miércoles, 27 de enero de 2021

LA PRENSA O CUARTO PODER... UN ACTOR QUE SE ENCUENTRA BAJO SOSPECHA

 

Decía el legendario periodista Larry King que las preguntas a realizar en una entrevistas debían de ser cortas, jamás largas exposiciones previas para demostrar que era más listo que el entrevistado, curiosidad, nunca ganas de acorralar al invitado. Lo interesante es lo que tenga que contar el entrevistado y, para ello, tenerle a la defensiva, decía, es una mala estrategia. El periodismo (o al menos así se enseñaba antaño) tiene que dar respuesta a cinco preguntas, las cinco ‘w’ en inglés. Qué, quién, dónde, cuándo y por qué. A Larry King le interesaba sobre todo una. Por qué, pero jamás con tono acusatorio, sino simplemente por aprender. En una ocasión, con motivo de sus 25 años al frente de ‘Larry King Live’ de la CNN, una aventura en la que le embarcó Ted Turner en 1985, explicó con un ejemplo magnífico cuál era su receta como entrevistador. Imaginó que tenía enfrente a Osama Bin Laden. Lo fácil, lo que harían otros, supuso, sería preguntar en primer lugar por qué promovió los atentados del 11 de septiembre de 2001. King, llegado el caso que jamás se dio, el de tener a Bin Laden al otro lado de la mesa, dijo que preguntaría otra cosa. Por qué dejó atrás una vida en familia y una inmensa fortuna y decidió ir a vivir a una cueva. Hay que reconocer que como aproximación al personaje habría sido mucho mejor la receta de King.

Se acaba de publicar los datos del estudio Edelman Trust Barometer 2021 sobre los medios de comunicación en los últimos meses del año 2020. En el mismo, los medios en España mantienen una enorme sombrfa de desconfianza, de acuerdo al prestigioso estudio. De todos los países estudiados por la consultora de comunicación más grande del mundo, España se sitúa en las posiciones más bajas en cuanto a la confianza en sus medios de comunicación. Reciben una puntuación de 42 sobre 100 (igual que el año pasado), al mismo nivel que en Argentina, Sudáfrica, Irlanda o Colombia. Aunque nuestro país sale mejor clasificado que otros estados de nuestro entorno, como Francia o Reino Unido. Todos estos países -incluido España- se sitúan en el umbral de la desconfianza al recibir una puntuación inferior a 50. Y es que la desconfianza los medios de comunicación es un sentimiento generalizado en la mayoría de los países analizados por Edelman. De hecho, 2021 ha sido un año muy negativo para la prensa tradicional en ese sentido, ya que su nivel de confianza global ha caído ocho puntos respecto a 2020 y ya está en una media de 53 sobre 100. Es el dato más bajo de los últimos diez años de este estudio. No obstante, las redes sociales y los medios propios son todavía bastante peor percibidas, con una puntuación de 41 y 35, respectivamente. El estudio de Edelman revela cuestiones graves sobre el trabajo de los periodistas. Un 59% de todos los encuestados (33.000 en 28 países) asegura que los “los periodistas están intentando a propósito engañar a la gente diciendo cosas que saben que son falsas o grandes exageraciones”. Ese mismo porcentaje opina que “la mayoría de las empresas de medios están más preocupadas por apoyar una ideología o posición política que de informar al público”. Y un 63% cree que los medios “no lo están informando bien siendo objetivos y no partidistas”. Entre otros datos significativos muestra que, a raíz de la pandemia generada por el coronavirus, se ha creado un estado de “desinformación y desconfianza generalizada” hacia las instituciones, pero también hacia “los líderes sociales de todo el mundo”.

En España, respecto a esta última cuestión, el porcentaje llega al 73%. En general, el Barómetro de Edelman sugiere que los ciudadanos no saben dónde acudir para recibir información de confianza. En este sentido, una mayoría de los encuestados opinan que además de los periodistas, también los líderes gubernamentales (57%) y los empresariales (56%) tratan deliberadamente de engañarles. “Esta es la era de la quiebra de la información”, ha dicho Richard Edelman, CEO de Edelman. “Los líderes nos han mentido y los medios de comunicación son considerados politizados y parciales. El resultado es falta de información de calidad y una mayor polarización”. En este contexto de descrédito generalizado, existe un vació de liderazgo que los CEOs deberían rellenar, según ha apuntado Dave Samson, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Edelman. En este sentido, más de 8 de cada 10 encuestados quieren que los directivos se pronuncien sobre cuestiones sociales importantes, como el impacto de la pandemia o la automatización del trabajo. Y más de dos tercios esperan que intervengan cuando el gobierno no soluciona los problemas sociales. En efecto, el estudio revela que hay un clima de oportunidad para las empresas como instituciones confiables. De hecho, los datos ya confirman que algunas compañias, el  (61%) se han convertido en la instituciones más confiables, reemplazando a los gobiernos (53%), que han caído mucho en comparación con el año pasado. Las compañías privadas son las únicas instituciones consideradas éticas y competentes (superan en este punto a los gobiernos en 48 puntos en competencia y se acercan a las ONG en materia de ética). Edelman explica que esta mayor confianza en las empresas por su mejor respuesta durante la pandemia, con el desarrollo de vacunas en tiempo récord y por la rápida adaptación a nuevas formas de trabajo.

Los medios de comunicación están viviendo una situación de profunda crisis, la cual en muchas veces se culpabiliza a Internet. Los estudios recientes han demostrado que la red no mató a la prensa tradicional sino que sus problemas se remontan a la década de los años 80, como señalaba un estudio realizado hace unbos años que había analizado los flujos de los medios norteamericanos durante ese periodo. Según una investigación de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago a cargo del profesor Matthew Gentzkow, los supuestos sobre los periódicos se basan en tres premisas falsas. En un artículo publicado por dicho autor en la American Economic Rewiew, “Trading Dollars for Dollars: The Price of Attention Online and Offline”, observa que la primera falacia es que los ingresos por publicidad en línea son naturalmente más bajos que los ingresos por publicidad impresa, por lo que los medios de comunicación tradicionales se ven obligados a adoptar un modelo de negocio menos rentable que no puede soportar el pago de reporteros reales. La segunda falacia es que Internet ha hecho que el mercado de la publicidad sea más competitivo, lo que ha provocado una caída de precios y, por consiguiente, de los ingresos. La tercera falacia sería que Internet es responsable de la desaparición de la industria de los periódicos. “Esta percepción de que es más barato comprar anuncios en línea parte de que las personas ponen precio a las cosas en unidades que no son comparables entre sí, es como si se comparan peras como manzanas” dice Gentzkow. Las tarifas de la publicidad en línea por lo general se discuten en términos de “número de visitantes únicos mensuales” que recibe el anuncio, mientras que las tarifas de los periódicos se determinan en base a la tirada. Varios estudios han demostrado que la gente pasa más tiempo leyendo periódicos o revistas que el visitante medio mensual en línea, por lo que considerar estas tarifas como análogas es incorrecto. Al comparar la cantidad de tiempo que las personas realmente ven un anuncio. Gentzkow encuentra que el precio de la atención para consumidores similares es en realidad mayor en línea. En el año 2008 calcula que los periódicos estadounidenses ganaron 2,78 dólares por hora de atención en la prensa, y 3,79 dólares por hora de atención en línea. Para el año 2012 el precio de la atención en la prensa se había reducido a 1,57 dólares, mientras que el precio para la atención en línea había aumentado a 4,24 dólares. Gentzkow también señala que la popularidad de los periódicos ya había disminuido considerablemente entre 1980 y 1995, muchos antes de la era de Internet, y se ha reducido aproximadamente al mismo ritmo desde entonces. “La gente no ha dejado de leer los periódicos debido a Internet” afirma Gentzkow.

Internet ha cambiado las pautas de lectura y ha modificado como se consume información, ya que la red ha creado vías de acceso a las noticias de última hora mucho más directas y rápidas que las que ofrece la prensa de papel (aunque, en justicia, tanto la televisión como la radio también lo hacían). El problema quizás, ha estado en que los periódicos de papel se han empeñado en ver a la red como enemiga y se aferraron a su modelo de negocio como a un clavo ardiendo. La falta de reinvención de su modelo de negocio cuando la red, propició que sus debilidades se mantuviesen un tiempo precioso que fue aprovechado por otros actores que aparecieron en la red.  Dicho hecho ha coincidido también con una reducción importante de los puntos de distribución de la prensa escrita. Pero quizás, la mayor pérdida del valor de la prensa este fijada en la falta de credibilidad  así como de autocrítica. Existe una falta total de análisis de las decisiones erróneas unido a la falta de posicionamiento de imagen como marca para posicionarse en dicho mercado. El problema para la prensa no es que se compren cada vez menos periódicos, sino que cada día tiene menos credibilidad, ya sea por su dependencia de subvenciones públicas o privadas de campañas publicitarias que las grandes compañías lanzan con el fin de embridar cualquier posible crítica que se realice sobre las mismas. Cada día que pasa son más prensa del “movimiento” establecido por los poderes económicos o políticos y menos un actor que debería actuar como fedatario de lo que sucede actualmente en la sociedad. Como decía el maestro del periodismo Ben Bradlee, “el fundamento del periodismo es buscar la verdad”, cuestión esta que es la gran sufridora del periodismo actual.

En un trabajo realizado en el año 2014, el profesor Gentzkow estudió el impacto de los nuevos medios sobre los ingresos publicitarios, que se estaba acreditando un importante desplome. La principal intuición a dicho problema es que Internet permite un mejor acceso publicitario a los clientes, elevando el valor de la publicidad online, pero también facilita muchas más vías alternativas para llegar a un mismo consumidor, reduciendo el poder negociador de los medios de comunicación y sus ingresos. La reducción de los ingresos publicitarios de los medios de comunicación es muy preocupante, ya que podría aumentar su dependencia del poder político. Una interesante cuestión que abordó Gentzkow es cómo afectaría Internet a la variedad de fuentes de información de las que hacen uso los ciudadanos. Internet facilita el acceso a un mayor número de fuentes de información pero, al mismo tiempo, también podría fomentar la “segregación ideológica”. Es decir, algunos internautas podrían aprovechar la disponibilidad de múltiples fuentes de información muy heterogéneas para refugiarse en aquella fuente que mejor confirme sus prejuicios lo que se conoce como (la “cámara del eco”). Afortunadamente, el análisis empírico de Gentzkow y Shapiro en el año 2011, muestra que aunque online existe más segregación ideológica que en los medios offline (prensa escrita), en términos absolutos la segregación es relativamente pequeña. Los lectores de los blogs más extremistas tienen prácticamente la misma probabilidad de leer una web generalista que el internauta medio. Curiosamente, la segregación ideológica es mucho mayor en las interacciones personales con amigos y familiares. Es decir, en general hay mayor diversidad ideológica entre los lectores que leen un determinado periódico o ven un canal de televisión, que entre los miembros de un mismo grupo de amigos o de familiares.

Según la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 promulgada por la ONU en su artículo 19, consagra la libertad de expresión y de opinión: “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Abre paso así al entendimiento de una libertad informativa como función social. Una libertad esencial para el ser humano actual, que pueda ser capaz de acceder a su derecho de estar informado, pero este derecho debe ser tratado con el mayor respeto y rigor, ya que ejercido de una forma partidista y direccionada se puede convertir en un “arma intelectual” que mueve y modifica sociedades al antojo de quién lo promulga. Para que esto no ocurra están los periodistas y las empresas informativas que filtran y relatan los hechos acaecidos en las diferentes culturas de las que consta el planeta y para esto se deben dar condiciones democráticas en las que se puedan dar informaciones y a su vez debe existir una conducta tanto en el periodista como en la empresa para que se rija por una conducta ética, en donde el rigor, la veracidad y el cumplimiento democratizador de la información debe prevalecer sobre todo tipo de interés. Sin embargo, actualmente estamos viviendo una situación que en nada se parece a lo dicho por la declaración de Derechos Humanos. El desgraciado papel que juega la prensa hoy en día en la información corporativa de algunas grandes compañías, es cuando menos escandaloso. En este tiempo de pandemia, estamos viendo de forma reiterativa todos los días múltiples ejemplos del papel intoxicador de dicha prensa con la sociedad, omitiendo, sesgando, ocultando y limitando la verdad con respecto a algunas noticias que se publican, con el único fin de dar legitimidad a una verdad ficticia.  En concreto, existen algunas compañías con graves problemas de endeudamiento y caída bursátil, que se ha volcado un día sí y otro también en anunciar a los cuatro vientos la enajenación de activos con los que reducir dicho endeudamiento, omitiendo en las notas de prensa que envía a los medios de comunicación, una realidad esencial de dichas operaciones corporativas, la necesaria aprobación de las mismas por los órganos pertinentes como son el Gobierno español y europeo o los reguladores como obliga el actual Estado de Alarma. Sin embargo, los medios continúan con el ruido mediático dando por realizadas dichas operaciones, con el fin de dar legitimidad a un hecho que sin las aprobaciones necesarias, son más un deseo que una realidad, que se intenta incrustar en las mente del ciudadano al que se le oculta aspectos importantes de las mismas, como son por ejemplo; la despatrimonialización que se produce con dichas operaciones, como se llegó a dicho endeudamiento, los responsables del mismo, etc.  

Sabemos lo que es un país sin medios independientes, sometidos a la censura diaria de sus informaciones, con periodistas reprimidos para ejercer la crítica al poder, despedidos por resistirse a las presiones e incluso asesinados en algunos países por tratar de ser independientes, no conduce más que a la pobreza de la sociedad. Lo estamos viviendo en múltiples países, algunos de ellos muy cercanos a nosotros por lazos históricos y culturales. Para llegar a esta situación de control mediático se emplean diversas medidas como por ejemplo, contratar a periodistas sin remuneración o con un salario indigno. La precariedad laboral y salarial se extiende como una marea negra, colocando a los periodistas en una situación de indefensión ante las presiones, vengan de donde vengan. El papel de contrapoder queda reducido a la mínima expresión, haciendo un papel de telonero con respecto a los hechos que suceden. Unos periodistas mal pagados, y más si no perciben salario alguno, difícilmente podrán resistir las presiones de los poderes, sean del tipo que sean, para difundir informaciones sesgadas, interesadas y en algunos casos falsas. Cuando la libertad de información se debilita, cuando el periodismo se convierte en una fuente de manipulación, de sensacionalismos, de odios y de defensa de intereses ajenos al bien común, se consigue polarizar la sociedad en buenos y malos, dando lugar a una crispación que impacta de lleno en el alineamiento necesario para salir de crisis como la que nos azota actualmente. El futuro del periodismo está en la calidad del contenido que elaboren los periodistas sea en el soporte que sea. Si los medios renuncian, como están haciendo, a las buenas historias, a los buenos reportajes de investigación, a las buenas crónicas de los corresponsales, poco podrán hacer para convencer al usuario de que es necesario pagar por los contenidos. Uno cuando lee periódicos echa de menos aquellos legendarios periodistas como; Manu Leguineche, Carmen Sarmiento o Pedro Erquicia, donde deleitaban con un periodismo fedatario de la realidad que se vivía, como decía Ben Bradlee,la verdad es la mejor de las defensas y toda la verdad es todavía mejor”.  Los ciudadanos actualmente, quizás estemos echando en falta la presencia de tan bella “señora” … Sin embargo, no tenemos que hacernos ninguna ilusión puesto que de tanto maltrato con la misma, se encuentra en busca y captura.

Ya lo dijo Martin Luther King: “Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra, solo basta decir lo que se piensa”.


 

 



 

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