El Interaccionismo Simbólico
es una teoría sociológica que ha tenido un gran impacto en la psicología social
contemporánea, así como en otras áreas de estudio de las ciencias sociales. Esta
teoría analiza las interacciones, y sus significados, para comprender el
proceso a través del cual los individuos nos convertimos en miembros
competentes de una sociedad. Desde la primera mitad del siglo XX,
el Interaccionismo
Simbólico ha generado muchas corrientes distintas, así como
metodologías propias que han tenido gran importancia en la comprensión de la
actividad social y en la construcción del
“yo”. Es una corriente teórica que surge en la sociología (pero se trasladó rápidamente hacia la
antropología y la psicología), y que estudia la interacción y los
símbolos como elementos clave para comprender tanto de la identidad individual
como la organización social. A grandes rasgos, lo que esta corriente sugiere
es que las personas nos definimos de acuerdo al sentido que adquiere “el
individuo” en un contexto social específico; cuestión que depende en gran
medida de las interacciones que entablamos. En sus orígenes se
encuentran el pragmatismo, el conductismo
y el evolucionismo, pero lejos de inscribirse en alguna de ellas, el Interaccionismo
Simbólico transita entre unas y otras. El Interaccionismo Simbólico
se
posiciona en contra de las verdades absolutas. Plantea que no existe una única
verdad, sino diferentes verdades situadas. Esto es, la «verdad» va a ser
diferente en cada comunidad. Para entender estas diferentes «verdades», el
interaccionismo estudia las relaciones entre las personas y los símbolos: el
objetivo último es entender la identidad individual y la organización social.
Entre sus antecedentes se encuentra también la defensa de las “verdades situadas” y parciales, en
contraposición a las “verdades absolutas”,
que han sido criticadas por buena parte de filosofía contemporánea por
considerar que la noción de “verdad”
se ha confundido bastante con la noción de “creencias”
(porque, desde un punto de vista
pragmático sobre la actividad humana, las verdades tienen la misma función que
tienen las creencias).
El 23 de agosto se publicó
la siguiente noticia http://bit.ly/2ZoIP2x
en un medio digital. De la misma se pueden extraer diferentes conclusiones de
dicha situación, pero todas están relacionadas con ese Interaccionismo Simbólico
que adoptan ciertos directivos cuando la compañía que representan tiene
problemas. Lo primero que hay que decir, es que la compra de 131.340 acciones por
parte de dichos ejecutivos es una gota de agua en un mar de papel de 5.192.132.000 de acciones que existen actualmente cotizando en la bolsa, es el
0,00256% del capital que cotiza. Otra compra simbólica en dicha
marejada bursátil fue la realizada por el accionista Criteria, 900.000
euros por 150.000 acciones, que representan el 0,0029% del capital que cotiza. http://bit.ly/2PmmUED
Las palabras se las lleva
el viento y los directivos de las compañías muchas veces tienen una mirada
sesgada sobre la marcha de la misma. Cuando se escucha al CEO de una compañía
hablar sobre su gestión o el potencial futuro de las acciones debemos tomar
estos comentarios con cierta distancia. El punto de vista de los ejecutivos
suele ser bastante subjetivo; ya que las relaciones públicas de la compañía con
el mercado no siempre se basan en la transparencia, honestidad y un correcto desempeño. A
diferencia de las palabras el dinero no miente y resulta fundamental prestar
atención a cuáles son los incentivos bajo los cuales trabaja el equipo
directivo de una compañía. Los incentivos determinan en buena medida la calidad
de las decisiones que se toman y por lo tanto el retorno de los activos a largo
plazo. Otra cuestión es que los directivos cobren sus
retribuciones indistintamente si la acción de su compañía baja o sube el precio,
como sucede en algunas compañías del IBEX35. A veces los ejecutivos
de las compañías reciben buena parte de su compensación económica en base a
criterios como las ventas y ganancias del negocio en un año determinado, aunque
últimamente se están implantando criterios cuando menos innocuos en la mejora
de la gestión de una compañía, como es por ejemplo el género de los mismos.
Cuando este sistema no se encuentra adecuadamente diseñado e implementado puede
llevar a políticas de gestión poco afortunadas, donde dichos directivos
perciben retribuciones por realizar una gestión con variables que no aportan ningun valor, como son las cuotas de directivos "mujeres" http://bit.ly/30s5oQF
Algunos directivos buscan
inflar artificialmente el “encanto”
de la compañía en un período particular para incrementar la compensación que
pueden percibir ese año. Posteriormente el efecto sobre el precio de las
acciones puede ser devastador cuando el mercado toma conciencia de que dicho “encanto” es insostenible en el tiempo.
Cuando dichos ejecutivos tiene parte de su dinero invertido en la misma, tiene
motivos para pensar en el bien de la misma a largo plazo, sin embargo cuando no se atisban
mejoras en dicha gestión, lo que se pone de manifiesto es la incapacidad de los
mismos o las estrategias erróneas implantadas. Una mención aparte es
cuando los ejecutivos son además los fundadores del negocio, ya
que en estos casos no solo suelen tener buena parte de su capital invertido en la
firma sino que también tienen un vínculo personal e incluso afectivo con la
compañía, el cual va más allá de las consideraciones puramente financieras.
Ejemplo de esto último son los fundadores en el sector tecnológico como
por ejemplo; Apple con Steve Jobs, Google con Serguéi
Brin y Larry Page o Amazon con Jeff Bezos. Según
un estudio realizado en Purdue’s Krannert School of Management
las compañías cuyos fundadores se encuentran activamente involucrados en el
negocio muestran una capacidad superior de innovación en el tiempo. El
trabajo encuentra que esta clase de empresas generan un 31% más de patentes
innovadoras; además estas empresas son más propensas a realizar inversiones
generosas y adoptar nuevos modelos de negocios.
Por otro lado, cuando un
ejecutivo compra acciones de su compañía debería representar una señal de
confianza, sin embargo a veces las métricas de la misma no responde a ese hecho
simbólico. El patrimonio y los ingresos de los directivos siempre
se encuentran ligados al “encanto” y
desempeño de la compañía en buena medida; por lo tanto el único motivo para
comprar más acciones es que dichos ejecutivos consideran que se trata de una
inversión atractiva a los precios actuales de mercado. Si bien los
altos directivos de las compañías son personas y como todos y también pueden
cometer errores a la hora de tomar decisiones de inversión. Sin embargo, en
teoría deberían conocer profundamente a la compañía ya que cuentan con
información detallada al respecto de la marcha del negocio.
Teniendo esto en cuenta este hecho, cuando un alto ejecutivo compra acciones de
su compañía deberíamos estar frente a un dato positivo, sin embargo ese hecho algunas
veces no se confirma como se ha podido observar con las compras reiteradas de
dichos directivos por otras compras realizadas anterioriormente.
Para terminar este post,
decir que algunas veces lo que nos dice el Interaccionismo Simbólico de los directivos
comprando acciones de su compañía, es que la gestión que han realizado al
frente de su compañía no coincide con lo que perciben las personas que le
rodean en su entorno. El interaccionismo simbólico se posiciona en contra
de las verdades absolutas. Plantea que no existe una única verdad, sino
diferentes verdades situadas. Esto es, la “verdad” va a ser diferente en cada
comunidad. Para entender estas diferentes “verdades”, el interaccionismo
estudia las relaciones entre las personas y los símbolos: el objetivo último
es entender la identidad individual y la organización social. Si
alguien extiende la palma de la mano hacia mí, yo entendería por ejemplo que
significa que me pare, que esté quieto… Sin embargo un griego se lo tomaría como
un insulto y un libanés estaría neutralizando el mal de ojo, todo un mensaje
para dichos directivos con la situación bursátil ocurrida este mes de agosto.
Ya lo dijo George H. Mead: “El hombre vive en un mundo de significados.
Lo que oye y ve significa aquello que él quiere o puede asumir”.
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