viento y los directivos de las compañías muchas veces tienen una mirada sesgada sobre la marcha de la misma. Cuando se escucha al CEO de una compañía hablar sobre su gestión o el potencial futuro de las acciones debemos tomar estos comentarios con cierta distancia. El punto de vista de los ejecutivos suele ser bastante subjetivo; ya que las relaciones públicas de la compañía con el mercado no siempre se basan en la transparencia, honestidad y un correcto desempeño. A diferencia de las palabras el dinero no miente y resulta fundamental prestar atención a cuáles son los incentivos bajo los cuales trabaja el equipo directivo de una compañía. Los incentivos determinan en buena medida la calidad de las decisiones que se toman y por lo tanto el retorno de los activos a largo plazo. Otra cuestión es que los directivos cobren sus retribuciones indistintamente si la acción de su compañía baja o sube el precio, como sucede en algunas compañías del IBEX35. A veces los ejecutivos de las compañías reciben buena parte de su compensación económica en base a criterios como las ventas y ganancias del negocio en un año determinado, aunque últimamente se están implantando criterios cuando menos innocuos en la mejora de la gestión de una compañía, como es por ejemplo el género de los mismos. Cuando este sistema no se encuentra adecuadamente diseñado e implementado puede llevar a políticas de gestión poco afortunadas, donde dichos directivos perciben retribuciones por realizar una gestión con variables que no aportan ningun valor, como son las cuotas de directivos "mujeres" http://bit.ly/30s5oQF



Algunos directivos buscan inflar artificialmente el “encanto” de la compañía en un período particular para incrementar la compensación que pueden percibir ese año. Posteriormente el efecto sobre el precio de las acciones puede ser devastador cuando el mercado toma conciencia de que dicho “encanto” es insostenible en el tiempo. Cuando dichos ejecutivos tiene parte de su dinero invertido en la misma, tiene motivos para pensar en el bien de la misma a largo plazo, sin embargo cuando no se atisban mejoras en dicha gestión, lo que se pone de manifiesto es la incapacidad de los mismos o las estrategias erróneas implantadas. Una mención aparte es cuando los ejecutivos son además los fundadores del negocio, ya que en estos casos no solo suelen tener buena parte de su capital invertido en la firma sino que también tienen un vínculo personal e incluso afectivo con la compañía, el cual va más allá de las consideraciones puramente financieras. Ejemplo de esto último son los fundadores en el sector tecnológico como por ejemplo; Apple con Steve Jobs, Google con Serguéi Brin y Larry Page o Amazon con Jeff Bezos. Según un estudio realizado en Purdue’s Krannert School of Management las compañías cuyos fundadores se encuentran activamente involucrados en el negocio muestran una capacidad superior de innovación en el tiempo. El trabajo encuentra que esta clase de empresas generan un 31% más de patentes innovadoras; además estas empresas son más propensas a realizar inversiones generosas y adoptar nuevos modelos de negocios.


Por otro lado, cuando un ejecutivo compra acciones de su compañía debería representar una señal de confianza, sin embargo a veces las métricas de la misma no responde a ese hecho simbólico. El patrimonio y los ingresos de los directivos siempre se encuentran ligados al “encanto” y desempeño de la compañía en buena medida; por lo tanto el único motivo para comprar más acciones es que dichos ejecutivos consideran que se trata de una inversión atractiva a los precios actuales de mercado. Si bien los altos directivos de las compañías son personas y como todos y también pueden cometer errores a la hora de tomar decisiones de inversión. Sin embargo, en teoría deberían conocer profundamente a la compañía ya que cuentan con información detallada al respecto de la marcha del negocio. Teniendo esto en cuenta este hecho, cuando un alto ejecutivo compra acciones de su compañía deberíamos estar frente a un dato positivo, sin embargo ese hecho algunas veces no se confirma como se ha podido observar con las compras reiteradas de dichos directivos por otras compras realizadas anterioriormente.

Para terminar este post, decir que algunas veces lo que nos dice el Interaccionismo Simbólico de los directivos comprando acciones de su compañía, es que la gestión que han realizado al frente de su compañía no coincide con lo que perciben las personas que le rodean en su entorno. El interaccionismo simbólico se posiciona en contra de las verdades absolutas. Plantea que no existe una única verdad, sino diferentes verdades situadas. Esto es, la “verdad” va a ser diferente en cada comunidad. Para entender estas diferentes “verdades”, el interaccionismo estudia las relaciones entre las personas y los símbolos: el objetivo último es entender la identidad individual y la organización social. Si alguien extiende la palma de la mano hacia mí, yo entendería por ejemplo que significa que me pare, que esté quieto… Sin embargo un griego se lo tomaría como un insulto y un libanés estaría neutralizando el mal de ojo, todo un mensaje para dichos directivos con la situación bursátil ocurrida este mes de agosto.


Ya lo dijo George H. Mead: “El hombre vive en un mundo de significados. Lo que oye y ve significa aquello que él quiere o puede asumir”.

 



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