sábado, 17 de agosto de 2019

GESTIONAR CON RESPONSABILIDAD...CON LA "COLUMNA IZQUIERDA DAÑADA"



Existió una vez un rey de El País del Vino. El rey quería ser recordado como un monarca justo y generoso así que un día decidió abolir los impuestos. A cambio pediría a sus súbditos que una vez al año se acercaran a los jardines de palacio con una jarra de un litro del mejor vino de su cosecha y lo vaciaran en un gran tonel. Cuando llegó el momento, todos los ciudadanos se acercaron a la residencia del monarca a depositar la parte que les correspondía.
Al final del día el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. En su copa la bebida parecía no tener color ni olor. Tampoco sabor cuando la probó. Los alquimistas no dieron con el conjuro que había transformado el vino en agua, pero el más anciano de los ministros del gobierno se acercó y le dijo al oído:
-Nada de conjuro, majestad. Lo que ocurre, alteza, es que vuestros súbditos son humanos.
-No entiendo”, dijo el rey.
-Pensemos en un súbdito cualquiera- continuó el ministro-. Esta mañana cuando preparaba a la familia para bajar al pueblo se le paso una idea por la cabeza: ¿y si ponían agua en vez de vino? ¿Quién podría notar la diferencia? De hecho nadie hubiera notado una jarra de agua en 15.000 litros de vino. Salvo por un detalle: todos pensaron lo mismo.


La responsabilidad es la capacidad que tiene una persona para actuar en forma que no afecte ni origine ningún tipo de daño para sí mismo o para los demás y con conciencia de sus actos. Así mismo, la responsabilidad exige coherencia en el actuar y es acorde a principios, valores o formas éticas. El término procede del latín “respōnsum”, supino de “responderē”, que significa “responder” en el sentido de obligarse y comprometerse a algo. Dicho término “responsable” se ha sufijado con “dad”, que confiere significado de “cualidad de”, es decir, “cualidad de responsable”.
Actualmente para algunas personas, la responsabilidad es un valor que se encuentra en la misma esencia del individuo. Esto podría hacer pensar que la responsabilidad es un valor innato a la persona; sin embargo, también una persona puede ser responsable y actuar con responsabilidad, de acuerdo a una formación  que esté orientada a ello. La responsabilidad es un valor para todas las esferas de la vida humana, en el hogar, en el trabajo, con los compañeros de estudio y, en general, con todas las personas. Cumplir con las diferentes obligaciones en cada uno de esos escenarios va muy afín con el valor de la responsabilidad. Obligación que una persona tiene con respecto a otra, o con respecto a algo. Por ejemplo: “El directivo que cumple con sus stakeholders (grupos de interés). Como también es la obligación de los directivos de resarcir o reparar la pérdida o daño originado por su gestión en la compañía. Dicha perdida o minusvalía podría ser causada de forma directa o indirecta por  descuido o falta de diligencia en la toma de medidas durante su administración”. 


La responsabilidad es uno de los valores fundamentales para el desarrollo de todas las actividades humanas, y es un factor crítico en la generación de lazos para establecer la confianza. Cuando una persona es responsable genera credibilidad y buena imagen en el quehacer de su actividad. A nivel laboral por ejemplo, la responsabilidad es importante para ganarse espacios, mejorar la dinámica laboral y que se fomente la cohesión de los miembros de la compañía, siendo esto último un factor fundamental para lograr los objetivos establecidos.



Los seres humanos somos expertos en crear excusas, somos capaces de crear mil y una con el fin de sobreprotegernos, de mantenernos en nuestra zona de confort, donde sabemos lo que tenemos; pero jamás sabremos lo que podríamos llegar a tener. Y es que las excusas son pequeñas ladronas de oportunidades. Una vez hemos convertido nuestras acciones en hábitos y, por lo tanto, en rutinas, es posible (sucede a menudo) que nos estén privando de lo que más queremos. Las excusas siempre están más cerca del engaño que del argumento. Sin embargo, existen infinitos pretextos para no llevar a cabo alguna acción que a priori, y que en teoría queremos llevar a cabo. ¿Cuántas veces hemos pensado o sentido algo y para evitar la confrontación o la incomodidad preferimos no decirlo? ¿Cuántas veces hemos salido de una reunión y nos damos cuenta de que nos callamos algunas ideas por querer evitar alguna discusión? A los seres humanos nos han enseñado directa o indirectamente, a elogiar y a decir lo bueno de las personas para quedar bien con los demás; por lo que está socialmente aceptado hacerlo. Pero no nos han enseñado a decir las cosas en las que no estamos de acuerdo, y esto, muchas veces comportarnos de esta manera en el trabajo, puede poner en riesgo a la compañía. Dentro de cualquier organización, es de gran importancia promover una cultura que impulse a romper con estos miedos en los diálogos internos con los empleados. Con esta acción, si las cosas se exponen con honestidad y abiertamente hacia el entorno, significará pasar de un extremo a otro, y no hay que olvidar que los extremos no suelen traer resultados positivos, siempre hay que buscar el equilibrio que proporciona la confianza que genera la asunción de responsabilidades.

Los directivos de las compañías deberían alentar una cultura de razonamiento y análisis, donde los empleados estén capacitados para generar feedback y que también sean capaces de cuestionar las actividades y objetivos propuestos si los mismos colisionan con la generación de valor,  para que no sólo se dediquen a cumplir órdenes solamente. La “columna izquierda” se refiere al diálogo interno que mantienen las personas, es decir la conversación que interfiere entre lo que dicen y lo que piensan. Esta forma de establecer sus  modelos mentales, son intentos de manipular la realidad, pero al evitar expresar nuestros pensamientos y sentimientos, están evitando también que se genere un aprendizaje.

Estos días hemos visto como determinadas compañías sufrían en la bolsa un castigo demoledor en su valor bursátil. Sin embargo, los directivos de algunas de ellas, (Consejeros y CEO) han optado por el silencio para explicar y asumir la parte de responsabilidad que tienen por las decisiones y estrategia asumidas. Con lo que la situación de dicho hecho, supone un reconocimiento explícito de la no asunción de ninguna responsabilidad en la pérdida de valor para los stakeholders (accionistas, empleados, etc.) de dichas compañías.  Parece que la “columna izquierda” que tienen dichos directivos (dialogo interno), está completamente dañada. Ante esta situación de parálisis donde las excusas como, “no tenemos tiempo, no puedo, es lo que hay o yo soy así”, quedan en un segundo lugar frente a la situación actual. Para los mismos quizás resulte más sencillo culpar a factores exógenos a su gestión, que generar un cambio que produzca una nueva situación. Una persona no es de ninguna forma, sino que se comporta de una manera u otra. De la misma forma que, porque uno se levante tarde y le guste dormir no le convierte en perezoso, sino que se está comportando como tal. Y esto es lo que engrandece al directivo, político o cualquier persona que tiene que asumir su responsabilidad después de un mal resultado. La próxima vez que uno se quiera engañar y poner excusas debe restaurar su “columna izquierda”, sino quiere que como al principio de este post, los empleados a su cargo lleven agua cuando les soliciten vino de cara a los objetivos fijados.
 
Ya lo dijo Camilo Cruz: “El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso, como muchos piensan, sino el conformismo y la mediocridad. Todos cargamos con más vacas de las que estamos dispuestos a admitir; excusas que ni nosotros mismos creemos, con las que pretendemos explicar por qué no hemos hecho lo que sabemos que tenemos que hacer”.




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