Se podría decir que al
creador y actual CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, ya no le hace falta
el dinero. Por eso se permite cobrar un dólar al año, esa fue la cantidad que Zuckerberg
ingresó, de acuerdo a la documentación legal presentada por la red
social en sus cuentas fiscales. En el año 2014, la fortuna de
dicho directivo se estimaba en 27.000 millones de euros. Sin embargo ese año
fue el primero que ganó 1 dólar de sueldo. Dicha situación va más allá de lo
anecdótico para convertirse en algo simbólico. En el año 2012, ganó algo más de
500.000 dólares, importe que destinó a organizaciones benéficas. En el ámbito
tecnológico, ponerse 1 dólar de sueldo es sinónimo de haber alcanzado la cima
como emprendedor y empresario. Esto es lo que cobraba Steve Jobs en
Apple, y el sueldo que también se han puesto los fundadores de Google: Sergey
Brin y Larry Page. En realidad, en todos estos casos el importe del
salario anual es irrelevante, ya que tanto Zuckerberg como el resto de los
mencionados poseen una cantidad de acciones en la empresa como para hacer que
no necesiten recibir un salario a final de mes. La fortuna amasada por Zuckerberg
le permite no tener problemas económicos, sin embargo su acción de quitarse el salario
y ligar su desempeño al crecimiento de las acciones que beneficie tanto a los
accionistas como a él mismo, es un ejemplo que muchos CEO deberían de copiar.
Estos días estamos
asistiendo a una tempestad bursátil que está afectando gravemente a determinadas
compañías, siendo los diferentes stakeholders de las mismas los verdaderos sufridores
de dicha situación. Entre ellos se encuentran, accionistas, inversores,
empleados (accionistas), empleados, etc. Esta situación se puede decir
que es cíclica, sin embargo en algunas de estas compañías, son ya muchos los años los que
dichos stakeholders vienen sufriendo la depreciación de sus activos con vagas
promesas hechas por los equipos directivos. Frente a esta situación,
estamos asistiendo a un silencio dosificado de los mismos
que lo único que puede es agravar el nerviosismo al carecer dichos grupos de
interés de razones que les lleven a tener un cierto optimismo cuando llevan años
sufriendo dicha depreciación. Ante esta situación los diversos grupos de interés esperan
ciertos gestos o medidas de sus directivos que se alineen con la situación actual que viven sus compañías, sin embargo esta parece no llegar. Pero, ¿Por qué se ha llegado a esta
situación, donde la pérdida de valor del inversor o accionista no lleva aparejada una
igual disminución en las retribuciones de dichos equipos directivos?
Hace unos años, en diversas compañías se implantaron incentivos a los directivos que aumentaban el tamaño de su compañía en mercados emergentes, pero no necesariamente en favor de la
rentabilidad del accionista, ya que la adquisición de dichos activos han sido un lastre como se ha demostrado con él tiempo por la
volatilidad cambiaria a la que están expuestos, un ejemplo lo vemos estos días
con el mercado de Argentina. Por lo tanto, ha habido ciertos incentivos para que
las compañías priorizasen ganar dimensión por operaciones corporativas, más que tratar de ser más rentables, esto ha sido enormemente
gravoso para los accionistas. Existe un estudio efectuado por Juan-Pedro
Gómez, profesor del IE Business School, publicado en el último boletín trimestral
de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), en el cual se
explica la diferencia de salarios entre consejeros del Ibex 35 es la
dimensión, ya que por cada 100 puntos básicos que aumenta la capitalización
bursátil de la empresa frente a sus competidores (peso en la suma de todas las
empresas del sector en el Ibex), la retribución del consejero delegado se
eleva en 33 puntos básicos en promedio, mientras que el bonus crece en 56
puntos básicos. Sin embargo cuando sucede lo contrario, sus retribuciones no se
reducen en la proporción perdida en la valoración bursátil. Este
hecho pone de manifiesto que no hay evidencia de que la remuneración estimada
de los consejeros ejecutivos (sean consejeros delegados o no) varíe de forma
significativa con la cotización de las acciones de la compañía. Sin embargo, existe
una constatación de que solo hay una exposición notable a la rentabilidad de
las acciones en los consejeros que reciben acciones restringidas y opciones, que
son la vía para pagar con títulos de la empresa a cambio de objetivos a medio y
largo plazo. Este método de remuneración es más habitual en Estados Unidos,
donde el 42% de la retribución de los consejeros delegados es por acciones
restringidas y opciones, porcentaje que desciende hasta el 19% en la media
europea y se hunde hasta el 5% en el Ibex 35, y un 3,6% en el conjunto de
consejeros ejecutivos. Existe un estudio elaborado con 2.377
observaciones con 65 consejeros ejecutivos y 46 consejeros delegados de 42 compañías
que han pertenecido al Ibex entre 2013 y 2017. Solo el 10% de los consejeros
en el Ibex tiene una cartera de acciones restringidas, lo que arroja una
relación casi inexistente entre la remuneración total de los consejos y la
evolución en bolsa a medio y largo plazo de la compañía.
Gobernar
una compañía manteniendo el liderazgo de la misma es una de las responsabilidades
más importantes que deben asumir el Consejo de Administración y el CEO de la misma.
En una compañía, la selección del CEO es una decisión crítica, ya que dicha figura no sólo tiene un enorme impacto en la marcha y
desempeño, sino que el mismo proceso de sucesión por un lado, influye
en la imagen que los empleados, inversores, analistas y accionistas tienen al
respecto de dicho directivo. Un CEO generoso y humilde es
aquel que antepone el interés general ante situaciones difíciles de los diferentes stakeholders de la
compañía al suyo propio. Sin embargo, para ello reconoce cuando debe prestar el mejor servicio
que puede realizar, el de echarse a un lado y dar paso a otra
persona con nuevas ideas y proyectos ante una situación de deterioro constante. El diseñó y la colaboración en
esta tarea es complicada en su diseño y puesta en práctica, ya que entran en
juego muchos factores como por ejemplo: la marcha de la compañía, los planes
para el futuro, el Consejo de Administración, los candidatos seleccionados y el
equipo directivo. Cuando el mismo reconoce esta situación, evita posibles males mayores como pueden ser; una
OPA hostil, la suspensión de pagos, la segregación de la misma, etc.
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En una situación de
dificultad como la que atraviesan diversas compañías actualmente, juegan un papel clave los Consejeros Dominicales (aquellos
que detentan una participación superior al 5% del capital), frente al resto de
Consejeros Independientes. Estos
últimos nombrados generalmente por el CEO de las compañías, suelen
tener una clara afinidad con el mismo. Pueden ser miembros de
partidos políticos, o personas de refutada reputación en diferentes ámbitos de
la sociedad, como académicos, funcionarios, etc. Sin embargo estos últimos no
tienen el peso de los Dominicales al no representar a
accionistas de la compañía que tienen invertidos miles de millones en la misma,
como sucede por ejemplo en las multinacionales españolas, Telefónica, Repsol,
Iberdrola, etc. Estos consejeros en crisis bursátiles como la que sucede
actualmente están sufriendo perdidas que les afectan al balance de sus
sociedades, al tener que provisionar dichas perdidas contra su cuenta de resultados
si se prolongan en el tiempo http://bit.ly/2N44Ufr
En esta situación, los directivos de dichas sociedades también tienen que dar explicaciones a sus
accionistas que sucede con las minusvalías que están padeciendo. En esta misma situación se encuentran también diversos fondos de inversión, tanto activos como pasivos, los cuales tienen que explicar a sus partícipes la rentabilidad de dichas inversiones.
Así pues, parece
que los gestos forman parte de lo esperado de los directivos que gestionan compañías
con problemas, con el fin de afianzar el compromiso de los diferentes
stakeholders con la misma. Sin embargo, cuando esto no existe y si
silencios dosificados, el compromiso de los mismos con el
destino de la compañía se resquebraja, apareciendo nuevos actores que para nada
pueden ayudar a la misma, como son por ejemplo los fondos de inversión (buitres).
Esperemos que aparezcan nuevas medidas que revitalicen a las mismas como por
ejemplo: cambios en la formación, (explotar el talento que atesoran las mismas
y erradicar los cursos por internet que disuaden a los empleados), eliminar de
los tribunales de oposición a las fuerzas sindicales que castigan y penalizan
aquellos trabajadores que no están afiliados, suprimir aquellas inversiones que
lastran la cuenta de resultados como vienen anunciando las diferentes agencias
de inversión, adelgazar la estructura directiva potenciando la comunicación real
y verídica de lo que sucede en la misma, con el fin de comprometer al empleado
con su compañía, escuchar a los empleados de forma real no con intermediarios,
la crítica fundada en hechos es él activo más valioso que puede conseguir la misma para resolver sus problemas, etc.
Si no se toman medidas
drásticas con el funcionamiento actual de las mismas, de poco servirá que se
pongan el salario de 1 euro con el fin de imprimir ejemplo al resto de
empleados de su compañía… El tiempo dirá como saldrán de dicha
situación dichos directivos en compañías con problemas, pero no hay que ser muy
optimistas por los hechos que les preceden.
Ya lo dijo Malcolm X: “La bisagra que rechina es la que consigue el aceite.”
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